junio 03, 2018

Taller de Lectura n° 111- Julio de 2018


Taller de Lectura # 111-  Julio de 2018


“Fidel y la teoría de la revolución social: apuntes para la reflexión”

Por: Olga Fernández Ríos (Licenciada en Historia. Doctora en Ciencias Filosóficas. Profesora Titular, Investigadora Titular. Miembro de la Junta Directiva de la Fundación Fernando Ortíz. Miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP). Especialidad de trabajo: Filosofía y Teoría Política)

6 AGOSTO, 2016 – Tomado de la Pupila Insomne

Muchísimas son las razones para que todo un pueblo rinda homenaje al líder de la Revolución Cubana en su 90 cumpleaños y entre ellas, en esta oportunidad, quiero referirme a algunos de sus importantes aportes a la teoría de la revolución social a través de dos conceptos: revolución y construcción del socialismo.

Su sensibilidad humanista lo llevó a hacer suyo el ideario independentista de José Martí a la vez que condicionó una inteligente receptividad del marxismo desde posiciones anti dogmáticas. Analizar sus concepciones en este terreno requiere tener en cuenta que no estamos ante un hombre de gabinete o un teórico de la revolución en el sentido estricto del término, sino ante un revolucionario devenido en relevante líder político de talla mundial, un luchador y un educador social desde su temprana juventud.

Pero su pensamiento y proyección política no han sido ajenos a la teoría, todo lo contrario. La teoría sociopolítica ha desempeñado un importante rol en el pensamiento de Fidel Castro, y por tanto en la proyección del proceso revolucionario cubano; de la teoría se ha nutrido a la vez que ha  realizado aportes en variados temas, contribuyendo a la profundización del marxismo, que como él mismo ha reconocido, sigue siendo la más avanzada teoría anticapitalista y pro socialista, no superada aún.

A su variada producción intelectual  -nacida del  bregar diario y de los retos del proceso revolucionario durante más de 60 años- une su capacidad como ideólogo comunicador, suerte de labor educativa que ha estado presente en cada momento de un pensamiento y una obra integral en la que sobresalen varias facetas como son su permanente reflexión sobre la importancia de los contextos históricos que marcan los derroteros revolucionarios; entender la sociedad como totalidad;  su concepción de la historia como condicionante del presente y fuente para su análisis; las relaciones entre  teoría y práctica y entre estrategia y táctica, unido al manejo no mecanicista de las regularidades del desarrollo social, contradicciones y oportunidades. A ello se suman su empeño por la integralidad y continuidad de la revolución social,  el reconocimiento del lugar del ser humano en ese proceso y del papel de la individualidad, de la crítica y la autocrítica.

Desde muy temprano Fidel Castro tomó conciencia de que camino al socialismo requería transitar por la aplicación consecuente de un programa de liberación nacional y justicia social que a su vez creaba condiciones para un desarrollo de la cultura política y de consolidación de la base social de la Revolución que favoreciera la ruptura con los esquemas anticomunistas vigentes en la Cuba neocolonial.

Más allá de definiciones que no han faltado en numerosas intervenciones y discursos, el líder revolucionario ha profundizado en la vinculación del subdesarrollo y la dependencia nacional con el capitalismo y el imperialismo, interpretó las condiciones históricas que en Cuba favorecían las transformaciones de carácter socialista para la solución de los problemas derivados del subdesarrollo y la dependencia.  A la vez reivindicó el ideal comunista y desmitificó el esquema que lo consideraba ajeno a las necesidades y condiciones latinoamericanas. Este es también uno de sus grandes méritos, tanto en su manejo táctico como al demostrar que la esencia del socialismo no es contradictoria con las raíces y las tradiciones revolucionarias en nuestro continente, incluyendo las luchas obreras y las expresiones de internacionalismo.

No hay fanatismos reduccionistas en la reivindicación que Fidel hace del socialismo que reconoce las especificidades de cada proceso revolucionario en condiciones de buscar sus propias vías.  Claro ejemplo de esto fue el altísimo respeto que mostró sobre las concepciones de Salvador Allende en su intento por desarrollar la revolución a través de la vía pacífica, mientras que, en las condiciones de los años 60 y 70 solidariamente, Cuba apoyaba la lucha armada o de masas que libraban pueblos hermanos sometidos a condiciones dictatoriales y represivas. Más tarde hemos visto las interesantes y positivas valoraciones de Fidel sobre la Revolución Bolivariana en Venezuela y los procesos de cambio que tienen lugar en otros países.

