Taller de Lectura N° 88, síntesis y
conclusiones - Agosto de 2016
Disertación del vicepresidente de Bolivia
García Linera en la Facultad
de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires
El vicepresidente de Bolivia y destacado intelectual latinoamericano
Alvaro García Linera disertó ayer ante una multitud que desbordó el auditorio
Roberto Carri de la sede constitución de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires. Acompañado por el sociólogo brasilero Emir Sader y el politólogo
argentino Eduardo Rinesi, García Linera reconoció que los movimientos populares
no pasan por un buen momento en la región y llamó a la autocrítica y a
recuperar la iniciativa frente a una nueva derecha que, montada en un andamiaje
politico-jurídico-mediático, ha puesto a la defensiva a las fuerzas
progresistas.
Sábado, 28 de mayo de 2016
Muy buenas tardes a todos, muy buenas tardes
a todas. Como buen populista, voy a hablar de pie. Quiero agradecer a cada uno
de ustedes que se han tomado el tiempo para hacerse presentes en este hermoso
escenario, para venir a dialogar y compartir las lecturas que tenemos sobre lo
que está pasando en nuestro continente. Agradecer infinitamente a los
compañeros de la Facultad
de Ciencias Sociales de la
UBA. También a Carlos, que cuando fue a Bolivia me dijo:
tienes que venir Álvaro, y acá estamos, cumpliendo con nuestro compromiso.
Gracias por la invitación. Saludar también al compañero Eduardo por sus
reflexiones sobre el papel del Estado y su propuesta de este republicanismo
popular, plebeyo. Y al profesor Emir Sader, de quien hemos aprendido mucho y de
quien seguramente seguiremos aprendiendo más en el porvenir.
Yo quisiera hacer una reflexión de lo que
está pasando en el Continente, de lo que veo que ocurre en el Continente. No
estamos en un buen momento. Tampoco es un momento terrible. Pero este es un
momento de inflexión histórica. Algunos hablan de un retroceso, de un avance
los restauradores. Lo cierto es que en el último año, después de diez años de
intenso avance, de irradiación territorial de gobiernos progresistas y
revolucionarios en el Continente, este avance se ha detenido, y en algunos
casos ha retrocedido, y en otros casos está en duda su continuidad. De manera
fría, como lo tiene que hacer un revolucionario, tiene que hacer un análisis de
plaza, en terminología militar, analizar las fuerzas y escenarios reales que
hay, sin ocultar nada, porque dependiendo de la claridad del análisis que uno
hace, es que sabrá encontrar las potencias, las fuerzas reales prácticas del
avance futuro.
No cabe duda que hay una limitación o una
contracción territorial de este avance de los gobiernos progresistas. Allá
donde han triunfado las fuerzas conservadoras, hay un acelerado proceso de
reconstitución de las viejas elites de los años 80 y 90, que nuevamente quieren
asumir el control de la gestión estatal, el control de la función estatal. En
términos culturales, hay un esfuerzo denodado desde los medios de comunicación,
desde las ONG, desde intelectuales orgánicos de la derecha, por devaluar, por poner
en duda, por cuestionar la idea y el proyecto de cambio y de revolución.
Todo esto dirige su ataque hacia lo que
podemos considerar como la década dorada, la década virtuosa de América Latina.
Son más de diez años que el Continente, de manera plural y diversa, unos más radicales que otros, unos más urbanos,
otros más rurales, con distintos lenguajes muy diversos, pero de una manera muy
convergente, América latina, dese los años 2000, ha vivido los años
de mayor autonomía y de mayor construcción de soberanía que uno pueda recordar
desde la fundación de los Estados en el siglo XIX.
Cuatro cosas caracterizaron esta década virtuosa latinoamericana:
Lo primero lo político:
un ascenso en lo social y fuerzas populares que asumen el control del poder del
Estado, superando el viejo debate de principios de siglo que si es posible
cambiar el mundo sin tomar el poder, los sectores populares, trabajadores,
campesinos, indígenas, mujeres, clases subalternas, superan ese debate
teoricista y contemplativo de una manera práctica. Asumen las tareas de control
del Estado. Se vuelven Diputados, asambleístas, senadores, asumen función
pública, se movilizan, hacen retroceder políticas neoliberales, toman gestión
estatal, modifican políticas públicas, modifican presupuestos, y en diez años
asistimos a lo que podría denominarse una presencia de lo popular, de lo
plebeyo, en sus diversas clases sociales, en la gestión del Estado.
Igualmente en esta década asistimos a un
fortalecimiento de la sociedad civil: sindicatos, gremios, pobladores, vecinos,
estudiantes, asociaciones, comienzan a diversificarse y a proliferar por
distintos ámbitos. Se rompe la noche neoliberal de apatía, de simulación
democrática, para recrear una potente sociedad civil que asume un conjunto de
tareas en conjunción con los nuevos Estados latinoamericanos.
