abril 04, 2016

Taller de Lectura N° 84, síntesis y conclusiones - Abril de 2016



Taller de Lectura N° 84  -  Abril de 2016


Editorial del diario Granma: La visita a Cuba del Presidente Barack Obama

GRANMA  09 MARCH 2016  SOBERANÍA Y LA LEGALIDAD INTERNACIONAL 

Tomado de Red En Defensa De La Humanidad Cuba

Cuba ratifica su voluntad de avanzar en las relaciones con los Estados Unidos, sobre la base de la observancia de los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y de los principios de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz

El presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, realizará una visita oficial a Cuba entre el 20 y el 22 de marzo próximos.

Será la segunda ocasión que un mandatario estadounidense llega a nuestro archipiélago. Antes solo lo hizo Calvin Coolidge, quien desembarcó en La Ha­bana en enero de 1928. Arribó a bordo de un buque de guerra para asistir a la VI Conferencia Panamericana, que se efectuaba por aquellos días bajo los auspicios de un personaje local de infausta memoria, Gerardo Machado. Esta será la primera vez que un Presidente de los Estados Unidos viene a una Cuba dueña de su soberanía y con una Revolución en el poder, encabezada por su liderazgo histórico.

Este hecho se inserta en el proceso iniciado el 17 de diciembre de 2014, cuando el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz y el presidente Barack Obama, anunciaron simultáneamente la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, rotas por los Estados Unidos casi 54 años antes. Forma parte del complejo proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales, que apenas se inicia y que ha avanzado sobre el único terreno posible y justo: el respeto, la igualdad, la reciprocidad y el reconocimiento de la legitimidad de nuestro gobierno.

Se ha llegado a este momento como resultado de la heroica resistencia del pueblo cubano y su lealtad a los principios, la defensa de la independencia y la soberanía nacionales, en primerísimo lugar. Tales valores, no negociados en más de 50 años, condujeron al actual gobierno de los Estados Unidos a admitir los daños severos que el bloqueo ha causado a nuestra población y al reconocimiento del fracaso de la política de abierta hostilidad hacia la Revolución. Ni la fuerza, ni la coerción económica, ni el aislamiento lograron imponer a Cuba una condición contraria a sus aspiraciones forjadas en casi siglo y medio de heroicas luchas.

El actual proceso con los Estados Unidos ha sido posible también gracias a la inquebrantable solidaridad internacional, en particular, de los gobiernos y pueblos latinoamericanos y caribeños, que colocaron a los Estados Unidos en una situación de aislamiento insostenible. “Como la plata en las raíces de Los Andes” —tal como expresara nuestro Héroe Nacional José Martí en su ensayo “Nuestra América”—, América Latina y el Caribe, fuertemente unidos, reclamaron el cambio de la política hacia Cuba. Esta demanda regional se patentizó de manera inequívoca en las Cumbres de las Américas de Puerto España, Trinidad y Tobago, en 2009, y de Cartagena, Colombia, en 2012, cuando todos los países de la región exigieron unánime y categóricamente el levantamiento del bloqueo y la participación de nuestro país en la VII cita hemisférica de Panamá, en 2015, a la que por primera vez asistió una delegación cubana, encabezada por Raúl.

Desde los anuncios de diciembre de 2014, Cuba y los Estados Unidos han dado pasos hacia la mejoría del contexto bilateral.

El 20 de julio de 2015, quedaron oficialmente restablecidas las relaciones diplomáticas, con el compromiso de desarrollarlas sobre la base del respeto, la cooperación y la observancia de los principios del Derecho Internacional.

Han tenido lugar dos encuentros entre los Presidentes de ambos países, además de intercambios de visitas de ministros y otros contactos de funcionarios de alto nivel. La cooperación en disímiles áreas de beneficio mutuo avanza y se abren espacios de discusión, que permiten un diálogo sobre temas de interés bilateral y multilateral, incluyendo aquellos en los que tenemos diferentes concepciones.

El mandatario estadounidense será bienvenido por el Gobierno de Cuba y su pueblo con la hospitalidad que los distingue y será tratado con toda consideración y respeto, como Jefe de Estado.

Esta será una oportunidad para que el Presidente de los Estados Unidos aprecie directamente una nación enfrascada en su desarrollo económico y social, y en el mejoramiento del bienestar de sus ciudadanos. Este pueblo disfruta derechos y puede exhibir logros que constituyen una quimera para muchos países del mundo, a pesar de las limitaciones que se derivan de su condición de país bloqueado y subdesarrollado, lo cual le ha merecido el reconocimiento y el respeto internacionales.

