Taller de Lectura n° 70 - Febrero de 2015
En
la Conferencia Afroasiática en Argelia
(24 de febrero de 1965)
Discurso pronunciado por el Che en el
Segundo Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática.
Queridos
hermanos:
Cuba
llega a esta Conferencia a elevar por sí sola la voz de los pueblos de América
Latina [20] y, como en otras oportunidades lo recalcáramos, también lo hace en
su condición de país subdesarrollado que, al mismo tiempo, construye el
socialismo. No es por casualidad que a nuestra representación se le permite
emitir su opinión en el círculo de los pueblos de Asia y de África. [21] Una
aspiración común, la derrota del imperialismo, nos une en nuestra marcha hacia
el futuro; un pasado común de lucha contra el mismo enemigo nos ha unido a lo
largo del camino.
Esta
es una asamblea de los pueblos en lucha; ella se desarrolla en dos frentes de
igual importancia y exige el total de nuestros esfuerzos. La lucha contra el
imperialismo por librarse de las trabas coloniales o neocoloniales, que se
lleva a efecto a través de las armas políticas, de las armas de fuego o por
combinaciones de ambas, no está desligada de la lucha contra el atraso y la
pobreza; ambas son etapas de un mismo camino que conduce a la creación de una
sociedad nueva, rica y justa a la vez. Es imperioso obtener el poder político y
liquidar a las clases opresoras, pero, después hay que afrontar la segunda
etapa de la lucha que adquiere características, si cabe, más difíciles que la
anterior.
Desde
que los capitales monopolistas se apoderaron del mundo, han mantenido en la
pobreza a la mayoría de la humanidad repartiéndose las ganancias entre el grupo
de países más fuertes. El nivel de vida de esos países está basado en la
miseria de los nuestros; para elevar el nivel de vida de los pueblos
subdesarrollados, hay que luchar, pues, contra el imperialismo. Y cada vez que
un país se desgaja del árbol imperialista, se está ganando no solamente una
batalla parcial contra el enemigo fundamental, sino también contribuyendo a su
real debilitamiento y dando un paso hacia la victoria definitiva.
No
hay fronteras en esta lucha a muerte, no podemos permanecer indiferentes frente
a lo que ocurre en cualquier parte del mundo, una victoria de cualquier país
sobre el imperialismo es una victoria nuestra, así como la derrota de una
nación cualquiera es una derrota para todos. El ejercicio del internacionalismo
proletario es no solo un deber de los pueblos que luchan por asegurar un futuro
mejor; además, es una necesidad insoslayable. Si el enemigo imperialista,
norteamericano o cualquier otro, desarrolla su acción contra los pueblos
subdesarrollados y los países socialistas, una lógica elemental determina la
necesidad de la alianza de los pueblos subdesarrollados y de los países
socialistas; si no hubiera ningún otro factor de unión, el enemigo común
debiera constituirlo. [22]
Claro
que estas uniones no se pueden hacer espontáneamente, sin discusiones, sin que
anteceda un pacto, doloroso a veces.
Cada
vez que se libera un país, dijimos, es una derrota del sistema imperialista
mundial, pero debemos convenir en que el desgajamiento no sucede por el mero
hecho de proclamarse una independencia o lograrse una victoria por las armas en
una revolución; sucede cuando el dominio económico imperialista cesa de
ejercerse sobre un pueblo. Por lo tanto, a los países socialistas les interesa
como cosa vital que se produzcan efectivamente estos desgajamientos y es
nuestro deber internacional, el deber fijado por la ideología que nos dirige,
el contribuir con nuestros esfuerzos a que la liberación se haga lo más rápida
y profundamente que sea posible.
De
todo esto debe extraerse una conclusión: el desarrollo de los países que
empiezan ahora el camino de la liberación, debe costar a los países
socialistas. Lo decimos así, sin el menor ánimo de chantaje o de
espectacularidad, ni para la búsqueda fácil de una aproximación mayor al
conjunto de los pueblos afroasiáticos; es una convicción profunda.
No
puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que
provoque una nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole
individual, en la sociedad en la que se construye o está construido el
socialismo, como de índole mundial en relación a todos los pueblos que sufren
la opresión imperialista.