En lo social, en Brasil, en Venezuela, en
Argentina, en Bolivia, en Ecuador, en Paraguay, en Uruguay, en Nicaragua, en El
Salvador, vamos a asistir a una potente redistribución de la riqueza social.
Frente a las políticas de ultra-concentración de la riqueza, que había
convertido al continente latinoamericano en uno de los continentes más injustos
del mundo, desde los años 2000,
a la cabeza de gobiernos progresistas y revolucionarios,
asistimos a un poderoso proceso de redistribución de la riqueza. Esta
redistribución de la riqueza va a llevar a una ampliación de las clases medias,
no en el sentido sociológico del término, sino en el sentido de su capacidad de
consumo. Se amplía la capacidad de consumo de los trabajadores, de los
campesinos, de los indígenas, de distintos sectores sociales subalternos.
Igualmente, América Latina va a llevar
adelante la limitación de las desigualdades sociales que no habían podido
lograrse en los últimos 100 años. Las diferencias en los porcentajes entre el
10% más rico y el 10% de los más pobres, que arrojaba cifras de más de 100,
150, 200 veces en la década del 90, al finalizar la primera década del siglo
XXI, se ha reducido a 80, 60,
a 40, de una manera que amplía la participación e
igualdad de los sectores sociales.
En lo económico, con mayor o menor intensidad cada uno de los
gobiernos de estos Estados va a ensayar propuestas post-neoliberales en la
gestión económica. No estamos hablando
todavía de propuestas socialistas. Estamos hablando de propuestas
post-neoliberales, que permiten que el Estado retome un fuerte protagonismo.
Algunos países llevarán adelante procesos de nacionalización de empresas
privadas o llevarán adelante la creación de empresas públicas, la ampliación
del aparato estatal, la ampliación de la participación del Estado en la
economía, para generar formas post-neoliberales de la gestión de la economía,
recuperando la importancia del mercado interno, recuperando la importancia del
Estado como distribuidor de la riqueza, recuperando la participación del Estado
en áreas estratégicas de la economía.
En política externa, se va a constituir lo que podríamos
denominar de una manera informal, una internacional progresista y
revolucionaria a nivel continental. No va a existir un COMITERN, como en la
vieja Unión Soviética, pero de alguna manera, el Presidente Lula, el Presidente
Kirchner, el Presidente Correa, el Presidente Evo, el Presidente Chávez, van a
asumir lo que podríamos llamar una especie de comité central, de una
internacional latinoamericana, que va a permitir pasos gigantescos en la
constitución de nuestra independencia. En esta década, la OEA, que anteriormente decidía
los destinos de nuestro continente bajo la batuta de Estados Unidos, que ponían
el dinero y ponían con eso todas las disposiciones, surgirá la CELAC, surgirá la UNASUR, surgirá una
integración propia de latinoamericanos, sin Estados Unidos, sin la necesidad de
tutelajes, sin la necesidad de patrones.
Igualmente, la solidaridad entre los gobiernos y entre los países para
consolidar una política y externa se llevará adelante. Recordaba el compañero
Carlos Ghiroti, cuando él estuvo en Santa Cruz cuando había un golpe de Estado
en Bolivia. En ese entonces, 5 de los 9 departamentos que tiene Bolivia,
estaban bajo control de la derecha. El Presidente Evo, ni este Vicepresidente,
podíamos aterrizar en esos departamentos, no podíamos controlar las autoridades
en esos departamentos, no podíamos hacer gestión ahí, el país estaba dividido,
la derecha había asumido el control político, había dualizado el poder,
amenazaba y llevaba adelante un golpe de Estado, amenazaba con guerra civil. Y
en estos tiempos, fue la UNASUR,
fue el Presidente Kirchner, fue el Presiente Chávez, fue el Presidente Correa,
fue el Presidente Lula, que nos ayudaron para restablecer el orden.
En conjunto, entonces, el continente, en
esta década virtuosa, llevó adelante cambios políticos: la participación del
pueblo en la construcción de Estados de nuevo tipo. Cambios sociales: redistribución
de la riqueza y reducción de las desigualdades. Economía: participación activa
del Estado en la economía, ampliación del mercado interno, creación de nuevas
clases medias. En lo internacional, integración política del Continente. No es
poca cosa en diez años, que son quizás los años, desde el siglo XIX, más
importantes de integración, de soberanía, de independencia, que ha tenido
nuestro continente.