Personalidades de talla mundial como el Papa Francisco y el Patriarca Kirill describieron a esta isla, en su declaración conjunta emitida en La Habana en febrero, como “un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo”. El presidente francés, François Hollande afirmó recientemente que “Cuba es respetada y escuchada en toda América Latina” y elogió su capacidad de resistencia ante las más difíciles pruebas. El líder sudafricano Nelson Mandela tuvo siempre para Cuba palabras de profundo agradecimiento: “Nosotros en África —dijo en Matanzas, el 26 de julio de 1991— estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía. En la historia de África no existe otro caso de un pueblo (como el cubano) que se haya alzado en defensa de uno de nosotros”.

Obama se encontrará con un país que contribuye activamente a la paz y la estabilidad regional y mundial, y que comparte con otros pueblos no lo que le sobra, sino los modestos recursos con que cuenta, haciendo de la solidaridad un elemento esencial de su razón de ser y del bienestar de la humanidad, como nos legara Martí, uno de los objetivos fundamentales de su política internacional.

También tendrá la ocasión de conocer a un pueblo noble, amistoso y digno, con un alto sentido del patriotismo y la unidad nacional, que siempre ha luchado por un futuro mejor a pesar de las adversidades que ha tenido que enfrentar. El presidente de los Estados Unidos será recibido por un pueblo revolucionario, con una profunda cultura política, que es resultado de una larga tradición de lucha por su verdadera y definitiva independencia, primero contra el colonialismo español y después contra la dominación imperialista de los Estados Unidos; una lucha en la que sus mejores hijos han derramado su sangre y han asumido todos los riesgos. Un pueblo que nunca claudicará en la defensa de sus principios y de la vasta obra de su Revolución, que sigue sin vacilación el ejemplo de Carlos Manuel de Céspedes, José Martí, Antonio Maceo, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Antonio Guiteras y Ernesto Che Guevara, entre muchos otros.

Este también es un pueblo al que lo unen lazos históricos, culturales y afectivos con el estadounidense, cuya figura paradigmática, el escritor Ernest Hemingway, recibió el Nobel de Literatura por una novela ambientada en Cuba. Un pueblo que muestra gratitud hacia aquellos hijos de los Estados Unidos que, como Thomas Jordan[1], Henry Reeve[2], Winchester Osgood[3] y Frederick Funston[4], combatieron junto al Ejército Libertador en nuestras guerras por la independencia de España; y a los que en época más reciente se opusieron a las agresiones contra Cuba, desafiaron el bloqueo, como el Reverendo Lucius Walker, para traer su ayuda solidaria a nuestro pueblo, y apoyaron el regreso a la Patria del niño Elián González y de nuestros Cinco Héroes. De Martí aprendimos a admirar a la patria de Lincoln y a repudiar a Cutting[5].

Vale recordar las palabras del Líder histórico de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 11 de septiembre de 2001, cuando afirmó:

“Hoy es un día de tragedia para Estados Unidos. Ustedes saben bien que aquí jamás se ha sembrado odio contra el pueblo norteamericano. Quizás, precisamente por su cultura y por su falta de complejos, al sentirse plenamente libre, con patria y sin amo, Cuba sea el país donde se trate con más respeto a los ciudadanos norteamericanos. Nunca hemos predicado ningún género de odios nacionales, ni cosas parecidas al fanatismo, por eso somos tan fuertes, porque basamos nuestra conducta en principios y en ideas, y tratamos con gran respeto —y ellos se percatan de eso— a cada ciudadano norteamericano que visita a nuestro país”.

Este es el pueblo que recibirá al presidente Barack Obama, orgulloso de su historia, sus raíces, su cultura nacional y confiado en que un futuro mejor es posible. Una nación que asume con serenidad y determinación la etapa actual en las relaciones con los Estados Unidos, que reconoce las oportunidades y también los problemas no resueltos entre ambos países.

La visita del Presidente de los Estados Unidos será un paso importante en el proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales. Hay que recordar que Obama, como lo hizo antes James Carter, se ha propuesto, desde el ejercicio de sus facultades presidenciales, trabajar para normalizar los vínculos con Cuba y, en consecuencia, ha realizado acciones concretas en esta dirección.

