Círculo de lectura n° 193 - mayo 2025
Universidad occidentalizada y civilización capitalista: necesidad de la descolonización
Por
Ramón Grosfoguel
Mar 20,
2024
La
Tizza
comparte una versión de la conferencia presentada en el encuentro «La mirada
decolonial sobre la ciencia y la complejidad social», celebrado en el Auditorio
de la Escuela de Historia, Ciudad Universitaria, USAC, Guatemala, el 9 de
octubre de 2024.
En
primer lugar, quiero llamar la atención sobre algo que me parece muy
interesante. Hablemos del sistema académico de la universidad occidentalizada,
como esta universidad y otras universidades. Los que me conocen saben que no
hablo de universidad, porque universidad ya implica una neutralidad que no
existe. Yo hablo de la universidad occidentalizada. Nosotros estamos en una
universidad occidentalizada porque aquí lo que se lee en todas las disciplinas
son hombres blancos y occidentales de cinco países.
Se va a
leer, de manera predominante, a un alemán, se va a leer a un francés, a un
británico, a un estadounidense, a un italiano… con algunas excepciones aquí y
allá; la excepción es quizás un sueco, quizás un holandés o un canadiense, pero
eso es lo que se lee. Pensadores de lo que se conoce hoy como Europa
occidental, hombres todos «bien» y hombres blancos.
Eso es
lo que se llama Departamento de Filosofía. Y no estoy tomando solo a la
filosofía como ejemplo. Podemos ir a sociología, antropología, cualquiera.
Cuando usted entra a los cursos está leyendo hombres occidentales de cinco
países. Y si alguien viene y dice «Oye, yo quiero enseñar aquí un curso de
filosofía maya», le van a decir «no, eso no es filosofía, eso es… Mira, hay un
departamento aquí de Antropología que estudia las culturas, o hay un
departamento ahí de, no sé, Religión. Mira, vete allí y estúdiate la religión
de…» Porque eso es religión, o eso es cultura; pero nunca asume el carácter de
filosofía porque, obviamente, no cumple el canon de pensamiento del hombre
occidental en los cinco países mencionados.
La
filosofía maya está producida por pensadores y pensadoras mayas. Por tanto,
queda fuera del Departamento de Filosofía o el de Sociología — podemos ir a
cualquiera y vemos que los nombres cambian por disciplina, o sea, el francés
que vas a leer en filosofía es diferente al hombre francés que vas a leer en
sociología o en antropología—. Los nombres cambian, pero siempre vas a estar
leyendo a un hombre francés, alemán, británico, estadounidense o italiano. Y a
eso se le llama «pensamiento universal».
¿Cómo
se justifica eso?
La
justificación que tiene en ese tipo de universidad occidentalizada se basa en
decir que ellos producen un pensamiento universal en el sentido de que es
válido más allá del tiempo y del espacio, para cualquier lugar del mundo. Las
categorías que producen esos hombres de cinco países occidentales usted las
puede — oigan esta palabra— «aplicar» para entender el mundo sin importar el
tiempo y el espacio, en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento de la
historia.
Usted
utiliza las categorías de esos hombres y va a entender el mundo, porque ellos
producen un conocimiento universal. ¿Pero, qué pasa? Los que hacen filosofía
maya o filosofía islámica o filosofía bantú u otro tipo de filosofía se les
considera inferiores porque producen un conocimiento particularista. Es decir,
se justifica que los hombres blancos occidentales sean el canon de pensamiento
porque ellos sí producen pensamiento universal. Los otros lo que producen son
cosas particularistas.
Vamos a
decodificar lo que acabo de decir. En primer lugar, todo el mundo piensa desde
los problemas que enfrenta, desde sus lugares históricos y sociales. Nadie está
pensando desde una nube, todo el mundo está en algún lugar del mundo pensando
los problemas. Y la teoría nace de intentar explicar problemas, de ahí nacen las
teorías, no nacen de alguien que está en la nube flotando por allá. Todos
estamos situados en el mundo, en tiempo y espacio.
La
pretensión de producir un conocimiento universal más allá del tiempo y el
espacio es una pretensión idolátrica, porque es como ponerse en el lugar de
Dios, de que tú estás más allá del tiempo y el espacio, y que tú puedes
producir un conocimiento válido más allá del tiempo y el espacio.
