abril 29, 2020

Taller de lectura N° 133 - Mayo de 2020


A raíz de la cuarentena ordenada por nuestro gobierno ante la pandemia causada por el nuevo coronavirus, por lo que no podremos juntarnos para realizar nuestro acostumbrado Taller de Lectura, hemos decidido hacerlo en forma virtual cada uno y cada una en nuestras casas junto a nuestra familia para luego enviar por mail o por whatsapp nuestro comentario a modo de debate colectivo y una evaluación final acerca de la interpretación del texto leído. Para ello hemos elegido una publicación corta para facilitar su lectura tanto en el celular como en la compu. Esto será el próximo sábado 2 de mayo.

El rey desnudo

Todos los analistas juiciosos (excepto los voceros del imperio y de la ultraderecha) coinciden en que el coronavirus ha retirado bruscamente el velo de la supuesta bonanza neoliberal para descubrir la barbarie, sus abismos de injusticia y desigualdad

Autor: Abel Prieto (Político, escritor, editor y profesor. Ministro de Cultura de la República de Cuba durante dos periodos. Asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Actual presidente de la Casa de las Américas).

10 de abril de 2020 – Tomado de Granma

Cuenta Hans Christian Andersen de dos pícaros que se hicieron pasar por sastres para prometerle a un rey el más bello traje imaginable.

Todos admirarían su atuendo, le dijeron, excepto aquellos nacidos de un amorío extramatrimonial de sus madres. Cuando el rey fue a probárselo, junto a sus cortesanos, nadie, ni el propio rey, vio traje alguno; pero todos pensaron con angustia que eran hijos de relaciones pecaminosas y decidieron alabar con entusiasmo el ropaje imaginario y la genialidad de sus creadores.

El día de la fiesta de la villa, el rey «se vistió» y, montado en su caballo, desfiló por las calles. Los pobladores callaban, avergonzados, creyéndose indignos de percibir el traje milagroso. Hasta que un niño inocente exclamó «¡el rey va desnudo!» y logró, sin proponérselo, que todos descubrieran la farsa.

Con el grito del niño de la fábula se hizo pedazos, como por encanto, la mentira generalizada.

Hoy la naturaleza inhumana del capitalismo y su versión más obscena, el neoliberalismo, ha sido desnudada por el coronavirus. Su rostro satánico quedó expuesto, sin máscaras ni afeites. Se han abierto grietas muy hondas en el espejismo fabricado por la maquinaria de dominación informativa y cultural.

Fidel repitió muchas veces que el capitalismo y el neoliberalismo conducen al mundo entero al genocidio. Y lo dijo con énfasis particular cuando se derrumbó el socialismo en Europa y el coro triunfal de la derecha celebró el advenimiento del Reino Absoluto del Mercado como sinónimo de «libertad» y «democracia», mientras buena parte de la izquierda mundial se replegaba, desmoralizada.

Todos los analistas juiciosos (excepto los voceros del imperio y de la ultraderecha) coinciden en que el coronavirus ha retirado bruscamente el velo de la supuesta bonanza neoliberal para descubrir la barbarie, sus abismos de injusticia y desigualdad.

La pandemia ha funcionado como un instrumento revelador que destapa, desenmascara, y nos enfrenta crudamente a la realidad.

Uno de los rasgos del sistema, que la pandemia ha sacado a la luz, tiene que ver con el dilema ético en que se han visto los médicos obligados a elegir (ante la escasez de respiradores y medicamentos indispensables, de camas en hospitales y unidades de cuidados intensivos) entre enfermos que pueden considerarse «salvables» y aquellos «insalvables», más viejos, más frágiles, con mayores complicaciones.

Esta división tan cruel nace de entender los servicios de salud y la industria farmacéutica como un lucrativo negocio, donde no hay pacientes, sino clientes.

En 2013, un ministro de Finanzas japonés solicitó a los ancianos de su país que se hicieran el harakiri para aliviar de cargas excesivas al presupuesto, y hace poco el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, hizo un comentario parecido. Es monstruoso, pero habría que agradecerles su didáctica franqueza.

Según la doctrina neoliberal, el Estado reduce su papel al mínimo y queda como servidor de las corporaciones, mientras que el mercado, mediante la competencia, divide a la humanidad en una minoría de «ganadores», es decir, de «salvables», y la gran masa de «perdedores» o «insalvables».   