Revolución y construcción del socialismo

Ambos conceptos tienen especial relevancia en la teoría marxista de la revolución social. Dos ideas de partida para analizarlos en la obra de Fidel son, en primer lugar, entender que para él revolución y construcción del socialismo son conceptos referidos a un mismo proceso anticapitalista y pro socialista; son conceptos que se fusionan, no deben analizarse por separado, pueden considerarse sinónimos. En segundo lugar que la educación de las masas populares y su cultura política son condiciones que garantizan el avance de ese proceso. De ello se desprende que lo referido a la construcción del socialismo debe ser punto de partida para el análisis de las concepciones de Fidel sobre la educación, la cultura, la ciencia y otros muchos temas,  ya que se trata del marco histórico, económico y sociopolítico en el que se proyecta y realiza su obra revolucionaria en pos de una sociedad anticapitalista y antimperialista.

Si bien el concepto que más utiliza es revolución, también utiliza construcción del socialismo lo que es teórica y políticamente válido para referirse al proceso de transición socialista que es uno de los temas más complejos en la teoría marxista porque se trata de un proceso contradictorio, de largo alcance en el tiempo y en sus contenidos cualitativos. Además en Cuba se lleva a cabo en condiciones de predominio capitalista mundial, de control por parte de un sistema institucional transnacional en el que ese predominio se apoya y de injerencia y bloqueo  de Estados Unidos  para evitar el avance de la Revolución Cubana.  Ello requiere que el análisis de la construcción del socialismo y de su proyección teórica y política, se  realice acorde con las disímiles condiciones históricas de su desarrollo pues se trata de un proceso que en gran medida siempre tendrá lugar en condiciones inéditas.

En las concepciones de Fidel revolución y construcción del socialismo se expresan como unidad. La primera marca el sentido de transformación social, como planteó el primero de mayo del año 2000 de “cambiar todo lo que tiene que ser cambiado”, y la segunda tiene que ver con la naturaleza de los contenidos de esos cambios, que no son cualquier cambio, sino los encaminados a sumar condiciones favorables a la sociedad socialista.

Otro elemento sobre este tema es que en su compromiso y empeño por la construcción del socialismo, Fidel usa el arma de la crítica como termómetro que mide el avance revolucionario. Y es crítica como labor educativa y como instrumento de cambio que introduce un concepto devenido en política: la rectificación, entendida como autocrítica y ajuste de la estrategia de orden socialista.

Entre otros, un ejemplo de esa capacidad educativa de la crítica se puso de manifiesto el 17 de noviembre de 2005 en su intervención en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en la que a la vez que reconoció la meritoria hazaña del pueblo que impidió que en Cuba se produjera el derrumbe del socialismo como ocurrió en otros países, realizó un profundo análisis sobre problemas endógenos que enfrentaba la Revolución Cubana que podían arriesgar su continuidad como es el caso de manifestaciones de corrupción y burocratismo. En esa ocasión, además de alertar sobre la posible reversibilidad del socialismo, reconoció que uno de los mayores errores cometidos fue pensar que se conocía sobre la construcción del socialismo, reflexión que amerita un análisis mucho más profundo del que estamos en condiciones de realizar en estas reflexiones.

Es sin dudas una deuda que las ciencias sociales cubanas tienen con relación a la teoría de la revolución social necesitada de mayor profundización en las condiciones actuales de nuestro país y de los procesos de cambio que tienen lugar en América Latina.
No es nuestro objetivo adentrarnos en tan complejo tema, lo que ameritaría otro tipo de reflexión, pero puede señalarse que si retomamos las concepciones de Fidel sobre revolución como “sentido del momento histórico” y acerca del pueblo como sujeto revolucionario plural; su crítica al capitalismo y al imperialismo; las coordenadas socioeconómicas que vincula con la toma del poder político, la hegemonía del proletariado concebida en el marco de la necesaria unidad nacional y el socialismo como solución a partir de las condiciones de nuestro país, encontramos las claves para interpretar sus concepciones sobre la construcción del socialismo que devienen en aportes de obligada referencia en el desarrollo de la teoría de la revolución social.  A ello se une su manejo de la táctica, la forma de explotar las contradicciones del enemigo, la capacidad de aglutinar fuerzas y la aguda noción del momento idóneo y de la oportunidad para la acción.

