agosto 06, 2025

Cine Cubano en el Sindicato de Trabajadores Judiciales

 

Cine Cubano en el Sindicato de Trabajadores Judiciales

COMUNICADO DE PRENSA

En el marco del ciclo de Cine Cubano y Videos Debate, y en el mes aniversario del natalicio de Fidel Castro, el Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba invita a la proyección del documental:

Anécdotas sobre Fidel

Documental que contiene material inédito de las filmaciones de “Fidel – La historia no contada”.

Dirección: Estela Bravo                                                     Duración: 47 min.

Las y los esperamos este viernes 08 de agosto a las 20 hs. en el Sindicato de Trabajadores Judiciales, en calle Albarracín 1135 (casi esquina Ruiz Moreno).

 

Con entrada libre y gratuita.

 

Invita el Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba.

agosto 05, 2025

Síntesis y conclusiones del Círculo de Lectura Nº 196

Síntesis y conclusiones del Círculo de Lectura Nº 196

“Certezas y encrucijadas del socialismo en Cuba”

Este texto cuyo autor es Frank Josué Solar Cabrales, Profesor Titular y jefe del Departamento de Historia y Patrimonio Universitario de la Universidad de Oriente, Miembro de la Cátedra de Estudios Históricos del Estado y el Derecho Leonardo Griñán Peralta, y presidente de la Cátedra Honorífica para el estudio del pensamiento y la obra de Fidel Castro en la Universidad de Oriente, fue tomado de la revista digital cubana La Tizza con fecha del 24 de marzo de 2024. Se refiere al éxito logrado por la Revolución al construir el socialismo en Cuba, resistiendo durante 65 años a la permanente agresión del imperialismo estadounidense con el bloqueo, principal causante del malestar que vive hoy la población cubana. Ante la permanente necesidad de adecuar el sistema socialista a las nuevas exigencias, a partir de un amplio debate popular se implementaron en el año 2011 los “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución” y que luego fueron nuevamente actualizados bajo los términos de “Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista” y el “Plan de Desarrollo Económico y Social hasta 2030”, implementados a partir del VII Congreso del Partido en el año 2016. Todo este nuevo rumbo se institucionalizó con la aprobación popular de la nueva Constitución en el año 2019. Sin embargo, aún subsisten desigualdades difíciles de superar, y un crecimiento no deseado de la inflación. Esto requiere un permanente seguimiento por parte de la conducción política con un amplio apoyo y colaboración por parte del pueblo en su conjunto. Aquí el autor de este texto inicia todo un análisis político e ideológico acerca de lo que significa la construcción del socialismo en el contexto internacional actual, los elementos a tener en cuenta para contrarrestar los efectos nocivos que se van generando, mantener bien en alto los principios, sin permitir que por errores conceptuales se pueda perder el rumbo y regresar nuevamente al capitalismo.

Durante el posterior debate se acordó que éste profundo análisis conceptual ideológico está concebido dentro de la madurez política alcanzada por el pueblo cubano después de haber transitado por más de sesenta años en el ignoto camino de la construcción del socialismo, tomando como ejemplo las experiencias históricas de otros países que han avanzado por los mismos derroteros, además del aprendizaje dado por sus propios errores, siempre afrontados bajo la concepción del análisis de los hechos con la necesaria autocrítica por parte de su gobierno respaldado por el pueblo. La dificultad de construir el socialismo en un país pequeño, tan cerca del imperio yanqui, con su enorme poder de influencia mediática, además insertado en un mundo mayoritariamente dominado por el capitalismo salvaje, en su última etapa neoliberal, hace que sea invadido precisamente por algunas prácticas propias del capitalismo, lo que pone seriamente en riesgo su propósito. Para ello el autor hace un profundo llamado a la reflexión, mediante la intensificación del debate interno en la sociedad cubana, con el objetivo de no perder de vista los principios fundamentales que rigen la construcción del socialismo para poder garantizar su continuidad y no perder el rumbo hacia el comunismo, su siguiente objetivo.  Se recordó una valiosa frase del Ché en su texto “El socialismo y el hombre en Cuba” donde menciona que: «…persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida». Precisamente pensamientos como éste han provocado, pocos años después, su persecución y el posterior asesinato en su campo de lucha de la selva boliviana. Y después, unos pocos años más se produjo el asesinato del presidente marxista Salvador Allende, democráticamente electo por el pueblo chileno. También recordamos las enseñanzas de Fidel al decirnos que hoy tenemos que librar una poderosa “Batalla de Ideas”, bajo el concepto que: «…debemos movilizar nuestras conciencias como principal instrumento de lucha frente al poder devastador de las armas modernas que posee el imperio». Finalmente, el debate giró hacia un análisis acerca de la hoy tan mencionda concepción neoliberal del individualismo y la meritocracia. Se planteó que todo lo que nos rodea es producto del esfuerzo colectivo, que nada pudo ser creado por un individuo solo, sino siempre en colaboración con los demás. Nosotros mismos somos un ejemplo de ello, ya que fuimos concebidos por una mamá y un papá, además de llevar incorporados los genes de muchos familiares antepasados. Es decir que una cosa es el individuo y otra cosa es el mal concebido individualismo, que sólo le sirve al “sistema” para culparnos a nosotros mismos del mal que sufrimos colectivamente como producto del sistema en que vivimos, y por supuesto también nos inculcan que la solución debe ser individual y no de manera colectica y en comunidad. Como ejemplo del comportamiento, desde nuestro instinto humano en el trabajo colectivo, se mencionaron las experiencias de nuestros pueblos originarios que siempre han practicado la solidaridad en el trabajo colectivo por ejemplo, en las conocidas “mingas” de los pueblos mapuche también practicado en Bolivia y la llamada Faena” practicada en el Perú.

Finalmente se propuso abordar para el próximo espacio de lectura del sábado 06 de septiembre un texto tomado de Cubadebate y escrito por Roberto Méndez Martínez, “Un mundo llamado Alejo”.

Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba, 02 de agosto de 2025


 

 

 

julio 31, 2025

Círculo de lectura n° 196 - Agosto 2025

Certezas y encrucijadas del socialismo en Cuba

Por Frank Josué Solar Cabrales - Mar 24, 2024

La versión original de este trabajo fue publicada en inglés con el título «Cuba´s Socialism: certainties and crossroads» por la revista marxista estadounidense Science & Society (S & S) en su más reciente número, dedicado al 65 aniversario de la Revolución cubana.

Introducción

Cuba ha sido durante más de medio siglo para este continente la utopía posible. Es el ejemplo más claro y palpable de la posibilidad de un mundo mejor. La pequeña isla del Caribe, aún bloqueada, aún agredida, aún pobre y subdesarrollada, a pesar de sus insuficiencias y desaciertos, a pesar incluso de que todavía es mucho el camino que le falta por recorrer en la edificación del socialismo, muestra todo lo que es capaz de hacer un pueblo cuando decide tomar en sus manos la construcción de su propio destino. A sus 65 años, la Revolución sigue plantada frente al imperialismo norteamericano y continúa siendo un ejemplo inspirador para los países de la América Latina.

Ni la hostilidad, ni las agresiones, ni la guerra económica, ni los actos terroristas han podido doblegar la rebeldía cubana. Desde hace más de una década los cubanos hemos desarrollado un proceso de debates con el objetivo de transformar todo lo necesario para garantizar la continuidad histórica de la Revolución. A partir de la elección de Raúl Castro al frente del Consejo de Estado en 2008 comenzó un programa de reformas de profundo calado en la economía y la sociedad, cuyo punto de inicio más importante fueron los «Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución», discutidos ampliamente por todo el pueblo antes de ser aprobados en las sesiones del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, en 2011. En lo sucesivo, la hoja de ruta trazada allí para introducir elementos de mercado en el metabolismo económico cubano fue confirmada y ensanchada con nuevas medidas y documentos programáticos, como la «Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista» y el «Plan de Desarrollo Económico y Social hasta 2030», analizados y adoptados en 2016 por el VII Congreso del PCC. El primero resume los principios y las bases teóricas que buscan guiar el proceso de construcción del socialismo en Cuba, y el segundo fija los objetivos para iniciar el desarrollo de una prosperidad sostenible a largo plazo. Ese rumbo adquirió rango constitucional en 2019, con la aprobación de una nueva Carta Magna, ya bajo la dirección de Miguel Díaz Canel, el primer jefe de Estado que no pertenece a la generación histórica de la Revolución.

En sentido general, las medidas que se han ido tomando y las que se pretenden adoptar responden a la necesidad de dinamizar la economía cubana, de aumentar su productividad y eficiencia, de reevaluar la moneda nacional y los salarios, de sustituir importaciones.

En fin, de lo que se trata es de reactivar una economía muy duramente golpeada por el subdesarrollo, por la pérdida de sus principales mercados y fuentes de suministros, por un bloqueo comercial genocida impuesto por el imperialismo norteamericano y también por trabas burocráticas internas. Se intenta hacerlo, además, en condiciones muy difíciles, en las que el hostigamiento y los planes para destruir la Revolución no cesan.

