Díaz-Canel: “Cuando existe
sentido de nación todos los obstáculos pueden ser derribados”
Por: Miguel Díaz-Canel
Bermúdez
13 abril 2019 – Tomado de
Cubadebate
Clausura de la Tercera Sesión
Extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular. (Versiones
Taquigráficas – Consejo de Estado)
Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer
Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba;
Compañero Machado;
Comandantes de la Revolución;
Presidente Lazo;
Queridos diputadas y diputados:
Es imposible hacer uso de la palabra en esta sesión
extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular en la cual hemos
centrado el debate en temas económicos, sin hacer referencia obligada y sentida
a la significación histórica del hecho que vivimos hace apenas tres días en la
sesión solemne de nuestro Parlamento.
José Martí, aunque no lo vivió, describió los
acontecimientos del 10 de Abril de 1869 con palabras que 150 años después
impresionan todavía. Por él conocemos
mejor la historia de ese pequeño pueblo donde aquel día anidó la semilla de la
nación y que inscribió su nombre en la memoria del país, al transitar, en
apenas un mes, de la cumbre a las cenizas.
Habían pasado 23 años, cuando se publicó en Patria lo siguiente (y cito
solo fragmentos): “Guáimaro libre nunca estuvo más hermosa que en los días en
que iba a entrar en la gloria y el sacrificio (…). Las familias de los héroes,
anhelosas de verlos, venían adonde su heroísmo, por ponerse en la ley, iba a
ser mayor (…). Como novias venían las esposas; y las criaturas, como cuando les
hablan de lo sobrenatural (…). Era que el Oriente y las Villas y el Centro, de
las almas locales perniciosas componían espontánea el alma nacional, y entraba
la revolución en la república.”
Es imposible encontrar palabras más perfectas que las de
Martí para describir aquella composición del alma nacional cuando “entraba la
revolución en la república”.
Evaluando los hechos y el papel de los hombres en ellos,
sentenció el Apóstol en 1892: “Ni Cuba ni la historia olvidarán jamás que el
que llegó a ser primero en la guerra comenzó siendo el primero en exigir el
respeto de la ley”.
Ni Cuba ni la historia, podemos repetir nosotros hoy,
olvidarán el acto del pasado miércoles 10 y sus enlaces con aquel
acontecimiento que nos definió como nación, un 10 de abril, siglo y medio
atrás.
Nuestro General de
Ejército, quien fue de los primeros en la guerra, ha sido también el primero en
proponer, conducir y exigir la actualización imprescindible de la ley, por
respeto a ella.
No tendrán los cronistas de este tiempo el desafío, superado
brillantemente por Martí, de narrar las duras contradicciones entre los héroes
fundadores. Precisamente, gracias a 151 años de batalla por la emancipación es
que ese día no discutimos, sino proclamamos.
No nos tocó tampoco, como sí a los héroes fundadores,
construir gobierno antes de conquistar la libertad. Primero la libertad fue
rescatada y sostenida, por más de una generación de revolucionarios, en arduos años
de creación y resistencia.
Así, la Constitución que recién proclamamos tiene una gran
historia. Su raíz está en aquella primera que nació peleando del seno de la
República en Armas y luego se afirmó en otras tres constituciones durante la
guerra para volver a nacer en 1901, en las peores circunstancias, de una
asamblea maniatada por la intervención yanqui.
En 1940 otra Constitución, conquista de varias generaciones
de cubanos, fue festejada sin llegar a cumplirse. Y fue violada y sepultada por
un déspota, pero al morir encendió la chispa de una Revolución destinada a
cumplir sus mandatos de justicia fundamentales.
Muchos años después, en 1976, el pueblo plasmaría sus
anhelos más radicales en otra Constitución, la primera socialista, que tras
algunas reformas nos trajo hasta la Carta Magna que se ha proclamado este 10 de
abril, justamente en honor a esta historia.
Siempre digo que la Constitución recién proclamada es robusta, porque se nutrió de esa historia de
intensa búsqueda de la guía nacional que hemos descrito brevemente y también de
los más recientes y largos meses de análisis, debates y ajustes que
involucraron en su construcción a la mayoría del pueblo, el mismo que luego la
respaldó en Referendo de modo irrefutable.