¿Quién
puede estar más allá del tiempo y del espacio? Ningún ser humano puede
argumentar que lo está, ninguno. Entonces, si todos estamos pensando desde
contextos espacio temporales, para ponerle el lenguaje sociológico, desde
contextos sociohistóricos, entonces los hombres occidentales de cinco países
están pensando desde un lugar del mundo y desde unos problemas del mundo: desde
los problemas sociohistóricos de Francia, Italia, Alemania, Gran Bretaña y los
Estados Unidos. Esos son los problemas que ellos intentan teorizar y darle
respuesta teórica. Pero la experiencia histórico social de esos cinco países no
corresponde a la experiencia histórico social del resto del planeta.
Las
categorías que ellos han desarrollado para pensar el mundo sociológica,
política, económica, geográfica, filosófica o históricamente, tienen que ver
con los problemas que enfrentan y sobre todo los que sus Estados, todos
imperialistas, confrontan. El asunto es que ellos, como sociedad metropolitana
imperialista en el mundo, confrontan problemas que no necesariamente son los
nuestros, que para nosotros pueden ser otros los problemas. Entonces, detrás
del pretendido universalismo de esos autores se está camuflando su localización
epistémica en el mundo. Se está «vendiendo la moto» de que se produce un
pensamiento con categorías que van a ayudar a entender todo lo que pasa y todo
lo que se mueve en el planeta, no solamente en esos cinco países. Se están
universalizando unas categorías, unas teorías, unos conceptos que nacen al
calor de los problemas histórico sociales de esos cinco países y se
universalizan al resto del mundo. Eso se enseña en un aparato global de
dominación del sistema mundo que se llama la universidad occidentalizada, que
es donde estamos nosotros. Tenemos todos que entender dónde estamos parados. El
que no entiende dónde está parado, en dónde estamos metidos, pues anda un poco
perdido. O se ha creído el cuento que nos han contado. (…)
Cuando
nuestros padres, nuestros abuelos nos preguntan «oye, ¿qué tú haces?». «Pues
mira, yo estoy estudiando en la Universidad de San Carlos, en el Departamento
de Sociología, en la Facultad de Ciencias Sociales». Tú no dices «yo estoy
estudiando en la universidad occidentalizada, en el departamento de sociología
colonial eurocéntrico, en la facultad de las ciencias sociales colonial,
producida por hombres occidentales de cinco países». Usted no dice eso porque
se oye mal. No. Y, además, como tienes el canon de pensamiento de los hombres
de cinco países occidentales, pues tienes que nombrar, nombrar y entender, qué
tipo de epistemología se está produciendo ahí. Y eso tiene nombre y apellido.
Estamos
hablando de una epistemología racista, sexista… Si lo único que se lee son
hombres blancos de cinco países, y los considera autoridad en un campo del
conocimiento, es como si el resto del planeta no pensara. El resto del planeta
ha producido conocimiento sobre todos esos campos, hay conocimiento vasto desde
otras experiencias histórico sociales en el planeta.
Esa
presuposición de que ese puñado de hombres son seres superiores sirve como base
para el racismo epistémico, para el sexismo epistémico. Se asume, por ejemplo,
que pueden producir un conocimiento superior al de todas las mujeres del mundo,
incluidas las de los cinco países y al de todos los pueblos del mundo.
Entonces, nos están metiendo «gato por liebre», porque el pensamiento de esos
hombres de cinco países está tan situado como el de cualquier otro, pero ellos
esconden el lugar desde donde piensan para hacernos creer que lo hacen desde un
no lugar, para hacernos creer que piensan desde una neutralidad epistémica,
para hacernos creer que su conocimiento es superior porque tiene aplicabilidad
global más allá de tiempo y espacio.
Entonces,
para ellos los demás son particularistas, son inferiores, porque se sitúan.
Cuando tú tienes a alguien que está haciendo, digamos, filosofía maya o
trabajando desde cosmovisiones mayas, por ejemplo, está diciendo: «yo estoy
pensando desde aquí, desde esta tradición». O alguien que es un filósofo
islámico: «yo estoy pensando desde la tradición islámica». Te están diciendo
con honestidad desde dónde están pensando. Lo que hace la universidad
occidentalizada es agarrar la honestidad de quien te está diciendo «yo pienso
desde esta tradición particular» para revertirla contra ellos. «¿Lo ves? Te lo
dije, son particularistas». ¿Porque el hombre occidental qué hace? No te dice
«yo estoy pensando desde la tradición filosófica europea», te va a decir «yo
estoy pensando desde la filosofía». Va a camuflar su localización y de dónde
viene su pensamiento, desde qué problemáticas histórico sociales se producen su
teoría y sus conceptos.