Ya en medio de la pandemia, la primera reacción de ciertos políticos neoliberales, como Trump y Bolsonaro, fue restarle importancia y mirar hacia otra parte, sobre todo para no afectar la economía. Evidentemente, dentro de su lógica, el coronavirus debía concentrarse en «los perdedores», en el populacho «descartable», en las razas «inferiores», migrantes o no, en aquellos cuya vida y dignidad no tienen ningún valor, en los que debieran hacerse de una vez el harakiri. Pero la epidemia, como sabemos, fue más lejos de lo previsto, y hubo que cambiar de manera oportunista el enfoque del tema.

Es del mismo modo demagógico y falso el discurso de las élites que asegura que el coronavirus «nos iguala», ya que ataca a ricos y pobres de la misma manera.

La gente rica (subraya Ingar Solty) puede pagarse el servicio de médicos-conserje durante las 24 horas del día. Además: «…puede someterse a la prueba de detección del virus, aunque no tenga síntomas, recibe concentradores de oxígeno, máscaras respiratorias, etc., mientras que gente trabajadora con síntomas de la covid-19 ha de luchar para que le hagan la prueba y luego pagar la factura».

Las élites, según un reportaje de The New York Times, se construyen instalaciones aisladas, con máximo confort y equipamiento y personal clínico especializados; viajan en yates o aviones privados a sitios adonde no ha llegado hasta ahora el virus, y se permiten curiosos caprichos y extravagancias. Hay «famosos» que compran gel antibacterial de marca y nasobucos muy caros (y se hacen selfis para lucirlos en las redes). Uno prefiere un elegante «tapabocas urbano» de la compañía sueca Airinum, provisto de cinco capas de filtración y un «acabado ultrasuave ideal para el contacto con la piel». Otro, de Cambridge Mask Co., empresa británica que usa «capas de filtrado de partículas y carbono de grado militar».

En las antípodas de estos millonarios, están los grupos que, según Boaventura de Sousa Santos, «tienen en común una vulnerabilidad especial que precede a la cuarentena y se agrava con ella»: mujeres, trabajadores precarios e informales, vendedores ambulantes, moradores de las periferias pobres de las ciudades, ancianos, internados en campos de refugiados, inmigrantes, poblaciones desplazadas, discapacitados. En suma, la cuarentena refuerza «la injusticia, la discriminación, la exclusión social y el sufrimiento».

Sousa Santos se hace (y nos hace) preguntas que son dardos: «¿Cómo será la cuarentena para aquellos que no tienen hogar? Personas (…) que pasan las noches en viaductos, estaciones abandonadas de metro o tren, túneles de aguas pluviales o (…) de alcantarillado, en tantas ciudades del mundo. En EE. UU. los llaman tunnel people. ¿Cómo será la cuarentena en los túneles?».

Pero hay otra pregunta que recorre el planeta en medio de la incertidumbre, del miedo, de la avalancha creciente de cifras de muertos y contagiados, y de imágenes escalofriantes de cadáveres en las calles: ¿qué pasará después de la epidemia?

El propio António Guterres, secretario general de la ONU, ha dicho: «…no podemos regresar a donde estábamos (…) con sociedades innecesariamente vulnerables a la crisis. La pandemia nos ha recordado, de la manera más dura posible, el precio que pagamos por las debilidades en los sistemas de salud, las protecciones sociales y los servicios públicos. La pandemia ha subrayado y exacerbado las desigualdades…».

Atilio Borón, en la más lúcida reflexión que se ha escrito en torno a esta crisis, afirma que «la primera víctima fatal» de la pandemia «fue la versión neoliberal del capitalismo»: «un cadáver aún insepulto pero imposible de resucitar».

El capitalismo, en cambio, como dijo Lenin, «no caerá si no existen las fuerzas sociales y políticas que lo hagan caer». Sobrevivió a la llamada «gripe española» y «al tremendo derrumbe global» de la Gran Depresión.  Ha demostrado «una inusual resiliencia (…) para procesar las crisis e inclusive salir fortalecido de ellas». Por otra parte, en el presente, ni en EE. UU. ni en Europa se perciben «aquellas fuerzas sociales y políticas» señaladas por Lenin, por lo que no es realista pensar en un desplome inminente del sistema capitalista.

Atilio nos propone como hipótesis de trabajo un mundo pospandémico con «mucho más Estado y mucho menos mercado», masas populares más conscientes y politizadas –gracias a las terribles lecciones del virus y del neoliberalismo– y «propensas a buscar soluciones solidarias, colectivas, inclusive socialistas». En medio, además, de una nueva geopolítica, con el imperialismo estadounidense desacreditado, carente de liderazgo y sin prestigio internacional de ningún tipo.