Un paralelo entre aquel histórico 10 de Abril y el de hace
tres días apunta a otros enlaces vitales: no necesitamos en nuestro acto
decidir sobre las banderas, porque ya en 1869 se escogió la del triángulo rojo,
la que “orgullosa lució en la pelea, sin pueril y romántico alarde; ¡al cubano
que en ella no crea se le debe azotar por cobarde!”, como aprendimos con los
versos insuperables de Bonifacio Byrne.
Tampoco se dirá que una mujer reclamó ahora el lugar que su
género merece. De Ana Betancourt a Vilma Espín es infinito el aporte femenino a la Revolución. Y se ha hecho por fin
justicia. Las mujeres son mayoría en este Parlamento, como en todo lo
importante en nuestra sociedad.
Pero hay otras circunstancias que igualan los momentos de
entonces y de ahora. Cuba entera, como Guáimaro hace 150 años, tiene a un
enemigo tenaz y codicioso acechando cerca.
Y así como el ejército español se lanzó con odio sobre
Guáimaro un mes después de aquel día hermoso de la primera Constitución
nacional, el imperio vecino amenaza,
otra vez, con lanzarse sobre Cuba. Y de hecho se lanza todos los días con
medidas insensatas que escalan en agresividad y en saña.
La respuesta de Guáimaro al asalto español, como antes la de Bayamo,
fue el incendio de todo lo que no podía ser defendido. Y eso también lo describió
Martí como si lo hubiera visto: “Ni las madres lloraron, ni los hombres
vacilaron, ni el flojo corazón se puso a ver cómo caían aquellos cedros y
caobas. Con sus manos prendieron la corona de hogueras a la santa ciudad, y
cuando cerró la noche, se reflejaba en el cielo el sacrificio (…). Al bosque se
fue el pueblo (…). Y en la tierra escondió una mano buena el acta de la
Constitución. ¡Es necesario ir a buscarla!”.
Así termina Martí esa bella pieza periodística titulada “El
10 de abril”.
Nos apasiona la historia, es cierto. Pero si volvemos una y
otra vez a ella, no es solo por el placer que da la gloria nacional. Volvemos
porque ahí están las más formidables reservas de la moral cubana, asediada
siempre, y siempre dispuesta a convertir en cenizas cuanto bien material posee,
antes que extender sus brazos para que el adversario los encadene.
Lo que Martí pidió ir a buscar en 1892 es esa entrada de la
revolución en la república, que siempre tendrá tareas pendientes. En nuestro
caso, se trata de la permanente batalla por sostener la soberanía y alcanzar
toda la justicia con la mayor suma de prosperidad posible.
La actual administración estadounidense, que desprecia el
multilateralismo y ha decidido regresar al mundo a sus peores tiempos,
utilizando las más impúdicas amenazas, con injerencia insolente y constantes
ultimátums, que incluyen la posibilidad de invasiones, ha declarado
públicamente, más de una vez, su propósito de destruir cualquier alternativa de
desarrollo diferente al capitalismo salvaje que intente desarrollarse en la
región.
Venezuela, Nicaragua
y Cuba son las naciones cuyos procesos políticos no aceptan los monroístas de
la administración Trump. Ellos, impedidos de cumplir con sus promesas
electorales de recuperación de la industria y la grandeza nacional
estadounidense, se hunden en un pantano de mentiras ridículas al asegurar que
tres naciones latinoamericanas, que luchan por superar el subdesarrollo
heredado, amenazan al poderoso imperio.
Contra Venezuela se han empleado a fondo, repitiendo el
guion de sus criminales agresiones a Cuba desde los primeros años de la
Revolución, incluyendo el terrorismo de Estado y el chantaje a otras naciones,
para quebrar la unidad regional.
La novedad está en las tácticas de guerra no convencional, que
van de lo simbólico a lo real: desde las llamadas fake news -mentiras envueltas
en falsos trajes noticiosos- hasta sabotajes a las redes informáticas que
sostienen la vitalidad del país. El
imperio literalmente corta la luz y el agua a los venezolanos, al mismo tiempo
que sus voceros y el títere de turno se rasgan las vestiduras ante el mundo
porque el Gobierno bolivariano rechaza la falsa ayuda humanitaria.
