Informe
central al VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba.
Por Raúl Castro - 17 abril, 2021 de La
pupila insomne
(Versiones
Taquigráficas – Presidencia de la República)
Compañeras
y compañeros:
La
apertura del Octavo Congreso del Partido se realiza en una fecha trascendental
de la historia de la nación: el 60 aniversario de la proclamación por el
Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz del carácter socialista de la Revolución,
el 16 de abril de 1961, en la despedida del duelo a los caídos el día anterior
en los bombardeos a las bases aéreas, preludio de la invasión mercenaria por
Playa Girón, organizada y financiada por el Gobierno de los Estados Unidos como
parte de los planes para aplastar el ejemplo de la Revolución Cubana y
reimponer el dominio neocolonial sobre la Isla, con la complicidad de la
Organización de Estados Americanos.
Planificamos
concluir el Congreso el próximo lunes 19 de abril, cuando también
conmemoraremos el 60 aniversario de la victoria sobre la expedición mercenaria,
alcanzada en menos de 72 horas por los combatientes del Ejército Rebelde,
policías y milicianos que, bajo la dirección personal del compañero Fidel, no
dieron un instante de tregua a los invasores y derramaron, por vez primera, su
sangre en defensa del Socialismo. Los contundentes golpes propinados por la
Seguridad del Estado a las agrupaciones de la contrarrevolución, que actuaban
como quinta columna dentro del país, favorecieron el triunfo sobre los planes
del enemigo.
La
invasión por Playa Girón, llevada a cabo bajo el mandato de un presidente
demócrata, se enmarcaba en el “programa de acción encubierta contra el régimen
de Castro”, puesto en vigor por el presidente Eisenhower, republicano, que
preveía la creación de una oposición unificada en Cuba, la guerra sicológica,
planes de atentado contra los principales dirigentes revolucionarios, en
especial de Fidel, sabotajes a objetivos económicos y acciones terroristas en
las ciudades, el fomento de bandas contrarrevolucionarias armadas que
masacraron a campesinos, obreros y jóvenes participantes en la gloriosa campaña
de alfabetización.
Jamás
olvidaremos los 3.478 muertos y 2.099 mutilados y personas con discapacidad,
víctimas del terrorismo de Estado aplicado contra nuestro país.
Efectuamos
el Octavo Congreso a dos años de la proclamación de la Constitución de la
República el 10 de abril de 2019, siglo y medio después de la primera
Constitución mambisa en Guáimaro.
La
aprobación de la Constitución demanda la actualización de buena parte de las
leyes y demás disposiciones jurídicas que desarrollan sus preceptos, para ello
la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó el correspondiente cronograma
legislativo, el cual se viene cumpliendo.
En el
periodo desde abril de 2019 hasta la fecha, el Parlamento cubano aprobó once
leyes en interés de garantizar el funcionamiento y organización de las
estructuras principales del Estado y el Gobierno. Por su parte, el Consejo de
Estado emitió 33 decretos leyes.
La
dirección del Estado y el Gobierno ha adoptado un conjunto de decisiones dirigidas
al fortalecimiento de la capacidad legislativa con la participación de las
instituciones, las universidades y diversos centros de investigación.
El
Informe Central que presento hoy ante ustedes fue previamente aprobado por el
Buró Político.
En esta
ocasión, considerando las restricciones que nos impone el enfrentamiento a la
pandemia de la COVID-19, se ha limitado a 300 la cantidad de delegados al
Congreso, propuestos desde la base y electos democráticamente en representación
de los más de 700 000 militantes, integrados en unos 58 000 núcleos.
En
estas circunstancias extraordinarias desarrollamos el Octavo Congreso, dando
cumplimiento al objetivo 17 aprobado en la Primera Conferencia Nacional del
Partido que estableció la periodicidad de cinco años para la celebración del
magno evento partidista, salvo ante la amenaza de guerra, graves desastres
naturales y otras situaciones excepcionales. No estamos en tiempos normales ni
mucho menos, pero llegamos a la conclusión de que no solo era posible, sino también
necesario celebrar nuestro Congreso en la fecha prevista.
Arribamos
a este magno evento con el incremento de 27 000 militantes del Partido, muestra
de que se ha detenido el decrecimiento que se manifestaba desde el año 2006.
Este
alentador resultado se ha caracterizado a pesar de las bajas originadas a causa
de fallecimientos, desactivaciones y las sanciones externas aplicadas.
Igualmente es estimulante el ingreso anual, como promedio, de más de 39 400
nuevos militantes, la tercera parte de ellos provenientes de las filas de la
Unión de Jóvenes Comunistas.
No
obstante, no podemos ignorar que, en correspondencia con las tendencias
demográficas de la nación, crece la edad promedio de los militantes de nuestro
Partido, donde el 42,6 % tiene más de 55 años de edad.
Al
propio tiempo se ha logrado un aumento sostenido de los militantes de la Unión
de Jóvenes Comunistas que se nutre de la masa de estudiantes y jóvenes
trabajadores, entre estos últimos se ha dado prioridad a los campesinos,
obreros agrícolas y otros importantes sectores de la economía, para lo cual
existen potencialidades no utilizadas que podrían servir como una valiosa
contribución al crecimiento futuro del Partido.
Mención
aparte merece el enfrentamiento a la pandemia según el plan nacional aprobado
por el Buró Político el 30 de enero de 2020, el cual ha sido actualizado y
enriquecido con las experiencias acumuladas en las diferentes etapas.
Este
plan incluye acciones intersectoriales con la integración de los organismos de
la Administración Central del Estado, las organizaciones de masas y la
participación activa del pueblo, en especial de los jóvenes. Su principal
fortaleza es la voluntad política de atender la salud de la población.
El
cumplimiento de este plan ha demostrado que es posible el control de la
epidemia mediante la observancia de los protocolos establecidos, atención
diferenciada a grupos vulnerables, la búsqueda activa de casos, así como el
aislamiento de sospechosos y contactos, el ingreso hospitalario y tratamientos
preventivos y terapéuticos con medicamentos novedosos producidos por la
industria farmacéutica y biotecnológica cubana, surgida bajo la dirección
personal del Comandante en Jefe.
Los
resultados alcanzados son posibles solo en una sociedad socialista, un sistema
de salud universal gratuito, accesible y con profesionales competentes y
comprometidos; no obstante, en los últimos meses se ha producido un rebrote a
nivel mundial, del cual Cuba no está excluida, como consecuencia, entre otras
razones, de haberse relajado el cumplimiento de las medidas establecidas.
La
respuesta del país ante la COVID-19 se ha caracterizado por el aporte de los
científicos y expertos en el desarrollo de investigaciones e innovaciones, con
la introducción inmediata de sus resultados dirigidos a la prevención,
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de pacientes. Se trabaja intensamente
en los ensayos clínicos de cinco candidatos vacunales que podrían servir para
inmunizar a toda la población cubana y contribuir a la salud de otras naciones.
Estos resultados, por sí mismos, como ya he expresado en otras ocasiones, hacen
que cada día crezca mi admiración por Fidel (Aplausos).
El
Octavo Congreso concentrará su labor en el análisis de los resultados del
trabajo de tres comisiones designadas por el Buró Político.
La
primera, presidida por el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, aborda los
resultados económico-sociales alcanzados desde la celebración del VII Congreso
hasta la fecha y las proyecciones para continuar avanzando en el desarrollo del
país, la evaluación del proceso de implementación desde el VI Congreso de los
Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, y
la propuesta de su actualización y la de la Conceptualización del modelo
económico y social cubano, así como el estado de cumplimiento de la Estrategia
Económico-Social para el impulso de la Economía y el enfrentamiento a la crisis
mundial provocada por la COVID-19.
La
segunda comisión, encabezada por el compañero José Ramón Machado Ventura,
Segundo Secretario del Comité Central, evalúa el cumplimiento de la Resolución
aprobada por el VII Congreso sobre los Objetivos de trabajo de la Primera
Conferencia Nacional, efectuada en enero de 2012, relacionados con el
funcionamiento del Partido, la actividad ideológica y la vinculación con las
masas, así como las proyecciones para perfeccionar el trabajo del Partido en
las actuales y futuras circunstancias.
Por
último, la tercera comisión, dirigida por el Presidente de la República, Miguel
Díaz-Canel Bermúdez, presenta una valoración acerca de la situación de la
política de cuadros del Partido, la Unión de Jóvenes Comunistas, las
organizaciones de masas, el Estado y el Gobierno, así como el papel del Partido
para alcanzar resultados superiores.
Los
documentos que hoy presentamos a su consideración, resultado del trabajo de
estas tres comisiones, fueron previamente discutidos en los comités
provinciales del Partido y los consejos de Gobierno a ese nivel, con la
participación de los primeros secretarios del Partido, los dirigentes de las
organizaciones de masas y los cuadros administrativos de los municipios, así
como en los consejos de dirección de los organismos de la Administración
Central del Estado y las direcciones nacionales de las organizaciones de masas
y la Unión de Jóvenes Comunistas.