Sin embargo, y hay que asumir de frente el
debate, en los últimos meses este proceso de irradiación y de expansión
territorial de gobiernos progresistas y revolucionarios, se ha estancado. Hay
un regreso de sectores de la derecha, en algunos países importantísimos y
decisivos del continente, hay amenaza de que la derecha retome el control en
otros países, es importante que nos preguntemos por qué. ¿Qué ha sucedido por
que hemos llegado a esta situación? Evidentemente la derecha siempre va a
intentar y buscar sabotear los procesos progresistas. Es un tema de
sobrevivencia política de ellos, es un tema de control y disputa por el
excedente económico. La derecha en el mundo entero, y en el continente es
derecha y se vuelve empresarial, se vuelve millonaria, usufructuando los
recursos públicos. Está claro que la derecha siempre va a buscar conspirar y ese
es un dato de la realidad. Pero es importante que evaluemos qué cosas nosotros
no hemos hecho bien, dónde hemos tenido límites, tropiezos, que ha permitido o
quieren permitir que la derecha retome la iniciativa. Porque si nos damos
cuenta dónde está nuestra debilidad, está claro que podemos superar esa
debilidad e impedir ese regreso de la derecha o retomar nuevamente la
iniciativa, para sustituir a esa derecha nuevamente con la movilización
democrática del pueblo.
Yo marcaría cinco límites y cinco contradicciones que se han hecho
presentes, que han aflorado en esta década virtuosa continental. No voy a
marcar por orden de importancia sino simplemente por orden lógico:
Una primera debilidad,
una primera falencia, que hemos tenido o podemos tener son las contradicciones
al interior de la economía. Es como si le hubiésemos dado poca importancia al
tema económico al interior de los procesos revolucionarios. Y ese es un peligro
porque no se olviden que Lenin decía: la política es economía concentrada. Claro,
en oposición, cuando uno es opositor no gestiona nada. Lanza un proyecto de
país, irradia una propuesta económica, pero no gestiona. Su convocatoria hacia
el pueblo es en función de propuestas, iniciativas, sugerencias, pero no
todavía en función de gestión. Entonces, cuando uno es opositor importa más la
política, la organización, las ideas, la movilización, acompañada de propuestas
de economía más o menos atractivas, creíbles, articuladoras. Pero cuando uno es
gestión de gobierno, cuando uno se vuelve Estado, la economía es decisiva. Y no
siempre los gobiernos progresistas y los líderes revolucionarios han asumido la
importancia decisiva de la economía cuando se está en gestión de gobierno. La
base económica de cualquier proceso revolucionario es la economía. Cuidar la
economía, ampliar los procesos de redistribución, ampliar el crecimiento, eran
también las preocupaciones de Lenin allá en 1919, 20, 21, 22, cuando pasado el
comunismo de guerra tiene que afrontar la realidad de su país destrozado. Ha
resistido la invasión de siete países, ha derrotado a la derecha, pero hay
siete millones de personas que han muerto de hambre. ¿Qué hace un
revolucionario, qué hace Lenin? La economía. Todos los textos de Lenin después
del comunismo de guerra es la búsqueda de un lado y del otro de cómo
restablecer la confianza de los sectores populares, obreros y campesinos, a
partir de la gestión económica, del desarrollo de la producción, de la
distribución e la riqueza, del despliegue de iniciativas autónomas de
campesinos, de obreros, de pequeños empresarios, incluso de empresarios, para
garantizar una base económica que de estabilidad, que de bienestar a su
población, habida cuenta que no se puede construir socialismo ni comunismo
desde un solo país, habida cuenta que hay mercado mundial que regula las
relaciones, que el mercado y la moneda no desaparecen por decreto, habida
cuenta que la moneda y el mercado no desaparecen estatizando los medios de
producción, habida cuenta que la economía social y comunitaria solamente podrán
surgir en un contexto de avance mundial y continental como es el mercado, como
es la moneda, y mientras tanto le toca a cada país resistir, crear condiciones
básicas de sobrevivencia, crear condiciones básicas de bienestar para su
población, pero eso sí, manteniendo el poder político en manos de los
trabajadores. Se puede hacer cualquier concesión, se puede dialogar con quien
sea que permita ayudar al crecimiento económico, pero siempre garantizando el
poder político en manos de los trabajadores y los revolucionarios.
La economía es decisiva. En la economía nos
jugamos nuestro destino como gobiernos progresistas y revolucionarios. Si no
hay los satisfactores básicos, no cuenta el discurso. El discurso habrá de ser
eficaz, puede crear expectativas positivas colectivas, sobre una base material
de satisfacción mínima de condiciones necesarias. Si no están esas condiciones
necesarias, cualquier discurso, por muy seductor, por muy esperanzador que sea,
se diluye ante la base económica.