Hipócritas, criminales, ladrones del tesoro nacional
venezolano: no hay otra forma de calificar a los que tratan de rendir por
hambre y carencias al mismo bravo pueblo al que le roban sus recursos
financieros, mientras se afilan los dientes para devorar las riquezas con que
la naturaleza dotó en abundancia a esa hermana nación, colocada por Bolívar y
Chávez en un lugar de honor en el mapa de América por su contribución a la
independencia del continente.
No podemos subestimar
la escalada de estas agresiones. Más allá de las amenazas, típicas de los
mercaderes de la política, con el ascenso a cargos decisorios de políticos
falaces, mediocres y criminales, ha crecido la persecución financiera y el
bloqueo comercial contra Cuba.
Ellos han hecho retroceder hasta el peor nivel las precarias
relaciones con nuestro país fabricando falsos incidentes acústicos, canalizando
fondos millonarios a la contrarrevolución y la subversión política, armando
listas mendaces y espurias, intentando activar la odiosa Ley Helms-Burton, que
pretende devolvernos al principio de esta historia, cuando éramos una nación
esclava de otro imperio.
Este año se han esmerado en darnos plazos con la posible
aplicación del título III de la ley de la esclavitud, como en realidad debería
llamarse. Lo han hecho, año por año, desde 1996, con estilo de perdonavidas.
Ahora lo aplazan por un mes o por unos días, con arrogantes amenazas, como
quien sostiene sobre todas nuestras cabezas una espada capaz de cortarlas, si
no nos rendimos.
¿Qué es la
Helms-Burton toda, sino el bloqueo de 60 años convertido en ley?
¿Qué más pueden
hacernos después de 60 años de persecución, agresiones y amenazas?
El pasado 10 de abril, el Primer Secretario del Partido
Comunista de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz, aquí expresó:
“Hemos venido alertando sobre la conducta agresiva que el Gobierno
estadounidense ha desatado contra la región de América Latina y el Caribe. Lo
hace en nombre de la Doctrina Monroe, con un arrogante desprecio macartista
hacia el socialismo, la libre determinación y los derechos soberanos de los
pueblos de la región”.
Como él nos ha alertado, a todas luces se busca estrechar el
cerco contra la soberanía cubana, recrudeciendo el bloqueo y en especial la
persecución financiera. Se obstaculizan los créditos y los financiamientos de
terceras naciones por presiones de Estados Unidos; mientras internamente aún
arrastramos los fardos de la ineficiencia administrativa, la mentalidad
importadora, la falta de ahorro y los insuficientes ingresos por exportaciones,
entre otros males de los que no podemos excluir las manifestaciones de
corrupción y las ilegalidades, inaceptables hoy, como siempre, en la
Revolución.
Situados frente a ese
mapa de tremendos retos, corremos el riesgo de creer que no hay salidas. Pero
la historia tiene algo que decirnos. Fidel, Raúl, Almeida, Camilo, Che, la
generación de nuestros padres y abuelos, enfrentaron, con menos experiencia e
incluso menos recursos, momentos más graves y oscuros. Y salieron victoriosos.
La historia nos enseña que cuando hay una estrategia
correcta, cuando existe unidad de objetivos y sentido de nación todos los
obstáculos pueden ser derribados.
Los difíciles
escenarios que he descrito sobre el momento actual nos plantean dos prioridades
absolutas: la preparación para la defensa y la batalla económica al mismo
tiempo.
La estrategia es trabajar sin descanso con alternativas, ya
diseñadas, sin abandonar ni uno solo de los objetivos planteados en función de
un mayor bienestar para nuestro pueblo.
A quienes desoyeron con soberbia y desprecio el llamado para
que el mundo se abriera a Cuba, responderemos demostrando que sí escuchamos su
apelación y nos abriremos cada vez más a quienes actúan soberanamente en el
interés de promover y desarrollar políticas comunes a favor de la supervivencia
de la especie humana, como lo defendió Fidel en la Cumbre de la Tierra en 1992.
Esa filosofía nos mueve cuando orientamos la reflexión y el
debate sobre temas económicos.
Hoy hemos evaluado la marcha de la implementación de los
Lineamientos. Y es muy importante la información que se ha dado, porque nos
esclarece a todos en cuanto a la intensidad y la complejidad del trabajo hecho
y especialmente de lo que queda por hacer.