Por eso
es que en un lugar como Guatemala, quienes se toman en serio el proyecto de
descolonización son los pueblos originarios; no es el resto de la sociedad
guatemalteca, lamentablemente, y mucho menos ese tipo de universidad. Por eso
es que nosotros estamos aquí. No invitados por esta universidad. Esta
universidad no nos pagó nada. Estamos aquí de gratis porque unos compañeros nos
han invitado y nosotros estamos comprometidos a hablar donde sea. Pero quienes
nos invitan, nos pagan los pasajes y nos traen aquí es Codeca (Movimiento
Codeca — Comité de Desarrollo Campesino), que está organizando un encuentro
continental de diferentes pueblos originarios, movimientos campesinos, aquí en
Guatemala en este momento. En el encuentro se plantean tres problemáticas
centrales: la descolonización, la creación de Estados Plurinacionales y el
Horizonte del Buen Vivir como nuevo proyecto civilizatorio. Y ellos son los que
se toman en serio el tema de la descolonización. Yo creo que, por razones obvias,
no hay que explicarlo.
Entonces,
si ustedes se fijan, esa epistemología de hombres blancos de cinco países —
apoyado en la idea de que ellos sí producen conocimiento universal y el resto
del mundo solo produce conocimientos inferiores porque son particularistas—,
usa la honestidad del resto del mundo para lanzar la deshonesta campaña de
decir que ellos piensan desde más allá del tiempo y el espacio. Lo hacen para
justificar su superioridad y decir que sus teorías y conceptos son aplicables
al resto del planeta.
Están
usando tu propia honestidad para revertirla contra ti. Y ellos, de manera
deshonesta, te van a decir lo opuesto. No te van a decir «yo pienso desde la
matriz filosófica o epistemológica o de la ciencia social europea», sino «yo
pienso desde la ciencia social o yo pienso desde la filosofía» (…).
¿Qué
estamos haciendo? Perdiéndonos un caudal de teorías que son, en muchos
sentidos, más aplicables a lo que vive el 85, el 90 % de los seres humanos.
Porque las teorías que se producen desde el Sur son teorías más afines a la
experiencia histórico social del 80, del 90 % de la humanidad, la que no vive
en los Estados Unidos, Italia, Francia, Alemania e Inglaterra. Ese
provincialismo disfrazado de universalismo es lo que se nos vende como ciencias
sociales, como humanidades. Es muy provincial ese conocimiento. Pero, como son
blancos europeos, con prestigio y superioridad racial… El racismo epistémico
nos constituye. Habla un europeo y nos quedamos todos en silencio. Habla una
mujer maya y todo el mundo mira para otro lado. «¿Qué puede aportar un indio?,
¿qué puede aportar un negro?» El episteme que domina aquí es racismo y es
sexismo epistémico. Estamos en un espacio donde se produce y reproduce el
racismo y el sexismo epistémico todos los días. Entonces, la pregunta que hay
que hacerse es ¿cómo llegamos allí? ¿Cómo es posible que hombres de cinco
países occidentales monopolicen la autoridad y la legitimidad del conocimiento
a escala global? ¿Qué pasó?
Todo el
giro decolonial tiene que ver con las preguntas que nos hacemos. Las preguntas
constituyen las respuestas. Y si tú haces la pregunta de los colonizadores, vas
a dar una respuesta colonizadora. Siempre tenemos que estar vigilantes a qué
tipo de preguntas estamos respondiendo. ¿Por qué los hombres occidentales de
cinco países tienen hoy, en los campos de producción del conocimiento de las
universidades, un conocimiento «superior» al resto del mundo? Porque ellos son
los que dominan los campos de producción del conocimiento de la ciencia. Si tú
haces esa pregunta no la debes ni responder. Porque si tú intentas responder a
esa pregunta, te atrapas en la respuesta. Si tú dices: ¿por qué los hombres
occidentales de cinco países tienen un conocimiento superior?, ya caíste en un
problema, porque vas a responder de dos maneras: vas a decir que tienen
coeficientes de inteligencia superiores al resto de la humanidad, y ya estás en
el racismo biológico; o vas a decir que tienen una cultura superior al resto de
la humanidad, y ya estás en el racismo cultural. Por tanto, esa no debe ser la
pregunta a responder.