Una segunda debilidad
en el tema económico. Algunos de los gobiernos progresistas y revolucionarios
han adoptado medidas que han afectado al bloque revolucionario, potenciando al
bloque conservador. Ciertamente que un gobierno debe gobernar para todos, es la
clave del Estado. El Estado es el monopolio de lo universal, ahí radica su
fuerza y su poderío, representar lo universal, sabiendo que lo universal es lo
particular irradiado y articulante en el resto de los sectores. Pero gobernar
para todos no significa entregar los recursos o tomar decisiones que por
satisfacer a todos debiliten tu base social que te dio vida, que te da sustento
y que te son al fin y al cabo los únicos que saldrán a las calles cuando las
cosas se ponen difíciles. ¿Cómo moverse en esa dualidad: gobernar para todos,
teniendo en cuenta a todos, pero en primer lugar, por siempre, como dice la Iglesia Católica
de base, tomando una opción preferencial, prioritaria por los trabajadores, por
los pobladores, por los campesinos? No puede haber ningún tipo de política económica
que deje de lado a lo popular. Cuando se hace eso, creyendo que se va a ganar
el apoyo de la derecha, o que va a neutralizarla, cometió un error, porque la
derecha nunca es leal. A los sectores empresariales los podemos neutralizar,
pero nunca van a estar de nuestro lado. Y vamos a neutralizarlos siempre y
cuando vean que lo popular es fuerte y movilizado. En cuanto vean que lo
popular es débil, o cuando vean que hay debilidad, los sectores empresariales
no van a dudar un solo instante para levantar la mano y clavar un puñal a los
gobiernos progresistas y revolucionarios.
Hay quienes dicen desde el lado de una
supuesta izquierda, más izquierda, que el problema fue que los gobiernos
progresistas no tomaron medidas más duras de socialización y de levantar el
comunismo y de acabar con el mercado y disolverlo, como si el problema fuera un
tema de voluntad o de decreto. Se puede sacar un decreto que diga que no hay
mercado, sin embargo, el mercado va a seguir. Podemos sacar un decreto que diga
acabar con las compañías extranjeras, sin embargo, las herramientas para los
celulares y para las máquinas, van a requerir el conocimiento universal y
planterio que los envuelve a todos. Un país no puede volverse autárquico.
Ninguna revolución ha aguantado ni va a sobrevivir en la autarquía ni en el
aislamiento. O la revolución es mundial y continental o es caricatura de
revolución.
Y en lo económico, evidentemente, los
gobiernos progresistas y revolucionarios significaron un empoderamiento de
trabajadores, de campesinos, de obreros, mujeres, jóvenes, con mayor o menor
radicalidad según el país que se tome en cuenta. Pero un poder político no va a
ser duradero si no viene acompañado de un poder económico de sectores
populares. ¿Qué significa eso? En cada país habrá que resolverlo. Pero poder
político tiene que ir acompañado de poder económico, porque si no se va a
seguir presentando la dualidad. Poder político en manos de los trabajadores,
poder económico en manos de los empresarios o el Estado. Pero el Estado no puede
sustituir a los trabajadores. Podrá colaborar, podrá mejorar, pero tarde o
temprano tiene que ir disolviendo poder económico en los sectores subalternos.
Creación de capacidad económica, creación de capacidad asociativa productiva de
los sectores subalternos, esa es la clave que va a decidir a futuro la
posibilidad de pasar de un post-neoliberalismo a un post-capitalismo.
El segundo problema que estamos enfrentando
los gobiernos progresistas es la
redistribución de riqueza sin politización social. ¿Qué significa esto? La
mayor parte de nuestras medidas han favorecido a las clases subalternas. En el
caso de Bolivia el 20% de los bolivianos ha pasado a las clases medias en menos
de diez años. Hay una ampliación del sector medio, de la capacidad de consumo de
los trabajadores, hay una ampliación de derechos, necesarios, sino, no seríamos
un gobierno progresista y revolucionario. Pero, si esta ampliación de capacidad
de consumo, si esta ampliación de la capacidad de justicia social no viene
acompañada con politización social, no estamos ganando el sentido común.
Habremos creado una nueva clase media, con capacidad de consumo, con capacidad
de satisfacción, pero portadora del viejo sentido común conservador.
¿Cómo acompañar a la redistribución de la
riqueza, a la ampliación de la capacidad de consumo, a la ampliación de la
satisfacción material de los trabajadores, con un nuevo sentido común? ¿Y qué
es el sentido común? Los preceptos íntimos, morales y lógicos con que la gente
organiza su vida. ¿Cómo organizamos lo bueno y lo malo en lo más íntimo, lo
deseable de lo indeseable, lo positivo de lo negativo? No se trata de un tema
de discurso, se trata de un tema de nuestros fundamentos íntimos, en cómo nos
ubicamos en el mundo. En este sentido, lo cultural, lo ideológico, lo
espiritual, se vuelve decisivo. No hay revolución verdadera, ni hay
consolidación de un proceso revolucionario, si no hay una profunda revolución
cultural.