Creemos
que con este espíritu debe afrontarse la responsabilidad de ayuda a los países
dependientes y que no debe hablarse más de desarrollar un comercio de beneficio
mutuo basado en los precios que la ley del valor y las relaciones
internacionales del intercambio desigual, producto de la ley del valor, oponen
a los países atrasados. [23]
¿Cómo
puede significar “beneficio mutuo” vender a precios del mercado mundial las
materias primas que cuestan sudor y sufrimientos sin límites a los países
atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las
grandes fábricas automatizadas del presente?
Si
establecemos ese tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos
convenir en que los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la
explotación imperial. Se puede argüir que el monto del intercambio con los
países subdesarrollados, constituye una parte insignificante del comercio
exterior de estos países. Es una gran verdad, pero no elimina el carácter
inmoral del cambio.
Los
países socialistas tienen el deber moral de liquidar su complicidad tácita con
los países explotadores del Occidente. El hecho de que sea hoy pequeño el
comercio no quiere decir nada: Cuba en el año 50 vendía ocasionalmente azúcar a
algún país del bloque socialista, sobre todo a través de corredores ingleses o
de otra nacionalidad. Y hoy el 80% de su comercio se desarrolla en esa área;
todos sus abastecimientos vitales vienen del campo socialista y de hecho ha
ingresado en ese campo. No podemos decir que este ingreso se haya producido por
el mero aumento del comercio, ni que haya aumentado el comercio por el hecho de
romper la viejas estructuras y encarar la forma socialista de desarrollo; ambos
extremos se tocan y unos y otros se interrelacionan.
Nosotros
no empezamos la carrera que terminará en el comunismo con todos los pasos
previstos, como producto lógico de un desarrollo ideológico que marchara con un
fin determinado; las verdades del socialismo, más las crudas verdades del
imperialismo, fueron forjando a nuestro pueblo y enseñándole el camino que
luego hemos adoptado conscientemente. Los pueblos de África y de Asia que vayan
a su liberación definitiva deberán emprender esa misma ruta; la emprenderán más
tarde o más temprano, aunque su socialismo tome hoy cualquier adjetivo
definitorio. No hay otra definición de socialismo, válida para nosotros, que la
abolición de la explotación del hombre por el hombre. Mientras esto no se
produzca, se está en el período de construcción de la sociedad socialista y si
en vez de producirse este fenómeno, la tarea de la supresión de la explotación
se estanca o, aun, se retrocede en ella, no es válido hablar siquiera de
construcción del socialismo. [24]
Tenemos
que preparar las condiciones para que nuestros hermanos entren directa y
conscientemente en la ruta de la abolición definitiva de la explotación, pero
no podemos invitarlos a entrar, si nosotros somos un cómplice en esa
explotación. Si nos preguntaran cuáles son los métodos para fijar precios
equitativos, no podríamos contestar, no conocemos la magnitud práctica de esta
cuestión, solo sabemos que, después de discusiones políticas, la Unión
Soviética y Cuba han firmado acuerdos ventajosos para nosotros mediante los
cuales llegaremos a vender hasta cinco millones de toneladas a precios fijos
superiores a los normales en el llamado mercado libre mundial azucarero. La
República Popular China también mantiene esos precios de compra.
Esto
es solo un antecedente, la tarea real consiste en fijar los precios que permitan
el desarrollo. Un gran cambio de concepción consistirá en cambiar el orden de
las relaciones internacionales; no debe ser el comercio exterior el que fije la
política sino, por el contrario, aquel debe estar subordinado a una política
fraternal hacia los pueblos.
Analizaremos
brevemente el problema de los créditos a largo plazo para desarrollar
industrias básicas. Frecuentemente nos encontramos con que los países
beneficiarios se aprestan a fundar bases industriales desproporcionadas a su
capacidad actual, cuyos productos no se consumirán en el territorio y cuyas
reservas se comprometerán en el esfuerzo.
Nuestro
razonamiento es que las inversiones de los estados socialistas en su propio
territorio pesan directamente sobre el presupuesto estatal y no se recuperan
sino a través de la utilización de los productos en el proceso completo de su
elaboración, hasta llegar a los últimos extremos de la manufactura. Nuestra
proposición es que se piense en la posibilidad de realizar inversiones de ese
tipo en los países subdesarrollados.