Fidel considera la construcción del socialismo como un proceso dialéctico en el que deben ir concretándose los objetivos socialistas; un proceso de continuidad y rupturas en el que la primera está dada por la proyección estratégica de avanzar hacia el socialismo, como brújula de toda acción socioeconómica y política que se realice, y de rupturas dadas las combinaciones de éxitos, fracasos, insuficiencias y errores cometidos a partir de las tácticas empleadas en cada momento del proceso o derivadas de cambios de coyunturas históricas. Y en ese proceso la educación en todas sus facetas ha constituido una de sus pasiones y ocupaciones de mayor constancia y relevancia, por considerarla condicionante del avance de la Revolución Cubana.

Hoy,  cuando millones de seres humanos se plantean luchar por un mundo y una sociedad más justa y cuando en varios países el movimiento popular de obreros, campesinos, indígenas, activistas sociales, junto con  intelectuales y académicos, retoman la crítica al capitalismo con renovados bríos, las concepciones de Fidel Castro contribuyen al análisis y a la transformación del injusto orden social imperante.

De igual forma ocurre en Cuba cuando se ha ratificado el socialismo como opción de desarrollo con el  empeño y la decisión de no extraviar la ruta  escogida  que  incluye ciclos de rectificaciones y ajustes acordes a los diversos contextos que influyen en la realidad nacional. En ese empeño,  como dice el cantautor,  “puede que algún machete se enrede en la maleza”,  pero lo importante es saberlo desenredar  y para ello los cubanos tenemos una poderosa arma: el legado revolucionario de Fidel Castro. No olvidar que ya hay capacidades creadas para continuar involucrando cada vez más a los cubanos y cubanas en la solución de los desafíos de diversa índole que se enfrentan durante la construcción del socialismo.

En ese empeño no puede faltar el análisis de la obra de Fidel que hoy es más necesaria que nunca cuando en ella se defiende la revolución como movimiento de masas, de ahí el peso que ha concedido a la labor educativa y al diálogo directo con el pueblo, plagado de hombres y mujeres, educados y cultos, capaces de consolidar el  poder político que se despliega desde 1959, y capaces de llevar adelante la revolución como proceso continuo de liberación nacional de carácter antiimperialista y socialista.
 “Fidel Castro y la cultura de lucha y resistencia revolucionaria”

Por: Olga Fernández Ríos
13 agosto 2017 – Tomado de Cubadebate

Desde los años 80 del pasado siglo se ha generalizado el concepto “política de resistencias”, para expresar nuevas formas del accionar popular en el enfrentamiento a la ofensiva neoliberal y a las consecuencias del derrumbe del campo socialista. Al mismo tiempo en muchas ocasiones se ha repetido que la Revolución Cubana es un ejemplo de resistencia frente a las políticas del imperialismo norteamericano que incluyen el bloqueo económico, financiero y comercial, disímiles formas de acciones terroristas, junto con guerra mediática y de pensamiento.

Por supuesto que es válido expresar que somos un pueblo ejemplo de resistencia frente a muchos obstáculos y agresiones. Pero esa es una apreciación incompleta, si no se tiene en cuenta que la forma de resistir no se limita a acciones defensivas, sino que incluye la permanente ofensiva revolucionaria.

El hecho cierto es que en Cuba se ha desarrollado una cultura que integra dialécticamente lucha y resistencia, y su artífice ha sido Fidel Castro.  Su legado socio político demuestra que frente a las agresiones e injerencias del imperialismo norteamericano y sus lacayos no basta el rechazo defensivo, sino que debe involucrar la lucha y acción revolucionaria a partir de los intereses de la nación y la sociedad cubana, sin admitir imposiciones, ni condicionamientos.

Fidel demostró que la transformación revolucionaria a favor del socialismo ha sido el núcleo de la resistencia. Aquí radica uno de sus aportes a la teoría y práctica de la revolución social: enfrentar y desafiar los diversos intentos por subvertir la revolución y hacerlo a través de acciones transformadoras y de una cultura de lucha frente a las adversidades y agresiones.