El escenario posterior a la pandemia representa, para Atilio, un «tremendo desafío» para «todas las fuerzas anticapitalistas del planeta», y «una oportunidad única, inesperada, que sería imperdonable desaprovechar». Hay que «concientizar, organizar y luchar, luchar hasta el fin».

Y evoca a Fidel en una reunión de la Red En defensa de la Humanidad de 2012: «…si a ustedes les dicen: tengan la seguridad de que se acaba el planeta y se acaba esta especie pensante, ¿qué van a hacer, ponerse a llorar? Creo que hay que luchar, es lo que hemos hecho siempre».

Hace muy bien Atilio en recordar a Fidel ante la crisis, la incertidumbre, el horror y el espectáculo del neoliberalismo, desnudo y en ridículo como el rey de la fábula. Y también ante las esperanzas que pudieran abrirse. Gracias a sus ideas y a su obra, Cuba pone su desarrollo científico, y el sector de la salud, y todas las potencialidades del Estado al servicio del ser humano, y en particular de los más vulnerables. Si vamos a pensar en serio en un mundo futuro más justo, hay que recordar, como Atilio, a Fidel y a Cuba.

Nuestros médicos y enfermeros internacionalistas anticipan, día a día,  esa utopía con la que muchos sueñan ahora.

abril 07, 2020

Síntesis y conclusiones del Taller de Lectura Nº 132


Síntesis y conclusiones del Taller de Lectura Nº 132
A raíz de la cuarentena ordenada por nuestro gobierno ante la pandemia causada por el nuevo coronavirus, por lo que no podremos juntarnos para realizar nuestro acostumbrado Taller de Lectura, hemos decidido hacerlo en forma virtual, cada uno y cada una desde nuestras casas junto a nuestra familia, para luego enviar por mail o por whatsapp nuestro comentario a modo de debate colectivo y una evaluación final acerca de la interpretación del texto leído.
“La cultura del odio”
En este texto, Graziella Pogolotti menciona el relato de Juan que pudo sobrevivir a la peste por la protección que le brindó la naturaleza, compartiéndola solidariamente con otra gente, pero que finalmente no la supo valorar. Hoy, mientras se extiende la pandemia del Covid-19 por el mundo, ante la recesión económica, surge nuevamente la lucha por tratar de conservar la hegemonía por parte del gobierno de los EEUU. Lo mismo ocurrió en Alemania, que a pesar de su enorme desarrollo cultural, a raíz de su derrota en la primera guerra mundial lo favoreció a Hitler en su ascenso en busca del dominio mundial. Ejemplos de este tipo se han repetido a lo largo de la historia, alentando además el racismo y la xenofobia, induciendo de esta manera la cultura del odio. Ante la gravísima emergencia sanitaria generada por la pandemia del Coronavirus se hace imprescindible anteponer la cultura de la solidaridad desde lo humano, científico, médico, y económico para poder encontrar la solución esperada, y la cooperación internacional ofrecida por Cuba es un claro ejemplo de ello, inspirado por los principios martianos de su Revolución, que nunca sembró el odio hacia sus adversarios.
Vamos a compartir ahora los análisis y comentarios que nos han enviado nuestras lectoras y lectores. Verán que hay una compañera que participó desde Colombia y otra compañera que lo hizo desde Australia:
Devolución de Graciela
Muy buen análisis. Resalto la solidaridad como valor fundamental y necesario de expandir cual pandemia. Desde abajo, el vecino, el más vulnerable y aquellos a quienes podamos tender una mano desde nuestro puesto de trabajo. Por otro lado creo que no hay que bajar la guardia porque el capital financiero, el poder mundial está al acecho y accionara para no perder su "trono". El odio producto del miedo lo podemos ver en nuestro país con los casos que se divulgaron sobre una médica y un enfermero que fueron obligados a abandonar sus departamentos con la excusa que presentan un riesgo de contagio. Por un lado los aplauden pero no los quieren cerca. Son personajes capaces de dejar tirada una persona en la calle por miedo al contagio. Es lamentable que en estas situaciones de emergencia surja en la sociedad el Pathos autoritario tal como lo describe O Donell. Lo vivimos en la dictadura y parece que no se aprendió nada. Reconozco que el ser humano es complejo en sus  posturas frente a situaciones extremas pero no es imposible cambiar,  tenemos ejemplos en el mundo de 3 países que han desarrollado la solidaridad: Cuba, Rusia y China y también en algunos puntos  Venezuela.