La actual dirección del Gobierno ha tenido éxito en el objetivo fundamental de proveer continuidad a la revolución. Resistir con efectividad embates muy duros en medio de un contexto tan adverso ya es una victoria. Las bazas principales con las que se cuenta para asegurar la permanencia provienen, por un lado, de nuestro sistema social, del modo en que funcionamos y estamos organizados, del apoyo popular, del sentido de justicia y de dignidad, de todas esas reservas acumuladas durante sesenta años que aún se sostienen. Y por el otro, del carácter estatal y planificado de la mayor parte de la economía, lo que permite tener un estado mayor con mando centralizado sobre la actividad económica.[1]

Las debilidades que nos aquejan vienen en primer lugar del bloqueo, de las medidas que lo han recrudecido, de la crisis económica mundial, de los efectos dejados por la pandemia a nivel internacional; y en segundo lugar, de nuestros propios errores, sobre todo de una manera burocrática de gestionar la economía y la política, aparejada con ineficiencia y otros lastres que arrastramos por décadas. En mi opinión,

no hemos sido capaces de sustituir el diseño de un sistema político que funcionaba alrededor del liderazgo carismático de Fidel por un poder más colectivo. La deuda fundamental continúa siendo el desempeño económico, con un desabastecimiento y una inflación galopantes, y un crecimiento alarmante de las desigualdades sociales.

Se ha ido imponiendo una conducción del gobierno y de la sociedad que apela más a soluciones económicas y pragmáticas que a resortes políticos y movilizativos. Yo creo que hay una contradicción de base, central en todo lo que está pasando ahora en Cuba, entre una línea ya decidida, escogida, que se ha empezado a aplicar, de modelo de país, de sociedad, que viene desde los Lineamientos, incluso desde antes, donde se priorizan mecanismos económicos de mercado para salir de la crisis, con todo un programa para introducirlos paulatinamente; y el costo político, ideológico y social enorme que produce su aplicación.

Se sigue apostando por esa línea de recurrir a medios puramente económicos, de privilegiar el lucro, la obtención de ganancia y el interés material individual, de dejar que el mercado se autorregule mediante oferta y demanda, que ha contribuido a extender la diferenciación social, sin que se hayan obtenido los resultados productivos esperados.

Pero, por otro lado, el mismo equipo de gobierno que ha adoptado esa política, llena de riesgos y peligros, reacciona frente al impacto que su implementación va provocando en el modelo de justicia e igualdad social de la Revolución cubana y trata de ponerle frenos de alguna manera, o de regular sus efectos.

El capitalismo viene como un paquete completo, puede producir un relativo aumento de la productividad en determinadas circunstancias, pero ello trae siempre aparejado un incremento de la desigualdad, de la explotación, de la pobreza. Desde la dirección revolucionaria existe la intención de contrarrestar estas consecuencias con medidas administrativas, con la atención a los barrios y sectores vulnerables y el estímulo de soluciones comunitarias, con la búsqueda de paliativos al crecimiento de bolsones de pobreza, con la potenciación del poder popular. Todas estas iniciativas son positivas, pero ellas lidian con una contradicción que en mi opinión es insalvable:

no se puede pretender desarrollar la economía con métodos capitalistas y controlar sus efectos negativos con políticas sociales y administrativas.

Muchas veces se ha intentado la operación ideológica, que no académica, de presentar a la Revolución cubana como un fenómeno acabado, una entelequia simbólica, y se ubica su deceso en diversos momentos de su decurso histórico. De que se trata de un proceso vivo y continuo hasta el presente, que solo concluirá con su derrota o con la consecución de sus objetivos últimos, da fe el encono con que la intentan ahogar sus enemigos. La Revolución cubana sigue viva, más allá de la adopción de determinadas formas institucionales y de sus virtudes y defectos, porque en sus 65 años no ha triunfado una contrarrevolución política interna y no se ha impuesto un régimen posrevolucionario.

Cuestionar el apoyo y la legitimidad populares del liderazgo socialista cubano, que ha sometido a consulta y debate públicos su agenda de «actualización del modelo económico y social»; y atribuir su permanencia en el poder a un modelo de control social de corte soviético, más que una broma de mal gusto, puede ser una peligrosa confusión de deseo con realidad para aquellos que se ufanan de estar conectados con las verdaderas demandas del pueblo cubano. Ya les pasó una vez a los mercenarios de Girón, que fueron engañados con la ilusión de encontrar a su desembarco un levantamiento popular contra la Revolución. Y así les fue.

¿Por qué el socialismo?

El socialismo es, para Cuba, la única opción de garantía de la independencia nacional, y la posibilidad de alcanzar un orden social superior, más humano, de verdadera justicia y libertad. El socialismo, entendido como la sociedad de transición al comunismo, con todas las contradicciones inherentes a esa condición, permite a las personas tomar el destino en sus propias manos y construirlo conscientemente, proponiéndose metas de liberación cada vez más altas, en un proceso de transformación de la realidad y autotransformación de los individuos. La propiedad colectiva sobre los medios de producción, con una economía planificada democráticamente por los trabajadores y trabajadoras, y el poder político bajo control de las mayorías populares y gestionado directamente por ellas, no solo brindan un bienestar material y espiritual para todos a una escala mucho mayor de la que puede proporcionar el capitalismo, sino que sientan las bases para emancipar a los seres humanos de todo tipo de cadenas, discriminaciones e injusticias que les oprimen, además de multiplicar sus potencialidades de desarrollo científico, tecnológico y cultural, en una convivencia armónica y respetuosa con la naturaleza.

El socialismo es la posibilidad cierta de edificar un mundo donde imperen las relaciones sociales basadas en la solidaridad y la cooperación, y de garantizar una vida libre de dominaciones.

El capitalismo en Cuba, aunque venga disfrazado de modernidad, adelantos y prosperidad, en realidad significaría un retroceso a un pasado lleno de oprobio. Constituiría, en primer lugar, el fin de nuestra existencia misma como nación independiente, pues un gobierno capitalista en Cuba solo podría sostenerse bajo los auspicios del imperialismo norteamericano y subordinado a sus intereses. En sentido contrario a la república ideal de libertades y derechos con que se pretende presentar, el capitalismo implicaría tanto la pérdida de conquistas sociales históricas de la Revolución cubana como la expropiación del pueblo y el saqueo de sus riquezas por parte de élites nacionales e internacionales. Una economía basada en la propiedad privada, guiada por una lógica de ganancia, afán de lucro e interés individual no tendría como objetivo el desarrollo nacional ni la satisfacción de las necesidades de las personas, sino que estaría orientada al enriquecimiento de la burguesía local y a cumplir disciplinadamente un rol dependiente y periférico en el mercado capitalista mundial. Solo beneficiaría a unos pocos, y condenaría a la pobreza y a la exclusión a la mayoría de los cubanos y cubanas.

La restauración de un régimen de esclavitud asalariada y de explotación del hombre por el hombre traería como resultado, en lugar de un consumo masivo de bienes materiales al alcance de todos, como ingenuamente algunos creen, un aumento exponencial de la desigualdad, la corrupción y la marginalidad.

Tampoco sería alternativa viable para Cuba ninguna fórmula mixta que intente mezclar «lo mejor del socialismo con lo mejor del capitalismo».

El dilema que se dirime en Cuba hoy es entre avanzar por una senda de profundización socialista, o descender por el abismo sin fin del capitalismo. No hay margen para una vía intermedia.

Es utópico pretender factible un sistema estable donde se produzca de manera capitalista y se distribuya de modo socialista. El uso de las armas melladas del capitalismo es un paso atrás que en un momento determinado puede ayudar a salir de una coyuntura de crisis económica a un régimen socialista aislado, acosado por el imperialismo y obligado a insertarse en condiciones adversas en el comercio internacional. Pero la ampliación de los mecanismos de mercado y su extensión en el tiempo en ningún caso serán favorables al avance de la transición socialista en dirección al comunismo y, en última instancia, desembocarán inexorablemente en la restauración capitalista.

Cuando Fidel se vio obligado a introducir en los años noventa elementos de mercado reproductores de desigualdad, para garantizar la supervivencia del proyecto cubano, los vio siempre como algo temporal y contrario a nuestras metas.

La desigualdad es un cáncer mortal para el socialismo, que nos debilita y socava constantemente las bases y fuentes de nuestra resistencia.

El mercado y la propiedad privada no son instrumentos asépticos que puedan ser controlados y usados convenientemente en la construcción de un determinado tipo de socialismo, sino armas del capitalismo para reproducirse. Ellas solo pueden garantizar prosperidad para unos pocos y la sostenibilidad y expansión de la explotación.

¿Qué socialismo tenemos?

El socialismo que tenemos es más el que hemos podido hacer que el que hubiéramos querido. Es resultado de la sumatoria de varias continuidades y rupturas. Forman parte de sus permanencias tanto esencias que lo acercan al ideal del deber ser como deformaciones estructurales que le obstaculizan el avance y amenazan su pervivencia. Al lado de una constante vocación de justicia social y la construcción de una nueva cultura y un nuevo modo de vida y de relaciones entre los seres humanos, persisten prácticas y rasgos negativos como la corrupción, el autoritarismo, el verticalismo, la gestión burocrática de la economía y de la política. Provenientes la mayor parte de estos de la copia mecánica que hicimos del modelo burocratizado de la Unión Soviética y Europa oriental, se han unido a las dificultades propias de intentar la transición socialista en un país aislado, periférico y subdesarrollado, y bajo un acoso imperialista brutal, para configurar zonas de «no socialismo» en nuestra sociedad. Con la profunda crisis económica sobrevenida luego del derrumbe soviético, y las medidas tomadas para enfrentarla y sobrevivir, se erosionaron las políticas sociales de igualdad y protección, y sufrió desgaste el consenso popular alrededor de la Revolución.