De
esta manera se podría poner en movimiento una fuerza inmensa, subyacente en
nuestros continentes que han sido miserablemente explotados, pero nunca
ayudados en su desarrollo, y empezar una nueva etapa de auténtica división
internacional del trabajo basada, no en la historia de lo que hasta hoy se ha
hecho, sino en la historia futura de lo que se puede hacer.
Los
estados en cuyos territorios se emplazarán las nuevas inversiones tendrían
todos los derechos inherentes a una propiedad soberana sobre los mismos sin que
mediare pago o crédito alguno, quedando obligados los poseedores a suministrar
determinadas cantidades de productos a los países inversionistas, durante
determinada cantidad de años y a un precio determinado.
Es
digna de estudiar también la forma de financiar la parte local de los gastos en
que debe incurrir un país que realice inversiones de este tipo. Una forma de
ayuda, que no signifique erogaciones en divisas libremente convertibles, podría
ser el suministro de productos de fácil venta a los gobiernos de los países
subdesarrollados, mediante créditos a largo plazo.
Otro
de los difíciles problemas a resolver es el de la conquista de la técnica. [25]
Es bien conocido de todos la carencia de técnicos que sufrimos los países en
desarrollo. Faltan instituciones y cuadros de enseñanza. Faltan a veces, la
real conciencia de nuestras necesidades y la decisión de llevar a cabo una
política de desarrollo técnico cultural e ideológico a la que se asigne una
primera prioridad.
Los
países socialistas deben suministrar la ayuda para formar los organismos de
educación técnica, insistir en la importancia capital de este hecho y
suministrar los cuadros que suplan la carencia actual. Es preciso insistir más
sobre este último punto: los técnicos que vienen a nuestros países deben ser
ejemplares. Son compañeros que deberán enfrentarse a un medio desconocido,
muchas veces hostil a la técnica, que habla una lengua distinta y tiene hábitos
totalmente diferentes. Los técnicos que se enfrenten a la difícil tarea deben
ser, ante todo, comunistas, en el sentido más profundo y noble de la palabra:
con esa sola cualidad, más un mínimo de organización y de flexibilidad, se
harán maravillas.
Sabemos
que se puede lograr porque los países hermanos nos han enviado cierto número de
técnicos que han hecho más por el desarrollo de nuestro país que diez
institutos y han contribuido a nuestra amistad más que diez embajadores o cien
recepciones diplomáticas.
Si
se pudiera llegar a una efectiva realización de los puntos que hemos anotado y,
además, se pusiera al alcance de los países subdesarrollados toda la tecnología
de los países adelantados, sin utilizar los métodos actuales de patentes que
cubren descubrimientos de unos u otros, habríamos progresado mucho en nuestra
tarea común.
El
imperialismo ha sido derrotado en muchas batallas parciales. Pero es una fuerza
considerable en el mundo y no se puede aspirar a su derrota definitiva sino con
el esfuerzo y el sacrificio de todos.
Sin
embargo, el conjunto de medidas propuestas no se puede realizar
unilateralmente. El desarrollo de los subdesarrollados debe costar a los países
socialistas; de acuerdo, pero también deben ponerse en tensión las fuerzas de
los países subdesarrollados y tomar firmemente la ruta de la construcción de
una sociedad nueva —póngasele el nombre que se le ponga— donde la máquina,
instrumento de trabajo, no sea instrumento de explotación del hombre por el
hombre. Tampoco se puede pretender la confianza de los países socialistas
cuando se juega al balance entre capitalismo y socialismo y se trata de
utilizar ambas fuerzas como elementos contrapuestos, para sacar de esa
competencia determinadas ventajas. Una nueva política de absoluta seriedad debe
regir las relaciones entre los dos grupos de sociedades. Es conveniente
recalcar una vez más, que los medios de producción deben estar preferentemente
en manos del Estado, para que vayan desapareciendo gradualmente los signos de
la explotación.
Por
otra parte, no se puede abandonar el desarrollo a la improvisación más
absoluta; hay que planificar la construcción de la nueva sociedad. La
planificación es una de las leyes del socialismo y sin ella no existiría aquel.