Sin embargo, para llegar a la normalización queda un largo y complejo camino por recorrer, que requerirá de la solución de asuntos claves que se han acumulado por más de cinco décadas y que profundizaron el carácter confrontacional de los vínculos entre los dos países. Tales problemas no se resolverán de la noche a la mañana, ni con una visita presidencial.

Para normalizar las relaciones con los Estados Unidos será determinante que se levante el bloqueo económico, comercial y financiero, que provoca privaciones al pueblo cubano y es el principal obstáculo para el desarrollo de la economía de nuestro país.

Debe reconocerse la posición reiterada del presidente Barack Obama de que el bloqueo tiene que ser eliminado y sus llamados al Congreso para que lo levante. Este es también un reclamo mayoritario y creciente de la opinión pública estadounidense, y casi unánime de la comunidad internacional, que en 24 ocasiones consecutivas ha aprobado en la Asamblea General de las Naciones Unidas la resolución cubana “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.

El mandatario estadounidense ha adoptado medidas para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo, que son positivas. Altos funcionarios de su gobierno han dicho que están en estudio otras. Sin embargo, no ha sido posible implementar una buena parte de las medidas, por su alcance limitado, por la persistencia de otras regulaciones y por los efectos intimidatorios del bloqueo en su conjunto, que ha sido aplicado duramente por más de cincuenta años.

Resulta paradójico que, por una parte, el gobierno tome medidas y que, por otra, arrecie las sanciones contra Cuba, que afectan la vida cotidiana de nuestro pueblo.

La realidad sigue mostrando que el bloqueo se mantiene y se aplica con rigor y con un marcado alcance extraterritorial, lo cual tiene efectos disuasivos para las empresas y los bancos de los Estados Unidos y de otros países. Ejemplo de ello son las multas multimillonarias que se continúan imponiendo a compañías y entidades bancarias estadounidenses y de otras nacionalidades por relacionarse con Cuba; la denegación de servicios y el cierre de operaciones financieras de bancos internacionales con nuestro país; y la congelación de transferencias legítimas de fondos hacia y desde Cuba, incluso en monedas distintas al dólar estadounidense.

El pueblo de Cuba espera que la visita del mandatario estadounidense consolide su voluntad de involucrarse activamente en un debate a fondo con el Congreso para el levantamiento del bloqueo y que entretanto, continúe haciendo uso de sus prerrogativas ejecutivas para modificar tanto como sea posible su aplicación, sin necesidad de una acción legislativa.

Otros asuntos que son lesivos a la soberanía cubana también tendrán que ser resueltos para poder alcanzar relaciones normales entre los dos países. El territorio ocupado por la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo, en contra de la voluntad de nuestro gobierno y pueblo, tiene que ser devuelto a Cuba, cumpliendo el deseo unánime de los cubanos desde hace más de cien años. Deben ser eliminados los programas injerencistas dirigidos a provocar situaciones de desestabilización y cambios en el orden político, económico y social de nuestro país. La política de “cambio de régimen” tiene que ser definitivamente sepultada.

Asimismo, debe abandonarse la pretensión de fabricar una oposición política interna, sufragada con dinero de los contribuyentes estadounidenses. Tendrá que ponérsele término a las agresiones radiales y televisivas contra Cuba en franca violación del Derecho Internacional y al uso ilegítimo de las telecomunicaciones con objetivos políticos, reconociendo que el fin no es ejercer una determinada influencia sobre la sociedad cubana, sino poner las tecnologías en función del desarrollo y el conocimiento.

El trato migratorio preferencial que reciben nuestros ciudadanos, en virtud de la Ley de Ajuste Cubano y de la política de pies secos-pies mojados, causa pérdidas de vidas humanas y alienta la emigración ilegal y el tráfico de personas, además de generar problemas a terceros países. Esta situación debe ser modificada, como habría que cancelar el programa de “parole” para profesionales médicos cubanos, que priva al país de recursos humanos vitales para atender la salud de nuestro pueblo y afecta a los beneficiarios de la cooperación de Cuba con naciones que la necesitan. Asimismo, debe cambiarse la política que pone como condición a los atletas cubanos romper con su país para poder jugar en las Ligas de los Estados Unidos.

Estas políticas del pasado son incongruentes con la nueva etapa que el gobierno de los Estados Unidos ha iniciado con nuestro país. Todas son anteriores al presidente Obama, pero él podría modificar algunas de ellas por decisión ejecutiva y otras eliminarlas totalmente.