A partir de entonces ha entrado en una fase más aguda la disputa cultural entre capitalismo y socialismo en Cuba, librada sobre todo al nivel de los valores y la representaciones de las personas en su vida cotidiana y sus relaciones sociales, y en la cual el modo capitalista de vivir, comportarse y ver el mundo ha registrado avances notables en los últimos años, introduciendo la aceptación entre nosotros como elementos legítimos, normales e incluso deseables de la desigualdad, de la explotación del trabajo ajeno, de la competencia y la obtención de ganancia como móviles fundamentales para el aumento de la productividad, del dinero como medio fundamental de acceso a bienes y servicios.

La contrahegemonía socialista se ha estado batiendo en retirada, y en ocasiones se ha visto reducida al rol redistributivo del Estado y a la administración y permanencia de conquistas sociales del pasado. El socialismo cubano necesita, en medio de las condiciones difíciles en las que existe, librar una batalla sin cuartel contra la expansión del «sentido común» burgués y la normalización de prácticas y tendencias económicas, políticas y sociales que les son antitéticas.

El pueblo cubano necesita una mejoría de su vida material luego de una crisis muy profunda de más de 30 años. Esa es una necesidad impostergable, pero otra cosa muy distinta es apelar mayoritariamente a resortes materiales y de progreso individual.

Los móviles de nuestra resistencia no pueden basarse en lo fundamental en la esperanza de progreso y prosperidad material individual, porque ese es un campo de batalla en el que siempre estaremos perdidos de antemano con el imperialismo. Ellos siempre tendrán más para ofrecer que nosotros en ese terreno. Nuestros resortes tienen que ser esencialmente políticos, privilegiar salidas colectivas y solidarias que construyan la prosperidad entre todos y para todos.

¿Qué socialismo necesitamos?

El socialismo que queremos/necesitamos es uno donde se encuentren cada vez más socializados el poder y los medios de producción, esto es, que estén bajo la gestión directa de los trabajadores y trabajadoras y el pueblo, y sean ellos quienes tomen las decisiones fundamentales relativas al Estado, la economía y la sociedad.

Un socialismo que entienda la revolución mundial contra el capitalismo como esencia vital de su proyecto, que no puede quedar constreñido a las fronteras nacionales de un país y que necesita, para su sobrevivencia y avance, el acompañamiento y la integración con otros procesos emancipatorios a nivel internacional.

Uno que se asuma no como un punto de llegada o un modelo social específico, sino como un camino, un estado permanente de cambios y profundizaciones hacia el horizonte comunista, de construcción de una nueva cultura que erradique todas las exclusiones y jerarquías. Que combata sin descanso por la conquista de toda la justicia, no solo por la que parezca posible según estrechos criterios economicistas.

¿Qué democracia para qué socialismo?

Las posturas que buscan desdibujar la lucha entre revolución y contrarrevolución en la que se debate Cuba, e intentan sustituir la pugna central entre socialismo y capitalismo por la abstracción ideal de un Estado elevado por encima de la sociedad que representa a todos y arbitra con justicia las contradicciones sociales sin más compromiso que el apego a la ley, olvidan a conveniencia que el aparato estatal es siempre un instrumento de dominación de clase que responde a los intereses de unas u otras, no de todas a la vez. Cualquier apelación en abstracto a una República democrática, derechos y libertades sin señalar su contenido de clase, se está refiriendo en realidad a la democracia burguesa. En Cuba el poder estatal debe continuar en manos de los revolucionarios y en función de los intereses de las mayorías, pero debe socializarse cada vez más bajo el control democrático de los trabajadores y el pueblo organizado. Solo el socialismo puede proveer verdadera democracia, libertad, igualdad e inclusión.

Todo aquel que reclame para Cuba la democracia en abstracto, sin reparar en su contenido de clase, en realidad está apelando a una democracia burguesa. Cualquier democracia burguesa, no importa cuán compleja, abierta y evolucionada sea, significa siempre una dictadura de la burguesía, que es realmente quien domina y controla todas las decisiones importantes. Como advertía Lenin: «Es lógico que un liberal hable de “democracia” en términos generales. Un marxista no se olvidará nunca de preguntar: “¿Para qué clase?”».

Necesitamos discutir no sobre visiones abstractas sino sobre una construcción específica de la democracia, para llegar a consensos de los «qué», pero sobre todo para encontrar los «cómo». ¿Cómo ejercer la democracia socialista, cómo profundizarla? Si tomamos en cuenta que el socialismo es — reduciéndolo a una forma simple— socialización creciente de la propiedad y del poder, se entiende la importancia que ha tenido siempre para Cuba la reflexión acerca de nuestras prácticas democráticas. Pero estos días tan complicados y difíciles le han otorgado una urgencia mayor.

Lo que nos debe interesar sobre todo para el debate son las características, funcionamiento y contenido de la democracia del periodo de tránsito, con formas y procedimientos específicos, propios, que sirvan efectivamente a sus propósitos.

Debe ser la más democrática de las dominaciones de clase conocidas hasta ahora por la humanidad. A la vez que debe expresar los intereses y defender el poder de las mayorías, debe ir tendiendo progresivamente, desde el primer día, a su autodisolución (el semi-Estado del que habló Lenin).

Se trata del primer poder en la historia ejercido por amplias mayorías sociales, y cuyo fin último no es perpetuarse sino desaparecer para dar paso a la emancipación total de los seres humanos, y el de existir solo mientras sea necesario.

Hay otra variable que condiciona sobremanera el funcionamiento y reproducción de los regímenes de transición socialista, de importancia cardinal para Cuba desde hace 60 años, para su presente y su futuro, y es que mientras se mantengan aislados y no triunfe la Revolución socialista a escala mundial están condenados a existir bajo el acoso y la hostilidad permanentes de poderosas fuerzas reaccionarias, internas y externas. En el caso de Cuba ha implicado la pelea más dura posible porque ha debido desafiar, en situación muy asimétrica, el poder imperialista más formidable de la historia; y ese es un elemento que no debe faltar en ningún análisis que se pretenda serio sobre nuestra realidad. En el recuento que se haga sobre el daño que nos ha provocado en estas seis décadas y media la agresividad imperialista, de la cual el bloqueo ha sido la principal herramienta, debe incluirse la influencia que ha tenido, directa o indirectamente, en nuestras carencias y deficiencias democráticas. Porque ante el reto de construir un parlamento en una trinchera muchas veces nos ha obligado a priorizar a la segunda a costa del primero, y también porque ha servido de cobertura a la protección de intereses y privilegios de segmentos burocráticos.

La condena al bloqueo y al acoso imperialista no es un asunto de corrección política sino de principios, porque es real el daño que provoca y el obstáculo que representa, no sólo para el desarrollo económico sino para el avance de todas las posibilidades emancipatorias del socialismo.

Aún en medio de esa hostilidad del imperialismo y de la necesidad de defendernos frente a un enemigo poderoso que seguirá empleando todos los recursos con que cuenta para vencernos, no podemos renunciar a la profundización democrática de nuestro socialismo pues sólo ella garantizará una resistencia eficaz y la conquista de nuevas liberaciones. De cara a los nuevos tiempos, Cuba deberá perfeccionar sus estructuras democráticas, profundizar las ya existentes e incorporar las nuevas que precise con el fin de que manden cada vez más los trabajadores y el pueblo, pero nunca podrán servirle las de la democracia burguesa que quieren recetarle, pues solo buscarían sancionar el regreso del capitalismo.

No somos reformistas, somos revolucionarios. No queremos hacerle cambios cosméticos al capitalismo para que funcione mejor y atenuar las desigualdades que provoca — como sería el sueño de todo socialdemócrata bien portado— sino destruirlo y edificar un mundo nuevo sobre sus restos.

En el caso concreto de Cuba, aquí y ahora, no queremos hacerle reformas a la Revolución que le prepararían un lento regreso al capitalismo, disfrazado de evolución y adecuación a la realidad. Queremos defenderla y hacerla avanzar en un sentido socialista, mantener su orientación en dirección a la utopía comunista, y en pos de ella movilizar las potencialidades creadoras del pueblo. Queremos, en fin, profundizaciones revolucionarias que nos impulsen hacia delante, no «modernizaciones» que nos hagan retroceder.

Hay tres ideas que me parecen fundamentales. Primero: la democracia es consustancial al socialismo. No es un adorno ni un lujo, no es algo que podamos tener o no, es parte orgánica e intrínseca del socialismo, no solo por una necesidad cultural, política, sino también por una necesidad económica. La forma que tiene el socialismo de producir eficientemente es que los trabajadores sean realmente los dueños de los medios de producción, los que controlen, los que elijan, los que decidan qué se hace en las fábricas y centros de trabajo de todo el país.

La segunda: la democracia del socialismo tiene que ser distinta a la burguesa. Cuando se habla de nociones en abstracto de democracia, derechos, libertades, si no se le da un contenido de clase realmente de lo que se está hablando es de una democracia burguesa. El socialismo debe darse formas nuevas de democracia que, por supuesto, no pueden desechar las herramientas del liberalismo, pero reconvertidas y puestas en función de la dominación de clases de la mayoría.