Sin una planificación correcta no puede existir una suficiente garantía de que
todos los sectores económicos de cualquier país se liguen armoniosamente para
dar los saltos hacia delante que demanda esta época que estamos viviendo. La
planificación no es un problema aislado de cada uno de nuestros países,
pequeños, distorsionados en su desarrollo, poseedores de algunas materias
primas, o productores de algunos productos manufacturados o semimanufacturados,
carentes de la mayoría de los otros. [26] Ésta deberá tender desde el primer
momento, a cierta regionalidad para poder compenetrar las economías de los
países y llegar así a una integración sobre la base de un auténtico beneficio
mutuo.
Creemos
que el camino actual está lleno de peligros, peligros que no son inventados ni
previstos para un lejano futuro por alguna mente superior, son el resultado
palpable de realidades que nos azotan. La lucha contra el colonialismo ha
alcanzado sus etapas finales pero en la era actual, el estatus colonial no es
sino una consecuencia de la dominación imperialista. Mientras el imperialismo
exista, por definición, ejercerá su dominación sobre otros países; esa
dominación se llama hoy neocolonialismo.
El
neocolonialismo se desarrolló primero en Suramérica, en todo un continente, y
hoy empieza a hacerse notar con intensidad creciente en África y Asia. Su forma
de penetración y desarrollo tiene características distintas; una, es la brutal
que conocimos en el Congo. La fuerza bruta, sin consideraciones ni tapujos de
ninguna especie, es su arma extrema. Hay otra más sutil: la penetración en los
países que se liberan políticamente, la ligazón con las nacientes burguesías
autóctonas, el desarrollo de una clase burguesa parasitaria y en estrecha
alianza con los intereses metropolitanos apoyados en un cierto bienestar o
desarrollo transitorio del nivel de vida de los pueblos, debido a que, en
países muy atrasados, el paso simple de las relaciones feudales a las
relaciones capitalistas significa un avance grande, independientemente de las
consecuencias nefastas que acarreen a la larga para los trabajadores.
El
neocolonialismo ha mostrado sus garras en el Congo; ese no es un signo de poder
sino de debilidad; ha debido recurrir a su arma extrema, la fuerza como
argumento económico, lo que engendra reacciones opuestas de gran intensidad.
Pero también se ejerce en otra serie de países de África y del Asia en forma
mucho más sutil y se está rápidamente creando lo que algunos han llamado la
suramericanización de estos continentes, es decir, el desarrollo de una
burguesía parasitaria que no agrega nada a la riqueza nacional que, incluso,
deposita fuera del país en los bancos capitalistas sus ingentes ganancias mal
habidas y que pacta con el extranjero para obtener más beneficios, con un
desprecio absoluto por el bienestar de su pueblo.
Hay
otros peligros también, como el de la concurrencia entre países hermanos,
amigos políticamente y, a veces vecinos que están tratando de desarrollar las
mismas inversiones en el mismo tiempo y para mercados que muchas veces no lo
admiten.
Esta
concurrencia tiene el defecto de gastar energías que podrían utilizarse de
forma de una complementación económica mucho más vasta, además de permitir el
juego de los monopolios imperialistas.
En
ocasiones, frente a la imposibilidad real de realizar determinada inversión con
la ayuda del campo socialista, se realiza ésta mediante acuerdos con los
capitalistas. Y esas inversiones capitalistas tienen no solo el defecto de la
forma en que se realizan los préstamos, sino también otros complementarios de
mucha importancia, como es el establecimiento de sociedades mixtas con un
peligroso vecino. Como, en general, las inversiones son paralelas a las de
otros estados, esto propende a las divisiones entre países amigos por
diferencias económicas e instaura el peligro de la corrupción emanada de la
presencia constante del capitalismo, hábil en la presentación de imágenes de
desarrollo y bienestar que nublan el entendimiento de mucha gente.
Tiempo
después, la caída de los precios en los mercados es la consecuencia de una
saturación de producción similar. Los países afectados se ven en la obligación
de pedir nuevos préstamos o permitir inversiones complementarias para la
concurrencia. La caída de la economía en manos de los monopolios y un retorno
lento pero seguro al pasado es la consecuencia final de una tal política. A nuestro
entender, la única forma segura de realizar inversiones con la participación de
las potencias imperialistas es la participación directa del estado como
comprador íntegro de los bienes, limitando la acción imperialista a los
contratos de suministros y no dejándolos entrar más allá de la puerta de calle
de nuestra casa. Y aquí sí es lícito aprovechar las contradicciones
interimperialistas para conseguir condiciones menos onerosas.