Cuba se ha involucrado en la construcción de una nueva relación con los Estados Unidos en pleno ejercicio de su soberanía y comprometida con sus ideales de justicia social y solidaridad. Nadie puede pretender que para ello, tengamos que renunciar a uno solo de sus principios, ceder un ápice en su defensa, ni abandonar lo proclamado en la Constitución: “Las relaciones económicas, diplomáticas con cualquier otro Estado no podrán jamás ser negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera”.

No se puede albergar tampoco la menor duda respecto al apego irrestricto de Cuba a sus ideales revolucionarios y antimperialistas, y a su política exterior comprometida con las causas justas del mundo, la defensa de la autodeterminación de los pueblos y el tradicional apoyo a nuestros países hermanos.

Como expresó la última Declaración del Gobierno Revolucionario, es y será inamovible nuestra solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela, el gobierno encabezado por el presidente Nicolás Maduro y el pueblo bolivariano y chavista, que lucha por seguir su propio camino y enfrenta sistemáticos intentos de desestabilización y sanciones unilaterales establecidas por la Orden Ejecutiva infundada e injusta de marzo de 2015 que fue condenada por América Latina y el Caribe. La notificación emitida el pasado 3 de marzo prorrogando la llamada “Emergencia Nacional” y las sanciones, es una intromisión directa e inaceptable en los asuntos internos de Venezuela y en su soberanía. Aquella Orden debe ser abolida y esto será un reclamo permanente y firme de Cuba.

Como señalara el General de Ejército Raúl Castro, “no renunciaremos a nuestros ideales de independencia y justicia social, ni claudicaremos en uno solo de nuestros principios, ni cederemos un milímetro en la defensa de la soberanía nacional. No nos dejaremos presionar en nuestros asuntos internos. Nos hemos ganado este derecho soberano con grandes sacrificios y al precio de los mayores riesgos”.

Llegamos hasta aquí, reiteramos una vez más, por la defensa de nuestras convicciones y porque nos asiste la razón y la justicia.

Cuba ratifica su voluntad de avanzar en las relaciones con los Estados Unidos, sobre la base de la observancia de los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y de los principios de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la región, que incluyen el respeto absoluto a su independencia y soberanía, el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural sin injerencias de ninguna forma; la igualdad y la reciprocidad.

Cuba reitera a su vez, plena disposición a mantener un diálogo respetuoso con el Gobierno de los Estados Unidos y a desarrollar relaciones de convivencia civilizada. Convivir no significa tener que renunciar a las ideas en las cuales creemos y que nos han traído hasta aquí, a nuestro socialismo, a nuestra historia, a nuestra cultura.

Las profundas diferencias de concepciones entre Cuba y los Estados Unidos sobre los modelos políticos, la democracia, el ejercicio de los derechos humanos, la justicia social, las relaciones internacionales, la paz y la estabilidad mundial, entre otros, persistirán.

Cuba defiende la indivisibilidad, interdependencia y universalidad de los derechos humanos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Estamos convencidos que es obligación de los gobiernos defender y garantizar el derecho a la salud, la educación, la seguridad social, el salario igual por trabajo igual, el derecho de los niños, así como el derecho a la alimentación y al desarrollo. Rechazamos la manipulación política y el doble rasero sobre los derechos humanos, que deben cesar. Cuba, que se ha adherido a 44 instrumentos internacionales en esta materia, mientras que los Estados Unidos solo han suscrito 18, tiene mucho que opinar, que defender y que mostrar.

De lo que se trata en nuestros vínculos con los Estados Unidos, es que ambos países respeten sus diferencias y creen una relación basada en el beneficio de ambos pueblos.

Independientemente de los avances que se puedan alcanzar en los vínculos con los Estados Unidos, el pueblo cubano seguirá adelante. Con nuestros propios esfuerzos y probada capacidad y creatividad, continuaremos trabajando por el desarrollo del país y el bienestar de los cubanos. No cejaremos en la demanda por el levantamiento del bloqueo que tanto daño nos ha hecho y hace. Persistiremos en llevar adelante el proceso de actualización del modelo económico y social que hemos elegido, y de construcción de un socialismo próspero y sostenible para consolidar los logros de la Revolución.

Un camino soberanamente escogido y que seguramente será ratificado en el VII Congreso del Partido Comunista, con Fidel y Raúl en la victoria.

Esta es la Cuba que dará respetuosa bienvenida al presidente Obama.