Para profundizar en el deber ser de la democracia socialista podemos aprender mucho de las experiencias históricas, de la propia Revolución cubana, y de otras revoluciones. Pienso, por ejemplo, en el caso de la Revolución Rusa, en la utilidad de un texto que el mismo Che consideró que debía ser una Biblia de bolsillo para los revolucionarios y creo que no estudiamos suficientemente: «El Estado y la revolución», de Lenin, que constituye una de las perspectivas más radicalmente democráticas dentro de la tradición marxista. Entre varios puntos esenciales planteados allí por Lenin para garantizar el funcionamiento democrático durante la transición socialista, hay dos que valdría la pena recordar. Uno, elegibilidad y revocabilidad de los cargos públicos administrativos; y dos, la rotación de esos cargos públicos. Decía Lenin que cuando todos son burócratas por turnos, nadie es un burócrata.[2]

Ubicar toda la institucionalidad estatal bajo dominio popular y obrero resulta imprescindible para el socialismo.

Y en tercer lugar: todas las experiencias socialistas que han existido han estado atravesadas por aquella tensión que Fernando Martínez Heredia llamaba la contradicción central dentro de un proceso de transición socialista, la tensión entre el poder y el proyecto, entre un poder que necesariamente debe ser muy fuerte para defenderse de un acoso constante, y un proyecto de liberación muy radical en sus propuestas democráticas y de justicia social.[3] Eso se traduce también en la tensión entre la necesidad de la unidad y la necesidad, al mismo tiempo, de crítica y de espacios de participación democrática. No tienen que ser excluyentes, al contrario, el debate y la crítica son una fortaleza para la unidad de la Revolución.

¿Qué tipo de unidad?

La crítica de izquierda, al menos una digna de tal nombre, no es peligrosa para la Revolución sino para la burocracia. Crítica de izquierda fue la que hizo el Che cuando advirtió sobre los peligros que se cernían sobre la construcción socialista y sobre las posibilidades de regreso al capitalismo en la URSS,[4] la que hizo Fidel de forma constante a lo largo de toda la revolución, como cuando el 17 de noviembre de 2005 arremetió contra los corruptos y los nuevos ricos.[5] Hoy esa crítica es más necesaria que nunca para evitar una restauración capitalista en Cuba.

Es completamente legítimo que la Revolución use todos los medios a su alcance para defender el poder conquistado hace 65 años y no brinde espacio ni representación a ningún proyecto contrario a ella. Lo que sí creo firmemente es que dentro de la Revolución hay varios proyectos y caminos, y esos sí deben gozar de espacio, libertades y posibilidad de expresión en igualdad de condiciones.

Algunos pudieran alegar que eso debilitaría la unidad y le haría el juego a los propósitos del enemigo. Una unidad consciente como resultado del consenso entre distintas posiciones revolucionarias después de un debate libre y abierto será siempre más sólida que la obtenida a través de la obediencia y el unanimismo.

La unidad de los revolucionarios es condición indispensable para defender la Revolución de los ataques imperialistas y de la derecha, y profundizarla. Pero su uso por parte de la burocracia pudiera servir para defender intereses espurios y grupales, que en última instancia pondrían en peligro la Revolución y prepararían su derrota y entrega, sin la posibilidad de un rechazo fuerte.

No se pueden olvidar las lecciones de la Historia. La acusación realizada por una burocracia corrupta y usurpadora del poder a revolucionarios de izquierda de atentar contra la unidad y, por tal razón, de hacerle el juego al enemigo y perseguir sus mismos objetivos llevó al asesinato y al destierro a miles de comunistas en la antigua Unión Soviética, consumó la contrarrevolución burocrática que exterminó la generación de bolcheviques que hizo la revolución junto con Lenin y desembocó a la larga en la restauración capitalista. La misma burocracia que acusó a los revolucionarios de socavar la unidad del pueblo se reconvirtió en una nueva clase capitalista, sin que una numerosa militancia comunista, acostumbrada a obedecer sin crítica las orientaciones superiores para no afectar la unidad, pudiera hacer nada por impedirlo.

Como demuestran las experiencias socialistas del siglo XX, la unidad es imprescindible para defender la Revolución, pero por sí sola será insuficiente para profundizarla, que es el único modo de evitar su derrota.

Ella deberá ir acompañada de un control popular sobre la burocracia, es decir, de un efectivo ejercicio de poder popular y de un activo, propositivo y comprometido pensamiento crítico de izquierda. Su fuerza debe servir efectivamente a los objetivos de liberación que nos hemos propuesto, lo que solo será posible, entre otras cosas, si dentro de ella encuentran espacio todas las posiciones revolucionarias.

Es lógico, normal y hasta deseable que entre los revolucionarios surjan innumerables puntos de conflicto, polémicas, visiones distintas sobre los caminos a seguir y las medidas a tomar. Es natural, porque en la esencia misma del ser revolucionario, en su naturaleza, está la comprensión crítica del mundo circundante, el arribo a conclusiones propias y la lucha con pasión por transformarlo. En un proceso como la revolución, donde confluyen tantos rebeldes e inconformes, son inevitables las contradicciones. Es saludable para la revolución cuidar porque siempre estas diferencias puedan ventilarse en un ambiente de debate franco. Una unidad construida de esa manera no consideraría las discusiones y los conflictos entre revolucionarios como algo dañino y peligroso que debe ser atajado, conjurado y prevenido, cubierto con el manto del silencio y constituir materia del olvido para la historia, sino como expresión de vitalidad y como estado natural de existencia de las revoluciones.

Lo que sí sería perjudicial para la revolución y su proyecto, a la corta o a la larga, con el pretexto de no dar espacio al enemigo, es la unidad construida verticalmente sobre la obediencia acrítica, el unanimismo y la disciplina sin cuestionamientos de las disposiciones dictadas desde organismos superiores, una unidad que penalice la diferencia, banalice el debate o lo convierta en la eterna catarsis o recogida de opiniones, que no reconozca la existencia de distintas concepciones sobre el socialismo y que ellas tienen derecho a expresarse organizadamente, aunque no sean las consideradas correctas desde las estructuras de poder.

En el clima asfixiante de una unidad obtenida así lo único que se fomenta es la doble moral, el oportunismo y el arribismo. La mejor formación de un revolucionario es el debate y la lucha ideológica constantes. La discusión sincera no puede más que fortalecer la implicación y la unidad de los sectores más firmemente comprometidos con la revolución y el socialismo.

Necesidad del debate y la participación

Una de las características más descollantes de la década del sesenta en Cuba fue la existencia de un debate muy intenso sobre los más diversos aspectos de la cultura, la ideología, la economía y, por supuesto, la política, impelidos sus protagonistas por una Revolución que transformaba o pretendía transformarlo todo, desde los rumbos más generales de la economía hasta los contenidos y métodos de la educación preescolar, pasando por todas las relaciones sociales y la vida cotidiana. Y todo esto cuando la Revolución comenzaba, cuando casi todo estaba por hacer, cuando se suponía era más débil, cuando era más agresivo el acoso.

La única manera que tiene una Revolución de no caerse es avanzar siempre hacia adelante, no detenerse, no «normalizarse», no dejarse secuestrar por el sentido común, no dejarse encorsetar por los límites de lo posible.

A la par de las transformaciones económicas, el socialismo debe crear una nueva cultura, diferente y opuesta al capitalismo, nuevos valores, nuevas relaciones sociales. La transición socialista sólo puede avanzar como resultado de una planificación, una voluntad política y una movilización enorme de los sentimientos y aspiraciones trascendentes de la gente.

Dado que pretende la construcción colectiva, y no la donación desde arriba, desde una vanguardia iluminada y experta, de una nueva sociedad y de nuevas relaciones sociales, para el régimen de transición socialista la participación y la deliberación no son un adorno, una mera cuestión formal o de procedimiento, o herramientas para corregir excesos, brindar estabilidad, legitimidad y consenso al sistema de dominación y atenuar o gestionar el conflicto social de modo favorable a su permanencia. Ellas son componente esencial y necesario de la transición socialista, su modo de existir. En el socialismo el ejercicio del poder político tiene que ser patrimonio de las mayorías, no de unos pocos en nombre del pueblo.

Contra la Revolución y el socialismo, contra su derecho a existir, ningún derecho. Ese es el límite principal, reconocido además como un principio constitucional. Otro debate sería quiénes y cómo fijan ese límite, que puede ser variable en el tiempo, porque lo que en un momento puede ser peligroso o amenazar la existencia de la Revolución no tiene por qué serlo en otro.

La respuesta de quiénes y cómo fijan ese límite es importante también para que no sirva a la defensa de intereses espurios de grupos de poder, de privilegios burocráticos, frente a un poder popular ejerciendo democráticamente sus derechos. Por eso resulta vital regular y establecer los mecanismos para manifestarse por demandas ciudadanas puntuales contra injusticias, arbitrariedades, malas prácticas, abusos de poder, sin atentar contra el orden social y político que soberanamente nos hemos dado los cubanos y cubanas, y evitando que sean cooptadas por la agenda subversiva imperialista. Pienso por ejemplo, ahora que tenemos mipymes, en las formas de lucha y de presión que puedan tener los trabajadores y trabajadoras contra sus patrones privados por mejores condiciones laborales, mejores salarios, etcétera.

La revolución, que ha dialogado siempre con las inmensas mayorías del pueblo cubano, que ha atendido sus demandas y respondido a sus aspiraciones, que garantiza la posibilidad de alcanzar una vida digna y plena, tiene derecho a existir y defenderse. Por eso, el único diálogo posible en Cuba es entre los revolucionarios y entre los que no se propongan el derrocamiento de la Revolución. El campo revolucionario cubano es suficientemente amplio, diverso y plural como para no ser monocorde. En su interior coexisten distintas visiones y propuestas sobre el socialismo, cuyo debate respetuoso, preservando la unidad, solo puede ser beneficioso para la revolución. La posibilidad de la reproducción de la hegemonía socialista en Cuba, de una renovación de nuestro proyecto socialista, pasa porque el surgimiento espontáneo de iniciativas políticas revolucionarias desde las bases no sean anécdotas aisladas y coyunturales, sino una práctica permanente y sistemática de la Revolución cubana.