Porque es muy cierto que podemos levantarnos
y unirnos, como decía el compañero, cuando explicaba lo de la democracia
espasmódica, que me encantó esa frase, está bien, en un momento de espasmo y
arrebato nos unimos, deliberamos y tomamos decisiones, pero luego uno regresa a
la casa, regresa al trabajo, a la actividad cotidiana, a la escuela, a la
universidad, y vuelve a reproducir los viejos esquemas morales y los viejos
esquemas lógicos de cómo organizar el mundo. Y qué hemos hecho. Claro, mi
participación en la asamblea fue un espasmo, pero no fue profundidad que
democratizó mi ser interno. ¿Cómo llevar la democratización de la asamblea,
como espacio, como experiencia colectiva, a una democratización del alma, al
espíritu de cada persona, en su universidad, en su barrio, en su sindicato,
gremio, barrio? Ese es el gran reto. Es decir, no hay revolución posible si no viene acompañada de una profunda
revolución cultural. Y ahí estamos atrasados. Ahí la derecha ha tomado la
iniciativa. A través de medios de comunicación, de control de
universidades, de fundaciones, de editoriales, de redes sociales, de
publicaciones, a través del conjunto de formas de constitución de sentido común
contemporáneas. ¿Cómo retomar la iniciativa? Esta angustia la comentábamos con
el Presidente Evo, cuando leíamos que muchos de nuestros hermanos que son
dirigentes sindicales, o que son líderes estudiantiles, como una especie de
ascenso social ven cuando llegan al Parlamento, o se convierten en dirigentes,
es la culminación de una carrera social. Tienen derecho, después de haber sido
siglos marginados de poder político, imaginarse que pueden ser dirigentes es un
hecho de justicia. Pero muchas veces, es más importante ser un dirigente de
barrio, ser un dirigente de universidad, ser un comentarista de radio, ser un
dirigente de base, que ser autoridad. Porque es en el trabajo cotidiano con la
base donde uno gesta la construcción de sentido común. Y cuando vemos camadas
enteras, cuando vemos a nuestros hermanos saliendo del barrio, de la comunidad,
del sindicato, para buscar con derecho legítimo ser autoridad, luego queda un vacío
y ese vacío lo llena la derecha. Y luego tendremos entonces, un buen ministro o
un buen parlamentario, pero tendremos un mal sindicalista, un mal dirigente
universitario, en general predispuestos a someterse a la derecha. Vuelvo a
decir, cuando uno está en gestión de gobierno es tan importante un buen
ministro o parlamentario como un buen dirigente revolucionario sindical,
barrial, estudiantil, porque ahí también se hace la batalla por el sentido
común.
Una tercera debilidad que estamos presentando los gobiernos
progresistas y revolucionarios es una débil reforma moral. La corrupción es
clarísimo que es un cáncer que corroe la sociedad, no ahora, sino hace 15, 20,
100 años. Los neoliberales son ejemplo de una corrupción institucionalizada,
cuando amarraron la cosa pública y la convirtieron en privada. Cuando amasaron
fortunas privadas robando fortunas colectivas a los pueblos de América Latina.
Las privatizaciones han sido el ejemplo más escandaloso, más inmoral, más
indecente, más obsceno, de corrupción generalizada. Y eso hemos combatido. Pero
no basta. No ha sido suficiente. Es importante que, así como damos ejemplo de
restituir la república, los recursos públicos, los bienes públicos, como bienes
de todos, en lo personal, en lo individual, cada compañero, Presidente,
Vice-Presidente, Ministros, Directores, parlamentarios, gerentes, en nuestro
comportamiento diario, en nuestra forma de ser, nunca abandonemos la humildad, la sencillez, la austeridad y la
transparencia.
Hay una campaña de moralismo insuflado
últimamente en los medios. En el caso de Bolivia decimos: ¿Qué ministro, qué
viceministro, qué Diputado del pueblo, tiene una compañía en Panamá Papers?
Ninguno. Pero en cambio podemos enumerar Diputados, Senadores, candidatos,
Ministros, de la derecha que en fila inscribieron sus empresas en Panamá para
evadir impuestos. Ellos son los corruptos, ellos son los sinvergüenzas y nos
acusan a nosotros de corruptos, sinvergüenzas, que no tienen ninguna moral.
Pero, hay que seguir insistiendo en la capacidad de mostrar con el cuerpo, con
el comportamiento y con la vida cotidiana lo que uno procura. No podemos separar lo que pensamos de lo
que hacemos, lo que somos de lo que decimos.
Un cuarto elemento,
que yo no diría de debilidad, es un cuarto elemento que se presenta en la
experiencia latinoamericana, y que no la vivieron ni Rusia, ni Cuba, ni China,
el tema de la continuidad del liderazgo en regímenes democráticos. Cuando
triunfa una revolución armada, la cosa es fácil, porque la revolución armada
logra finiquitar, casi físicamente a los sectores conservadores. Pero en las revoluciones democráticas, tienes
que convivir con el adversario. Lo has derrotado, lo has vencido,
discursivamente, electoralmente, políticamente, moralmente, pero ahí sigue tu
adversario. Es parte de la democracia. Y las Constituciones tienen límites, 5,
10, 15 años, para la elección de una autoridad. ¿Cómo se da continuidad al
proceso revolucionario cuando tiene esos límites? Es un tema del que no se
ocuparon otros revolucionarios, porque lo resolvieron al principio el problema.