Es un  concepto que tiene en cuenta las contradicciones externas y el antiimperialismo en los procesos hacia el socialismo. El tema se refuerza si se recuerdan los problemas enfrentados por Ho Chi Minh en Viet Nam y Salvador Allende en Chile, junto con Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro en la República Bolivariana de Venezuela, donde hoy se está librando una heroica batalla por la soberanía y la independencia nacional. Son solo algunos ejemplos de contextos diferentes en los que la dialéctica lucha-resistencia ha tenido, y tiene, expresiones muy dramáticas.

Cultura de lucha y resistencia desde las perspectivas de Fidel se expresa en el despliegue de una praxis plagada de firmeza política, radicalidad, ética y acumulado simbólico y en un pensamiento crítico de la hegemonía imperialista, de los argumentos a favor del capitalismo y en una posición política desde los intereses del pueblo.

También porque Fidel transformó los mecanismos tradicionales del ejercicio de la política al propiciar el involucramiento consciente del pueblo en las acciones defensivas y constructivas que de forma integral deben desplegar los procesos revolucionarios como el cubano. De igual forma porque promovió el aprendizaje en el pueblo, lo que se convierte en una de las fortalezas para desafiar a las fuerzas contrarrevolucionarias internas y externas, superar los miedos a hacerlo y ganar batallas para preservar la soberanía nacional y continuar la construcción del socialismo en nuevos y complejos escenarios internacional e interno.

Fidel tuvo conciencia de que la construcción del socialismo no es un camino recto o lineal, por lo que requiere de permanente renovación y descubrimiento de los nudos que pueden afectar su avance. El análisis de su obra y concepciones sociopolíticas muestra que  tuvo bien claro que se trata de un proceso contradictorio y plagado de desafíos que exige una permanente tensión creativa para evitar que decisiones coyunturales arriesguen los objetivos estratégicos.

Uno de los núcleos de la correlación entre creación revolucionaria y resistencia frente a las amenazas ha sido el reconocimiento de las tendencias del desarrollo social y del rol que tienen la subjetividad y la acción consciente de los seres humanos en la elaboración de la estrategia revolucionaria y en la implementación de las tácticas que cada momento requiere. Fidel lo reconoció utilizando el arma de la crítica para devaluar el sistema capitalista y para rechazar las concepciones dogmáticas sobre la nueva sociedad; y lo hizo desde una posición autocrítica a lo largo de  la Revolución Cubana.

El “sentido del momento histórico” le permitió adentrarse en importantes problemáticas que condicionan el desenvolvimiento de la revolución social: la salida del subdesarrollo; las vías al socialismo; la pluralidad del sujeto revolucionario; la revolución como movimiento de masas en correlación con el tema del poder político y la concepción de la revolución como proceso continuo.

Desde esas perspectivas resulta evidente que para Fidel la acción revolucionaria es la vía para enfrentar disímiles desafíos por lo que tiene que ser  creativa, permanente y progresiva. Debe basarse en los intereses del pueblo y del país; no puede estar condicionada por intereses y presiones foráneas. Para él ha sido el combate la vía fundamental de resistencia a las acciones imperialistas y a las pretensiones de cualquier variante de  reformismo antisocialista encaminado a  abortar el proceso revolucionario.  Pero además debe tener al pueblo como protagonista

Desde la perspectiva del involucramiento del pueblo y de los trabajadores en particular, las medidas y transformaciones revolucionarias han sido decisivas en los escenarios más críticos. Han funcionado como la mejor forma para resistir agresiones o enfrentar desajustes internos. Incluso han influido en la  renovación del consenso político a favor de la revolución y se han convertido en oportunidades aprovechadas para una mayor democratización de las decisiones. Varios ejemplos dan fe de la existencia de una cultura política que combina lucha y resistencia, entre los cuales destacamos los siguientes:

Ante la huida del Dictador Fulgencio Batista, el primero de enero de 1959 se produjo un intento de golpe de Estado para crear una junta de gobierno que evitara el acceso del Ejército Rebelde al poder, y por ende usurpar el triunfo revolucionario. Resistir aquella maniobra golpista contrarrevolucionaria requería evitarla a través de acciones rápidas y coherentes con los objetivos de la naciente revolución, lo que se logró a través de una audaz acción política: el llamado de Fidel ese mismo día a una huelga general obrera. Aquella huelga se realizó exitosamente con un doble significado: evitar la acción golpista y reafirmar el carácter popular de la revolución con el protagonismo de los trabajadores.