Hay
que prestar atención a las “desinteresadas” ayudas económicas, culturales,
etc., que el imperialismo otorga de por sí o a través de estados títeres mejor
recibidos en ciertas partes del mundo.
Si
todos los peligros apuntados no se ven a tiempo, el camino neocolonial puede
inaugurarse en países que han empezado con fe y entusiasmo su tarea de
liberación nacional, estableciéndose la dominación de los monopolios con
sutileza, en una graduación tal que es muy difícil percibir sus efectos hasta
que éstos se hacen sentir brutalmente.
Hay
toda una tarea por realizar, problemas inmensos se plantean a nuestros dos
mundos, el de los países socialistas y este llamado el Tercer Mundo; problemas
que están directamente relacionados con el hombre y su bienestar y con la lucha
contra el principal culpable de nuestro atraso.
Frente
a ellos, todos los países y los pueblos, conscientes de sus deberes, de los
peligros que entraña la situación, de los sacrificios que entraña el
desarrollo, debemos tomar medidas concretas para que nuestra amistad se ligue
en los dos planos, el económico y el político, que nunca pueden marchar
separados, y formar un gran bloque compacto que a su vez ayude a nuevos países
a liberarse no solo del poder político sino también del poder económico
imperialista.
El
aspecto de la liberación por las armas de un poder político opresor debe
tratarse según las reglas del internacionalismo proletario: si constituye un
absurdo al pensar que un director de empresa de un país socialista en guerra
vaya a dudar en enviar los tanques que produce a un frente donde no haya
garantía de pago, no menos absurdo debe parecer el que se averigüe la
posibilidad de pago de un pueblo que lucha por la liberación o ya necesite esas
armas para defender su libertad. Las armas no pueden ser mercancía en nuestros
mundos, deben entregarse sin costo alguno y en las cantidades necesarias y
posibles a los pueblos que las demandan, para disparar contra el enemigo común.
Ese es el espíritu con que la URSS y la República Popular China nos han
brindado su ayuda militar. Somos socialistas, constituimos una garantía de
utilización de esas armas, pero no somos los únicos y todos debemos tener el
mismo tratamiento.
El
ominoso ataque del imperialismo norteamericano contra Vietnam o el Congo debe
responderse suministrando a esos países hermanos todos los instrumentos de
defensa que necesiten y dándoles toda nuestra solidaridad sin condición alguna.
En
el aspecto económico, necesitamos vencer el camino del desarrollo con la
técnica más avanzada posible. No podemos ponernos a seguir la larga escala
ascendente de la humanidad desde el feudalismo hasta la era atómica y
automática, porque sería un camino de ingentes sacrificios y parcialmente
inútil. La técnica hay que tomarla donde esté; hay que dar el gran salto
técnico para ir disminuyendo la diferencia que hoy existe entre los países más
desarrollados y nosotros. Ésta debe estar en las grandes fábricas y también en
una agricultura convenientemente desarrollada y, sobre todo, debe tener sus
pilares en una cultura técnica e ideológica con la suficiente fuerza y base de
masas como para permitir la nutrición continua de los institutos y los aparatos
de investigación que hay que crear en cada país y de los hombres que vayan
ejerciendo la técnica actual y que sean capaces de adaptarse a las nuevas
técnicas adquiridas.
Estos
cuadros deben tener una clara conciencia de su deber para con la sociedad en la
cual viven; no podrá haber una cultura técnica adecuada si no está
complementada con una cultura ideológica. Y, en la mayoría de nuestros países,
no podrá haber una base suficiente de desarrollo industrial, que es el que
determina el desarrollo de la sociedad moderna, si no se empieza por asegurar
al pueblo la comida necesaria, los bienes de consumo más imprescindibles y una
educación adecuada.