Fruto
de estos debates fueron introducidas significativas modificaciones que
enriquecieron su contenido. Más recientemente, se sometieron a la consideración
de los delegados al Congreso agrupados en las respectivas delegaciones provinciales.
Sin
pretender abarcar todos los asuntos comprendidos en el trabajo de las citadas
comisiones, realizaré un breve repaso de algunos de ellos.
Ya se
ha dicho que el desarrollo de la economía nacional, junto a la lucha por la paz
y la firmeza ideológica, constituyen las principales misiones del Partido.
La
economía cubana en los últimos cinco años ha demostrado capacidad de
resistencia frente a los obstáculos que representa el recrudecido bloqueo
económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, lo que permitió
preservar las principales conquistas de la Revolución en materia de la salud
pública, la educación y la seguridad social, sin renunciar a los objetivos de
desarrollo previstos ni el apoyo solidario a otras naciones.
Persisten
efectos negativos asociados al exceso de burocracia, deficiente control de los
recursos, causa y condición por excelencia del dañino fenómeno de la corrupción
y otras ilegalidades que limitan el incremento de la productividad y la
eficiencia. No han dejado de estar presentes problemas estructurales del modelo
económico que no proporciona suficientes incentivos para el trabajo y la
innovación.
Para
transformar de manera irreversible este escenario, se impone imprimir mayor
dinamismo al proceso de actualización del modelo económico y social, de modo
que se propicie una adecuada combinación del carácter centralizado de la
planificación con la autonomía y descentralización necesarias en las instancias
intermedias y de base del sistema empresarial y de los gobiernos locales.
Igualmente
se requiere consolidar el proceso inversionista, sobre la base de su
integralidad, sin espacio para las chapucerías y la improvisación, potenciar la
productividad y la eficiencia en el desempeño del sector estatal de la economía
en las esferas que determinan el desarrollo del país, al tiempo que se
flexibilizan e institucionalizan las formas de gestión no estatales.
Recientemente
fue ampliado, de manera significativa, el alcance de las actividades laborales
que pueden ejercerse por cuenta propia, al pasarse de 127 actividades
permitidas a más de 2 000. Esta decisión, acogida con entusiasmo por la opinión
pública nacional y extranjera fue, como era de esperar, cuestionada a los pocos
días y calificada de insuficiente por quienes sueñan con la restauración
capitalista en el país y la privatización masiva de la propiedad del pueblo
sobre los principales medios de producción.
Sin
siquiera haber implementado esta importante decisión, se ha demandado el
ejercicio privado de algunas profesiones mientras a las demás no se les
permite. Parecería que el egoísmo, la codicia y el afán de mayores ingresos
provocan en algunos el aliento para desear que se inicie un proceso de
privatización que barrería los cimientos y las esencias de la sociedad
socialista construida a lo largo de más de seis décadas. Por ese camino, en
poco tiempo se desmontarían también los sistemas nacionales de educación y de
salud pública, ambos gratuitos y de acceso universal para todos los cubanos.
Otros,
esperando hacer estallar el principio socialista del monopolio del Estado sobre
el comercio exterior, vienen reclamando que se autorice la importación
comercial privada en el ánimo de establecer un sistema no estatal de comercio
interior.
Son
estas, cuestiones que no pueden prestarse a la confusión y mucho menos a la
ingenuidad por parte de los cuadros de dirección y los militantes del Partido.
Hay límites que no podemos rebasar porque las consecuencias serían
irreversibles y conducirían a errores estratégicos y a la destrucción misma del
socialismo y por ende de la soberanía e independencia nacionales.
Cuando
hablo de estos asuntos viene a mi memoria lo expresado por el Comandante en
Jefe de la Revolución Cubana en la clausura del VI Congreso de la Unión de
Jóvenes Comunistas, el 4 de abril de 1992: “Sin firmeza, sin decisión, sin un
espíritu consecuente, la Revolución ni siquiera habría triunfado, porque los
que hacen concesiones, los que claudican, los que se ablandan, los que
traicionan, esos nunca llegan a ninguna parte” (Aplausos).
No
puede olvidarse jamás que la propiedad de todo el pueblo sobre los medios
fundamentales de producción constituye la base del poder real de los
trabajadores.
El
sistema empresarial estatal tiene ante sí el reto de demostrar en la práctica y
afianzar su posición como la forma de gestión dominante en la economía. Esto no
es algo que se alcance por decreto, es una condición imprescindible para el
sostenimiento de la sociedad socialista, por ello es ineludible provocar un
estremecimiento de las estructuras empresariales desde arriba hacia abajo y
viceversa, que destierre definitivamente la inercia, el conformismo, la falta
de iniciativas y la cómoda espera por instrucciones desde los niveles
superiores. Hay que modificar viejos malos hábitos y desarrollar rasgos
emprendedores y proactivos en los cuadros de dirección de nuestras empresas y
establecimientos, que cada día funcionarán con mayor autonomía, persiguiendo
producciones superiores con más eficiencia.
Todo
esto se dice fácil, lo difícil, pero no imposible, es materializar y consolidar
el cambio. Es preciso cimentar un verdadero giro en la mentalidad en aras de
defender el incremento de la producción nacional, en especial de los alimentos,
desterrar el dañino hábito de importarlos y generar exportaciones diversificadas
y competitivas.
Sin
dejar de aspirar y trabajar por superiores niveles de satisfacción de nuestras
necesidades, hay que acostumbrarse a vivir con lo que tenemos y no pretender
gastar más que lo que seamos capaces de generar en ingresos. Hacer lo contrario
constituye un error que ya hemos cometido y que no debemos repetir. No olvidar
que en el ahorro se encuentra el ingreso más rápido y seguro a nuestra
disposición.
El
sector del turismo internacional que venía creciendo de manera sostenida hasta el
año 2018, sufrió una caída en el 2019 a consecuencia de las medidas adoptadas
por la administración norteamericana, a lo que se suman los efectos demoledores
de la pandemia mundial de la COVID-19.
A pesar
de ello, se ha aprovechado el cierre de la mayoría de los establecimientos para
dar mantenimiento y mejorar la planta hotelera, de modo que al reiniciarse la
operación turística podamos ofrecer un servicio de superior calidad. Somos
optimistas y estamos seguros de que este sector no solo se recuperará, sino que
continuará desarrollándose en bien de toda nuestra población.
El
modelo económico y social de desarrollo socialista nos exige contar con
capacidades suficientes para regular el mercado, con la mayor armonía posible,
mediante la utilización de métodos indirectos, cada vez menos administrativos.
Es necesario lograr que las demandas insatisfechas de nuestra población
constituyan un incentivo para los productores nacionales, sobre la base de la
utilización eficiente y racional de los recursos materiales y financieros
(Aplausos).
Estos
son los propósitos que persigue la Estrategia Económico-Social para el impulso
de la Economía y el enfrentamiento a la crisis mundial provocada por la
COVID-19, aprobada por las máximas instancias del Partido y el Gobierno.
No
resulta ocioso reiterar que las decisiones en la economía en ningún caso pueden
generar una ruptura con los ideales de justicia e igualdad de la Revolución y
mucho menos debilitar la unidad del pueblo en torno a su Partido, el cual defenderá
por siempre el principio de que en Cuba jamás se permitirá la aplicación de
terapias de choque contra las capas más humildes de la población y por tanto
nadie quedará desamparado.
A pesar
de las tensiones agravadas que enfrenta la economía nacional, es propicia la ocasión
para agradecer a buena parte de nuestros acreedores la disposición de
reestructurar las deudas vencidas y al propio tiempo asegurarles la voluntad de
retomar el cumplimiento de los compromisos financieros internacionales en la
medida en que iniciemos la recuperación de la economía. Igualmente, se ratifica
la decisión de garantizar los depósitos bancarios en moneda libremente
convertible y en pesos cubanos, así como el efectivo en manos de la población y
de las personas jurídicas extranjeras y nacionales.
La
situación extrema de falta de liquidez nos obligó a reintroducir las ventas en
moneda libremente convertible en una parte del comercio minorista y más
adelante del mayorista.
Esta
necesaria medida tuvo el propósito inicial de asegurar la presencia en el
mercado interno de un conjunto de surtidos que a lo largo de los últimos cinco
años fueron desapareciendo de la oferta estatal, dejando espacio para la
actividad ilegal de la compra en el exterior y la reventa de esos artículos con
altísimas tasas de ganancia.
Ya bajo
los efectos de la COVID-19 se ampliaron las ventas en moneda libremente
convertible hacia otros productos, incluyendo los alimentos, con el objetivo de
incentivar las remesas que los ciudadanos cubanos en el exterior realizan a sus
familiares en el territorio nacional. Junto a ello el Gobierno ha asegurado la
asignación de un apreciable volumen de divisas para garantizar la
sostenibilidad de la oferta en pesos cubanos de un reducido grupo de productos
básicos de la alimentación, la higiene y el aseo personal y se trabaja para
restablecer la presencia de los proveedores nacionales en este mercado.