Graciela
Devolución de Anita y Fran
En el medio de esta pandemia covid 19, similar a otras que ha sufrido la humanidad, quedó demostrado, una vez más, que el causante de tantas miserias es el neoliberalismo, la fase más deshumanizada del capitalismo.
Reaparecen con mayor fuerza discursos fascistas, fomentando el individualismo, la meritocracia y el negocio por encima de la vida humana.
Actualizados a estos tiempos de modernidad liquida (Baumann), las plataformas electorales de ultraderecha fomentan "la cultura del odio" como una cortina de humo para el análisis racional y de esta manera instalan un enemigo público como inmigrantes latinos o africanos, islamofobia, etc.
En el medio de una crisis sanitaria global, los países que más dificultades tienen son quienes más destruyeron el sistema de salud público.
Esta situación también permite la construcción de redes comunitarias, solidarias como respuestas a tantas necesidades, en contra de ese salvaje individualismo y sálvese quien pueda.
Anita y Fran
Devolución de Víctor
Conclusión del Taller de Lectura virtual por la cuarentena debida a la pandemia de coronavirus en reemplazo al que se iba a realizar el sábado 4 de abril de 2020 (N° 132), y mantener de esa forma la continuidad.
Esta pandemia nos permite también a nosotros desarrollar la solidaridad y la ayuda entre todos cumpliendo con las órdenes que desde las organizaciones competentes recibimos.
 Nos permite acordarnos como en el pasado hubo pestes que nos azotaron como se menciona y ver como en la actualidad está actuando el imperialismo que más le importa el dinero que las personas.
A pesar de la pandemia el imperialismo y el capital financiero mundial continúa afianzando sus intereses y la lucha electoral en EEUU provoca un renacer de una ideología fascista con una supremacía blanca xenófoba y violenta.
Esta xenofobia también la tenemos en otros países como Bolivia y Brasil entre otros gobiernos.
Veo como nuestros "políticos" adictos al liberalismo, están comenzando actuar para destruir los cambios que se están llevando a cabo utilizando las actitudes que están dando en contra de nuestro gobierno.
Esta pandemia nos hizo recordar que no es la única peste que hubo en el mundo por virus, tenemos el caso de la poliomielitis que se produjo a principio del siglo pasado y también en nuestro país en la década de 1950 y que si bien se obtuvo una vacuna, aún sigue propagándose en nuestros días y que ha llegado a ordenarse en EEUU que se debe hacer una doble dosis de vacunación.
En vista de ello tenemos que estar atento a que el coronavirus no va a concluir cuando se levante la cuarentena.
Finalmente debemos desarrollar la cultura de la solidaridad hacia los desvalidos, y ayudarnos mutuamente ante las dificultades como lo está haciendo el pueblo cubano forjado en años de lucha y bloqueo criminal y en la doctrina Martiana de nunca sembrar el odio al adversario.
Víctor
Devolución de Sebastián Olmos
Lo termine de leer, me recordó todos los casos de xenofobia que trajo está epidemia. Además la hipocresía de muchos países, como la unión Europea.
Sebastián
Devolución de Marcelo - Alejandra
Hola a todos y todas, esperamos que se encuentren bien y cuidándose mucho. Seguramente en poco tiempo volveremos a juntarnos a compartir estos talleres de lectura y otras actividades que para nosotros son tan importantes.
Acá les mandamos nuestra conclusión del texto elegido para este taller:
“La cultura del odio” escrito por Graziella Pogolotti.
Desde la postura/planteo de la escritora reconocemos dos maneras claramente descriptas, de cómo reaccionar y actuar frente a un problema tan grave y complejo como lo es una pandemia.
