junio 06, 2005

El hijo del Che, tras la huella de su padre

El hijo del Che, tras la huella de su padre

Villa María. Siguiendo las huellas de su padre Ernesto, Camilo Guevara, el hijo del Che, estuvo en Villa María reconstruyendo los días que el revolucionario latinoamericano pasó en esta ciudad como empleado de Vialidad Nacional, en la construcción de la ruta 158.

Vino a encontrarse con una persona para conversar y revivir unos minutos del hombre antes de convertirse en mito. En los tiempos de la revolución, el villamariense Roberto Tais formaba parte del comité de solidaridad con Cuba y en 1961 mantuvo una reunión con Ernesto Guevara en la sede gubernamental de la isla caribeña, donde hablaron de Argentina y del sueño de la revolución entera.

A su encuentro con el Che, Tais lo recuerda muy bien. “Fue el 28 de enero de 1961. Nos recibió a la una y media de la mañana y estuvo con nosotros hasta las tres”. Esta es una historia que contó mil veces y si se lo piden mil veces la volvería contar. Porque para todos es “Lulo”, el hombre que estuvo con el Che.

Guevara hijo llegó a Villa María con un equipo de cuatro cubanos que fotografiaron y filmaron cada minuto de su estadía en la ciudad.

A Lulo lo entrevistaron sobre aquel encuentro que tuvo a los 28 años, y sobre lo que podía contarles para armar la "parte villamariense" de la biografía guevarista. Buscaron sin suerte una pensión o casa de un compañero en la que solía parar, alrededor de 1947, sobre el bulevar Vélez Sarsfield al 1000.

La comitiva cubana recorrió un tramo de la ruta 158, sobre el que el entonces empleado de Vialidad trabajó haciendo control de calidad de los materiales. "esta ruta la hizo su padre" le señaló Lulo a Camilo.

También hubo tiempo para hacer un alto frente al busto del Che que desde 1999 marca el inicio de la calle Mendoza. "emocionaron mucho cuando lo vieron, porque en Cuba hay muchos, pero en Latinoamérica debe ser uno de los pocos", comentó Tais.

La escultura, realizada por docentes y alumnos de la escuela de Bellas Artes, fue erigida al cumplirse los 32 años de la muerte del Che. Roberto Tais fue el impulsor de la idea, que contó con numerosas adhesiones. Aunque deja caer cierto lamento porque en las remodelaciones que hicieron del lugar fue borrada la frase que enmarcaba en monumento: "Endurecerse, sin perder la ternura jamás".

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