Creo
conveniente señalar que a causa de una inadecuada política de comunicación
social y la publicación de enfoques incorrectos en varios de nuestros medios de
prensa se generó cierta confusión en algunos cuadros de dirección que la
emprendieron contra la supuesta desigualdad que emana de estas ventas y
reclamaban que todo el comercio interior del país regresara a la libreta de
abastecimiento. Con el decursar de los meses y las intervenciones públicas del
Presidente de la República, el Primer Ministro y otros funcionarios del
Gobierno, se logró hacer comprender que las ventas en moneda libremente
convertible son necesarias y que perdurarán el tiempo que nos tome recuperar y
fortalecer la economía y con ello asegurar la real convertibilidad de la moneda
nacional.
En
medio de estas complejas circunstancias hemos continuado adoptando medidas en
interés de incentivar la inversión extranjera, suprimiendo dilaciones, retrasos
y obstáculos en su funcionamiento que comprometen su aporte decisivo al
desempeño de la economía nacional.
Es hora
de borrar de nuestras mentes prejuicios del pasado asociados a la inversión
extranjera y asegurar una correcta preparación y diseño de nuevos negocios con
la participación del capital extranjero.
Muestra
de ello son los resultados alcanzados en la Zona Especial de Desarrollo Mariel
que se erige en un importante polo de atracción de inversionistas extranjeros y
nacionales que disfrutan de impresionantes infraestructuras, que no han dejado
de ejecutarse a pesar de las medidas de reforzamiento del bloqueo de los
Estados Unidos.
En
materia de la implementación de los Lineamientos y de la Política Económica y
Social del Partido y la Revolución es justo señalar que en sentido general se
afianza la tendencia del avance; sin embargo, todavía se ponen de manifiesto
determinadas insuficiencias en la planificación, organización, control y
seguimiento de los procesos y en algunos casos reacciones lentas y tardías para
corregir las desviaciones, así como falta de integralidad y visión respecto a
los niveles de riesgo y deficiencias. Las acciones de capacitación y
comunicación social han carecido de la oportunidad, calidad y el alcance
requeridos.
Persiste
la resistencia al cambio y la falta de capacidad innovadora que se expresa en
actitudes de inercia e inmovilismo a la hora de aplicar las medidas adoptadas,
el temor a ejercer las facultades otorgadas y prejuicios hacia las formas de
propiedad y gestión no estatales.
La
Comisión Permanente de Implementación y Desarrollo no logró organizar, de
manera adecuada, la participación de los diferentes actores involucrados en la
implementación de los Lineamientos y asumió funciones que excedían el mandato
otorgado por el Congreso, lo cual limitó el papel que correspondía por sus
funciones a los organismos, organizaciones y entidades.
Al
propio tiempo, no se propició de manera suficiente que las organizaciones
políticas y de masas desempeñaran un papel más activo en este proceso.
Todo
ello motivó que el Buró Político adoptara la decisión de distribuir las
responsabilidades en la conducción de la implementación de los Lineamientos
entre la Comisión y los organismos de la Administración Central del Estado y
las entidades nacionales, tras lo cual se alcanzaron avances superiores.
Como
resultado de la actualización de los Lineamientos aprobada en el VII Congreso,
se propone mantener 17, modificar 165, suprimir 92 y adicionar 18, con lo cual
quedarían conformados por un total de 200.
Como se
conoce, la Conceptualización del Modelo Económico y Social, o lo que es lo
mismo, la guía teórica y conceptual para la construcción del socialismo en
Cuba, fue aprobada en principio en el VII Congreso, con el mandato de
discutirla en las organizaciones del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas y
con amplios sectores de la sociedad y luego someterla a la aprobación del pleno
del Comité Central del Partido.
En el
marco de los trabajos encomendados a la Comisión No. 1, creada por el Buró
Político para valorar la actualización del contenido de este documento
programático, se ratificaron sus principales postulados y se introdujeron, en
correspondencia con la Constitución, modificaciones también dirigidas a lograr
mayor precisión en algunas cuestiones, las que serán debatidas por los
delegados en las respectivas comisiones.
El
primero de enero del presente año, luego de más de una década de estudio y
trabajo, comenzamos la aplicación de la Tarea Ordenamiento, que como se había
reiterado no constituye una solución mágica a los problemas de nuestra
economía, pero permitirá, según su nombre lo indica, ordenar y transparentar el
desempeño de los diferentes actores del escenario económico e incentivar el
amor por el trabajo como medio y sentido de la vida de los ciudadanos. Hay que
borrar la dañina noción, surgida al amparo del paternalismo e igualitarismo, de
que Cuba es el único país donde se puede vivir sin trabajar. El nivel de vida y
de consumo de los cubanos deberá estar determinado por los ingresos legales que
perciben y no por subsidios excesivos y gratuidades indebidas.
Los
pocos meses transcurridos han confirmado la complejidad y alcance de este
proceso, que toca a todos los componentes de la sociedad cubana con un amplio
conjunto de decisiones y acciones que no tiene precedentes en la historia
reciente de la Revolución.
No por
gusto nos tomó tanto tiempo la etapa de ideación y diseño, con la participación
y el aporte de especialistas e investigadores altamente calificados del ámbito
productivo y académico del país y la valiosa contribución de instituciones de
otras naciones, así como las experiencias de procesos similares aplicados en
China y Vietnam, salvando las diferencias.
Como ha
sido ampliamente explicado, a la par de inobjetables logros en el
establecimiento de la unificación monetaria y cambiaria, la reforma general de
salarios, pensiones y asistencia social, así como en la reducción de subsidios
y gratuidades, asegurando la atención de las personas vulnerables, en su
implementación también se han puesto de manifiesto deficiencias ocasionadas por
una débil preparación y capacitación, negligencias, falta de exigencia,
control, sensibilidad política e insuficiente comunicación institucional por
parte de los cuadros y funcionarios encargados de su ejecución práctica, que
conllevaron al establecimiento de precios excesivos e inconformidad con las
tarifas de servicios públicos, o sea, electricidad, agua, gas, comedores
obreros, etcétera. Asimismo, existieron errores y dilaciones vinculadas con la
reforma salarial y los sistemas de pagos.
Todo
ello ha demandado un intenso trabajo por parte de la dirección del Partido, el
Estado y el Gobierno en interés de corregir con agilidad las desviaciones
detectadas y modificar aquellas que se apartaban del diseño esperado.
La
Tarea Ordenamiento deberá proseguir su proceso de implementación en
correspondencia con el cronograma aprobado hasta su total aplicación, y lo más
importante, la consolidación de sus postulados y la obtención de los resultados
económicos y productivos que contribuirán a la construcción en Cuba de un
socialismo próspero y sostenible.
El
contenido del Artículo 5 de la Constitución de la República, cuya redacción
íntegra es obra personal del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, se mantuvo en
la actual, con idéntico número y contenido que en la promulgada en 1976,
consagra al Partido Comunista de Cuba como la fuerza dirigente superior de la
sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia la
construcción del socialismo.
Por
tanto, el texto constitucional supone una enorme responsabilidad para todos los
militantes, ya que la autoridad moral del partido único que garantiza y
representa la unidad de la nación, emana precisamente de la ejemplaridad en el
cumplimiento del deber y de los postulados constitucionales, así como elevadas
cualidades éticas, políticas e ideológicas, en estrecho vínculo con las masas.
Recae
en el Partido, como organización que agrupa la vanguardia revolucionaria, la
honrosa misión de ser el digno heredero de la confianza depositada por el
pueblo en el líder fundador de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel
Castro Ruz. No es algo nuevo, lo dije hace casi 15 años para evitar confusiones
de cualquier tipo, y lo repito hoy porque siento que es un concepto que
preserva toda su vigencia para el presente y el futuro de la nación (Aplausos).
El
propio Fidel, en fecha tan temprana como el 14 de marzo de 1974, expresaba: “El
Partido es la vanguardia del pueblo, la seguridad del pueblo, la garantía del
pueblo. […] La organización de vanguardia es fundamental. ¿Saben ustedes lo que
le da seguridad a la Revolución? El Partido. ¿Saben ustedes lo que le da
perennidad a la Revolución? El Partido. ¿Saben ustedes lo que le da futuro a la
Revolución, lo que le da vida a la Revolución, lo que le da porvenir a la
Revolución? El Partido. Sin el Partido no podría existir la Revolución”
(Aplausos).
En el
periodo transcurrido desde el VII Congreso, efectuado en el año 2016, ha
proseguido avanzándose en el cumplimiento de los Objetivos de la Primera
Conferencia Nacional en cuanto a las modificaciones introducidas en los métodos
y estilo de trabajo de la organización partidista en la atención de las
organizaciones de base y a los principales problemas de la vida política,
económica y social de la nación, con el propósito de ir superando la
suplantación e interferencias en las funciones y decisiones que le corresponden
al Estado, Gobierno e instituciones administrativas —llevamos más de 60 años
repitiendo eso y, realmente, hay que decir que se cumple muy poco—: cada uno en
lo suyo, y el Partido en lo que le corresponde, sin dejar de conducir, de
conjunto con dichas autoridades, el enfrentamiento a las situaciones que
afectan a la población.