La visita de Obama a Cuba y los derechos humanos

Por: Arnold August. Periodista y conferencista canadiense, el autor de los libros Democracy in Cuba and the 1997–98 Elections y más recientemente, Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento, disponible en Cuba.

14 marzo 2016 – Tomado de Cubadebate

El tema de los derechos humanos, dentro del contexto de las relaciones Cuba-EE.UU., ha reaparecido en vísperas de la visita del presidente Obama a la Isla. El 2 de marzo, en Ginebra, Antony J. Blinken, secretario de Estado adjunto del Departamento de Estado de los EE.UU., emitió una Declaración Nacional en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde se refirió a varios países que son siempre el blanco de las acusaciones de los EE.UU. por supuestas violaciones de los derechos humanos, como China, Rusia y Venezuela.

Como de costumbre, Cuba también fue mencionada. En relación al citado país, la declaración de Blinken indicó:

“En Cuba estamos cada vez más preocupados acerca de las detenciones breves de activistas pacíficos por parte del gobierno, que alcanzaron cifras récord en enero. Exhortamos al gobierno cubano abandonar esta táctica de acallar protestas pacíficas. En unas semanas el presidente Obama realizará una visita histórica a Cuba y destacará que sería mejor para el pueblo cubano que existiera un ámbito donde la gente se sienta libre de escoger sus partidos políticos y líderes, expresar sus ideas, y donde la sociedad civil sea independiente y se le permita prosperar”.

La respuesta de Cuba

El jefe de la delegación cubana en el Consejo de Derechos Humanos, Pedro Núñez Mosquera, que ocupa el cargo de Director General de la División de Asuntos Multilaterales y de Derecho Internacional en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, no se sintió intimidado en lo más mínimo por la superpotencia. Desde 1959, Cuba ha tenido una larga historia de defensa de sus intereses en todos los foros internacionales y aunque es un país pequeño, su voz es muy respetada internacionalmente. En Ginebra, Nuñez Mosquera invirtió la ecuación a los Estados Unidos acusándolo de ser responsable de graves violaciones de los derechos humanos, incluyendo discriminación racial, violencia policial, persecución de inmigrantes, y la práctica de la tortura que se lleva a cabo en el centro de detenciones en la provincia de Guantánamo. Además de afirmar que Estados Unidos es responsable de violaciones de los derechos humanos del pueblo cubano debido al bloqueo contra la Isla.

La declaración del secretario adjunto Blinken, en nombre de la administración de Obama, se destaca por ser otro intento de interferir en los asuntos internos de Cuba. Sin embargo, por el momento, dejemos esto a un lado para ocuparnos de sus acusaciones contra Cuba.

Activistas pacíficos y protestas

Blinken acusa a Cuba de arrestar temporalmente a “activistas pacíficos” como parte de una estrategia de “reprimir la protesta pacífica”. El vocablo “pacífico” es arbitrario. Por ejemplo, a los afroamericanos y sus aliados que se manifiestan en los Estados Unidos contra los asesinatos de ciudadanos afroamericanos por parte de la policía, se les cataloga como violentos y se les tilda de delincuentes. Sin embargo, en enero y febrero de 2016, cuando individuos armados de derecha en Oregón ocuparon una agencia federal, el gobierno y los medios de prensa se refirieron cortésmente a los ocupantes como “manifestantes” y “milicia”. El vocablo “milicia” les da un manto de legitimidad a esas personas armadas. Nunca se los categorizó en forma condenatoria de ser violentos.

En América Latina se aplica el mismo doble rasero. En la Declaración Nacional, el Departamento de Estado de los EE.UU. exigió a Venezuela la liberación de dos personas encarceladas pro Estados Unidos. En forma respetuosa se refieren a ellas como “líderes de la oposición”. Sin embargo, esas personas fueron responsables de actos contra el orden constitucional en los cuales resultaron 43 muertos y más de 800 lesionados. Por lo tanto, EE.UU. está lejos de ser un referente en el tratamiento de protestas pacíficas o violentas.

En el contexto cubano, las personas a quienes se refiere EE.UU. no pueden ser consideradas simplemente como “manifestantes pacíficos”, principalmente porque, directa o indirectamente, son mercenarios a sueldo de los Estados Unidos. Su objetivo, anunciado públicamente, es el cambio de régimen en Cuba. En esencia, se proponen asfixiar a la Revolución Cubana, que es la garantía de su soberanía. Esto significa convertir a Cuba en una neo colonia “de facto” de los EE.UU., haciéndola segura para el capitalismo. A su vez, la independencia de Cuba conlleva la salvaguardia y protección de la Revolución Cubana, cuya misión es luchar sin cesar para desarrollar y mejorar su socialismo.