No es poco, realmente, lo que se ha implementado en la
última década: 206 políticas, a razón de
20 por año. Solo en 2018 fueron aprobadas 47 y subieron los ritmos de
implementación, gracias a una mayor experiencia, organización y participación
de los Organismos de la Administración Central del Estado.
Un seguimiento permanente del Partido y el Gobierno a la
implementación, a través de la marcha de los programas fundamentales, nos ha
permitido distinguir los resultados y experiencias negativas. Y su análisis
diferenciado, no solo nos ha facilitado corregirlos, sino que ha evitado la
repetición de errores, tal como nos lo ha indicado el Primer Secretario del
Partido.
Se precisa más
detalle en la preparación, organización y capacitación de cada proceso,
experimento o procedimiento y también de las personas involucradas en ellos.
Defendemos igualmente que haya juristas incorporados, desde
la concepción misma de las políticas, en el diseño de las normas legales, de
manera que estas sean coherentes con los objetivos fundamentales y que
inmunicen a nuestro aparato estatal frente a las distorsiones que puedan
generar el voluntarismo y la improvisación.
Por último, aunque no menos importante, estamos obligados a
dinamizar al máximo los procesos, definiendo bien la ruta en los cronogramas de
implementación. Hasta ahora no lo hemos logrado.
Con igual énfasis hemos examinado la formulación y los
avances del Plan Nacional de Desarrollo Económico Social hasta el 2030.
El análisis objetivo
de las condiciones actuales del país y el entorno internacional, nos ha llevado
a proponer una planificación de la economía en tres etapas: de 2019 a 2021, de
2022 a 2026 y de 2027 a 2030.
Pero la actual coyuntura nos exige con realismo, conscientes
de que enfrentamos dificultades adicionales que pueden agravarse, centrarnos en
la primera (de ellas). Para ello se han
identificado los seis sectores estratégicos que generan un mayor impacto en la
economía, en los cuales se centrarán los esfuerzos y recursos, sin desatender
el resto.
Esos sectores son: el turismo, la industria biotecnológica y
farmacéutica, el electroenergético relacionado con las fuentes renovables de
energía, la producción de alimentos, la exportación de servicios profesionales
y la construcción.
Para decirlo en buen
cubano: la crudeza del momento nos exige establecer prioridades bien claras y
definidas, para no regresar a los difíciles momentos del Período Especial.
Hoy tenemos como fortalezas una economía más diversificada e
insertada internacionalmente, desarrollo turístico y de la industria
biotecnológica y farmacéutica, mayores potencialidades para las exportaciones,
superiores capacidades constructivas, redes hidráulicas, transporte y
comunicaciones y reservas en el ahorro y la sustitución de importaciones, que
es preciso aprovechar más.
Nos proponemos
desarrollar una gestión de Gobierno con una administración pública y
empresarial más eficiente, con menos trabas y burocracia, con mayor
transparencia y participación; con un vínculo directo y permanente con las
bases sociales; con una más eficaz comunicación social, mayor informatización,
más investigaciones científicas afincadas en las demandas y necesidades, y un
rol más activo y de mayor impacto de las universidades en la economía y la
producción.
Con el fortalecimiento de la empresa estatal socialista, que
es nuestra mayor fuerza productiva; con el oído atento a quienes tienen
conocimientos y experiencias que aportar; con visitas constantes a los
territorios y comunidades; con un profundo y ágil ejercicio legislativo; con
mayor autonomía para los municipios y un seguimiento sistemático a quienes
aseguran los programas de desarrollo.
Sin temor al cambio; quitando todos los días un pedacito a
los problemas; aprovechando al máximo las fortalezas de la dirección colectiva
y defendiendo con disciplina y compromiso las orientaciones de nuestro Partido.
Librando una batalla
ética permanente contra la corrupción y las ilegalidades; ordenando y
fortaleciendo las formas de gestión no estatales; reanimando nuestras
comunidades, e instalando la belleza y la cultura del detalle como prácticas de
vida.
Rindiendo cuentas al pueblo y estimulando su participación
indispensable en la solución de cada problema. Sistematizando las mejores
prácticas. Venciendo la inercia de los cansados. Contagiando de entusiasmo y
optimismo a los comprometidos. Entendiendo que la belleza del peor momento está
en el tamaño de los desafíos.
Es infinita la lista de tareas, pero quiero detenerme en las
que exigen acción más inmediata y convoco a todos a acompañarnos al asumirlas:
En primer lugar, la actualización del Plan de la Economía
para las situaciones más complejas.
