Síntesis
y conclusiones del Taller de Lectura Nº 128
“Palabras a los
intelectuales”
Este texto es el discurso
pronunciado por Fidel Castro, como conclusión de las reuniones con un grupo de
escritores, artistas e intelectuales cubanos, efectuadas en la Biblioteca Nacional
José Martí los días 16, 23 y 30 de junio de 1961, donde Fidel marcó los
principios fundamentales de la política cultural de la revolución. Aquellos
años fueron marcados por lo que se dio en llamar el “socialismo real”, lo que provocaba
temores y divisiones en algunos círculos de intelectuales. Este encuentro
ocurrió tan solo dos meses después de la derrota por la invasión mercenaria
organizada por los Estados Unidos en Playa Girón, con el triunfo de la
Revolución cubana. La cultura estuvo presente desde los propios inicios y en el
corazón mismo del proyecto revolucionario cubano. La Revolución, para poder
sobrevivir y avanzar tenía que ser por sobre todas las cosas un hecho cultural.
El país se encontraba además inmerso en la Campaña de Alfabetización. Es ésta
acelerada revolución cultural la que explica en gran medida por qué en Cuba
donde el anticomunismo se había inoculado hasta el cansancio se pudo declarar
en tan corto tiempo el carácter socialista de la Revolución, y que, cuando los
milicianos fueron a las arenas de Playa Larga y Playa Girón, no solo lo
hicieron con el objetivo de enfrentarse a una invasión mercenaria, sino también
dispuestos a morir en la defensa del socialismo. Fidel, en su discurso, despeja
inmediatamente cualquier duda que pudiera existir sobre una posible variante en
Cuba del “socialismo real” cuando expresa: “Permítanme decirles, en primer
lugar, que la Revolución defiende la libertad; que la Revolución ha traído al
país una suma muy grande de libertades; que la Revolución no puede ser por
esencia enemiga de las libertades; que si la preocupación de algunos es que la
Revolución va a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es
innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser”. Más adelante expresa:
“La Revolución no puede pretender asfixiar el arte o la cultura cuando una de
las metas y uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar
el arte y la cultura”. En su discurso, la frase que más se descontextualiza es:
“Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”. Puede surgir la
incógnita de los límites del “dentro” y el “contra”. Mas Fidel responde de
manera magistral esa interrogante: “La Revolución solo debe renunciar a
aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente
contrarrevolucionarios”. Con esta expresión estaba diciendo que podían existir,
incluso, contrarrevolucionarios corregibles y que la Revolución debía aspirar a
sumarlos al proceso. Además, que todos aquellos escritores y artistas honestos,
que sin tener una actitud revolucionaria ante la vida, pero tampoco
contrarrevolucionaria, debían tener derecho y las oportunidades de hacer su
obra dentro de la Revolución. “La Revolución debe tener la aspiración de que no
solo marchen junto a ella todos los revolucionarios, todos los artistas e
intelectuales revolucionarios –dice Fidel– (…) la Revolución debe aspirar a que
todo el que tenga dudas se convierta en revolucionario (…) la Revolución nunca
debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo”. Este es otro de los pasajes
más relevantes de su discurso en medio de aquellas circunstancias tan complejas
y tensas donde solo puede encontrarse un tono y sentido totalmente inclusivo,
antidogmático, alejado de cualquier tipo de sectarismo. Hubo muchas otras “Palabras
a los Intelectuales” de Fidel, aunque aquellas de 1961 quedaron para siempre en
la historia como un texto fundacional, y fue la confirmación de que, una vez
más en la historia de Cuba, vanguardia política y vanguardia intelectual volvían
a ser la misma cosa.
En el transcurso del
posterior debate se analizó en forma colectiva el texto, donde se destaca que
la cuestión pasaba en gran medida alrededor del concepto de “libertad”. Qué es
lo que se entiende por libertad, la diferencia entre “libertad” y
“libertinaje”. Si podemos contextualizar un tipo de libertad dentro del
capitalismo y otro tipo de libertad en el socialismo. Si era justo que un
pueblo sea disciplinado y eso no iba en contra de lo que nosotros entendemos
por “libertad”. Se comparó de alguna manera con la educación que nosotros les
damos a nuestros hijos, donde se debían cumplir ciertas reglas de
comportamiento y de convivencia en nuestro ámbito familiar. Se trata de un
problema complejo, al plantearlo hoy en día dentro de nuestra sociedad. Lo
cierto es que el pueblo cubano cuenta con una amplia formación cultural, lo que
es el resultado de su Revolución, que también es cultural. Llamó la atención la
importancia que Fidel le da al concepto del ser “revolucionario”, del
intelectual revolucionario, que es también una actitud de vida. Que si bien hay
personas honestas que no son revolucionarios, pero que sí están de acuerdo con
la Revolución cubana. Que la Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean
incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios. Se
debe procurar que la mayoría del pueblo tenga características revolucionarias.
También se abordó la inquietud del gobierno cubano de llevar la cultura a las
zonas rurales, a los campesinos de las cooperativas para despertar en ellos su
espíritu creador.
Por último se acordó abordar para el próximo
Taller de Lectura, el análisis político de Álvaro García Linera: “El agravio a
los muertos en Bolivia.
Grupo Bariloche de
Solidaridad con Cuba, 07 de diciembre de 2019
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