Nosotros no. Forma parte de nuestra experiencia revolucionaria. ¿Cómo se
resuelve el tema de la continuidad del liderazgo? Van a decir: lo que pasa que
los populistas, los socialistas, son caudillistas. Pero, qué revolución
verdadera no personifica el espíritu de la época. Si todo dependiera de
instituciones, eso no es revolución. Ninguna revolución late en las
instituciones. No hay revolución
verdadera sin líderes ni caudillos. Es la subjetividad de las personas que
se pone en juego. Cuando ya son las instituciones que regulan la vida de un
país, estamos ante democracias fósiles. Cuando es la subjetividad de las
personas las que define los destinos de un país, estamos ante procesos
verdaderos de revolución. Pero el tema es cómo damos continuidad al proceso
teniendo en cuenta que hay límites constitucionales para un líder. Hay límites
constitucionales para una persona. Ese es un gran debate, no fácil resolverlo.
No tengo yo la respuesta. Hay varios países en los que se está atravesando ese
proceso: Bolivia, Ecuador. Tal vez la importancia ahí de liderazgos colectivos,
de trabajar liderazgos colectivos, que permitan que la continuidad de los
procesos, tengan mayores posibilidades en el ámbito democrático. Pero incluso a
veces ni eso es suficiente. Esta es una de las preocupaciones que corresponde
ser resueltas en el debate político. ¿Cómo damos continuidad subjetiva de los
liderazgos revolucionarios para que los procesos no se trunquen, no se limiten,
y puedan tener una continuidad en perspectiva histórica?
Por último, una quinta debilidad
que quiero mencionar de manera autocrítica pero propositiva, es la débil
integración económica y continental. Hemos avanzado muy bien en integración
política. Y los bolivianos somos los primeros en agradecer la solidaridad de
esta Argentina, de Brasil, de Ecuador, de Venezuela, de Cuba, cuando hemos
tenido que enfrentar problemas políticos. Y gracias a ellos estamos donde
estamos. El Presidente Evo está donde está gracias a la solidaridad política de
Presidentes y de los pueblos latinoamericanos. Pero integración económica. Esto
es mucho más difícil. Porque cada gobierno está viendo su espacio geográfico,
su economía, su mercado, y cuando tenemos que leer los otros mercados, ahí surgen
limitaciones. No es una cosa fácil la integración económica. Uno habla, pero
cuando tienes que ver la balanza de pagos, inversiones, tecnología, las cosas
se ralentizan. Este es el gran tema. Soy un convencido que América Latina solo
va a poder convertirse en dueña de su destino en el siglo XXI, si logra
constituirse en una especie de Estado continental, plurinacional, que respete
las estructuras nacionales de los Estados, pero que la vez con ese respeto de
las estructurales locales y nacionales, tenga un segundo piso de instituciones
continentales en lo financiero, en lo económico, en lo cultural, en lo político
y en lo comercial. ¿Se imaginan si somos 450 millones de personas? Las mayores
reservas de minerales, de litio, de agua, de gas, de petróleo, de agricultura.
Nosotros podemos direccionar los procesos de mundialización de la economía
continental. Solos, somos presas de la angurria y el abuso de empresas y países
del Norte. Unidos, América Latina, vamos a poder pisar fuerte en el siglo XXI y
marcar nuestro destino.
La derecha quiere retomar la iniciativa. Y
en algunos lugares lo han logrado, aprovechando alguna de estas debilidades. ¿Qué
va a pasar, en qué momento estamos, qué viene a futuro? No debemos asustarnos.
Ni debemos ser pesimistas ante el futuro, ante estas batallas que se vienen. Marx, en 1848, cuando analizaba los
procesos revolucionarios, siempre hablaba de la revolución como un proceso por
oleadas. Nunca imaginó como un proceso ascendente, continuo, de revolución.
Decía, la revolución se mueve por oleadas. Una oleada, otra oleada, y la
segunda oleada avanza más allá de la primera, y la tercera más allá de la
segunda. Me atrevo a pensar, profesor Emir, que estamos ante el fin de la
primera oleada. Y está viniendo un repliegue. Serán semanas, serán meses, serán
años, pero está claro que como se trata de un proceso, habrá una segunda
oleada, y lo que tenemos que hacer es prepararnos, debatiendo qué cosas hicimos
mal en la primera oleada, en qué fallamos, dónde cometimos errores, qué nos faltó
hacer, para que cuando se de la segunda oleada, más pronto que tarde, los
procesos revolucionarios continentales puedan llegar mucho más allá, mucho más
arriba, que lo que lo hicieron en la primera oleada.