Los
estatutos de nuestro Partido lo definen como el continuador del Partido
Revolucionario Cubano, creado por Martí para dirigir la lucha por la
independencia, del Primer Partido Comunista fundado por Carlos Baliño y Julio
Antonio Mella y del nacido a partir de la integración voluntaria de las tres
organizaciones revolucionarias que encabezaron la lucha contra la tiranía de
Batista.
La
existencia en Cuba de un único partido ha estado, y estará siempre, en el foco
de las campañas del enemigo, empeñado en fragmentar y desunir a los cubanos con
los cantos de sirenas de la sacrosanta democracia burguesa, partiendo de la
antiquísima táctica de “divide y vencerás”.
La
unidad de la inmensa mayoría de los cubanos en torno al Partido y la obra e
ideales de la Revolución ha sido nuestra arma estratégica fundamental para
enfrentar con éxito todo tipo de amenazas y agresiones. Por eso esta unidad
debe cuidarse con celo y jamás aceptar la división entre revolucionarios bajo
falsos pretextos de mayor democracia, pues ese sería el primer paso para
destruir desde adentro la propia Revolución, el socialismo y por consiguiente
la independencia nacional y volver a caer bajo el dominio del imperialismo
norteamericano.
Ahora
bien, si tenemos un solo partido debemos promover, en su funcionamiento y en
general en nuestra sociedad, la más amplia democracia y un permanente
intercambio sincero y profundo de opiniones, no siempre coincidentes, estrechar
el vínculo con la masa trabajadora y la población y asegurar la participación
creciente de los ciudadanos en las decisiones fundamentales.
Se ha
fortalecido la atención por el Partido a la Unión de Jóvenes Comunistas, las
organizaciones estudiantiles y los movimientos juveniles, en aras de elevar su
protagonismo y fortalecer la labor político-ideológica, al tiempo que se
preserva la independencia orgánica.
En aras
de proseguir consolidando la unidad de los cubanos, se ha mantenido el
enfrentamiento a prejuicios y a todo tipo de discriminación que todavía
perviven.
Igualmente,
se actualizó la política de atención a las instituciones religiosas y
asociaciones fraternales que se insertan de manera creciente en diferentes
esferas del quehacer nacional.
En
cuanto a las organizaciones de masas hemos llegado a la conclusión de que se
requiere revitalizar su accionar en todas las esferas de la sociedad y
actualizar su funcionamiento en correspondencia con los tiempos que vivimos,
bien diferentes a aquellos de los primeros años de la Revolución cuando
nacieron. Es preciso rescatar el trabajo en la base, en las fábricas, en las
granjas, en las cuadras y barrios en defensa de la Revolución y en la lucha
contra las manifestaciones del delito y la indisciplina social. Es necesario
elevar la combatividad e intransigencia revolucionarias y fortalecer su aporte
a la labor ideológica, el enfrentamiento a los planes subversivos del enemigo y
a la creación y consolidación de valores.
Continua
el apoyo desde el Partido a la labor de la Federación de Mujeres Cubanas y
otras instituciones en la defensa de los derechos de la mujer y la denuncia de
la violencia de género. Se profundizará el enfrentamiento a prejuicios
asociados a la orientación sexual y la identidad de género.
En
cumplimiento del mandato constitucional el Consejo de Estado aprobó la comisión
que redactará el anteproyecto del Código de las Familias para su análisis en el
Parlamento y posterior discusión con la población, actividad en la cual ya se
trabaja.
La
creación del programa de Gobierno y de la comisión encabezada por el Presidente
de la República, Díaz-Canel, para atender la temática de la discriminación
racial propiciará un más efectivo enfrentamiento a estos rezagos del pasado y
mayor coherencia en la exposición y conducción del debate público acerca de los
mismos.
Por
otra parte, a pesar de que la labor ideológica constituye una de las
principales direcciones de trabajo del Partido, tengo que confesarles que no
estoy satisfecho con los avances logrados.
Si bien
es cierto que nuestros medios de prensa se caracterizan por su apego a la
verdad y el rechazo a la mentira, lo es también que persisten manifestaciones
de triunfalismo, estridencia y superficialidad en la manera en que abordan la
realidad del país. En ocasiones se presentan trabajos periodísticos que, en
lugar de esclarecer, tienden a confundir. Estos enfoques dañan la credibilidad
de la política informativa y de comunicación social aprobada. La inmediatez en
el abordaje del quehacer nacional no debe estar reñida con la objetividad, la
profesionalidad y, sobre todo, la intencionalidad política.
En el
trabajo político-ideológico no es suficiente hacer más de lo mismo, se requiere
creatividad, ajustarnos con efectividad al escenario que vivimos, potenciar el
estudio de la historia del país, hacer llegar a cada cubano el mensaje de
optimismo y la confianza en que juntos sabremos enfrentar y vencer cualquier
obstáculo. En resumen, se precisa de una profunda transformación dirigida a
potenciar las esencias y los valores que emanan de la obra de la Revolución.
Se ha
redoblado el programa de subversión e influencia ideológica y cultural dirigido
a desprestigiar el modelo socialista de desarrollo y presentándonos como única
alternativa la restauración capitalista.
El
componente subversivo de la política estadounidense hacia Cuba se enfoca en el
resquebrajamiento de la unidad nacional. En ese sentido, se da prioridad a las
acciones dirigidas a los jóvenes, mujeres y académicos, al sector artístico e
intelectual, los periodistas, deportistas, personas de la diversidad sexual y
las religiones. Se manipulan asuntos de interés para grupos específicos
vinculados con la protección de animales, el medio ambiente, o manifestaciones
artísticas y culturales, todo ello dirigido a desconocer a las instituciones
existentes.
No han
dejado de financiarse las acciones de agresión con el uso de las estaciones de
radio y televisión asentadas en los Estados Unidos, al tiempo que crece el
respaldo monetario para el desarrollo de plataformas de generación de
contenidos ideológicos que llaman abiertamente a derrotar la Revolución, lanzan
convocatorias para la realización de manifestaciones en espacios públicos, se
incita a la ejecución de sabotajes y actos terroristas, incluyendo el asesinato
de agentes del orden público y representantes del poder revolucionario. Sin el
más mínimo pudor declaran las tarifas que se pagan desde los Estados Unidos a
los ejecutores de estas acciones criminales.
No
olvidemos que el gobierno de los Estados Unidos creó el “Grupo de Trabajo de
Internet para Cuba” que aspira a que las redes sociales se conviertan en
canales de subversión, creación de redes inalámbricas fuera del control estatal
y la realización de ataques cibernéticos a infraestructuras críticas.
De las
bondades y de los peligros que conlleva la utilización de Internet y las redes
sociales ya hemos hablado en el Parlamento que se reúne aquí, hace ya varias
decenas de años, incluso haciendo uso de la fábula de las lenguas de Esopo, que
pueden utilizarse para los mejores y también los peores propósitos. No debe
existir espacio para la ingenuidad a estas alturas y el entusiasmo desmedidos
por las nuevas tecnologías sin previamente garantizar la seguridad informática.
La
mentira, la manipulación y la propagación de noticias falsas ya no conocen
límite alguno. Mediante ellas se conforma y se divulga a los cuatro vientos una
imagen virtual de Cuba como una sociedad moribunda y sin futuro, a punto de
colapsar y dar paso al tan anhelado estallido social. Sin embargo, la verdad es
otra, la contrarrevolución interna, que carece de base social, liderazgo y capacidad
movilizativa, continúa decreciendo en la cantidad de sus miembros y el número
de acciones de impacto social, concentrando su activismo en las redes sociales
e Internet.
Estamos
firmemente convencidos de que las calles, los parques y las plazas son y serán
de los revolucionarios y que jamás negaremos a nuestro heroico pueblo el
derecho a defender su Revolución (Aplausos).
Estas
circunstancias por sí mismas demandan esa urgente transformación de que les
hablé en el terreno ideológico.
En
materia de la política de cuadros se ha continuado trabajando en el
cumplimiento de los acuerdos de los últimos congresos del Partido y de la
Primera Conferencia Nacional. Se avanzó en la concepción organizativa y la
materialización de la política de renovación paulatina de los cargos
decisorios. Igualmente, se observa un incremento progresivo y sostenido en la
promoción de jóvenes, mujeres, negros y mulatos sobre la base del mérito y las
cualidades personales, aunque lo alcanzado es absolutamente insuficiente en lo
referido a las principales responsabilidades en el Partido, Estado y Gobierno.
Prosigue la promoción de cuadros de la Unión de Jóvenes Comunistas a la labor
profesional en el Partido.