El desarrollo de la educación y la cultura como vías para generar una consciente resistencia popular a las amenazas foráneas e internas y a la guerra de pensamiento a que ha sido sometida la Revolución Cubana. Muchas son las acciones desplegadas en este campo con vistas a elevar la cultura política y la formación ideológica del pueblo, principal actor de la resistencia a los intentos imperiales contra la revolución. Hitos en ese camino han sido la campaña de alfabetización en 1961, la preparación organizativa y cultural para el despliegue de la participación popular a través de canales estables y el acercamiento entre Estado y sociedad civil, junto con las políticas fomentadas por Fidel para lograr interacción y diálogo entre dirigentes y pueblo.

El marco sociopolítico del primer lustro de los años 60 en el que se realizó la declaración del carácter socialista de la Revolución en abril de 1961 en medio de la agresión militar de Estados Unidos que culminó con la invasión mercenaria por Playa Girón y ,más tarde, con la Crisis de los misiles en octubre de 1962 cuando Cuba ratificó su soberanía con relación al derecho a defenderse de las agresiones imperiales. Desde entonces Fidel desarrolló una concepción política para promover la democratización de la defensa del país como única vía para enfrentar las agresiones armadas y terroristas fraguadas por el imperialismo norteamericano contra Cuba. La creación de las milicias estudiantiles y de trabajadores a lo largo de todo el país, con hombres y mujeres, se convirtió en un recurso de extraordinaria capacidad defensiva que ha tenido variantes como por ejemplo el concepto de guerra de todo el pueblodesplegado desde los años 80 y 90 ante la intensificación de acciones contrarrevolucionarias.

Las consultas y ensayos para crear el sistema de órganos del poder popular que sucedieron al fracaso de la zafra azucarera de los 10 millones en 1970. Ante la incertidumbre que aquel fracaso produjo y la desestabilización que provocó en los objetivos de desarrollo económico del país, una de las repuestas constructivas fue la apertura a un proceso de institucionalización de la revolución y de nuevas formas de ejercicio democrático.

La reafirmación del socialismo en Cuba en los años 90 ante la crisis económica y los impactos del derrumbe del socialismo en Europa del Este y la URSS. En aquellas condiciones se amplió el involucramiento popular, se conformaron los parlamentos obreros y se modificó el sistema electoral con la clara intención de ampliar las formas de democracia directa, a partir de una reforma a la Constitución en 1992, entre otras medidas.

Entre los mecanismos políticos fomentados por Fidel se destaca la capacidad de crítica y autocrítica que con gran altura ética fue capaz de promover reflexiones y rectificaciones para enfrentar las amenazas externas e internas susceptibles de existir en el complejo proceso de transición socialista. Ejemplos de gran trascendencia e impacto social fueron la apertura de un proceso de rectificación de errores a partir de 1985 y  su intervención el 17 de noviembre de 2005 en la Universidad de La Habana en la que intercambió con estudiantes y profesores acerca de la meritoria hazaña del pueblo que impidió que en Cuba se produjera el derrumbe del socialismo como ocurrió en otros países, a la vez que realizó un profundo análisis de problemas endógenos que podían arriesgar la continuidad de la revolución.

En todos los casos han sido escenarios adversos que debieron ser enfrentados con medidas revolucionarias y con educación política e ideológica. En esa combinación están las bases de la resistencia, junto con las bases para la continuidad de la revolución.
Ese es uno de los legados de Fidel que contribuye al avance de la revolución: el combate como resistencia a las acciones injerencistas, a la imposición de valores y patrones de conducta ajenos a la liberación nacional y al socialismo. Es también el legado de la Revolución Cubana y un arma para enfrentar las acciones contrarrevolucionarias y la guerra de pensamiento que hoy tenemos que librar contra el imperio del norte y sus acólitos de turno, los internos y los externos.