Hay
que gastar una buena parte del ingreso nacional en las inversiones llamadas
improductivas de la educación y hay que dar una atención preferente al
desarrollo de la productividad agrícola. Ésta ha alcanzado niveles realmente
increíbles en muchos países capitalistas, provocando el contrasentido de crisis
de superproducción de invasión de granos y otros productos alimenticios o de
materias primas industriales provenientes de países desarrollados, cuando hay
todo un mundo que padece hambre y que tiene tierra y hombres suficientes para producir
varias veces lo que el mundo entero necesita para nutrirse.
La
agricultura debe ser considerada como un pilar fundamental en el desarrollo y,
para ello, los cambios de la estructura agrícola y la adaptación a las nuevas
posibilidades de la técnica y a las nuevas obligaciones de la eliminación de la
explotación del hombre, deben constituir aspectos fundamentales del trabajo.
Antes
de tomar determinaciones costosas que pudieran ocasionar daños irreparables, es
preciso hacer una prospección cuidadosa del territorio nacional, constituyendo
este aspecto uno de los pasos preliminares de la investigación económica y
exigencia elemental en una correcta planificación.
Apoyamos
calurosamente la proposición de Argelia en el sentido de institucionalizar
nuestras relaciones. Queremos solamente presentar algunas consideraciones
complementarias.
Primero:
Para que la unión sea instrumento de la lucha contra el imperialismo, es
preciso el concurso de los pueblos latinoamericanos y la alianza de los países
socialistas.
Segundo:
Debe velarse por el carácter revolucionario de la unión, impidiendo el acceso a
ella de gobiernos o movimientos que no estén identificados con las aspiraciones
generales de los pueblos y creando mecanismos que permitan la separación de
alguno que se separe de la ruta justa, sea gobierno o movimiento popular.
Tercero:
Debe propugnarse el establecimiento de nuevas relaciones en pie de igualdad
entre nuestros países y los capitalistas, estableciendo una jurisprudencia
revolucionaria que nos ampare en caso de conflicto y dé nuevo contenido a las
relaciones entre nosotros y el resto del mundo.
Hablamos
un lenguaje revolucionario y luchamos honestamente por el triunfo de esa causa,
pero muchas veces nos enredamos nosotros mismos en las mallas de un derecho
internacional creado como resultado de las confrontaciones de las potencias
imperialistas y no por la lucha de los pueblos libres, y de los pueblos justos.
Nuestros
pueblos, por ejemplo, sufren la presión angustiosa de bases extranjeras
emplazadas en su territorio o deben llevar el pesado fardo de deudas externas
de increíble magnitud. La historia de estas taras es bien conocida de todos;
gobiernos títeres, gobiernos debilitados por una larga lucha de liberación o el
desarrollo de las leyes capitalistas del mercado, han permitido la firma de
acuerdos que amenazan nuestra estabilidad interna y comprometen nuestro
porvenir.
Es
la hora de sacudirnos el yugo, imponer la renegociación de las deudas externas
opresivas y obligar a los imperialistas a abandonar sus bases de agresión.
No
quisiera acabar estas palabras, esta repetición de conceptos de todos ustedes
conocidos, sin hacer un llamado de atención a este seminario en el sentido de
que Cuba no es el único país americano; simplemente, es el que tiene la
oportunidad de hablar hoy ante ustedes; que otros pueblos están derramando su
sangre, para lograr el derecho que nosotros tenemos y, desde aquí, y de todas
las conferencias y en todos los lugares, donde se produzcan, simultáneamente
con el saludo a los pueblos heroicos de Vietnam, de Laos, de la Guinea llamada
Portuguesa, de Suráfrica o Palestina, a todos los países explotados que luchan
por su emancipación debemos extender nuestra voz amiga, nuestra mano y nuestro
aliento, a los pueblos hermanos de Venezuela, de Guatemala y de Colombia, que
hoy, con las manos armadas, están diciendo definitivamente, ¡No!, al enemigo
imperialista.
Y
hay pocos escenarios para afirmarlo tan simbólicos como Argel, una de las más
heroicas capitales de la libertad. Que el magnífico pueblo argelino, entrenado
como pocos en los sufrimientos de la independencia, bajo la decidida dirección
de su partido, con nuestro querido compañero Ahmed Ben Bella a la cabeza, nos
sirva de inspiración en esta lucha sin cuartel contra el imperialismo mundial.
