Taller de Lectura # 112 - Agosto de 2018
¿Qué es el Chavismo?
7 marzo 2018 – Tomado de
Cubadebate
Por: Ignacio Ramonet,
catedrático y periodista español residente en Francia, donde dirigió la revista
Le Monde Diplomatique. Es el autor del libro “Cien horas con Fidel”.
¿Es pertinente plantearse
‘qué es el chavismo’ cuando, desde hace varios lustros, se practica cada día en
Venezuela…? La respuesta es: sí. Porque aunque es cierto que el chavismo se
practica desde hace más de quince años y que se hace con plena naturalidad,
llega un momento en que, de la praxis debemos necesariamente pasar a la teoría.
Y pasar a la teoría –en ciencia política- supone que, a partir de una
experiencia concreta, mediante el análisis, seamos capaces de deducir la
ecuación objetiva que podrá volver universal esa práctica. Para extraerla del
‘aquí y ahora’ y hacer que esa experiencia sea posible ‘en cualquier lugar y en
cualquier momento’. Sin teoría, toda práctica -en particular en el campo
político-, acaba folklorizándose… antes de desaparecer. Además, tengamos en
cuenta que el chavismo que no estudiemos nosotros será estudiado contra
nosotros. ¿Qué es pues el chavismo?
El chavismo es el encuentro
de varios caminos abiertos por los Libertadores y el encuentro de varias
búsquedas iniciadas por muchos soñadores sociales que convergen en un punto
nodal: el pensamiento de Hugo Chávez.
Como todas las revoluciones,
la Revolución Bolivariana es una arquitectura donde se conjugan una serie de
fuerzas diversas importantes que, reunidas y fusionadas, conforman una dinámica
política radicalmente innovadora.
Cuando Hugo Chávez llega al
poder -en 1999- no tiene un gran partido; llega a la cabeza de un movimiento
popular muy diverso que incluye a militares, a exguerrilleros y a unas izquierdas
muy variopintas. Y consigue ganar el apoyo popular con un discurso de
refundación: la refundación de Venezuela, que es la base misma del chavismo.
Porque en el núcleo duro de la filosofía chavista nos encontramos con la
recuperación del concepto de nación, y la restauración y la defensa del orgullo
nacional.
Chávez inventa para Venezuela
y América Latina lo que podríamos llamar una «política de la liberación», como
decimos que existe una «teología de la liberación». Con una opción preferencial
por el pueblo, los pobres y los humildes. Con su excepcional capacidad de
pedagogía política, Chávez impulsa una politización popular masiva y
conceptualiza una política de la liberación del pueblo en la que el pueblo,
dotado de conciencia política, es autor de su propio destino.
Haciendo prueba de un
inaudito discernimiento y guiado por un sentido político muy agudo, Chávez
intuye que la época permite estrenar nuevos caminos nunca antes surcados. Y
logra elaborar de ese modo y transmitir al pueblo venezolano desmoralizado, un
nuevo relato de esperanza.
En ese sentido, el chavismo
es una narrativa que explica a los venezolanos quiénes son, a qué pueden
aspirar y cuáles son sus derechos. Es una explicación nueva que da respuesta a
viejas preguntas: ¿qué es la sociedad venezolana? ¿cuáles son sus problemas?
¿quiénes son las víctimas? ¿quiénes los culpables? ¿qué soluciones? Y ese nuevo
relato fue narrado, día tras día, discurso tras discurso, con enorme eficacia
comunicacional, por Hugo Chávez que se convirtió en referente intelectual y
carismático.
De tal modo que el chavismo
constituye una vía política latinoamericana innovadora que se libera y se
emancipa de la eterna tutela conceptual europea. Una política que, por primera
vez, es original, fuente, manantial, y no espejo o copia de lo que se ha hecho
en otros continentes, en otras culturas.
En ese sentido también, el
chavismo es una opción revolucionaria. Es el proyecto más innovador y más
atrevido que ha tenido Venezuela desde Bolívar. Es el único proyecto de paz,
desarrollo, justicia y prosperidad para el pueblo venezolano desde 1810.