Al
propio tiempo, persisten debilidades en la aplicación de la política de cuadros,
que se reflejan en la tendencia al formalismo y la superficialidad de no pocos
cuadros que se consideran imprescindibles y no atienden la formación de las
reservas. Se pone de manifiesto un escaso vínculo con el pueblo, falta de
sensibilidad e incapacidad para movilizar a los colectivos en la solución de
los problemas y un débil trabajo hacia los subordinados.
Existe
una insuficiente cultura comunicacional que limita la capacidad de motivar,
comprender, participar y debatir los asuntos que preocupan a la masa de
trabajadores. Todavía se detectan casos de compañeros que se promueven a cargos
de dirección sin haberse comprobado la capacidad y preparación para ejercerlos,
mientras que se manifiesta una débil intencionalidad y proyección para mejorar
la composición de la cantera de cuadros en cuanto a mujeres, negros y mulatos.
Perdura
la práctica de mantener como segundos jefes y sustitutos a compañeros que todos
conocen que no poseen las condiciones para ser promovidos, lo cual daña la
autoridad del jefe, en lugar de preservarla, y congela el normal desarrollo y
promoción de los nuevos dirigentes.
Considero
oportuno remitirme al contenido del Artículo 4 de la Constitución de la
República, que expresa: “La defensa de la Patria socialista es el más grande honor
y el deber supremo de cada cubano”.
Este
importante postulado de la Constitución debe ser tenido en cuenta en el
quehacer de todos los militantes comunistas, incluyendo la política de cuadros.
No puede admitirse la promoción a cargos superiores de compañeros que, por
motivos injustificados, no hayan cumplido el servicio militar activo, que
constituye la principal vía de preparación militar que deben cumplir todos los
ciudadanos, en primer lugar los cuadros. Esta cuestión es más importante en la
medida en que pasa el tiempo. La tendencia a la baja natalidad ya para el año
2030 constituirá un serio problema en muchos aspectos, por eso hay que buscarle
otras soluciones.
En esta
esfera contamos con el valioso ejemplo que significa la decisión, adoptada a solicitud
del Ministerio de Relaciones Exteriores, desde el 2002, hace ya 19 años, de que
todos los estudiantes del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, de
ambos sexos, previo a su ingreso, cumplan el servicio militar, durante un año,
en la Brigada de la Frontera, frente a la ilegal base naval de Guantánamo. Todo
eso se ha ido cumpliendo durante todos estos años sin ningún tipo de
problema.
A la
luz de la tendencia al envejecimiento de la población cubana —como les decía—
que, entre muchos otros efectos negativos, limita el número de ciudadanos que
arriban a la edad reglamentaria para sumarse al servicio militar, la
experiencia del Instituto Superior de Relaciones Internacionales debería
estudiarse en el propósito de generalizar de forma gradual que todos los
estudiantes de la educación superior cumplan previamente este deber.
El
propio Presidente de la República, Díaz-Canel, ante un llamado del Comandante
en Jefe, cumplió voluntariamente el servicio militar en unidades de la defensa
antiaérea para asimilar la nueva técnica, tras graduarse de ingeniero
electrónico en la Universidad Central de Las Villas, y, según me ha expresado
él mismo, ese periodo, en su caso, de tres años, le fue de mucha utilidad en la
formación como cuadro revolucionario.
Yo le
quiero dar un aplauso al Presidente por el ejemplo que constituyó (Aplausos).
Por su
carácter estratégico, la política de cuadros requiere un constante
perfeccionamiento y actualización, de modo que asegure la selección, formación
y promoción de cuadros que se caractericen por su compromiso con la Revolución,
humildad, modestia, ejemplo personal, liderazgo y firmes convicciones frente a
cualquier vestigio de elitismo, vanidad, autosuficiencia y ambiciones.
La
política de cuadros del Partido Comunista de Cuba deberá asegurar la cantera de
los dirigentes del mañana, en estrecha unión con las masas, con capacidad de
movilizar, dialogar, argumentar y ser resolutivos, elevar la sensibilidad
política y humana, la responsabilidad, disciplina, exigencia y control,
haciendo uso de la dirección colectiva como único modo de encontrar las mejores
soluciones a los problemas.
Abordaré
a continuación temas de la política exterior.
El
escenario internacional que enfrentamos hoy es marcadamente distinto al de
abril de 2016, cuando celebramos el VII Congreso. Estos cinco años se han
caracterizado por un incremento inaudito de la agresividad del gobierno
estadounidense.
Históricamente
el hegemonismo imperialista de los Estados Unidos ha planteado una amenaza para
el destino y la supervivencia de la nación cubana. No es un fenómeno nuevo. Ha
acompañado a los cubanos desde los orígenes de la Patria cuando surgieron los
primeros anhelos de soberanía e independencia en nuestro pueblo.
Era ya
un reto para los héroes que emprendieron la contienda contra el colonialismo
español en el siglo XIX. Lo enfrentamos las generaciones de cubanos que
continuamos la lucha en el siglo XX y lo encara el pueblo que en nuestros días
defiende, en estrecha unidad, la libertad y la justicia alcanzadas.
Se
materializó con particular crudeza durante la ocupación militar de nuestro país
entre 1898 y 1902, y la posterior imposición de la Enmienda Platt como apéndice
de la Constitución.
Se
consolidó con el Tratado de Relaciones de 1934, un tema que he observado en
conversaciones que he tenido con diferentes ciudadanos que se domina poco, que
el vecino del norte impuso al gobierno nacional de turno bajo la presencia
amenazante de unidades navales de la marina estadounidense en la bahía de La
Habana. Se sustituyó así, en aparente e hipócrita gesto amigable, a la Enmienda
Platt, cuyas disposiciones más lacerantes permanecieron en el nuevo
instrumento, junto con los compromisos políticos y económicos que consolidaron
la subordinación y dependencia de Cuba a los Estados Unidos hasta enero de
1959.
Es un
desafío íntimamente asociado a la concepción imperialista del Destino
Manifiesto, a la brutal Doctrina Monroe y a las visiones del Panamericanismo
con que han pretendido subyugar a nuestra región desde los tiempos de Simón
Bolívar.
En los
últimos cuatro años, al inmenso y desigual poderío estadounidense y a la
escalada de la agresión contra Cuba, se sumó la impunidad. El gobierno
estadounidense pareció convencido de que disfrutaba de libertad para actuar a
su antojo y del derecho a imponer al mundo su voluntad con el simple respaldo
del uso de la fuerza y pretendió poner en crisis política, legal y moral a los
pilares sobre los que descansaron las relaciones internacionales durante
décadas.
La
comunidad internacional pareció incapaz de frenar los atropellos y los abusos
más flagrantes de parte de la principal potencia económica, militar y
tecnológica, cuya actuación irresponsable ha sido la mayor amenaza a la paz, la
estabilidad, el equilibrio ecológico y la supervivencia de la vida en la
Tierra.
Ese
contexto explica en parte el efecto particularmente nocivo del bloqueo
económico con el que Estados Unidos agrede a nuestro país. También lo exponen
las condiciones de una economía internacional cada vez más interconectada,
interdependiente y crecientemente sujeta al dictado de los centros financieros
de poder que se controlan desde Washington.
A pesar
del rechazo reiterado y abrumador de la comunidad internacional, el bloqueo
perjudica las relaciones económicas de Cuba con prácticamente todas las
naciones del planeta, con independencia de la posición política de un país o de
su relación con nosotros.
En
muchos casos, los gobiernos no tienen siquiera la capacidad de hacer cumplir
sus prerrogativas soberanas sobre la actuación de entidades nacionales que
radican en sus propios territorios, pues con frecuencia estas se subordinan
dócilmente a Washington, como si viviéramos en un mundo subyugado por el poder
unipolar de los Estados Unidos.
Es un
fenómeno que se expresa con especial impacto en el sector financiero, cuando la
banca nacional de varios países privilegia las disposiciones de la
administración estadounidense sobre las decisiones políticas de sus propios
gobiernos. Estas realidades se reafirman a medida que se ha extendido la
globalización neoliberal.
Ese
bloqueo, que nuestro pueblo ha enfrentado durante más de 60 años con esfuerzo,
sacrificio y creatividad, hubiera sido capaz de devastar la economía y la
estabilidad social de cualquier país, aun aquellos que son más ricos y
poderosos que Cuba. Es la guerra económica más abarcadora, desigual y
prolongada que se haya desatado jamás contra nación alguna.
Solo en
las condiciones del sistema socialista, basado en la justicia social, la unidad
del pueblo en torno al Partido y el empeño mancomunado y solidario de defender
al país, puede una nación subdesarrollada y relativamente pequeña como la
nuestra, con escasas riquezas naturales, evitar el colapso e incluso avanzar en
su desarrollo.
La
política contra Cuba desatada por el anterior gobierno de los Estados Unidos se
reforzó, precisamente, en las duras condiciones de la pandemia de la COVID-19.
Se puso de manifiesto, de modo ostensible, la despiadada naturaleza del
imperialismo.