Por un lado la reacción implica odio y violencia, casi “inventando” un enemigo o causante del mal. Y por el otro el que creemos puede vislumbrarse en las decisiones de gobiernos como el cubano y afortunadamente el nuestro, que en estos momentos apuestan a actos que están ligados a la solidaridad, la ayuda en primer grado a los más débiles y la contención por parte del estado para que lo esencial no le falte a nadie.
Esta elección, la de transitar por este camino, implica reconocer en el otro a un ser que me necesita tanto como yo a él.
Creemos que hay reacciones que a lo largo de la historia siempre han visto en “el otro”…”al enemigo”, por varias razones: color de piel, procedencia, ideología etc. Afortunadamente hay pueblos que eligen la igualdad, la diversidad y el bien común como una riqueza.
Nos preguntamos si estaremos a la altura de aprovechar y poder visualizar lo que situaciones como estas nos dejan como enseñanza, para aprender, para crecer, para mejorar, para respetarnos…
Muchas cosas quedaran al descubierto, muchas creencias y mitos que se han mantenido a lo largo de muchísimos años. Tal vez la gente se empiece a dar cuenta lo irreal y poco conveniente que resultan los sistemas de gobierno que prometen el mejor de los bienestares para “todos”. Bienestar que cada vez está más lejos. Por supuesto, siempre de los mismos.
No podrá pasar desapercibido por el mundo entero, que mientras se está hablando de que habrá más miseria, más hambre, más desocupación a raíz de este mal que afecta a todo el planeta por igual, Estados Unidos saque una flota gigante de guerra al mar con el gracioso pretexto de cuidar el narcotráfico. La miseria del poderoso no tiene límites. Actitudes como estas son las que hoy el mundo entero sufre dándose cuenta que sus sistemas de salud fueron devastados a lo largo de los años. Que mejor ejemplo que lo ocurrido en nuestro país los últimos cuatro años.
Ojalá situaciones tan fuertes y profundas como la que estamos viviendo nos permitan abrir los ojos de una vez por todas.
Les mandamos un abrazo grande a todxs.                 ALE  y MARCELO
PD: Ante la nota publicada por el Embajador británico de La Habana titulada: “A quienes apoyaron la Operación Braemar 02 April 2020” y en agradecimiento a la ayuda brindada por Cuba para repatriar a Reino Unido a los pasajeros y parte de la tripulación del crucero Braemar, Alejandra y Marcelo aportan la siguiente reflexión:
“Esto es parte de las diferentes actitudes que pueden adoptar los pueblos y gobiernos ante crisis extremas como la que estamos viviendo. Ayer lo analizábamos en el taller de lectura. El mundo entero deberá verlo y sacar una conclusión al respecto. Creo que para los que ya hace un tiempo sabemos dónde encontrar los verdaderos ejemplos de humanidad, actos cómo este nos dan  gran tranquilidad y alegría en el alma”.
Un abrazo Ale y Marcelo
Devolución de Rubén D.
Evidentemente, la solidaridad es la herramienta para lograr arribar a una sociedad más justa. Sucede que ese pensamiento se da de bruces con la esencia del neoliberalismo. Esto se ve reflejado en las políticas de gobierno de EEUU como de países de Europa y Brasil, que priorizan el desarrollo económico por sobre la salud de la población, sabiendo que a pesar de que el coronavirus no respeta colores de piel, ni clases sociales, son los más pobres los que sufrirán las consecuencias de esta pandemia.
Rubén
Devolución de Nayi  (desde Colombia)
En las crisis el ser humano puede sacar lo peor o lo mejor que tiene... lo peor se basa en el individualismo, el odio y la discriminación, instalado ya por el sistema capitalista... y lo mejor es despertar la solidaridad, la empatía, el bienestar social...y que es la mejor manera de derrotar las pandemias porque las pandemias no se derrotan solas… se derrotan de manera colectiva.. creo que este es un gran momento para que las ideas de José Martí, de Fidel.. sean instauradas en la sociedad...y calen desde la necesidad y el ejemplo, hay varios gobiernos a los que no les guste esta idea...( lógicamente los gobiernos de EEUU y Brasil) pero esas conductas también sirven para que la gente vea cómo actúan en realidad y la diferencia entre las diferentes formas de actuar... a favor de la economía o a favor de las vidas y la sociedad!!