¿Qué es ser chavista? Ser
chavista es ser bolivariano, como opción de vida porque significa ser
antiimperialista, anticolonialista, y verdaderamente republicano. Significa
también ser zamorano y ser robinsoniano. O sea, es acercarse al pensamiento
político de los fundadores de la República. Porque el «Árbol de las Tres
Raíces» es un concepto capital del chavismo. Que Chávez definía de la siguiente
manera: «Primero está la raíz bolivariana por el planteamiento que hace Simón
Bolívar de igualdad y libertad, y por su visión geopolítica de la integración
de América Latina; luego la raíz zamorana, por Ezequiel Zamora, el general del
pueblo soberano y de la unidad cívico-militar ; y finalmente la raíz
robinsoniana, por Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, el ‘Robinson’, el
sabio de la educación popular, y de nuevo la libertad y la igualdad». Aunque a
esas tres raíces, Chávez le añade otras: por ejemplo, Miranda y Sucre. Y más
tarde otras más como José Martí, Che Guevara y Fidel Castro…
Pero ser chavista es también
ser profundamente cristiano. El Comandante Chávez nos dejó el cristianismo
verdadero como parte de nuestra vida, de nuestra esencia y de nuestros valores.
Sumando todo eso, uno pudiera decir: yo soy chavista porque soy
independentista, porque soy demócrata, patriota, cristiano, revolucionario,
antioligárquico, anticapitalista y antiimperialista. Todo eso es cierto, todo
eso es verdad, pero ninguna de esas partes tiene sentido si no recordamos quién
le dio coherencia ideológica y política al conjunto de esos conceptos: Hugo
Chávez es el autor de esa síntesis revolucionaria.
Por eso, cuando decimos “Yo
soy chavista” estamos dándole coherencia absoluta a todo un proyecto, a todo un
sistema de ideas, a todo un programa político que es la biblia del futuro para
Venezuela, un porvenir de prosperidad, de paz, de justicia social, de ética. Y
sobre todo de socialismo como forma de vida.
Ser chavista significa
también asumir nuestra condición de bolivariano, de latinoamericano y de
revolucionario que es la condición más digna y más elevada en la escala humana.
Asumirse como chavista es asumirse como un ‘socialista del siglo XXI’, o sea un
socialista cristiano, un socialista humanista y un socialista democrático. Es
tener los pies en Venezuela y proyectarse, como internacionalista auténtico, en
lo universal.
Ser un verdadero chavista es
ser un bolivariano integral, radical y desear que las ideas de Simón Bolívar
trasciendan en los siglos futuros. Y la única forma de asumirse como militante
chavista es asumir el proyecto revolucionario que nos legó el Comandante
Chávez.
Hugo Chavez fue un líder
pragmático que supo adaptar las modalidades de su acción a las circunstancias
históricas, que nunca olvidó los objetivos por alcanzar y que siempre mantuvo
intangibles sus principios. Él estaba convencido de que si Venezuela pudo hacer
gloriosas hazañas en el pasado, llegando a ser una las principales naciones de
América Latina, fue porque estaba movilizada por un alto ideal hacia un destino
común. Inversamente, Chávez sabía que los venezolanos tienen en permanencia la
tentación de replegarse sobre sus querellas y divisiones internas (políticas,
sociales, intelectuales), lo cual -según la visión chavista- les hace
constantemente correr el riesgo de caer y deslizarse por el tobogán de la
decadencia.
En consecuencia, para poder
dar lo mejor de ella misma y ponerse al frente de las naciones
latinoamericanas, Venezuela debe estar unificada por un líder histórico y un
proyecto grandioso, y articulada (en un eficaz equilibrio de los poderes) por
instituciones políticas, militares, económicas y sociales decididas a evitar
las luchas intestinas.
Hay que insistir en el hecho
de que, en el seno del chavismo, existe una filosofía patriótica del humanismo,
heredera del cristianismo y de la teología de la liberación. El humanismo
chavista es, a la vez, una finalidad de la grandeza de Venezuela, porque el
mensaje que Venezuela dirige al mundo es profundamente humanista. Y una
consecuencia de la política social cuyo primer objetivo es cohesionar a la
nación.