A veces
no se comprenden lo suficiente o no se valoran con detenimiento los datos
objetivos sobre el daño que Estados Unidos ha causado a la economía cubana y el
impacto objetivo de las más de 240 medidas coercitivas adoptadas desde 2017.
Debe entenderse que no se trata de simples acciones de incremento del bloqueo,
sino de nuevos métodos, algunos sin precedentes, que llevaron la magnitud de la
guerra económica a un escalón cualitativamente más agresivo, que se refleja en
las carencias materiales que acompañan la vida cotidiana de cada cubano.
A esto se
suma la descarada campaña financiada desde Washington para promover la mentira
de que el bloqueo no es real, que no daña verdaderamente a la economía cubana,
que no es un problema significativo para nuestro desarrollo y nuestra
estabilidad económica. Es una falsedad que se difunde por vía de los poderosos
medios de información al servicio del imperialismo y de las redes digitales
diseñadas para influir en el pensamiento de muchos, incluso de algunos de
nuestros compatriotas.
Entre
las primeras acciones para reforzar el cerco económico contra Cuba estuvo la de
designar en noviembre de 2017 una relación de entidades empresariales cubanas a
las que se sometería a restricciones adicionales a las ya sufridas por el
bloqueo. Esa lista, que se actualizó varias veces, abarca hoy 231 unidades,
muchas de ellas con responsabilidad en la red de comercio minorista del país,
el sistema de abastecimiento de las necesidades más importantes para la
economía y la población, todas las instalaciones hoteleras del país y varias
instituciones del sector financiero.
El
gobierno de los Estados Unidos justifica esa acción con el pretexto de estar
restringiendo la actividad de empresas pertenecientes al sector de la defensa y
la seguridad, a las cuales acusa de sostener la represión a los derechos
humanos en Cuba y la intervención cubana en Venezuela.
Nuestro
pueblo conoce bien que esta persecución ilegítima se dirige contra entidades
exitosas cuya función social es totalmente económica y comercial, como sucede
en cualquier parte del mundo, y que aseguran un aporte significativo a la
economía nacional.
También
conoce con clara certeza y por experiencia histórica que el objetivo de esta
medida es extender el cerco económico para sabotear al sistema empresarial,
obstaculizar el proceso de actualización de la economía, quebrar la gestión del
Estado e imponer la informalidad, la atomización de la actividad económica y el
caos, con la declarada meta de estrangular al país y provocar un estallido
social.
En la
extraordinaria tarea de enfrentar la pandemia de la COVID-19, hemos tenido que
dedicar cuantiosos recursos a garantizar con urgencia el equipamiento y los
materiales necesarios para nuestros hospitales y centros asistenciales. El
costo hubiera sido menos oneroso si Cuba no tuviera que acudir a mercados
lejanos y muchas veces indirectos para adquirir tecnologías sujetas a las
prohibiciones del bloqueo.
La
persecución financiera, por otro lado, adquirió las características de una
verdadera cacería contra las transacciones cubanas, lo que perjudica nuestras
capacidades de pago para los productos y servicios que importamos, y para el
cobro de los que exportamos, con el consecuente encarecimiento del comercio
exterior en su conjunto.
Para
castigar a Cuba y a los cubanos que viven dentro y fuera del país, Estados
Unidos limitó primero y cortó después prácticamente toda posibilidad de remesar
dinero a Cuba.
Estas
realidades están presentes en el desabastecimiento de productos imprescindibles
en el consumo de la población. Son causa, además, de muchas de las dificultades
de la industria nacional para contar a tiempo, con la calidad y las normas
requeridas, con los insumos necesarios para la producción. Ello abarca tanto
bienes de consumo como las medicinas y los productos de la industria alimentaria.
El
reforzamiento del bloqueo complica el cumplimiento de los compromisos
financieros internacionales, a pesar de la firme determinación de honrarlos y
del esfuerzo que acometemos para realizar pagos que, aunque modestos, conllevan
un gran sacrificio.
Se
implementaron, de manera creciente, medidas para restringir los viajes a Cuba,
tanto por vía aérea como marítima, lo que significó un golpe brutal a una parte
considerable del sector no estatal de la economía dedicado a los servicios.
El daño
que estas medidas causan al nivel de vida de la población no es fortuito ni
fruto de efectos colaterales, es consecuencia de un propósito deliberado de
castigar, en su conjunto, al pueblo cubano.
Una de
las acciones más significativas, por su grado de crueldad, por lo inadmisible
de cara al Derecho Internacional y por la impunidad con que Estados Unidos la
acomete, es el empeño, desde abril de 2019, de privar a Cuba de los suministros
de combustibles. Para lograrlo aplican medidas propias de la guerra no
convencional, a fin de impedir que lleguen al territorio nacional estos
suministros.
Es una
de las acciones que mejor ilustra la nueva dimensión que adquirió la guerra
económica contra Cuba. Para encararla, hemos transitado por periodos de mucha
tensión y si el costo no ha sido demoledor, como esperaba Estados Unidos, es
por la fortaleza de la sociedad que hemos construido y defendido y la capacidad
de resistencia de nuestro pueblo heroico.
Otro de
los actos que mejor describe la naturaleza del imperialismo y la escalada de su
agresión contra la nación es la inmoral campaña desatada contra la cooperación
médica internacional que presta Cuba.
Nuestra
trayectoria en este frente no tiene equiparación en el mundo. Es un esfuerzo
consustancial a los principios morales sobre los que se edifica la sociedad
cubana. Descansa en la noción de que compartimos lo que tenemos, no lo que nos
sobra. El éxito de haber formado con perseverancia y dedicación una capacidad
significativa de recursos humanos y de disponer de un sistema de salud pública
robusto, efectivo y sostenible nos brinda esa oportunidad de compartir con
otros.
Es un
empeño solidario que se mantendrá a pesar de las campañas. Ha salvado vidas,
enfrentado enfermedades, aliviado sufrimientos y mejorado las condiciones de
salud y bienestar de millones de personas en el mundo, casi siempre de las
poblaciones más vulnerables o desfavorecidas, en las zonas más remotas, en
ocasiones, en condiciones de extrema dificultad e incluso de peligro. Comprende
importantes y meritorias labores de asistencia a países que han sufrido
desastres naturales.
El
ataque estadounidense va dirigido a desprestigiar una labor tan noble y
reconocida y a privar a Cuba de los ingresos justos, honestos y legítimos que
con su esfuerzo aseguran miles de profesionales formados técnica y éticamente
en el país.
El
acceso a la salud es un derecho humano universal y el gobierno de los Estados
Unidos comete un crimen cuando para agredirnos, se dedica a sabotear la única
fuente de servicios médicos a la que tienen acceso millones de personas en el
mundo.
Además
de todo lo anterior, en abril de 2019, y con el objetivo de amedrentar a los
inversionistas extranjeros, compañías y empresarios que apuestan a una relación
económica y comercial con Cuba, Estados Unidos decidió, por primera vez,
permitir que al amparo del Título III de la infame Ley Helms-Burton se admitan
en tribunales de ese país las demandas que presenten presuntos reclamantes de
propiedades que fueron justa y legítimamente nacionalizadas en los primeros años
de la Revolución.
No se
trata de una ley nueva, es un engendro que data de 1996, que codifica en ley el
bloqueo y establece como obligación del gobierno estadounidense agredir a Cuba
económicamente, a escala internacional y de modo abarcador. Dispone además y
como mandato legal la promoción de la subversión política para destruir el
orden constitucional cubano, con el respaldo cada año de un financiamiento
oficial y millonario del presupuesto federal.
Llega
al colmo de diseñar el programa de intervención política en nuestro país y el
establecimiento de un tutelaje que sometería a la nación cubana a la condición
de territorio subyugado y subordinado a la soberanía de Estados Unidos bajo un
interventor nombrado por este.
Se
trata de un instrumento político y jurídico despreciable, concebido con gran
oportunismo en los momentos más duros del Periodo Especial y cuando albergaban
en Washington la confianza de que la Revolución no sería capaz de sostenerse ni
de ser fieles al compromiso de mantener en alto las banderas del socialismo y
salvaguardar la causa que defendieron nuestros mártires.
Por eso
decimos que es una Ley que nuestro pueblo debe bien y que no puede darse el
lujo de olvidar, aun si algún día fuera derogada.
Cuando,
en diciembre de 2014, decidimos conjuntamente con el gobierno de Estados
Unidos, encabezado entonces por el presidente Barack Obama, avanzar hacia un
mejor entendimiento entre nuestros respectivos países, expresé ante la Asamblea
Nacional del Poder Popular: “[…] se ha dado un paso importante, pero queda por
resolver lo esencial, que es el cese del bloqueo económico, comercial y
financiero contra Cuba, recrudecido en los últimos años, en particular en el
ámbito de las transacciones financieras, con la aplicación de enormes e
ilegítimas multas contra bancos de diversos países”.