Ante
ese tipo de preguntas tiene uno que dar un paso atrás y cuestionar la pregunta.
Inevitablemente vas a responder de forma racista, porque la pregunta ya es
racista y te empuja a las respuestas racistas. Entonces, hay que descolonizar
las preguntas también. Yo formularía otro tipo de preguntas: ¿En qué momento de
la historia ocurrió que hombres de cinco países occidentales monopolizaron la
legitimidad y la autoridad del conocimiento a escala global? ¿Cómo pasó eso?
Eso no es algo de hace miles de años, es una cosa muy reciente en la historia,
eso pasó hace muy poco. ¿Ustedes creen que en la civilización china se leía lo
producido en esas instituciones de educación superior? Estoy hablando de hace,
que sé yo, 300 años atrás. ¿Ustedes creen que ahí se leían hombres blancos de
cinco países occidentales? ¿Creen que en la civilización de los mayas se leían
a los europeos? ¿Ustedes creen que hace 500 años, 600 años, se leían hombres de
cinco países occidentales? ¿Ustedes creen que la civilización musulmana se
estaba leyendo hombres de cinco países occidentales en las instituciones de
enseñanza superior?
Estoy
poniendo un nombre así para que nos entendamos. Pero eso tiene un problema,
porque hay instituciones de producción del conocimiento en todas esas
civilizaciones que tienen otros nombres, otros epistemes, otras pedagogías,
otras formas. Los mayas tenían el calendario más preciso del planeta Tierra a
la altura de 1492, con una capacidad de predicción de eclipses solares y
lunares, fenómenos astronómicos impresionantes, pero no sabemos cómo llegaron a
ese conocimiento. ¿Tú sabes por qué? Porque quemaron los códices. Los
colonizadores vinieron aquí y los quemaron. No tenemos un rastro de cómo se
llegó ahí. Eso por poner un ejemplo, hay muchos avances científicos,
tecnológicos, de conocimiento filosófico, etc., que podríamos nombrar de los
mayas, los aztecas, los incas y de muchas civilizaciones en el mundo.
Acordémonos que en esa época la Europa de la cristiandad estaba en medio de un
oscurantismo impresionante. No estoy hablando del cristianismo. Estoy hablando
de la cristiandad, que es una teología de dominación a la que puedes rastrear
al menos unos mil y pico de años atrás. En el Imperio romano, con las reformas de
Constantino, surge la cristiandad. Y la cristiandad es una teología de
dominación. ¿Para qué? Para justificar la dominación de los ricos, los
poderosos, la gente que domina y explota el mundo.
El
cristianismo es otra cosa. No me voy a meter ahí, pero quiero que entiendan la
distinción: que no estoy hablando del cristianismo, estoy hablando de la
cristiandad. Entonces, la cristiandad planteaba el dualismo hombre-naturaleza —
el uso del género aquí es a propósito, estoy diciendo hombre porque decían
«hombres»—, y la naturaleza para ellos era el espacio de la fuerza satánica.
¿Las fuerzas divinas estaban del lado de quién? Del emperador o del señor
feudal y su séquito. Todo aquel que se opusiera a ese poder divino estaba
dominado por el «mal» — porque esos eran los representantes de Dios en la
tierra, el emperador o más adelante el señor feudal, el monarca, el rey, etc.—.
Ese fue el caso de las mujeres en el patriarcado de la cristiandad sospechosas
de estar poseídas por las fuerzas del demonio. O, por ejemplo, seres con otras
espiritualidades diferentes a la cristiana eran vistos como gente que jugaba
con fuerzas del demonio; a los científicos que estuvieran experimentando con la
naturaleza los crucificaban o los quemaban vivos, porque eran acusados de estar
jugando con las fuerzas del demonio.
La
Europa de la cristiandad, desde el Imperio romano por lo menos hasta el siglo
XVIII, era una Europa oscurantista.
Galileo
tenía miedo a que lo quemaran en la hoguera. Lean las cartas de Galileo.