En consecuencia, el cambio reaccionario que buscan los “manifestantes pacíficos” es una ruptura del orden constitucional cubano para satisfacer los intereses de los Estados Unidos. Por lo tanto, por su propia esencia, este objetivo es violento y pretende el quebrantamiento del rumbo que la inmensa mayoría del pueblo cubano ha tomado desde 1959. Es irrelevante por tanto, si esos individuos eran o no violentos cuando fueron detenidos. Cuba tiene sobrado derecho a defenderse de los esfuerzos coordinados de la “oposición” financiada por los EE.UU. y de los medios masivos de prensa para alentar un cambio de régimen en Cuba.

Selección de partidos y líderes políticos

En su declaración, el secretario adjunto Blinken resalta además que, uno de los objetivos de la visita de Obama a Cuba en marzo, es enfatizar “el pueblo tiene la libertad de escoger sus partidos políticos y sus líderes políticos”. Estados Unidos está cegado por su pensamiento único de partidos políticos, elecciones y su sistema político “multipartidista”. Los cubanos tienen un sistema totalmente diferente.

El proceso cubano fue el resultado de la Revolución y una característica esencial de la misma se origina en la tradición que emerge de las guerras independentistas de la segunda mitad del siglo XIX contra los colonizadores españoles. Un ingrediente principal fue y sigue siendo, la necesidad de un fuerza política unificadora para guiar a la Revolución.

El Partido Comunista de Cuba nació de una combinación de fuerzas políticas cuyos integrantes arriesgaron sus vidas para derrotar la sangrienta dictadura de Batista en el decenio de 1950 que recibió el apoyo de los EE.UU.. Los cubanos escogieron a su principal fuerza política, y por supuesto, a sus líderes en ese decenio al triunfo de la Revolución en 1959. Además, en ese periodo y desde entonces, millones de cubanos han decidido ser parte de esa Revolución, en lugar de permanecer al margen “escogiendo líderes” de acuerdo a la idea preconcebida de los Estados Unidos sobre el liderazgo. El papel de esa fuerza política unificadora está enraizado en la Constitución de Cuba, a cuya redacción contribuyó el pueblo en reuniones de base. En 1976, en el referendo sobre la Constitución, votó el 98% del electorado y el 97.7% la aprobó.

El sistema político cubano permite además otros canales legales formales para que el pueblo pueda votar por sus líderes. Hay que insistir en que no se ajusta al pensamiento único estadounidense. Cuba no se rige por un sistema presidencial como el que existe en los Estados Unidos y en otros países.

Acerca de liderazgo cubano: Raúl Castro

Tomemos como ejemplo a Raúl Castro de acuerdo a una descripción muy resumida de algunos pasos previos a su elección como Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. En las elecciones generales de 2013, fue electo diputado, para la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (Parlamento), de un municipio en Santiago de Cuba, su provincia de origen. Aun cuando haya un solo candidato por escaño, el candidato necesita 50%, por lo menos, del voto popular.

En las elecciones generales de 2013, Raúl Castro recibió 98.04% del voto. Este porcentaje fue uno de los más altos entre los 612 diputados elegidos.

Para elegir a los líderes después de las elecciones, los Diputados emiten sus puntos de vistas individualmente y en privado. Como resultado de esta consulta, la Comisión de Candidaturas Nacional confecciona una lista de candidatos para el Consejo del Estado, incluyendo su presidente. La nueva legislatura electa se reúne como por ejemplo, lo hizo el 24 de febrero de 2013, para escoger los líderes entre los diputados, mediante voto secreto. No es el objetivo de este artículo mencionar más detalles y análisis de cómo ocurre esta elección y las elecciones generales. Sin embargo, así es como Raúl Castro fue elegido Presidente del Consejo de Estado (y por lo tanto, del Consejo de Ministros). Este papel se ejerce por ser un miembro de esos consejos colegiados y colectivos. A su vez, esas entidades dependen del Parlamento.