Nayibe Lucía (desde Colombia)
Devolución de Hilda – Mauro
Lo del Coronavirus nos enseña que tenemos que ser solidarios. El capitalismo es al revés y como es así se les están muriendo mucha gente. Hay que generar más igualdad y más solidaridad. No puede ser que hay lugres como Ecuador que ya no saben qué hacer con los enfermos y empiezan a seleccionar a quienes pueden internar y a quienes no. Eso no es justo.
Saludos, Hilda 
Devolución de Rubén T.
Al Grupo Bariloche de solidaridad con Cuba
Taller de lectura 132 abril 2020
La Cultura del odio
La demencial propuesta de la cultura del odio ha sido impuesta por la clase dominante cómo una de sus tácticas para garantizar su estrategia de permanecer dominante.
El odio difundido es un odio de clase pero al esparcir el sentido común de la clase dominante sobre la clase dominada se convierte en odio de pares. Es decir la clase dominante transfiere ese odio a través de su sentido común muy utilizado hoy para penetrar culturalmente en la cabeza del dominado y que el dominado repita ese sentido común sobre sus amigos, familiares, compañeros de trabajo, etc. La clase dominante camufla así lo irracional del contenido e intenta obstruir toda posibilidad de análisis y reflexión de sus dominados. La resultante es el fundamentalismo impuesto por distintas religiones, movimientos políticos y fundaciones para distraer y apartarnos del concepto de la lucha de clases. De esta forma llevaron a la humanidad a guerras injustas e imperialistas. Como redacta la autora del artículo Graziella Pogolotti, Hitler, Musolini y Franco entre otros comenzaron a difundir la cultura del odio para poder sustentar los métodos Nazi-fascistas de dominación y puestos nuevamente por distintos personajes de la actualidad como Macri en Argentina y Bolsonaro en Brasil. La historia de la cultura del odio no es nueva como tampoco es nueva la respuesta. Al odio y al individualismo impuesto por la clase dominante se contrarresta con el afecto y la solidaridad de los dominados. Al capitalismo que fomenta el odio, el individualismo y la angustiante explotación del hombre y del planeta se lo contrarresta con el socialismo. Siempre la respuesta es política, es a través de la lucha de clases y la predisposición que tengamos a luchar por ella.
Muchas gracias Arístides Rubén Terrile.
Devolución de Belén (desde Austraia)
Me pareció muy buena la lectura de este mes, pero mis comentarios más importantes los quiero basar en el siguiente párrafo que me hizo pensar mucho durante esta tarde:
“La estrategia diseñada con fines electoreros y con el propósito de asegurar el control del poder hegemónico consiste en propagar la cultura del odio. De esa manera, se tiende una cortina de humo que obnubila la capacidad de analizar racionalmente los datos de la realidad.”
Bueno, para comenzar creo que la pandemia mundial que estamos viviendo, iniciará el desarrollo de varias estrategias y a la vez una reacción en cadena de varios sucesos. Ya como individuos, nos encontramos ideando estrategias personales, con el fin de velar por nuestro intereses durante la pandemia. Por lo que, si lo llevamos a grandes escalas, habrán varios sectores armando sus estrategias, como sectores económicos y políticos, que estarán protegiendo sus intereses, y un sector, el de la salud, que será pionero y de primera atención pública, donde su única estrategia será custodiar la salud de las personas.
Por otro lado, creo que empezaremos a observar, un nuevo enfoque o nueva cara para llegar a la gente como estrategias políticas y electorales. Estando en Australia, me han llegado mensajes de diputados argentinos (no es necesario aclarar que sector, porque es obvio) ofreciendo ayuda para la repatriación. Te derivan a una página web, donde como paso inicial, te piden completar tus datos. Una sutileza que viví. Pero así como esto, deben haber varias mentes manipuladoras tratando de usar lo peor (virus) a su favor. Un ejemplo que no dudo será Trump, lo más probable es que el enfoque de campaña electoral en noviembre estará de alguna manera ligado al “virus chino”. Y quizás, una nueva excusa para la construcción del muro en México.