Síntesis y conclusiones del Taller de Lectura Nº 110


Síntesis y conclusiones del Taller de Lectura Nº 110

“El bicentenario de Carlos Marx y los desafíos del presente”

Este texto escrito por Olga Fernández Ríos (Licenciada en Historia, doctora en Ciencias Filosóficas, especializada en Filosofía y Teoría Política), fue tomado el 5 de mayo de 2018 del blog “La pupila insomne” que intenta ser un homenaje desde el periodismo y la literatura, al escritor y revolucionario cubano Rubén Martínez Villena, intelectual, escritor y destacado revolucionario de las décadas de 1920 y 1930. El editor y periodista de éste blog es Iroel Sánchez Espinosa, destacado analista político cubano. En el bicentenario del natalicio de  Carlos Marx, Olga Fernández Ríos nos trae a la reflexión la plena vigencia en la actualidad de su pensamiento filosófico, que tiene la capacidad de relacionar la teoría con la práctica, y la interpretación para la transformación revolucionaria a favor de una sociedad más justa y equitativa. Marx ha desarrollando una profunda teoría anticapitalista, que aún no ha sido superada. La precaria realidad en que  viven más de las dos terceras partes de la humanidad, aporta muchísimas razones para continuar inspirándonos en la  obra de Marx, en el seno de un capitalismo mundializado, cuya creciente degradación apela cada vez más a la violencia para mantener sus intereses transnacionales, atentando además en forma simultánea contra los dos pilares de la vida en este planeta: la naturaleza y el ser humano, ya que el capitalismo no ha logrado racionalidad en el uso de los recursos naturales y energéticos, y no ha logrado erradicar la pobreza extrema, ni las desigualdades sociales. Es por esto que las razones de la vigencia de la obra de Marx están en la propia existencia del capitalismo, ya que sus contradicciones lejos de solucionarse, se han acentuado. Actualmente la dominación capitalista trata de realizarse cada vez más, también desde lo cultural, por lo que debe enfrentarse desde lo cultural, a pesar de que eso entraña  muchos desafíos e interrogantes. Es por esto que la autora de este texto plantea la necesidad de la relectura del pensamiento de Marx sobre la nueva sociedad, teniendo en cuenta de que se trata de una importante arma científica, ideológica y política. Una sociedad, donde deben gestarse nuevas relaciones de producción y transformarse las correlaciones entre intereses individuales y sociales,  entre realizaciones materiales y espirituales, cultura, ética y valores.

El posterior debate nos llevó a la reflexión, con los siguientes conceptos:

·        El socialismo se puede definir como un sistema humano, donde prima el “amor al otro”.
·        El capitalismo ha transformado al ser humano en un objeto.
·        Las políticas capitalistas solo terminan cerrando con la represión a los pueblos.
·        El capitalismo surge a partir del primer desarrollo industrial a comienzos del siglo XIX  hasta la actualidad, en su fase imperial, y abarca desde el ciudadano pequeño burgués hasta las grandes corporaciones multinacionales.
·        El capitalismo como una herramienta de expansión en la acumulación de bienes.
·        La colonización de nuestro continente, apoyada por la iglesia católica, introdujo una transculturización, hasta generar la naturalización de este nefasto proceso.
·        El sistema capitalista utiliza conceptos celestiales y religiosos para imponer sus condiciones, alejándonos de la realidad terrenal. Se mencionó el concepto marxista de “materialismo histórico”.
·        En el sistema capitalista se están perdiendo valores humanos esenciales, en función del “dios dinero, el dios consumo”.
·        Se mencionó que debido a los grandes avances tecnológicos, muchas veces provocados por el propio sistema que nos proveen de elementos de gran utilidad, debemos aprender a aceptar el derecho al consumo, sin ser consumistas compulsivos.
·        Con respecto a las modernas Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TIC), se debe procurar darles un contenido cultural, evitando su sobreconsumo para no perder el contacto y las relaciones humanas.
·        Debemos aprender a “manejar la tecnología” sin que “la tecnología nos maneje a nosotros”.
·        Que no se puede entender conscientemente  estos procesos de avance del capitalismo sin conocer la teoría política.
·        Es necesario formarse políticamente, conocer nuestra historia, como nos enseña José Martí: “ser cultos para ser libres”.

Por último se acordó abordar para el próximo Taller de lectura dos textos de Olga Fernández Ríos, Licenciada en Historia y Doctora en Ciencias Filosóficas de Cuba: “Fidel y la teoría de la revolución social: apuntes para la reflexión” y  “Fidel Castro y la cultura de lucha y resistencia revolucionaria”.

Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba, 02 de junio de 2018