NOTAS
20. Che Guevara pronunció un discurso en el
Segundo Seminario Económico Afro-Asiático de Solidaridad, el 24 de febrero de
1965. Él estaba realizando una visita a África desde diciembre, después de
dirigirse a la Asamblea General de Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964.
En este crucial tiempo, el Che estaba preparando su participación en el
movimiento de liberación en el Congo, el que comenzó en abril de 1965. En esta
edición se incorporó un discurso con las primeras correcciones hechas por el
Che Guevara en el original publicado de la versión del discurso en Argelia. Las
correcciones fueron posibles por el documento original que se conserva en los
archivos personales del Che Guevara, guardados en el Centro de Estudios Che Guevara,
en La Habana.
21. Durante la participación en la Conferencia
de Argelia, el Che reflejó las relaciones de Cuba con el Tercer Mundo. Después
del triunfo de la revolución, de junio a septiembre, el Che hizo un recorrido
por varios países relacionados con el Pacto de Bandung. El Pacto de Bandung fue
el precursor de lo que más tarde se convirtió en Movimiento de Países No
Alineados. En el primer Seminario sobre Planificación en Argelia, el 16 de
julio de 1963, el Che había delineado la experiencia de la Revolución cubana,
explicando que él había aceptado la invitación para “ofrecer solo una pequeña
historia de nuestro desarrollo económico, de nuestros errores y triunfos, los
cuales podrían serles útiles a ustedes en un futuro cercano...”
22. En este discurso el Che definió de forma muy
precisa sus tesis revolucionarias para el Tercer Mundo y la integración de la
lucha por la liberación nacional con ideas socialistas. El Che llamó en Argelia
a los países socialistas a un incondicional y radical apoyo al Tercer Mundo,
provocando mucho debate. No obstante, la historia probaría que tenía razón.
23. Esta definición de intercambio desigual
había partido de un profundo análisis hecho en Ginebra el 25 de marzo de 1964,
en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Economía y Desarrollo en el Tercer
Mundo: “Estamos en nuestro deber... de atraer la atención de los presentes de
que mientras el estatus quo sea mantenido y la justicia esté determinada por
poderosos intereses... será difícil eliminar las tensiones prevalecientes que
ponen en peligro a la humanidad.”
24. Para el Che, el significado inherente al
socialismo era vencer la explotación como un paso esencial hacia la justa y
humana sociedad. El Che hizo una exposición en este tema del debate que fue
frecuentemente mal interpretada, como fue su énfasis en la necesidad por la
unidad internacional en la lucha por el socialismo. La idea del Che era que las
fuerzas socialistas internacionales podrían contribuir al desarrollo social y
económico de los pueblos que se liberaran.
25. La participación directa del Che desde 1959
a 1965 en la construcción de una base material y tecnológica para el desarrollo
de la sociedad cubana está estrechamente ligada a su idea de la creación de un
hombre y una mujer nueva. Esta es una cuestión que él retoma constantemente,
considerando esto uno de los dos principales pilares sobre los cuales una nueva
sociedad podría ser construida. Esta estrategia no solo fue para resolver
problemas inmediatos sino para crear ciertas estructuras que podrían asegurar a
Cuba un desarrollo científico y tecnológico futuro. Él fue capaz de desarrollar
esta estrategia durante el tiempo que encabezó el Ministerio de Industrias.
Para leer más sobre este tópico, ver su discurso: “Pueden las universidades
estar llenas de negros, mulatos, trabajadores y campesinos” (1960) y “Jóvenes y
revolucionarios" (1964).
26. En este esfuerzo por entender las tareas en
la transición a una economía socialista, el Che vio el papel vital de la
planificación económica, especialmente en la construcción de la economía
socialista en una nación subdesarrollada que mantenía elementos del
capitalismo. Esta planificación es necesaria porque representa el primer
intento humano para controlar las fuerzas económicas y caracteriza este período
de transición. El llamó la atención también a la inclinación dentro del
socialismo a reformar el sistema económico por alienación del mercado,
intereses materiales y la ley del valor. Para contrarrestar esta tendencia, el
Che planteaba la centralización y la planificación antiburocrática que
enriquecen la conciencia. Su idea era usar la conciencia y la acción organizada
como la fuerza fundamental de dirigir la planificación. Para más información
sobre el tema, ver su artículo “La significación del planteamientos socialista”
(1964).