En Madrid, con hospitales colapsados, muchos médicos se han manifestado enojados y llorando, por el actuar de sus políticos, con intereses claros por detrás que van sobre la vida de las personas.
A modo anécdota y triste, tengo un amigo argentino y una amiga chilena en Nepal, que han escuchado casos de discriminación, frases como “vuélvanse a su país”, o policías parándolos en la calle diciéndoles que vuelvan a sus hoteles, cuando ellos andan buscando comida: “necesitamos comida”. En India, por ejemplo, les han tirado piedras a turistas. Claros actos de odio y división, donde la sensibilidad  humana, que se encuentra a flor de piel, será utilizada para manipulación de masas.
En cuanto al sector tecnológico, específicamente asociado a inteligencia artificial, ya se habla de cómo se podría controlar esta pandemia y futuras pandemias. Ya se habla de la inserción de un chip/sensor, bajo la piel de cada humano, para controlar temperatura, presión, flujo sanguíneo, incluso asociar estos factores a estados de felicidad, enojo. Control de parámetros que podrían ayudar a ver si estás con síntoma asociados a un virus o que cosas, programa, noticias te causan felicidad (así te mandamos un poquito de publicidad para que compres). Un control de masas masivo, que se iniciaría con la pregunta “tu privacidad o tu salud”.  La mayoría optaríamos por la salud.
Quiero recomendar este texto acerca de inteligencia artificial:
Está en inglés, pero con google translate es fácil. Es muy interesante y me basé en él para realizar el último comentario.
Creo que la cultura del odio ya se está manifestando, la he escuchado de amigos como comentaba, y de los grandes sectores, pero creo que la cultura de la solidaridad la he visto manifestarse también. Personalmente, lo he visto día a día desde grupos de whatsapp por ejemplo: “Argentinos en Australia”, “Chilenos en Australia”, donde la mayoría son estudiantes y la mayoría trabaja en sectores de hotelería que han cerrado. Muchos han perdido sus trabajos, pero entre todos se mandan datos, alojamiento gratis, tal restoran dará comida gratis a estudiantes, o algo tan simple como “regalo una bicicleta por si alguien necesita transporte”, “Tengo calabazas y berenjenas de mi huerta, las deje en la vereda, vengan a buscar”, “Me ofrezco por si alguien mayor necesita una compra de supermercado”. En España, hay gente que por su cuenta arma mascarillas de tela y las envía de regalo al hospital.
Creo que fomentar una cultura de solidaridad es el camino y una vez que uno empieza, así como un virus, creo que fácil se propagara. Hay que ir por esa seguro.
Belén (desde Australia)
Devolución de Alicia y Maxi
La lectura de este texto de Graziella Pogolotti “La cultura del odio”, nos permite visualizar las verdaderas y reales esencias humanas, en función a sus actitudes, no solo reflejadas por la solidaridad o el odio, sino también basadas en su forma de pensar y entender las cosas. Cuando lo miramos así podemos apreciar lo valioso que es la formación de un pueblo en principios y valores como los legados por José Martí en Cuba, que nunca sembró el odio contra el adversario. Es notable que hayamos escuchado recientes declaraciones del múltiple millonario Bill Gates, que en su filantropía (amor por la especie humana) manifestó que en estas circunstancias debe prevalecer la salud por sobre el aspecto económico, cosa que hay que entender como la necesidad de la sobrevivencia humana poseedora de la fuerza de trabajo, única creadora real de riquezas de las que se apodera el capitalismo apropiándose de la plusvalía. Lo cierto es que finalmente debemos confiar, como a lo largo de la historia ante las más agudas crisis siempre se produjeron grandes soluciones, en este caso cuando haya finalizado la pandemia por el Coronavirus, el orden mundial ya no podrá ser el mismo, y necesariamente nos dejará como enseñanza la necesaria reformulación política para construir una sociedad justa, solidaria y equitativa.
Alicia y maxi.
Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba, 04 de abril de 2020.