Y esta segunda oleada podrá ir más arriba
porque tendrá unos soportes, un punto de partida que no lo vamos a ceder.
Tendrá a una Bolivia, a una Cuba, a una Venezuela, tendrá a un Ecuador, firmes.
Tocan tiempos difíciles, pero para un
revolucionario los tiempos difíciles es su aire. De eso vivimos, de los tiempos
difíciles, de eso nos alimentamos, de los tiempos difíciles. ¿Acaso no venimos
de abajo, acaso no somos los perseguidos, los torturados, los marginados, de
los tiempos neoliberales? La década de oro del continente no ha sido gratis. Ha
sido la lucha de ustedes, desde abajo, desde los sindicatos, desde la
universidad, de los barrios, la que ha dado lugar al ciclo revolucionario. No
ha caído del cielo esta primera oleada. Traemos en el cuerpo las huellas y las
heridas de luchas de los años 80 y 90. Y si hoy provisionalmente,
temporalmente, tenemos que volver a esas luchas de los 80, de los 90, de los
2000, bienvenido. Para eso es un revolucionario.
Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse.
Hasta que se acabe la vida, ese es nuestro destino.
Algo que cuenta en nuestro favor: el tiempo
histórico está de nuestro lado. Ellos, lo decía el profesor Emir Sader, no
tienen alternativa, no son portadores de un proyecto de superación de lo
nuestro. Ellos simplemente se anidan en los errores, en las envidias, de lo
pasado. Ellos son restauradores. Ya conocemos lo que hicieron con el
continente. Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, sabemos lo que hicieron ellos,
porque gobernaron en los años 80 y 90. Y nos convirtieron en países miserables,
dependientes, nos llevaron a situaciones de extrema pobreza, de vergüenza
colectiva. Ya conocemos lo que ellos quieren hacer. No representan el futuro.
Ellos son zombis, muertos vivientes electoralmente. Nosotros somos el futuro.
Somos la esperanza. Hemos hecho en diez años lo que ni en cien años se
atrevieron a hacer ni dictadores ni gobiernos, porque nosotros hemos recuperado
la Patria, la
dignidad, la esperanza, la movilización y la sociedad civil. Entonces ellos
tienen eso en contra. Son el pasado. Ellos son el pasado. Ellos son el
retroceso. Nosotros estamos con el tiempo histórico. Pero hay que ser ahí muy
cuidadosos. Aprender lo que aprendimos en los 80 y 90, cuando todo complotaba
contra nosotros. Acumular fuerzas, saber acumular fuerzas. Saber que cuando uno
se lanza a una batalla y la pierde, nuestra fuerza va hacia el enemigo y se
potencia y nosotros nos debilitamos. Que cuando hay que dar una batalla, saber
calcularla bien, saber obtener legitimidad, saber explicar a la gente, saber
conquistar nuevamente la esperanza, el apoyo, la sensibilidad, y el espíritu
emotivo de las personas en cada nueva pelea que hagamos. Saber que nuevamente
tenemos que entrar a la batalla minúscula y gigantesca de ideas, en los medios
de comunicación grandes, en los periódicos, en los pequeños panfletos, en la Universidad, en los
colegios, en lo sindicatos. Que hay que volver a reconstruir nuevo sentido
común de la esperanza, de la mística. Ideas, organización, movilización.
No sabemos cuánto durará esta batalla. Pero
preparémosnos por si dura un año, dos, tres o cuatro. Cuando nos tocó soportar
los tiempos neoliberales, la trinchera que estuvimos, soportamos más de 20
años. Y los que vienen desde la dictadura, soportaron 40 años. Pero en esos
tiempos, la derecha se presentaba como portadora del cambio. Nosotros somos los abanderados del cambio.
Nosotros, la derecha son los abanderados
del pasado.
Por lo tanto, es un buen tiempo. Siempre es
un buen tiempo, en gestión de gobierno o en oposición, el Continente está en
movimiento y más pronto que tarde, ya no serán simplemente 8, o 10 países,
seremos 15, seremos 20, 30 países que celebraremos esta gran Internacional de
pueblos revolucionarios, progresistas.