El chavismo posee diversas
dimensiones: histórica, filosófica y política. Desde el punto de vista
ideológico, el chavismo recoge y sintetiza, como ya se dijo, la acción política
de Hugo Chávez y también sus pensamientos políticos, o sea la doctrina que se
deduce de sus discursos y de sus escritos.
Como acción política, el
chavismo se caracteriza por los siguientes grandes lineamientos:
·
soberanía e
independencia nacional; rechazo de la dominación de cualquier super-potencia
imperialista, en particular Estados Unidos. Chávez decía: “No puede entender la
Patria ni defenderla, quien no sabe que su principal enemigo es el imperialismo
norteamericano” ;
·
rechazo de cualquier
pretendido super-poder económico y financiero (FMI, Banco Mundial, OMC). La
independencia se defiende, no sólo en el campo político, sino también en los
sectores económicos, geopolíticos, culturales, diplomáticos e incluso
militares.
·
instituciones estatales
sólidas, como las de la Vta Republica instituidas por la Constitución de 1999;
·
un ejecutivo
fuerte y cierta personalización de la política para oponerse a la impotencia
del régimen de los partidos;
·
un poder
ejecutivo fuerte y estable que confiere al presidente de la republica un rol
primordial;
·
una relación
directa entre el líder-presidente y el pueblo que pasa por encima de los
cuerpos intermediarios, gracias a una concepción ‘participativa’ de la
democracia, con recurso frecuente al referendo y a las elecciones, y al dialogo
interactivo líder-pueblo mediante un uso singular de los medios de comunicación
de masas;
·
una articulación
cívico-militar cuyo engranaje lo constituye el propio Presidente que coordina
lo mejor de los movimientos progresistas civiles y la inteligencia patriótica
de los aparatos militares ; las Fuerzas Armadas están íntimamente asociadas al
proyecto de desarrollo nacional en el marco de la unidad cívico-militar;
·
la independencia
nacional y la grandeza de Venezuela;
·
la unión nacional
de todos los venezolanos -más allá de las diferencias políticas o regionales
tradicionales que fueron antaño causa de división y de decadencia-, en una
relación directa entre el líder y el pueblo, cohesionada por las políticas
sociales de inclusión y de justicia social;
·
la prioridad de
la política sobre otras consideraciones (económicas, administrativas, técnicas,
burocráticas, etc.);
·
respeto de la
autoridad del Estado;
·
voluntad profunda
de justicia social;
·
intervención del
Estado en la economía;
·
el
anticolonialismo y el derecho a la autodeterminación de los pueblos;
·
la reactivación
de la OPEP y una coordinación de las políticas petroleras de los países
productores y exportadores;
·
la integración
latinoamericana como horizonte constante e imperativo ideológico dictado por el
propio Simón Bolívar ; y creación de entidades concretas para la integración
(ALBA, Unasur, Celac, Petrocaribe, TeleSUR); la concepción de
un mundo multipolar sin hegemonías; lo cual exige derrotar el proyecto de
hegemonía imperial unipolar para garantizar la paz planetaria y el “equilibrio
del universo”. Hay que impulsar un mundo multicéntrico y pluripolar. Chávez lo
señaló como el cuarto gran objetivo histórico del ‘Plan de la Patria’, su
programa de gobierno para el período 2013-2019;
·
una diplomacia
Sur-Sur con multiplicación de los lazos con los países del Sur a través del
Movimiento de los no-alineados y de alianzas horizontales: América del Sur /
África (ASA) y América del Sur Países árabes (ASPA). Chávez apoyó también al
grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y se planteó una alianza
de Venezuela con ese grupo para consolidar un mundo multipolar;
·
la solidaridad
nacional entre los ciudadanos y los territorios ; y solidaridad
latinoamericana;
·
respeto de las
naciones, que son entidades culturales esculpidas por la historia y baluartes
de los pueblos contra los imperialismos;
·
el rechazo de la
doctrina del neoliberalismo económico, y la preferencia por una economía
orientada por el Estado con vistas a un desarrollo voluntarista y estructurante
(con ambiciosos proyectos públicos, nacionalización de los sectores
estratégicos, soberanía alimentaria, etc.);
·
construir un
‘Estado de las misiones’ para responder más directamente a las diversas
demandas sociales del pueblo;
·
avanzar hacia el
arrinconamiento del capitalismo (la explotación de una clase por otra) y la
definición de un socialismo bolivariano y humanista, en democracia y en
libertad, que además de otorgar a los trabajadores una protección social avanzada,
los empodere dándoles acceso tanto a las decisiones de la empresa como a los
beneficios de la misma.