La
agresiva conducta desatada por la anterior administración norteamericana
reafirma con claras evidencias que cualquier perspectiva de verdadera evolución
positiva en la relación entre ambos países, para que sea sostenible, tendría
que estar asociada a la eliminación del bloqueo económico y al andamiaje
legislativo que lo sustenta.
No nos
ilusionamos de que se trata de algo fácil y sencillo, por el contrario, se
requerirá de la voluntad política sensata y respetuosa de quien gobierne en los
Estados Unidos. Cuba ha sostenido y sostiene que no identificamos al pueblo
estadounidense como enemigo, que las diferencias políticas e ideológicas no son
impedimento para una relación respetuosa y civilizada con nuestro vecino.
Hemos
manifestado incluso que podemos desarrollar una relación de cooperación en
muchos asuntos, de beneficio para ambos países y para la región.
Nunca
olvidaremos el contenido del Artículo 16, inciso a) de la Constitución, que
reafirma que las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier
otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o coerción.
Ratifico
desde este Congreso del Partido la voluntad de desarrollar un diálogo
respetuoso y edificar un nuevo tipo de relaciones con los Estados Unidos, sin
que se pretenda que para lograrlo Cuba renuncie a los principios de la
Revolución y el Socialismo, realice concesiones inherentes a su soberanía e
independencia, ceda en la defensa de sus ideales y el ejercicio de su política
exterior, comprometida con las causas justas, la defensa de la
autodeterminación de los pueblos y el histórico apoyo a países hermanos.
Al
propio tiempo, tenemos el deber de permanecer alertas, de asumir con
responsabilidad las enseñanzas de la historia y de proteger a nuestro país, y
el derecho soberano a existir por el que se han sacrificado tantas generaciones
de cubanos.
Debemos
hacerlo sin descuidar la defensa y con un esfuerzo constante y comprometido,
dirigido a edificar las bases económicas que nos permitan enfrentar con éxito
una guerra económica incesante y asimétrica, de una potencia dispuesta a
aprovechar su magnitud e influencia económica para agredir a nuestra Patria.
Compañeras
y compañeros:
Hace
hoy exactamente cinco años, advertimos que la región de América Latina y el
Caribe se encontraba bajo los efectos de una fuerte y articulada contraofensiva
promovida por el imperialismo y las oligarquías regionales contra los gobiernos
revolucionarios y progresistas que habían llegado al poder como resultado de la
resistencia y la lucha de los pueblos contra los nefastos efectos de los
modelos neoliberales.
Esa
contraofensiva se fortaleció cuando la conducción de la política exterior de
los Estados Unidos cayó en manos de personajes siniestros, vinculados a
episodios injerencistas e intervencionistas en nuestra región, y asociados a
elementos de la ultraderecha cubano-americana, varios de ellos de conocida
trayectoria terrorista y corrupta.
Nunca
disimularon su compromiso con la vigencia de la Doctrina Monroe. Mezclaron el
fanatismo antisocialista con la desesperación por conseguir objetivos a corto
plazo. Acudieron a métodos de guerra no convencional y operaciones
desestabilizadoras que resultaron sumamente peligrosas para toda la región.
Demostraron
el desprecio hacia nuestros pueblos e instituciones. Desconocieron los derechos
soberanos de todas las naciones del hemisferio y amenazaron peligrosamente la
paz y seguridad regionales. Varios gobiernos de la región pretendieron ignorar
la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada en La
Habana por los jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe, en
enero de 2014.
Ese
instrumento político trascendental descansa sobre principios imprescindibles
para la plena independencia, el real disfrute de los derechos soberanos y para
las aspiraciones de unidad e integración de nuestra región.
Entre
ellos están el respeto de los principios y normas del Derecho Internacional, y
los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas; la solución
pacífica de controversias; la obligación de no intervenir, directa o
indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los
principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre
determinación de los pueblos; el compromiso de los países de la región de
fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras
naciones, independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas
políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo; de practicar la
tolerancia y convivir en paz como buenos vecinos; y el compromiso de respetar
plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político,
económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia
pacífica entre las naciones.
La
utilización frecuente de la mentira para justificar acciones se combinó con
crueles medidas coercitivas unilaterales y constantes amenazas, con altos
costos para los pueblos de Nuestra América. El gobierno norteamericano decidió
lanzar a partir de fines de 2018 una ofensiva de agresión específica contra
Venezuela, Nicaragua y Cuba, con el propósito ostensible de alcanzar en el
corto plazo el derrocamiento de los gobiernos de los tres países.
Si bien
fracasó en su empeño, la pretensión nos recuerda con crudeza que las ambiciones
de dominación del imperialismo en la región no son amenazas de un lejano y
oscuro pasado ya superado, sino un peligro vigente dentro de los círculos de
poder político en los Estados Unidos.
Como
parte de esa ofensiva, se promovió el rescate de la desprestigiada OEA como
instrumento de dominio neocolonial y de agresión, y también de su brazo armado,
el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, el TIAR, siempre al servicio
de los intereses hegemónicos de los Estados Unidos. De igual modo, se trató de
sabotear a la CELAC y se destruyó UNASUR.
Por si
hubiera dudas, debemos reconocer que el neoliberalismo volvió a demostrar la
incapacidad para responder a los problemas sociales de la región. Su papel en
el desmantelamiento de las estructuras de justicia social y el ataque
doctrinario contra cualquier noción de justicia social, dejó a la mayoría de
los países impotentes e indefensos ante el flagelo de la COVID-19. Su legado ha
sido el incremento de las desigualdades, la profundización de la polarización
social y el agravamiento de la crisis de estancamiento e inestabilidad que
sufren muchas de las sociedades en Nuestra América.
Como
consecuencia, se observó el agotamiento acelerado de los gobiernos promotores
de políticas neoliberales, manifestaciones de inestabilidad social, la
irrupción de protestas populares y la movilización de la juventud, junto a la
activación de la izquierda y de las fuerzas progresistas, como lo demuestra el
Foro de Sao Paulo, espacio de concertación política de las fuerzas políticas de
izquierda y los movimientos sociales.
También
se observó cómo esas fuerzas progresistas fueron sometidas a procesos
judiciales políticamente motivados y a campañas de desprestigio y difamación
con el respaldo de los medios masivos corporativos, para debilitarlos y con
ello evitar su participación en los gobiernos o su acceso a estos.
Los
cubanos reiteramos nuestra solidaridad con Venezuela, con la unión
cívico-militar de su heroico pueblo, y con su único y legítimo presidente, el
compañero Nicolás Maduro Moros.
Reiteramos
la solidaridad con Nicaragua sandinista, con su pueblo y con el presidente
Comandante Daniel Ortega Saavedra.
Saludamos
al presidente Luis Arce, del Estado Plurinacional de Bolivia, nación donde el
pueblo protagonizó una victoria popular que constituyó una bofetada a los
Estados Unidos y a su instrumento, Organización de Estados Americanos, que
habían organizado el golpe de Estado contra el compañero Evo Morales Ayma.
Observamos
con esperanza, respeto y solidaridad los procesos políticos que encabezan los
presidentes Andrés Manuel López Obrador en México y Alberto Fernández en
Argentina, en sus esfuerzos por revertir las consecuencias de la implantación
de políticas neoliberales que tanto daño causaron a sus naciones.
Celebramos
y apoyamos los intentos de ambos gobiernos por recuperar los procesos de
integración genuinamente latinoamericanos.
Reiteramos
el invariable apoyo a los esfuerzos de la República Argentina para recuperar la
soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.
Ratificamos
nuestra solidaridad con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, líder del
Partido de los Trabajadores de Brasil, contra quien se enfilaron procesos
legales politizados. Insistimos en que debe reclamarse la restitución de su
inocencia, plena libertad y de todos los derechos políticos.
Seguiremos
defendiendo los legítimos intereses de las naciones caribeñas y apoyamos su
reclamo de recibir compensación por las consecuencias de la esclavitud y el
colonialismo. El Caribe siempre podrá contar con Cuba. En especial reafirmamos
nuestro compromiso con el hermano pueblo de Haití, por el que la comunidad
internacional debería hacer mucho más.
Ratificamos
el pleno respaldo a la autodeterminación e independencia de Puerto Rico.
El
compromiso de Cuba con la unidad de América Latina y el Caribe es inconmovible,
la lealtad en defensa de la soberanía y del derecho a la libre determinación de
los pueblos es un principio de la Revolución, y la voluntad de promover la
cooperación y la integración regional forma parte de nuestra causa. No
cejaremos un instante en la tarea de contribuir a hacer de Nuestra América la
patria común de todos sus hijos.
Compañeras
y compañeros:
En
estos cinco años, se consolidaron las excelentes relaciones con los partidos y
gobiernos de la República Popular China, la República Socialista de Vietnam, la
República Democrática Popular de Lao y la República Popular Democrática de
Corea, países socialistas asiáticos a los que nos une una amistad y solidaridad
históricas. Son relevantes los proyectos económicos que desarrollamos con China
y Vietnam en diversas esferas de nuestra economía, que tributan al Plan de
Desarrollo Económico y Social hasta el 2030.