Acerca del liderazgo cubano: Fidel Castro

Además, un país que se forjó en la Revolución tiene sus propios estándares para los líderes. Tomemos otro ejemplo: A Fidel Castro se le conoce como el Líder histórico de la Revolución Cubana. En el preámbulo de la Constitución aprobada por el pueblo, la Carta Magna reconoce que la Revolución es “encabezada por Fidel Castro”. Esté o no en la Constitución, el hecho es que él es el Líder histórico de la Revolución Cubana, y es reconocido como tal, por la inmensa mayoría del pueblo cubano.

Estos simples hechos acerca de los líderes de Cuba parecen no despertar interés en las esferas gobernantes de Estados Unidos.

“Sistemas presidenciales” de Venezuela, Bolivia y Ecuador

En todo caso, la presión ideológica/política de Washington para que el pueblo elija a sus líderes es arbitraria. Por ejemplo, desde un punto de vista superficial, se puede decir que Venezuela, Bolivia y Ecuador tienen “sistemas presidenciales”. No obstante, EE.UU. no reconoce realmente como presidentes a los líderes electos directamente, incluyendo Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa. Por el contrario, trabaja incesantemente para el cambio de régimen y derrocar a esos líderes electos y a todo lo que ellos defienden. Por lo tanto, tiene una posición errática en lo referente a líderes, que es manipulada para servir sus propios intereses.

 “Sociedad civil” en Cuba

En Ginebra, EE.UU. presentó también su requisito para Cuba de que la “sociedad civil deber ser independiente”. De acuerdo a su fórmula, los Estados Unidos, en el contexto de la inminente visita de Obama a Cuba, reconoce a los “miembros de la sociedad civil, incluyendo los que con seguridad se oponen a las políticas del gobierno cubano”. Se puede preguntar a EE.UU, si es que logra éxito en ganarse la voluntad de esos individuos para la política estadounidense, que es obviamente su pretensión, ¿no se consideraría un hecho que ellos ya no serían independientes? Por el contrario, serían más dependientes aún de los Estados Unidos que antes de la visita de Obama. Según la opinión de EE.UU., si la sociedad civil actúa en armonía con el proceso político cubano, entonces no es independiente. Sin embargo, si actúa de acuerdo con los Estados Unidos, reciben credenciales de buena fe de ser independiente.

Mejorando el sistema político cubano

La consideración de los temas mencionados previamente acerca del sistema político cubano, no quiere decir que no exista espacio para mejorarlo. Sin embargo, los cubanos que discuten este tema no necesitan consejos de los Estados Unidos. Es la potestad del pueblo cubano hacer los cambios que crea necesarios. Por ejemplo, el 14 de agosto de 2015, durante una conferencia de prensa conjunta concedida por John Kerry, Secretario de Estado de EE.UU., y por Bruno Rodríguez Padilla, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, un reportero hizo una pregunta a Bruno Rodríguez acerca de la democracia en Cuba. Él respondió:

“Yo me siento muy cómodo con la democracia cubana que a su vez tiene cosas perfectibles, tal como trabajamos hoy activamente a partir de los procesos relacionados con la actualización de nuestro modelo económico y social socialista”.

La necesidad de renovar ideológica y políticamente el sistema político es parte de la lucha a vida o muerte para realizar transformaciones en el sistema socioeconómico de Cuba, a pesar del bloqueo agobiante y de otros factores de carácter interno. Este es y será el camino propio de Cuba.

(Artículo traducido por Franklin Curbelo.  Fuente original en inglés – Global Research: http://www.globalresearch.ca/obamas-visit-to-cuba-and-human-rights/5512021)