Uno de los objetivos
primordiales del chavismo es reconciliar a los venezolanos con la patria,
hermanarlos y conseguir edificar un Estado con mayor soberanía, mayor eficacia
administrativa, mayor justicia y mayor igualdad.
El chavismo reúne a hombres y
mujeres de todos los orígenes políticos en torno a un gran proyecto de ‘país
potencia’ y a la acción voluntarista de un líder. Para alcanzar los objetivos
previstos, el método del chavismo es el pragmatismo y el rechazo de los corsés
ideológicos. Sus dos principales ejes: unidad interna al servicio de un
ambicioso proyecto patriótico y social; e independencia y proyección de una
‘Venezuela potencia’ en Latinoamérica y en el mundo.
El chavismo es por
consiguiente un sistema de pensamiento, de voluntad y de acción. Parte de los
hechos y de las circunstancias; no actúa predeterminado por una doctrina o una
ideología. Voluntarismo contra el fatalismo; acción contra la pasividad, contra
el abandono y la renuncia.
Para Chávez, lo primero es
Venezuela. Su actuar político consiste en crear las condiciones para que la
patria pueda dar lo mejor de sí misma. Y esto sólo se consigue si el pueblo
venezolano está unido en torno a un proyecto de progreso social definido por un
líder carismático que lo propulsa hacia su gran ideal histórico.
El chavismo no sólo es una
doctrina política original sino que es la historia vivida y el pensamiento de
un hombre excepcional que ha marcado la sociedad venezolana hasta sus más
profundas estructuras.
El pensamiento chavista tiene
como bases ideológicas varias raíces que se entremezclan entre sí para formar
una nueva ideología progresista venezolana. La cual se caracteriza por la ausencia
de dogmatismos, para diferenciarse de los experimentos socialistas fracasados
en la Europa del siglo XX. Por eso, para distinguirlo del que fue rechazado por
la clase obrera en Polonia en 1980, o del se derrumbó con el muro de Berlín en
1989, o del que implosionó en 1991 con la caída de la Unión Soviética, Chávez
hablaba de «socialismo del siglo XXI». Se trata de un socialismo surgido en
América Latina, que debe ajustarse a nuestro tiempo, y por eso Chávez le añadió
fundamentalmente: la democracia participativa, el feminismo y el sentimiento
ecologista.
Ese «socialismo del siglo
XXI» se considera compatible con la propiedad privada, aunque alienta otras
formas socialistas y solidarias de propiedad como la cooperativa y la
cogestión. También se declara compatible con el patriotismo y el nacionalismo
económico. Chávez no dudó en nacionalizar las grandes empresas de sectores
estratégicos en manos de capitales extranjeros, y colocó en el puesto de mando
de esas empresas desprivatizadas a venezolanos patriotas y competentes.
El «socialismo del siglo XXI»
es asimismo compatible con el cristianismo social. Chávez hace suya la consigna
de los sandinistas: «Cristianismo y revolución, no hay contradicción».
Partiendo del postulado que la verdadera identidad del cristianismo es la que
le confiere la teología de la liberación. No en vano, Chávez afirmaba que
Jesucristo fue el primer socialista de la era moderna y que el ‘reino de Dios»
había que construirlo aquí en la Tierra.
De todo esto se deduce que el
chavismo tiene vocación a ejercer naturalmente, en Venezuela, una hegemonía.
Por su capacidad a llevar la dirección intelectual y moral de la sociedad. Y
porque ha permitido la recuperación política de una democracia en la que ahora
participan gobierno, Fuerza Armada y pueblo unidos en la expansión de los
derechos sociales y en la redistribución justa de las riquezas del país.
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