Desde una perspectiva de izquierda, queda mucha batalla por dar dentro de la revolución, contra la burocracia, contra la corrupción, contra prácticas verticalistas y autoritarias, contra los retrocesos que amenazan con pavimentar un camino de regreso al capitalismo; pero nunca podrá estar entre sus demandas la reclamación de un espacio legítimo para que la contrarrevolución capitalista actúe legalmente.

Aun con las carencias que se le pudieran señalar, lo cierto es que existe en Cuba un debate sobre los rumbos a tomar y las características de nuestro socialismo. Lo que resulta inadmisible es pasar de contrabando, como de izquierdas, mucho menos como socialistas, ideas, discursos y prácticas que en realidad son reaccionarios y favorecen la restauración del capitalismo en Cuba, con la consiguiente pérdida de soberanía nacional.

Por eso deviene necesidad compartir algunas nociones de lo que entendemos por un posicionamiento de izquierda en la Cuba de hoy, desde la perspectiva del marxismo revolucionario.

Ser de izquierdas en Cuba hoy significa, en primer lugar, estar dentro de la revolución, participar en ella, formar parte de ella, no contra ni fuera de ella. Defenderla de sus enemigos, contribuir a su profundización y avance, alertar de los peligros que se ciernen sobre ella y ayudar a conjurarlos, vengan de donde vengan. Dicho en otros términos, sostener una postura de compromiso militante con la Revolución, desde la cual criticar sus errores e insuficiencias para aportar al mejoramiento de la obra colectiva.

El santo y seña de la izquierda cubana debe ser el más radical anticapitalismo, que encuentra sus principales referentes en el pensamiento de Fidel y el Che, y en la especie de bolchevismo cubano de los sesenta, que tuvo en el grupo intelectual nucleado en torno a la revista Pensamiento Crítico una de sus expresiones teóricas más importantes.

Significa entender que el principal enemigo de la Revolución cubana es el imperialismo norteamericano y la contrarrevolución capitalista que este alienta y apoya, y actuar en consecuencia. Que el eje de alternativas hoy en Cuba es el que se sigue dirimiendo entre revolución y contrarrevolución, o lo que es lo mismo, entre socialismo y capitalismo.

Comprender que el acoso y la hostilidad del imperialismo norteamericano, el más poderoso de la historia (no sobra recordarlo), forman parte de la adversa realidad en la que ha debido desenvolverse el proceso revolucionario cubano y han condicionado sus prácticas y sus decisiones. Un pueblo en resistencia, que ha peleado duramente por la defensa de sus derechos y conquistas, ha debido adecuar sus formas institucionales y democráticas a ese clima de agresión permanente, asegurando a la vez la mayor participación posible y la defensa del proyecto. En el camino recorrido desde entonces hemos cometido errores y acumulado imperfecciones, pero hemos sido eficaces en garantizar la supervivencia de la Revolución. Cualquier valoración sobre la democracia revolucionaria cubana y su institucionalidad debe tener en cuenta ese factor: la necesidad de defenderse de sus enemigos y no dejarles brechas abiertas.

Una de las generaciones de jóvenes que coexiste hoy prácticamente lo único que ha visto es el período especial, con sus escaseces, sus desigualdades, las profundas contradicciones económicas, políticas y sociales que ha originado en el seno de la sociedad cubana, y la erosión constante que ha provocado en los valores, la espiritualidad y el modo de vivir socialista que hemos practicado durante seis décadas. Para ella, el discurso de justicia y bienestar de la Revolución a veces no encuentra asidero en la realidad, peor si se usan consignas gastadas y esquemas trillados.

Tenemos una responsabilidad enorme en formar a las nuevas generaciones no en la simulación, la doble moral, el oportunismo y la falsa unanimidad que tanto daño hacen, sino en la estimulación del pensamiento crítico y comprometido, rebelde ante lo mal hecho, ante las injusticias, ante todo lo que vaya en contra de la esencia igualitaria y libertaria de nuestro proyecto social. Hay toda una estrategia global del capitalismo de sujeción cultural que apuesta a la desmovilización de los jóvenes, a fomentar entre ellos la apatía, el rechazo o el desprecio hacia la política, que sus conversaciones y preocupaciones no vayan más allá de la música o la ropa de moda, o las tendencias del consumo. El capital alimenta su poder de esa indiferencia. Eso en Cuba también ha tenido su influencia, como una de las tantas lamentables consecuencias de la enorme crisis que sufrimos en los noventa, y puede ser letal para la supervivencia de nuestro proyecto. Por eso debemos combatir el formalismo y el vaciamiento de contenido de nuestra vida política.

Decía Allende que ser joven y no ser revolucionario era una contradicción hasta biológica. Pero en Cuba el espíritu de esa frase no debe ser visto solo como obediencia, disciplina, el cumplimiento de lo que se orienta, sino como compromiso y rebeldía.

Compromiso con una obra social de justicia que es inmensa, legada por nuestros padres, y que debe ser preservada. Pero si se tratara sólo de defenderla, no valdría la pena, porque ella también ha tenido limitaciones y defectos, como toda obra humana, y muchas veces se ha hecho lo que se ha podido y no lo que se ha querido frente al acoso y la reacción perennes. Nosotros debemos construir una sociedad mejor, la que viviremos nosotros y dejaremos a nuestros hijos y nietos, y ello sólo podrá ser posible si participamos no desde la obediencia pasiva a lo que otros decidan, sino desde el compromiso crítico, activo, pensante y propositivo.

Conclusiones

El poder que legítimamente ha tenido la dirección histórica de la Revolución, con el respaldo del pueblo y en su nombre, y que ha permitido sostenernos en las condiciones más adversas, no puede ser transferido a una burocracia que vele en primer lugar por sus propios intereses y que podría jugar un papel contrarrevolucionario, como ya sucedió en la URSS; sino al pueblo organizado en estructuras funcionales que le permitan tomar las decisiones fundamentales del país.

Imposibilitados de usar los viejos látigos del capitalismo si de verdad queremos alcanzar objetivos trascendentes de emancipación, el único modo que tenemos de aumentar la productividad y la eficiencia, de generar crecimiento económico por medios socialistas, es a través de la conciencia, de la educación, de la formación de nuevos hombres y mujeres, y de nuevas relaciones sociales de producción entre ellos. En este sentido, el control real de los trabajadores sobre la política y la economía es una necesidad vital de la transición, su modo de existencia, y la principal forma que tiene para desarrollar las fuerzas productivas en un sentido socialista.

Una Revolución sólo puede existir si es capaz de pensarse constantemente, de revisarse, de renovarse, es decir, de revolucionarse permanentemente. Debe subvertirse una y otra vez.

Si el poder deja de ser un instrumento para la liberación y pasa a ser un fin en sí mismo, habremos errado el rumbo del socialismo. No debemos cejar en el empeño de conquistar toda la justicia, toda la democracia y toda la libertad. Hacer retroceder todas las dominaciones y hacer avanzar todas las liberaciones: un revolucionario no puede conformarse con menos.

Notas:

[1] La hazaña extraordinaria que escribió Cuba frente a la pandemia, por ejemplo, fue posible por haber realizado una revolución socialista y contar con una economía nacionalizada y planificada. Lo que hizo Cuba en ese período es una prueba más de la superioridad del socialismo. Es una auténtica locura que un país atrasado como Cuba, con una economía asfixiada, haya sido capaz de desarrollar vacunas contra el coronavirus. Todo el potencial científico y la infraestructura que lo hizo posible se debe a las inversiones en desarrollo científico y biotecnológico que realizó Fidel en los peores momentos del período especial, cuando otras urgencias y criterios más economicistas y guiados por el mercado quizás las habrían desaconsejado. Una economía planificada permite poner los recursos donde la voluntad política decide que es más importante para la protección y el desarrollo pleno de los seres humanos.

[2] «Los obreros, después de conquistar el poder político, destruirán el viejo aparato burocrático, lo demolerán hasta los cimientos, no dejarán de él piedra sobre piedra, lo sustituirán por otro nuevo, formado por los mismos obreros y empleados, contra cuya transformación en burócratas se tomarán sin dilación las medidas analizadas con todo detalle por Marx y Engels: 1) no sólo elegibilidad, sino revocabilidad en cualquier momento; 2) sueldo no superior al salario de un obrero; 3) inmediata implantación de un sistema en el que todos desempeñen funciones de control y de inspección y todos sean “burócratas” durante algún tiempo, para que, de este modo, nadie pueda convertirse en “burócrata”». V. I. Lenin: El Estado y la Revolución, Fundación Federico Engels, Madrid, 1997, p. 132.

[3] «Ante todos los que pretenden contribuir al cambio continuado de las sociedades y las personas, que es el camino hacia la liberación socialista, se levanta la tensión permanente entre el poder y el proyecto. Ese es probablemente el problema más dramático del socialismo (…)». «Cuba y el pensamiento crítico, por Néstor Kohan», en Fernando Martínez Heredia: Pensar en tiempo de revolución. Antología esencial, CLACSO, Buenos Aires, 2018, p. 1246.