_______________________________________________________________________
Síntesis
y conclusiones del Taller de Lectura
Nº 70
“En
la Conferencia Afroasiática en Argelia”
(24 de febrero de 1965)
En
este crucial tiempo, el Che estaba preparando su participación en el movimiento
de liberación en el Congo, el que comenzó en abril de 1965. Durante una visita que
él estaba realizando a África, y después de dirigirse a la Asamblea General de
Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964, interviene en el II Seminario
Económico Afroasiático de Solidaridad, celebrado en Argel el 24 de febrero de
1965, donde pronuncia este discurso en el cual expone con precisión sus tesis
revolucionarias para el Tercer Mundo y convoca a la integración de la lucha por
la liberación nacional. La idea del Che era que las fuerzas socialistas
internacionales podrían contribuir al desarrollo social y económico de los
pueblos que se liberaran. El Che llamó en Argelia a los países socialistas a un
incondicional y radical apoyo al Tercer Mundo, provocando mucho debate. No
obstante, la historia probaría que tenía razón. En este esfuerzo por entender
las tareas en la transición a una economía socialista, el Che vio el papel
vital de la planificación económica, especialmente en la construcción de la
economía socialista en una nación subdesarrollada que mantenía elementos del
capitalismo. Teniendo en cuenta que el colonialismo es la consecuencia de la
dominación imperialista, manifestó la importancia del internacionalismo
proletario para eliminar el dominio económico imperialista y la abolición de la
explotación del hombre por el hombre. Desde lo económico planteó la necesidad
de que los medios de producción estén en manos del Estado, fijando los precios
de los productos de modo que así se pueda permitir el desarrollo de las
naciones, haciendo mucho énfasis en la necesidad de una apropiada planificación
para lograr la construcción de la nueva sociedad. También planteó la necesidad
de poner especial cuidado en la tecnología y la agricultura como pilares
fundamentales en el desarrollo y que se debía llevar a cabo con la ayuda de los
países socialistas.
Durante
el posterior debate se acordó en que el Che poseía una capacidad teórica
intachable, con mucha claridad en su expresión y una visión correcta de la
justicia social. Se planteó acerca de cuál sería su mejor aporte para la
construcción de una sociedad más justa como él la concebía, es decir una
sociedad socialista, si aún siguiera con vida. Concretamente el legado del Che
tanto en lo teórico y como ejemplo de auténtico guerrillero revolucionario,
recorre el mundo despertando acciones insurgentes que de manera permanente
hacen cambiar el rumbo de los acontecimientos mundiales a favor de los pueblos
en la construcción de un mundo mejor, que sí es posible. Se analizó la falta de
recursos ideológicos del sistema capitalista, aplicando siempre las mismas
recetas neoliberales, que hoy están llevando a una profunda crisis a los
pueblos de Europa. El Che planteaba su tesis revolucionaria para el Tercer
Mundo en la década de los años sesenta poniendo como eje fundamental la eliminación
total de la explotación del hombre por el hombre, y por ende también la expoliación
mediante el saqueo de los recursos naturales desde los poderosos países
centrales con características imperialistas, sobre los países en desarrollo.
Que la unidad que él planteaba en ese entonces desde el internacionalismo
proletario, hoy se está llevando a la práctica en Nuestramérica por medio de la
CELAC y la UNASUR con sorprendentes resultados en los índices sociales de
nuestros pueblos ya reconocidos por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura) y la FAO
(Organización
de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). Por otro lado también nos llamó la atención la
importancia que el Che le daba al desarrollo de los conocimientos tecnológicos
en general y en especial a lo inherente a lo agropecuario, pero siempre desde
una visión ideológica compatible con el socialismo, para el bienestar de todos y
poder llegar así a una integración sobre la base de un auténtico beneficio
mutuo.
Se
acordó abordar para el próximo Taller de Lectura, el sábado 7 de marzo, un
texto relacionado a la participación de la mujer por ejemplo en el Ejército
Rebelde en la Sierra Maestra, o en la vida política y social en Cuba, vinculado
a Vilma Espín
Guillois y la Federación de Mujeres
Cubanas (FMC).
Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba, 7 de febrero de 2015
No hay comentarios.:
Publicar un comentario