Nos proponemos poner en marcha de inmediato medidas
económicas pendientes que tienen que ver con demandas y necesidades; con la
reorganización del comercio interior; con el funcionamiento del sistema
empresarial, las cooperativas agropecuarias y no agropecuarias y el trabajo por
cuenta propia.
La agricultura, las producciones exportables, el turismo, la
sustitución de importaciones, la inversión extranjera y el encadenamiento
productivo con toda la producción nacional posible, estarán en el centro de
nuestras acciones como Gobierno.
Ahora más que nunca
es imprescindible ahorrar y controlar bien los recursos, fundamentalmente
los energéticos, para que su uso aporte mayores rendimientos; gestionar
adecuadamente los créditos y diferentes formas de financiamientos, con más
hincapié en las inversiones.
En estas circunstancias es imprescindible atender y
aprovechar todo el potencial presente en los recursos humanos y la fuerza de
trabajo calificada con que contamos.
Seguiremos avanzando
en el proceso de informatización de la sociedad y trabajando intensamente para
mejorar los abastecimientos alimenticios, la vivienda y el transporte, la
calidad de los servicios, aun en medio de las asfixiantes persecuciones
financieras que hacen particularmente difícil, y a veces imposible, la importación
de bienes y recursos de primera necesidad.
Compañeras y compañeros:
A esta Legislatura le esperan meses y acaso años intensos,
pero debemos trabajar con la mayor celeridad posible para que la Constitución
se vaya expresando en leyes más a tono con nuestro tiempo y necesidades. Y no
tenemos derecho a demorar los cambios más tiempo que el absolutamente
imprescindible.
Asumimos el mandato
de cambiar todo lo que deba ser cambiado y corregir todo lo que entorpezca y
retrase el camino a la prosperidad posible en el menor tiempo y con la mayor
calidad.
Lo que sí no cambiará será nuestra actitud frente a los que
sostienen la espada contra nosotros.
La respuesta es: No, señores imperialistas, los cubanos no
nos rendimos, ni aceptamos leyes sobre nuestros destinos que estén fuera de la
Constitución. En Cuba mandamos los cubanos y, por supuesto, las cubanas.
El título III no es peor que el I ni el II, que están en la
cartera de acciones contra todo el pueblo de Cuba, sencillamente para robarnos
las tierras, arrebatarnos las casas, apoderarse de los escasos recursos
naturales y seducir y comprar a nuestra gente. Todo para castigarnos por ser el
mal ejemplo que tantos pueblos oprimidos han querido seguir.
Nadie va a
arrebatarnos, ni por la seducción ni por la fuerza, “la Patria que los padres
nos ganaron de pie”, como lo dijo en versos viriles Rubén Martínez Villena.
Cuba sigue confiando en sus fuerzas, en su dignidad y
también en la fuerza y la dignidad de otras naciones soberanas e
independientes. Pero sigue creyendo también en el pueblo norteamericano, en la
Patria de Lincoln, que se avergüenza de quienes actúan al margen de la ley
universal en nombre de toda la nación norteamericana.
Y miren si la historia reserva respuestas, que un día como
el 11 de abril de 1959, hace exactamente 60 años, Fidel dijo —y con esto quiero
terminar—:
“Nuestro pueblo será tanto más grande cuanto más grandes
sean los obstáculos que tiene delante; más hablará de nuestro pueblo la
historia cuanto más dificultades tenga que vencer; más justicia le hará el
porvenir cuanto más se le calumnie hoy, y solo podrá decirse que aquí se
organizó una sociedad donde todos los pueblos del mundo pudieron venir a
aprender lo que era justicia, lo que era democracia, y que supo defenderla y
supo sostenerla, y, aunque no sabemos lo que el destino nos depare, sí tenemos
la seguridad suficiente para decir que nuestra Revolución triunfará porque
sabremos defenderla, o que nuestro pueblo perecerá si es preciso perecer para
defenderla.”
Defendamos estas convicciones en las masivas manifestaciones
populares, en toda Cuba, el próximo Primero de Mayo.
¡Nos veremos en las plazas de la Patria, porque somos Cuba y
somos continuidad!
¡Patria
o Muerte!
¡Seguiremos venciendo!
(Ovación.)