«Las relaciones, tensiones y contradicciones entre el poder y el proyecto, la dominación y la libertad, la unidad y las diversidades, las relaciones económicas y la igualdad de oportunidades, la autoridad y la participación, son temas –entre otros– del socialismo cubano (…)». «Visión cubana del socialismo y la liberación», en Fernando Martínez Heredia: Ob. cit., p. 874.

[4] «Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez en forma más marcada las relaciones de producción y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP (…) se están resolviendo hoy a favor de la superestructura; se está regresando al capitalismo». Ernesto Che Guevara: Apuntes críticos a la Economía Política, Ocean Sur-Centro de Estudios Che Guevara, La Habana, 2006, p. 7.

[5] Discurso pronunciado por Fidel Castro en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005, en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html

julio 09, 2025

Cine cubano en Bariloche

Cine Cubano en el Sindicato de Trabajadores Judiciales

En el marco del ciclo de Cine Cubano y Videos Debate, el Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba invita a la proyección del documental:

“26 de Julio – Cuartel Moncada”

Transmitido el 24 de julio de 2000 por la radio y televisión cubana durante el programa “Mesa Redonda” con dirección de Randy Alonso y la periodista invitada Marta Rojas, y con la participación de Fidel Casto dando testimonio acerca del desarrollo de los hechos.

Duración: 60 min.

Las y los esperamos este viernes 11 de julio a las 20 hs. en el Sindicato de Trabajadores Judiciales, en calle Albarracín 1135 (casi esquina Ruiz Moreno).

Con entrada libre y gratuita.

Invita el Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba.

julio 08, 2025

Síntesis y conclusiones del Círculo de Lectura Nº 194-195

Síntesis y conclusiones del Círculo de Lectura Nº 194-195

“Los oxidados huesos de la Guiteras ya no aguantan tanto”

Texto publicado el 28 de febrero de 2025 en el Periódico Girón de Matanzas y que fuera escrito por el escritor cubano Guillermo Carmona Rodríguez, es un relato acerca de como los obreros de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, ubicada en la bahía de Matanzas, proceden a su reparación ante los cada vez más frecuentes desperfectos que sufre debido a su ya largo tiempo de funcionamiento y a la escasez de repuestos debido al bloqueo que afecta a Cuba. Hierro. Ruido. Hierro. Zumbidos de moscas de níquel. Hierro. Ruido. Ruido. Hierro. Los trabajadores de la Central se esfuerzan para resolver un daño que sufriera la caldera con un enorme espíritu de compromiso con su patria, con mucho esfuerzo a pesar de los pocos recursos disponibles. Antes la Guiteras se desconectaba del Sistema Eléctrico Nacional y no se enteraba nadie porque había unos cuantos cientos de MW de reserva. De esta manera se podía trabajar con más calma y solucionar las averías con precisión. Ahora el aporte energético de la Central es fundamental para ayudar a disminuir, en parte, los tan frecuentes apagones que sufre la isla debido a la insuficiencia de energía eléctrica. Finaliza el relato con la frase: “Sobrepasamos hierro y ruido. Hierro. Ruido. Hierro. El murmullo de gato enfurruñado de las sierras eléctricas. Ruido. La Cariñosa, una viga atravesada en un tramo de escalera que llaman así porque ha besado a más de uno en la frente. Ruido. Hierro. Cuando arribas al último piso de la Guiteras, te percatas de que desde tan alto parece un gran barco de metal que encalló en una orilla de la bahía de Matanzas”. ♦

Durante el posterior debate nos llamó la atención el trabajo de los obreros de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, su abnegación y el espíritu patriótico puesto en la tarea. Recordamos el documental que vimos en nuestro último video debate “Che Guevara, ser político y técnico a la vez”, donde el Ché decía que el trabajo de los técnicos debía ser realizado con sentido solidario y en beneficio de la sociedad en su conjunto. El bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos al pueblo cubano se pone claramente de manifiesto a lo largo de este relato, donde los responsables de la reparación de la ya desgastada y vieja Central Termoeléctrica deben realizar sus tareas en condiciones muy precarias y con escasos recursos, pero con mucha voluntad y solidaridad hacia su pueblo. Ese mismo bloqueo, y debido a las necesidades de poder obtener mayores beneficios económicos hace que obreros calificados emigran a otros países con lo cual resulta más complicado llevar a cabo la reparación de la Central. Pero, así y todo, han logrado cumplir con su cometido y nuevamente entró en servicio.

Finalmente se decidió abordar para el próximo espacio de lectura del sábado 02 de agosto un texto tomado de la revista digital cubana La Tizza y escrito por Frank Josué Solar Cabrales: “Certezas y encrucijadas del socialismo en Cuba”.

Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba, 05 de julio de 2025.

junio 11, 2025

Cine Cubano en el Sindicato de Trabajadores Judiciales

Cine Cubano en el Sindicato de Trabajadores Judiciales

COMUNICADO DE PRENSA

En el marco del ciclo de Cine Cubano y Videos Debate, y en conmemoración del 97 aniversario del natalicio de Ché Guevara, el Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba invita a la proyección del film:

“Che Guevara, ser político y técnico a la vez”

Documental tomado del programa de la Televisión Cubana “La pupila asombrada” que trata sobre la actualidad del pensamiento del Che con respecto a la puesta en práctica de los conocimientos técnicos desde una visión política.  

Duración: 57 minutos

Las y los esperamos este viernes 13 de junio a las 20 hs. en el Sindicato de Trabajadores Judiciales, en calle Albarracín 1135 (casi esquina Ruiz Moreno).

Con entrada libre y gratuita. 

Invita el Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba.

junio 05, 2025

Círculo de Lectura # 194-5 – Junio - Julio de 2025

Círculo de Lectura # 194-5  –  Junio - Julio de 2025

“Los oxidados huesos de la Guiteras ya no aguantan tanto”

 Por: Guillermo Carmona Rodríguez

28 – Feb – 2025. Tomado del Periódico Girón (Matanzas)

https://giron.cu/2025/02/28/oxidados-huesos-de-la-guiteras/

 Sobrepasamos hierro y ruido. Hierro. Ruido. Hierro. El murmullo de gato enfurruñado de las sierras eléctricas. Ruido. La cariñosa, una viga atravesada en un tramo de escalera que llaman así porque ha besado a más de uno en la frente. Ruido. Hierro. Cuando arribas al último piso de la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras, te percatas de que, desde tan alto, parece un gran barco de metal que encalló en una orilla de la bahía de Matanzas. 

El salitre, de a poco, se come los viejos huesos del navío. Sus hierros toman la consistencia del coral: agujereados y de un color rojo apagado. Cuando sopla una racha fuerte de viento, pequeñas esquirlas se desprenden de las vigas de apoyo, de las rejillas que funcionan como piso, de las escaleras estrechas con barandas a las que le faltan segmentos. La Guiteras te ametralla como si te odiara. Los fragmentos te impactan en el pecho, en los muslos, en los brazos.

Cuando se escucha tomar fuerza el aire con ese ruido de cuchillas que antecede a una ráfaga fuerte, los trabajadores que laboran en la reparación de la termoeléctrica bajan la cabeza para que los pedazos de óxido no los golpeen en los ojos. Deberían portar gafas para evitar una herida en la córnea; no obstante, en estos momentos no cuentan con dicho equipamiento y solo logran protegerse al estar al tanto de los cambios de humor del viento. Como hacen el movimiento al unísono, parece que le hacen una reverencia a algún dios de la centella y el tizne.

I

Son cerca de las seis de la tarde. El sol se pone por detrás de la ciudad, a unos kilómetros de la Central. El tono rojizo del atardecer se sobrepone al del óxido. Los hierros no lucen ya tanto como un coral, sino que sangran. A unos 40 metros de altura, los técnicos que laboran en la reparación de la caldera acaban de realizar su reverencia después de un soplo violento, y retoman la conversación que quedó en el aire: si cuando lleguen a casa tendrán corriente o no.

Pronto acabará su turno, a eso de las siete; así que hablan sobre darse una ducha para quitarse el churre y el vanadio de encima, de si bombearon agua a su zona este miércoles, de comer sin iluminar el plato con la linterna del celular, de dormir sin que por el calor y los mosquitos den vueltas en el lecho. Como cada vez que un cubano discute sobre ese tema, después de tres o cuatro palabras, aparece una mueca de cansancio nacional, seguido por una plegaria a la Virgen de la Caridad del Cobre —el cobre del cableado eléctrico— y, por último, un silencio ante las incertidumbres. Allá arriba no es diferente, lo único que varía es que en las manos de ellos se halla la posibilidad de que los cortes de la energía disminuyan su duración.

 

“Imagínate, son 12 horas de trabajo. Salgo a las siete y llego a mi casa, en Limonar, a las ocho. Me despierto a las cinco de la mañana para coger la guagua a las seis para regresar aquí”. Víctor Manuel Solórzano Herrera es un mulato de 1,98 metros que en su adolescencia jugó para el equipo Cuba B de voleibol. Hace 18 años se contrató en la Empresa de Mantenimiento de Centrales Eléctricas (EMCE), y ahora se gana la subsistencia como soldador.

 

Sus botas están destrozadas, con grietas en la suela y con el tejido sintético descascarado. Instaló en ellas, a lo criollo, un pedazo de cuero, para que las chispas no les prendan fuego a los cordones. Comenta que el calzado de alguien que practique su oficio lleva ese tipo de artilugios, pero aquí no los hay, por lo que toca inventar. “Y ni te fijes en el overol, que no aguanta un churre ni un descosío más”.