abril 01, 2020

Taller de lectura N° 132 - La cultura del odio - Cambio por el coronavirus


La cultura del odio
Por: Graziella Pogolotti - Crítica de arte, ensayista e intelectual cubana. Premio Nacional de Literatura (2005). Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.
Cubadebate - 29 marzo 2020
La pandemia del coronavirus estremece al planeta y evoca las pestes que asolaron a Europa a partir de la Edad Media e inspiraron buen número de obras literarias, desde el célebre Decamerón hasta El camino de Santiago, de Alejo Carpentier. Según el relato del cubano, al puerto de Amberes llega un barco de mercancías. El cargamento de naranjas reluce como el oro. De las bodegas de la nave escapan las ratas, portadoras del mal. Juan, el protagonista, enferma.
Angustiado por el miedo y el sufrimiento, promete, de salvarse, marchar como peregrino a Santiago de Compostela. Emprende el viaje, pero se deja tentar por las ilusiones del oro de América. Llega a La Habana. Comete un delito. Encuentra refugio en un entorno boscoso, donde sobrevive gracias a los productos que ofrece la naturaleza virgen y feraz. Allí coincide con otros perseguidos, un luterano y un judío. Han descubierto el espacio en la utopía para la convivencia armónica despojada de la intolerancia. Sin valorar la paz conquistada, regresan a España, donde los dos herejes serán condenados por la intransigencia del poder dominante.
Mientras la pandemia se extiende y monopoliza los espacios informativos, la historia sigue su curso. Ante la recesión económica, el capital financiero asegura sus intereses. La lucha por afianzar el poder hegemónico muestra señales de extrema gravedad. El lenguaje populista electorero apunta hacia el renacer de una ideología fascista, proclama el supremacismo blanco norteamericano, exalta la xenofobia e induce al ejercicio de la violencia.
Para analizar la contemporaneidad vale la pena recordar algunos hechos del pasado. Alemania había desarrollado una importante cultura. Albergó a filósofos como Kant, Hegel, sin olvidar a Carlos Marx y Federico Engels, que tuvieron  gran influencia en el mundo. Anunció el surgimiento del romanticismo. Contó con escritores de la talla de Goethe, Schiller y Heine, por citar tan solo algunos ejemplos. Al consolidar su unidad nacional, cobró fuerza el militarismo. El país había llegado tarde al reparto de las colonias. Su derrota en la Primera Guerra Mundial dejó un rastro de miseria y un sentimiento de humillación. Sobre esa base, la República de Weimar resultaba demasiado frágil para afrontar las circunstancias. En ese panorama, el ascenso de Hitler contó con apoyo popular, alentado por la proclamación de la supremacía aria y el destino manifiesto que le otorgara el derecho al dominio del mundo.
Más cerca en el tiempo, la aplicación de las doctrinas de los Chicago Boys agigantó la brecha social entre la minoría privilegiada y los más desfavorecidos. Ocurrió de manera dramática en los países del llamado Tercer Mundo, donde impulsó los intentos de emigración masiva hacia los territorios que parecían ofrecer mejores oportunidades. Sucedió también en cierta medida en los países industriales. En ellos fueron desapareciendo las políticas del bienestar y se deterioraron las conquistas alcanzadas por la clase obrera en años de dura lucha. Las acciones bélicas insensatas desencadenaron una migración incontenible por el mar en embarcaciones rudimentarias, ofrecidas por los traficantes de personas.
Los sobrevivientes arribaban a los puertos europeos y hoy reciben el rechazo de comunidades para las que resultan una posible carga pública y una oferta de mano de obra barata.  Este conjunto de factores alienta el racismo y la xenofobia. De ahí la progresiva aparición de una extrema derecha con un discurso político de acento fascista impensable hace pocos años. La estrategia diseñada con fines electoreros y con el propósito de asegurar el control del poder hegemónico consiste en propagar la cultura del odio. De esa manera, se tiende una cortina de humo que obnubila la capacidad de analizar racionalmente los datos de la realidad.
Antes de la aparición de la pandemia había comenzado la edificación del muro en la frontera que separa a Estados Unidos de México. La imagen de los latinos, muchas veces portadores de otro color de piel, se asociaba a la introducción de todos los males. Se asumía, como derecho natural, el confinamiento de emigrantes en campamentos y la separación de padres e hijos. Ahora, el Presidente de Estados Unidos insiste en denominar «virus chino» al nuevo coronavirus. Ya se han producido hechos de violencia contra ciudadanos de apariencia asiática. La entrada de la pandemia en el país del norte ha inducido —reacción insólita— al aumento de la compra de armas. Se venden online, sin verificar el estado mental del cliente. La cultura del odio y la exacerbación de la violencia son señales inequívocas del renacer del fascismo, aventura que costó millones de vidas, pérdida de materiales y de irrecuperables valores patrimoniales. Ante la gravísima emergencia sanitaria que amenaza a todos, hay que oponer, en aras de la protección de la Humanidad, la cultura de la solidaridad, así como favorecer la colaboración y el intercambio entre las instituciones científicas de más alto nivel. Así pudieron conjurarse las pestes que asolaron el planeta en otro tiempo.
La cultura de la solidaridad se construye desde abajo, en el vínculo con la vecina que solicita un poco de sal, en la disposición a tender la mano a los más desvalidos, en el cumplimiento consciente de las medidas adoptadas para evitar el contagio de otros, en la disposición a la ayuda mutua en situaciones difíciles. Sobre esa base esencialmente humanitaria se levanta, a otra escala, la generosa cooperación internacional. En esa conducta se manifiesta uno de los valores fundamentales de nuestro pueblo, forjado en una historia de lucha en la que, sin embargo, martianamente, nunca se sembró el odio contra el adversario. Constituye uno de nuestros bienes más preciados, el que contribuirá a preservarnos en medio de los avatares de la pandemia.