También
en estos años se han profundizado las relaciones políticas de alto nivel con la
Federación de Rusia, país con el que compartimos amplias coincidencias sobre
los más diversos temas de la agenda internacional y que ha mantenido una
posición firme de rechazo al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto
por los Estados Unidos a Cuba.
Hemos
avanzado, a pesar de las diferencias políticas existentes, en los vínculos con
la Unión Europea, a través de la instrumentación del Acuerdo de Diálogo
Político y Cooperación, sobre la base del respeto mutuo y la reciprocidad. Debe
significarse el impulso a las relaciones de cooperación, en sectores como las
energías renovables, la agricultura y la cultura.
Mantenemos
nuestra colaboración y solidaridad con los países de África, continente al que
nos atan fuertes lazos de historia, cultura y hermandad. Miles de colaboradores
de la salud y de otros sectores prestan allí sus servicios en más de 30 países.
Agradecemos la posición unánime de la Unión Africana en solidaridad con Cuba y
en contra del bloqueo durante estos años.
Nuestro
apoyo a las causas de los pueblos palestino y saharaui seguirán siendo
compromisos invariables.
El
escenario descrito y su probable evolución en el futuro exige de todos nosotros
asegurar, de modo permanente, la prioridad a la defensa, en total
correspondencia con las certeras reflexiones de Fidel contenidas en el Informe
Central al Primer Congreso: “Mientras exista el imperialismo, el Partido, el
Estado y el pueblo, les prestarán a los servicios de la defensa la máxima
atención. La guardia revolucionaria no se descuidará jamás. La historia enseña
con demasiada elocuencia que los que olvidan este principio no sobreviven al
error”.
La
concepción estratégica de la Guerra de Todo el Pueblo mantiene plena vigencia,
tal y como refrenda el Artículo 217 de la Constitución de la República de Cuba,
lo que se traduce en que cada ciudadano conozca y disponga de un medio, un
lugar y una forma de lucha contra el enemigo, bajo la dirección del Partido.
Esta
doctrina supone la permanente atención al fortalecimiento de la capacidad y
disposición combativas, la actualización de los planes defensivos del país y la
preparación de los dirigentes, jefes y órganos de dirección a los diferentes
niveles para conducir las acciones previstas. En este sentido, consideramos
necesario restablecer, tan pronto las condiciones del enfrentamiento a la
COVID-19 lo permitan, la realización de los días nacionales de la defensa con
la participación masiva del pueblo, despojándolos de cualquier formalismo o
fanfarria y con ello asegurar su efectividad y utilidad para la preparación de
la población. No olvidemos que la invulnerabilidad militar se logra con el
constante perfeccionamiento.
En este
periodo las Fuerzas Armadas Revolucionarias continuaron la preparación de las
tropas, la producción, modernización, mantenimiento y conservación de la
técnica militar y el armamento, la preparación del Teatro de Operaciones
Militares, junto con la participación en el enfrentamiento a las situaciones excepcionales
y de desastres de todo tipo, entre las que se destaca la COVID-19.
La
Unión de Industria Militar ha asegurado, a partir del potencial científico
alcanzado, la preparación y modernización de una parte significativa del
armamento y la técnica militar y ha asumido, de manera creciente, la producción
de piezas de repuesto y de artículos de amplia demanda para la población.
En su
Informe Central al Primer Congreso del Partido el compañero Fidel sentenció:
“El Ejército Rebelde fue el alma de la Revolución y de sus armas victoriosas
emergió libre, hermosa, pujante e invencible la Patria nueva”. Esa afirmación
conserva total vigencia en la actualidad, por ello reafirmo que las Fuerzas
Armadas Revolucionarias, nacidas del Ejército Rebelde, no han renunciado ni
renunciarán a ser por siempre el alma de la Revolución (Aplausos prolongados).
Los
combatientes del Ministerio del Interior, en estrecha vinculación con el
pueblo, el Partido y las organizaciones de masas, las Fuerzas Armadas
Revolucionarias y demás instituciones del Estado y el Gobierno, continuaron
fortaleciendo la prevención y el enfrentamiento a la actividad enemiga, los
planes subversivos, el delito, las ilegalidades y la corrupción, así como las
indisciplinas sociales y conductas nocivas.
En los
últimos cinco años, este organismo alcanzó un nivel superior de organización y
cohesión en las estructuras de mando y la atención a las unidades de base,
cuestión en la que es justo reconocer el aporte decisivo del Vicealmirante
Julio César Gandarilla Bermejo, miembro del Comité Central del Partido,
Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y Ministro del Interior hasta
su fallecimiento a finales del pasado año. A su brillante hoja de servicios a
la Revolución, debo agregar hoy la correcta y previsora selección y preparación
de las nuevas generaciones que garantizan la continuidad con el seguro relevo
en la dirección de la institución.
Considero
oportuno reconocer el aporte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del
Ministerio del Interior en la producción de alimentos que ha permitido a ambas
instituciones autoabastecerse de la mayoría de los productos requeridos para la
alimentación del personal. Los niveles de satisfacción alcanzados representan
el 83 % y el 72 % de las demandas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el
Ministerio del Interior, respectivamente.
Tal y
como habíamos planificado, el Octavo Congreso del Partido marcará la conclusión
del proceso de transferencia ordenada de las principales responsabilidades por
la generación histórica a las nuevas generaciones.
En el
VI Congreso del Partido, hace 10 años, expuse que a pesar de que no dejamos de
hacer varios intentos para promover jóvenes a cargos principales, no siempre
las selecciones fueron acertadas y como consecuencia de ello no contábamos en
aquel momento con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con
suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de
dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno.
También
expresé que debíamos solucionar paulatinamente, sin precipitaciones e
improvisaciones esta cuestión, lo que requeriría, además, el fortalecimiento
del espíritu democrático y el carácter colectivo del funcionamiento de los
órganos de dirección del Partido y del poder estatal y gubernamental y se
garantice el rejuvenecimiento sistemático en toda la cadena de cargos
administrativos y partidistas del país.
Aunque
no podemos dar por cumplido este estratégico frente de trabajo, tengo la
satisfacción de que entregamos la dirección del país a un grupo de dirigentes
preparados, curtidos por décadas de experiencia en su tránsito desde la base
hasta las máximas responsabilidades, comprometidos con la ética y los
principios de la Revolución y el Socialismo, identificados con las raíces y los
valores de la historia y la cultura de la nación, imbuidos de mucha
sensibilidad hacia el pueblo, llenos de pasión y espíritu antiimperialista y
sabedores de que representan la continuidad en la obra iniciada por Céspedes el
10 de Octubre de 1868, proseguida por Gómez, Maceo, Calixto García y Agramonte;
reiniciada por Martí al frente del Partido Revolucionario Cubano; por Baliño y
Mella con la fundación del Primer Partido Comunista de Cuba; de Villena,
Guiteras, Jesús Menéndez, Abel, José Antonio, Frank País, Camilo, el Ché, Blas
Roca, Celia, Haydée, Melba y Vilma, Almeida y nuestro Comandante en Jefe de
siempre, Fidel (Aplausos).
Uno de
esos compañeros, a tiempo seleccionado, porque le empezamos a ver una serie de
cualidades, es el compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, miembro del Buró
Político y Presidente de la República desde hace tres años, cargo que, según la
valoración de la Dirección del Partido, viene desempeñando con buenos
resultados.
Ya
hemos dicho que Díaz-Canel no es fruto de la improvisación, sino de una pensada
selección de un joven revolucionario con condiciones para ser promovido a
cargos superiores. Transitó con éxito, durante 15 años, como Primer Secretario
del Partido en las provincias de Villa Clara y Holguín, luego de lo cual se
nombró Ministro de Educación Superior, Vicepresidente del Consejo de Ministros
y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, cargos que
simultaneó con la atención del frente ideológico en el Partido.
En
estos tres últimos años Díaz-Canel ha sabido formar equipo y fomentado la
cohesión con los órganos superiores del Partido, el Estado y el Gobierno.
En lo
que a mí se refiere, concluye mi tarea como Primer Secretario del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba con la satisfacción del deber cumplido y
la confianza en el futuro de la Patria, con la meditada convicción de no
aceptar propuestas para mantenerme en los órganos superiores de la organización
partidista, en cuyas filas continuaré militando como un combatiente
revolucionario más, dispuesto a aportar mi modesta contribución hasta el final
de la vida (Aplausos prolongados).
Nada me
obliga a esta decisión, pero creo fervientemente en la fuerza y el valor del
ejemplo y en la comprensión de mis compatriotas y que nadie lo dude, que
mientras viva estaré listo, con el pie en el estribo, para defender a la
Patria, la Revolución y el Socialismo.
Con más
fuerza que nunca gritemos:
¡Viva
Cuba Libre! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva
Fidel! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Patria
o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación.)