 

Víctor regresa a soldar un tubo encima de una de las barandas. Este servirá para “mochetear” un trecho agujereado del complejo sistema de canales y depósitos que conforman la caldera. Estas mismas fugas provocaron la desconexión de la planta, unas jornadas atrás. En otras termoeléctricas se decantan por colocarles un parche a los salideros, pero en la Guiteras prefieren cercenar el pedazo de tubería averiado y sustituirlo por completo. Así tardan más; sin embargo, también resultan resistentes durante un tiempo más prolongado. “Es una señora pasada en años; hay que cuidarla”, me explica Román, el director técnico de las instalaciones, quien nos acompaña desde que llegamos al complejo.

 

Cuando terminen de darle las suturas de argón al tubo, deberán acceder a la caldera por un agujero pequeño, de un metro cuadrado, aproximadamente, y arrastrarse por una serie de túneles angostos, hasta llegar al sitio que “mochetearán”. Cuando uno se fija en la zona de los codos de los overoles de los trabajadores, los descubre raspados y sucios de tanto rozar con las paredes por el poco espacio. Probablemente, la claustrofobia no sea un miedo espontáneo, sino deja vu (sensación de haber vivido antes una situación que se está experimentando en el presente) de una muerte pasada y el correspondiente encierro, bajo tierra, en un cajón de madera de pino. Víctor cuenta que, para él, además de la opresión en el pecho por el temor que todos sufren en menor o mayor medida, por su tamaño le es muy incómodo moverse allá dentro y debe contorsionarse, convertirse en una versión compacta de sí mismo, a fuerza de escarrancharse y casi dislocar articulaciones.

 

Estas maniobras remiten a las películas de espías, cuando el protagonista se introduce en el sistema de ventilación para infiltrarse en una base de la KGB soviética. Pero en el cine estos ductos se ven impolutos, asépticos, podrías comer sobre ellos; no así los de la Guiteras. El coral de la estructura exterior se ha trasladado también hacia el interior. Sin embargo, quizá por la oscuridad, allí no luce como tal, sino como una piel infectada, con pequeñas burbujas de óxido a punto de reventar, y el vanadio como un tumor de los metales.

 

Nombrado así por Vanadis, una diosa de la belleza de la mitología nórdica, esta sustancia nos muestra que incluso lo hermoso y lo útil puede afectarnos por dentro y por fuera. Se utiliza por su resistencia a las altas temperaturas, como las que provoca una caldera, pero es tóxico, sobre todo cuando se inhala. Ocasiona ataques de asma, náuseas y, si se extiende mucho la exposición, hasta cáncer de pulmón u otras afecciones respiratorias. 

 

Yunier Sierra Carmenate me enseña un pañuelo azul atado a su cuello, como un vaquero urbano a punto de asaltar el tren de medianoche. “Utilizo esto, que aguanta un poco más, porque a nosotros nos dan nasobucos que no nos cuida tanto; aunque esto tampoco resuelve mucho”.

 

Él es el jefe de brigada de la Emce que se ocupa del área alta de la caldera. Mientras habla, su teléfono no para de sonar, el principio de La totaila se repite una y otra vez. Tal vez fuera su mujer, para preguntarle cuándo regresaría a casa o decirle que había venido la luz después de 11 horas de ausencia o, sencillamente, que lo extrañaba y ya; cuando hay rotura en la Guiteras, sabe que su marido se convertirá en un fantasma en su propio hogar, tan etéreo, que podrá atravesar paredes y muebles como si nunca hubiera estado ahí. Yunier no contesta su móvil, pero sí, en lo que tararea al Bebeshito, se sube el pañuelo azul hasta que le cubre la nariz y la boca.

 

II

Justo en la entrada de la Central Termoeléctrica, hay un cartel con un retrato de Guiteras y al lado una frase de “Aquí le damos electricidad al pueblo”. El sol de las cuatro de la tarde corta en diagonal la valla, una mitad queda en la sombra y la otra con un halo dorado. En el contexto que atraviesa la nación por estas jornadas, con solo dos o tres horas con corriente, la frase recuerda un pésimo chiste de humor negro. 

 

En Tony, un hombre guapo, el libro biográfico de Paco Ignacio Taibo II, se cuenta que Guiteras encendía un cigarro con la punta de otro. No paraba de echar humo. Abandonó el vicio cuando lo mataron en El Morillo, al otro lado de la bahía donde ahora se encuentra la termoeléctrica con su nombre. De la misma manera que al mártir, cuando se observa la chimenea de la Central Termoeléctrica sin echar humo, algo se muere dentro de uno. ¿La leve esperanza de una mejoría, quizá?

 

Dos días antes, en medio de una contingencia energética compleja, la Central debió salir del Sistema Electroenergético Nacional (SEN). Sonaron las trompetas del fin del mundo. Si ya nos enfrentábamos a apagones de seis a ocho horas —en ese mismo momento, los alimentos comienzan a apolismarse y el sueño plácido deviene privilegio para algunos—, ascendieron hasta las 16 y más. Cada vez que ello sucede, parece que entramos en un duelo nacional y uno piensa no tanto en Guiteras, sino en Martí y su poema Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche. Entonces, te percatas de que, de a poco, dejas atrás el archipiélago y te mudas a las penumbras.

 

“Si los apagones ahora son de 12 horas por ahí, cuando logremos entrar, bajarían a seis”, comenta Román Pérez Castañeda, quien nos recibe en el bloque de edificios donde se ubica la dirección. Es un señor flaco, cuyo overol le baila encima por lo ancho que le queda, y con un par de espejuelos de luna llena que hacen equilibrio en una nariz de guadaña. Quizá exagere un poco con su estimado; no obstante, reconforta en cierta manera su fe en esos viejos hierros.

 

La Guiteras, fabricada con tecnología francesa, aporta 240 megavatios (MW). Debería ascender a más, cerca de unos 320; pero, después de más de 35 años de explotación, se ve limitada su capacidad. En sí, entre las de su tipo, es la que más ayuda al SEN y le ofrece estabilidad; no obstante, forma parte de un entramado complejo (la generación distribuida, las patanas, los parques fotovoltaicos) y su funcionamiento ayuda, pero tampoco resulta un milagro que nos salvará del insomnio. Su puesta en marcha nos librará por lo menos de un par de horas del asueto de los amos de casa que se niegan a lavar a puño y jabón.

 

Debido a un tratamiento comunicativo erróneo, suele culpársele por los déficits prolongados, como si dentro de ella cupiera toda la desesperación de las madres que deben espantar con una libreta los mosquitos de encima de sus hijos, o de aquellos que se manchan las manos con carbón para poder calentar el arroz que cocinaron a las cinco de la mañana, apresurados para aprovechar la hora de “luz” que les tocó por la madrugada.

 

“Además, mientras estemos parados, para realizar las reparaciones consumimos 15 MW que no se le da a la gente —al moverse Román en la silla giratoria, la media luna de sus espejuelos se convierte en cuarto menguante por el ángulo en que refleja el resplandor de las lámparas en el techo del salón de conferencias—. Por lo menos no arrancaremos hasta el viernes en la noche”.

 

El principio de funcionamiento de las termoeléctricas es bastante sencillo, si se cuenta a grandes rasgos. El combustible se quema en la caldera, —“como los fogones pique de antaño”, ejemplifica Román—; entonces, el calor convierte el agua en vapor y así impulsa la turbina. Esta última, al moverse, genera poder. “A diferencia de los carros, donde la electricidad se transforma en energía mecánica rotatoria, aquí la energía mecánica se transforma en electricidad”.

 

Unos días atrás debieron cesar sus operaciones, al descubrir que por una rotura en una tubería hacían agua. Naufragaban en alta tierra. Si hubiera ocurrido en las instalaciones que transportaban el vapor, habrían podido resistir un poco más. Con las herramientas para medir los parámetros de la Central, detectaron el error y decidieron detener la generación. En ese momento, el déficit del país, que en el horario pico rondaba los 1 600 o 1 650 MW, aumentó a 1 800 y más, hasta alcanzar un récord histórico el 12 de febrero. Después de ello, solo quedaba esperar la caída del SEN como un suceso inminente.

 

La caldera en pleno apogeo alcanza los 1800 grados Celsius, suficientes para quemar cobre y fundir el vidrio templado. Para poder acceder a ella, hay que esperar por lo menos 24 horas a que se enfríe. En ocasiones, se entra antes de lo aconsejado a causa de la premura, pero solo para efectuar algún reconocimiento. A través de los instrumentos de medición de la Central, se puede saber cuál es el problema, mas no dónde se halla. Con ese propósito, toca realizar una exploración, incluso, aun cuando se violan protocolos de seguridad, ya que los metales pueden estar a una temperatura de 45 grados, más de la necesaria para que te rasguñe la piel —tigre de las selvas entrópicas y tropicales— si por error rozas con ellos.

 

La Guiteras resulta un ejemplo de que aquí no creemos en la muerte de los objetos. La obsolescencia programada es un lujo de los pueblos ricos. Cuando falla, corresponde echarse a correr para que pueda resistir un par de meses más; hasta que un día ya, sencillamente, le reviente el corazón-caldera. Por su peso dentro del SEN, muchas veces se violentan procesos para echarla a andar con la máxima prontitud; así se alivia la crisis, un poco, pero a largo plazo puede costarnos la tumba de la termoeléctrica.