Síntesis y conclusiones del Taller de Lectura    84

En este Taller hemos abordado dos textos relacionados con la reciente visita de Barak Obama a la isla en función de la reiniciación de las relaciones diplomáticas entre los EE UU y Cuba cuyo proceso fuera iniciado el 17 de diciembre de 2014. El primero, titulado “Soberanía y la Legalidad Internacional”  tomado de la Red En Defensa De La Humanidad Cuba y publicado en el diario Granma el 9 de mazo de 2016, donde Cuba ratifica su voluntad de avanzar en las relaciones con los Estados Unidos, sobre la base de la observancia de los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y de los principios de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz. El segundo texto fue tomado de Cubadebate y trata el tema de los derechos humanos dentro del contexto de las relaciones Cuba – EE UU que ha vuelto a reaparecer en este marco, escrito por Arnold August, periodista y conferencista de origen canadiense. Es la primera vez que un Presidente de los Estados Unidos viene a una Cuba dueña de su soberanía y con una Revolución en el poder, encabezada por su liderazgo histórico y donde se inicia un proceso que ha avanzado sobre el único terreno posible y justo: el respeto, la igualdad, la reciprocidad y el reconocimiento de la legitimidad de su gobierno. Este escrito manifiesta la importancia que reviste la visita de Barak Obama para los cubanos, quien será bienvenido por su gobierno y su pueblo con consideración y respeto. De esta manera el presidente de los Estados Unidos podrá apreciar personalmente las características de los cubanos, su cultura y organización política. Entenderá de esta manera que para alcanzar la plena “normalización” de las relaciones diplomáticas, se deberá levantar totalmente el bloqueo económico, comercial y financiero, como así también la devolución del territorio ocupado por la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo, entre varias otras condiciones impuestas al pueblo cubano. Queda claro que Cuba no renunciará a sus ideales de independencia y justicia social, ni claudicará en uno solo de sus principios, exigiendo el respeto a su soberanía nacional, sin  dejarse presionar en sus asuntos internos. Seguirá avanzando en la actualización del modelo económico para darle continuidad a la construcción de su socialismo de manera sostenible, para consolidar los logros de la Revolución. El segundo texto abordado en este Taller de Lectura está basado en una Declaración Nacional en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU  que emitiera Antony J. Blinken, secretario de Estado adjunto del Departamento de Estado de los EE.UU, refiriéndose a supuestas violaciones de los derechos humanos en Cuba. En primer lugar se refiere a detenciones breves de activistas pacíficos por parte del gobierno, como parte de una estrategia de “reprimir la protesta pacífica”. Es conocido que estos  manifestantes pacíficos generalmente son mercenarios a sueldo de los Estados Unidos con el objetivo, públicamente anunciado, de cambiar el  régimen en Cuba y asfixiar a la Revolución, que es la garantía de su soberanía, con el objetivo de convertir a Cuba en una neo colonia “de facto” de los EE.UU., haciéndola de esta manera segura para el capitalismo. En segundo lugar Antony J. Blinken plantea que el pueblo cubano tiene que tener la libertad de escoger a sus partidos políticos y a sus líderes. Este argumento está claramente centrado en el pensamiento único de partidos políticos, elecciones y un sistema político “multipartidista”. El Partido Comunista de Cuba nació de una combinación de fuerzas políticas donde todos los integrantes arriesgaron sus vidas para derrotar la sangrienta dictadura de Batista en el decenio de 1950 y que recibió el apoyo de los EE.UU.. Con respecto a los liderazgos y considerando el caso de Raúl Castro, éste fue electo en el año 2013 con el 98,04 % de los votos siendo uno de los más altos entre los 612 diputados elegidos. Acerca del liderazgo de Fidel Castro, él es considerado el Líder histórico de la Revolución Cubana y reconocido como tal por la inmensa mayoría del pueblo cubano. EE UU objeta el sistema político cubano y si embargo no quiere reconocer a los presidentes Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa que representan a Venezuela, Bolivia y Ecuador respectivamente y que se rigen por un sistema de gobierno de tipo presidencial. También objeta la participación de la llamada “sociedad civil” en la política de Cuba, y propone que sean independientes, en una clara intención de romper con la unidad. A todo esto el pueblo y el gobierno de Cuba están trabajando permanentemente para mejorar su sistema político, siempre dentro del marco del socialismo, y para ello no necesitan los consejos de los Estados Unidos. 

En el Transcurso del posterior debate se acordó que el primer texto abordado representa un análisis muy claro y sin dudas de la posición cubana con respecto a la iniciación de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos y las condiciones que se le impone a éste para lograr algún día la total normalización de las mismas. Con mucha convicción se plantea que Cuba no cederá a su independencia ni a su soberanía y está dispuesta a defenderla hasta las últimas consecuencias, con un pueblo con la suficiente cultura política para enfrentar este desafío, siempre bajo la consigna de José Martí, que es necesario ser cultos para ser libres. Con respecto al sistema democrático en Cuba se planteó que Cuba es un estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, tomando nuevamente el pensamiento de José Martí y que de esta manera ellos defienden sus derechos humanos que son de todo el pueblo. Se debe tener en cuenta que el proceso político cubano fue el resultado de la Revolución, considerando que el pluripartidismo no garantiza la pluralidad política.

Finalmente, dada la baja concurrencia a este Taller de Lectura y a propuesta de varios compañeros que no pudieron participar, se propuso repetir el mismo texto para el siguiente Taller en el mes de mayo.

Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba, 2 de abril de 2016