Síntesis y conclusiones
del Taller de Lectura Nº 88
"Disertación del vicepresidente de Bolivia
García Linera"
Esta disertación se llevó a cabo el día 27 de
mayo de 2016 en La Facultad de Ciencias Sociales de La Universidad de Buenos
Aires, donde el destacado intelectual latinoamericano y vicepresidente de
Bolivia, Álvaro García Linera, reconoció que los movimientos populares no pasan
por un buen momento en la región, y llamó a la autocrítica para recuperar la
iniciativa frente a una nueva derecha, que montada en un andamiaje político-jurídico
y mediático, ha puesto a la defensiva a las fuerzas progresistas. Son momentos
difíciles que un revolucionario debe saber superar en base a la claridad del análisis político que
pueda realizar. Se trata éste de un discurso muy esperanzador, ya que plantea
que nosotros somos los abanderados del cambio, y en cambio la derecha son los
abanderados del pasado. Menciona cuatro factores favorables a la construcción
del progresismo en América Latina, y cinco debilidades que está utilizando la
derecha para querer recuperar su liderazgo. Hoy estamos siendo culturalmente
agredidos por sus intelectuales orgánicos a través de los medios de comunicación, para querer
convencernos que el proyecto de cambio revolucionario no es viable. Los cuatro
factores que caracterizaron esta década virtuosa en Latinoamérica son: lo
político, lo social, lo económico y lo relacionado con la política externa. Hubo
un asenso político dentro de las fuerzas populares, que demostraron la
posibilidad de realizar cambios sin tomar el poder, un fortalecimiento de la
sociedad civil. En lo social, una ampliación de las clases medias incrementando
su capacidad de consumo. En lo económico, sin hablar todavía de propuestas
socialistas, el estado ha recuperado el rol como distribuidor de la riqueza, y
en política externa la constitución de una internacional progresista y revolucionaria
a nivel continental, con la creación de la CELAC y de la UNASUR. Sin embargo
hay un regreso de sectores de la derecha y es importante que nos preguntemos
por qué. Si nos damos cuenta dónde está nuestra debilidad, sin asustarnos,
podemos impedir el avance de la derecha. Ya Carlos Marx en 1848 al analizar los
procesos revolucionarios mencionaba que éstos no eran procesos ascendentes, lineales,
sino que venían por oleadas. Álvaro Linera plantea cinco falencias o
debilidades en este proceso, que está aprovechando la derecha para retomar la
conducción. Una primera debilidad son las contradicciones en la economía, ya
que es la base de cualquier proceso revolucionario. Siempre se debe garantizar
una base económica que de estabilidad y bienestar a la población, pero con el
poder político en manos de los trabajadores y de los revolucionarios, evitando
potenciar a los sectores conservadores. El segundo problema es la redistribción
de riqueza, sin la debida politización social. Se ha creado una nueva clase
media, con capacidad de consumo, pero portadora del viejo sentido común
conservador. No hay revolución verdadera, si no hay una profunda revolución
cultural. Y ahí estamos atrasados. Ahí la derecha ha tomado la iniciativa,
utilizando para ello los medios de comunicación, el control de las universidades,
fundaciones, editoriales, redes sociales y publicaciones. Una tercera debilidad es una muy
baja reforma moral, ya que la corrupción es un cáncer que corroe a nuestra
sociedad. Nunca debemos abandonar la humildad, la sencillez, la austeridad y la
transparencia. Un cuarto elemento de debilidad es el problema de la continuidad
del liderazgo en los regímenes democráticos progresistas. Cuando es la
subjetividad de las personas lo que define los destinos de un país, allí
estamos ante procesos verdaderamente revolucionarios. Quizá los liderazgos
colectivos permitan mayores posibilidades en la continuidad de estos procesos. Yo
no tengo la respuesta, dice el compañero Linera, pero es un tema que debemos
debatir. Por último, una quinta debilidad y a modo de autocrítica positiva, es
la débil integración económica y continental, que es más difícil de lograr. Deberíamos
intentar de constituirnos en una especie de Estado continental y plurinacional,
siempre respetando las estructuras nacionales de los Estados. Finaliza diciendo
que el Continente está en movimiento y más pronto que tarde celebraremos esta
gran Internacional de pueblos revolucionarios, progresistas.
En el Transcurso del posterior debate, con este claro discurso nos
hemos dado cuenta con mucha claridad que es lo que está pasando en nuestro país
y también en Nuestra América.
A nosotros nos faltó profundizar la parte cultural como la ideológica y
es por ello están sucediendo este resurgimiento de gobiernos neoliberales.
Otra preocupación que surgió de algunas compañeras que había estado
hace poco en Chile es la fuerte tendencia del liberalismo y la xenofobia hacia
los países vecinos que se estaba dando en los medios de comunicación.
Del discurso de Linera pudimos ver que pese a que estamos pasando una
época crítica, pero tenemos esperanzas de futuros cambios en nuestros países si
comenzamos a unirnos y darnos un gran debate ideológico entre todos.
Finalmente se acordó abordar para el próximo Taller de Lectura el
texto:
"A debate la Conceptualización del
modelo cubano"
Este texto fue tomado de Cubadebate en base a un diálogo que sostuvo la
periodista Rosa Miriam Elizalde con los economistas, José Luis Rodríguez y
Jorge Barrera Ortega, con el que se inició una serie para debatir los
documentos del VII Congreso del PCC. Esta vez se habló sobre la novedad e
importancia de la “Conceptualización del modelo económico-social cubano de
desarrollo socialista”, y en particular sobre el sistema de propiedad que este
documento refrenda para Cuba.
Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba, 6 de
agosto de 2016
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