 

III

Mientras salíamos del bloque de edificios donde se halla la dirección, Román, con su cara de luna nueva al quitarse los espejuelos para limpiarlos en el overol, explicó que, en el último arreglo, laboraron cuatro brigadas de aproximadamente 30 personas, que se rotaban cada 12 horas, para poder ponerla a funcionar en el mínimo tiempo. La Central se detuvo por la fuga en la tubería de agua; sin embargo, mientras se halle en paro se aprovecha para llevar a cabo otras acciones de reparación y limpieza, como en las cañerías de vapor o en la bomba del líquido de la turbina.

 

La CTE Guiteras cuenta con tres talleres dentro de sus instalaciones: uno eléctrico, otro relacionado con la automatización de los procesos y el último mecánico. No obstante, estos no dan abasto para cubrir todas las necesidades de la planta, por lo que se contrata ayuda externa, por ejemplo, la Empresa de Mantenimiento a Centrales Eléctricas (EMCE). Esta ahora se encarga de casi todas las reparaciones necesarias de la caldera. 

 

Después de atravesar un pequeño arco, con aspecto steampunk, con cables que lo serpentean, válvulas y tuberías como un exoesqueleto, uno contempla en su grandeza roñosa la mole de hierro —barco encallado en un extremo de la bahía—, que es en sí donde se genera la electricidad. Allí se nos une Leonardo La O Quiala, director del subgrupo de la EMCE en Matanzas. El mulato carniprieto habla bajo, como para no ofender; sin embargo, cada vez que pronuncia una palabra, para enfatizarla hace un gesto con sus cejas hirsutas. Contrarresta su tono monótono y cavernario con la agresividad de sus expresiones faciales.

 

“Corremos riesgo por la altura, porque trabajamos con fuego; pero se pueden controlar —comenta de forma neutral—. Llevamos 18 años sin accidentes. —Aquí se detiene un momento y aclara—: Los muchachos que fallecieron en el derrumbe de la chimenea hace dos años no formaban parte de nuestra empresa”.

 

En abril del 2023, varios trabajadores de la Empresa Especializada en Reparación y Mantenimiento de Chimeneas, perteneciente al Ministerio de la Construcción, quedaron atrapados después de que colapsara un tabique. Murieron dos de ellos, Lázaro Montero Pito y Alexis Labrada Junco, en una avalancha de hollín, nieve negra que te cubre como sudario de difuntos, que se te cuela por los ojos, por las fosas nasales, que te ahoga en negro.

 

“La presión se siente”, suelta de repente Leonardo. Tal vez sea una manera de decir que sí, que existen inseguridades en lo que ellos se dedican, pero alguien debe hacerlo.

 

Los afiliados a la EMCE ganan un promedio entre los 17 000 y 19 000 pesos, según se comporten las utilidades y otras formas de estimulación monetaria. En comparación con el salario de parte de los trabajadores estatales y de algunas empresas deficientes, representa una suma considerable y una bagatela con respecto a las ganancias de ciertos cuentapropistas. La cuestión de cuánto vale una vida —para los egipcios menos que una pluma; para una madre incluso el paraíso de Dante no será pago suficiente— en Cuba no se encuentra bien definida. Hablamos de la famosa compensación por peligrosidad que no solo aplica a los obreros de la EMCE, sino también a bomberos, rescatistas, entre otros, y que aún no constituye la adecuada.

 

Sin embargo, si una profesión trae consigo riesgos implícitos, cuando no se tienen los equipos de protección necesarios, estos se multiplican. Siempre se deben tener en cuenta las presiones externas que inciden sobre las importaciones de Cuba y sus forrajeos de recursos. “Tenemos problemas con los overoles, las botas y otros insumos”, explica Leonardo. Esta vez no alcanzó su tono neutro, porque sus cejas se elevaron más de lo que bajó su voz.

 

IV

Hierro. Ruido. Hierro. Zumbidos de moscas de níquel. Hierro. Ruido. Ruido. Hierro. El sonido de la bahía se cuela por los entresijos y se mezcla con el de las pulidoras. El mar es una plancha de aluminio que bruñen para quitarle los oleajes y los óxidos. Hierro. Gritos de baranda a baranda con la voz a todo hierro para irse por encima del ruido. Parece un reparto eléctrico. 

 

Estamos en el cuarto piso de la Guiteras, donde se halla un punto para penetrar a la caldera. Para entrar allí, debes contorsionarte y deslizarte por un pequeño rectángulo. Entonces, accedes a una cámara amplia. En uno de los extremos, hay una zanja ancha y profunda que por la oscuridad no se le ve el fin, supongo que la muerte se le parezca; y en el otro, una pendiente pronunciada. Al final de esta última, se hallan los tubos a “mochetear”. Para llegar a ellos, los técnicos deben trepar por una soga hasta alcanzar unas vigas donde se recuestan los trabajadores. A los que les toque soldar con argón subirán un poco más y estarán ahí, colgados en un precario equilibrio, hasta que alguien los sustituya; mientras tanto, suelda que te suelda, con las chispas a ras de la máscara, como si le reventaran fuegos artificiales en toda la cara.

 

Lázaro Milán Midesten, desde lo llano dentro de la caldera, alumbra con su celular hacia sus compañeros, los cuales se desenvuelven en la cima de la pendiente. Hay algunas lámparas portables, por aquí y por allá; pero no son suficientes para iluminar ese ataúd de metal. Ahí la oscuridad parece una bestia enjaulada, se abalanza contra las paredes, una y otra vez, y se enfurece con cada embestida, hasta que, sencillamente, cae ella y nos hace caer en la locura a nosotros. 

 

Por eso, este mulato espigado utiliza su móvil para espantar algunas sombras y ángulos muertos. Su trabajo consiste en velar por que sus compañeros cumplan con las medidas de seguridad. En estos momentos, el haz de su celular se fija en la pequeña abertura de entrada por donde tratan de colar un botellón de argón. Él pertenece a la EMCE de la CTE Mariel; lo trajeron hasta aquí por lo urgente de que la Guiteras vuelva en línea y porque las plantillas, tanto del centro como de la Empresa de Mantenimiento, no dan abasto por las prisas. Si no se le sueltan los tornillos a Dios o se le cruza algún cable, andará por aquí hasta el sábado, que podrá regresar con el agotamiento de “los rotos”. 

 

La EMCE cuenta con Unidad Empresarial de Base (UEB) en casi todo el país. Por ello, cuando falta personal o se requiere más de la cuenta por una reparación en específico, suelen trasladarlos de una provincia a otra; a algunos de forma temporal, mientras duren las reparaciones puntuales, como Lázaro, y a otros a largo plazo.

 

Briant Cuba Cabrera tiene 19 años y un tatuaje en su cuello que reza “Always dream”. Es un muchachito que se deja un pequeño bigote como los dandys de la década del 30 para lucir más adulto. Hace unos meses vino desde Santiago para Matanzas. Ahora está albergado en el Canimao, pequeño hotelito de la ciudad. Solo cada tres o más meses le dan un pase, como si fuera el Servicio Militar, para visitar su casa. “Es tremendo, hermano, pero hay que tirar pa’lante”, y luego habla de “las cositas” que dejó, por allá, por Oriente, y una sonrisa de niño maldito le endiabla la boca. Este jabao flaco, como si no se hubiera comido toda la comida que la madre le sirvió, ahora comienza sus andadas en el oficio de arreglar o, mejor dicho, enmendar termoeléctricas.

 

Adalberto Navarro Prada, por otra parte, hace más de 35 años que realiza estas labores. Trabajó un par de décadas en Camagüey y siete años aquí en Matanzas. Durante ese período, lo albergaron en el hotel Guanima, en una habitación que adaptaron como si fuera un apartamento. Trajo a su esposa y a su hija, en esos vagabundeos gitanos de quien ninguna tierra es la propia. Solo hace poco le entregaron una casa en la barriada suburbana del Naranjal Norte.

 

Este hombre, pequeño y fornido, con antebrazos de Popeye, jefe de área de la caldera para la EMCE, rememora que antes la Guiteras se desconectaba del SEN y no se enteraba nadie, porque había unos cuantos cientos de MW de reserva. Esto les permitía desarrollarse con más calma y solucionar las averías con precisión. Sobre ellos no estaban posados los ojos mediáticos de un país. No le habían puesto aún el estigma de los salvadores. Además, después de años de sobreexplotación, los componentes de la Central se hallan desgastados. También en los últimos tiempos se ha ido —del país y de la Empresa— demasiado personal especializado. A causa de esto, deben buscar obreros nuevos todo el tiempo, donde aparezcan, como resulta el caso de Briant.

 

Cuando salimos del ataúd de hierro de esa parte de la caldera, el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. Agradecimos el espacio abierto después de tanta penumbra, pero uno no puede evitar preguntarse qué tan negro llevará el ánimo quien deba permanecer allí, encerrado, por 12 horas. Faltan cerca de 10 minutos para las seis de la tarde. Román, con sus gafas en luna creciente, señala hacia la cima de la Termoeléctrica. Hacia allá nos dirigimos ahora.

Sobrepasamos hierro y ruido. Hierro. Ruido. Hierro. El murmullo de gato enfurruñado de las sierras eléctricas. Ruido. La Cariñosa, una viga atravesada en un tramo de escalera que llaman así porque ha besado a más de uno en la frente. Ruido. Hierro. Cuando arribas al último piso de la Guiteras, te percatas de que desde tan alto parece un gran barco de metal que encalló en una orilla de la bahía de Matanzas.♦