Descartes también. Descartes tenía miedo a que lo fueran a quemar porque estaba
poniendo la autoridad del conocimiento fuera del dios de la cristiandad, fuera
de la Iglesia, lo puso en el «yo pienso», en un «yo». Esa gente andaba
aterrorizada. ¿Por qué estoy hablando de esa historia? Porque mientras Europa
sucumbió en un oscurantismo de ese tipo, el resto de las civilizaciones en la
humanidad estaban floreciendo en términos científicos, tecnológicos,
filosóficos, éticos, etc., porque no tenían el dualismo ontológico de la cristiandad
entre naturaleza y hombre, tenían una visión holística, con independencia de
las diferencias entre las cosmovisiones de esos pueblos y esas civilizaciones.
Gracias
a esa visión holística, si usted estaba experimentando con cosas de la
naturaleza y descubría algo que no conocíamos, usted era celebrado. ¿Por qué?
Porque usted ha descubierto algo que es parte de la misma creación. Tienen una
visión holística, es decir, la diversidad en la unicidad y la idea de que todo
es parte de un uno heterogéneo, no un uno homogéneo, y ese uno heterogéneo en
el caso del mundo andino es la Pachamama; en el caso de África, Ubuntu; en el
caso del islam, Tauhit… Tú puedes ir a través de las civilizaciones y resulta
que compartían, a pesar de las diferencias entre todas ellas, esa visión
holística de que todos somos seres múltiples y diversos, y estamos coexistiendo
dentro de un cosmos.
Bien,
entonces, ¿qué pasa? En gran medida la modernidad es la secularización de las
narrativas y las formas de dominación de la cristiandad. Se seculariza, por
ejemplo, esto del dualismo hombre-naturaleza. Está secularizado en René
Descartes, el mismo dualismo hombre-naturaleza, pero ya fuera de un lenguaje
teológico, lo va a nombrar de otra manera, va a decir que la naturaleza es
salvaje, es violenta, es el enemigo de los humanos y que hay que controlarla,
dominarla, explotarla. ¿Se fijan? Es la secularización de una narrativa de la
cristiandad, ahora reciclada como filosofía moderna.
Ahora
piensen en eso que aparece como filosofía, ese hombre está hablando ahí de
cosas filosóficas, oigan las implicaciones que tiene eso para la vida en el
planeta Tierra. Toda tecnología tiene cosmología. No hay tecnología sin
cosmología. Eso es otro mito moderno: hacernos creer que la tecnología es
neutral, que todo depende de cómo la uses. No, no, no, perdóname. Toda
tecnología que se produce tiene una cosmovisión. Y en el mundo en que estamos,
en esta civilización moderna, occidental, capitalista, la cosmovisión que
predomina es la cosmovisión del dualismo cartesiano, que es la secularización
de las narrativas de la cristiandad. Voy a poner un ejemplo. Ese dualismo, ¿qué
implicación tuvo? Que empezamos a construir en esta civilización tecnológica
desde la cosmovisión del dualismo cartesiano, que significa la construcción de
tecnología destructiva de la vida. Aquí hubo un giro, un cambio, un antes y un
después, porque ahora tenemos la idea estúpida de que la vida humana se produce
y se reproduce de manera separada de las otras formas de vida. Las otras formas
de vida son como exteriores al ser humano. Lo humano queda como fuera de la
naturaleza y la naturaleza como dualista, ontológicamente separada de la vida
humana. Entonces, si usted piensa en esa idea estúpida, usted va a producir
tecnología sin los cuidados de la reproducción de la vida, porque usted cree
que puede hacer cualquier cosa con la naturaleza y que la vida humana va a
seguir. Eso, porque usted la ha pensado ontológicamente separada de las otras
formas de vida. ¿Se fijan para dónde vamos? Los científicos hablan de
antropoceno, el momento en que los humanos entramos en los ciclos de la
reproducción de la vida para destruir la vida en el planeta. Y lo sitúan en el
siglo XVII, porque a esta civilización le encanta atribuirse los logros:
«metimos a un hombre en la luna»… Y cuando vienen los problemas, se hacen los
humanistas. Dicen: «los humanos estamos destruyendo el planeta». Pero los
humanos hemos vivido en el planeta Tierra por miles de años, con montones de
civilizaciones, y ninguna ha sido destructiva de la vida como esta.
Entonces,
no es un problema del antropoceno, es el occidentaloceno: es la civilización
moderna occidental la que está destruyendo la vida. No somos los humanos. Es
una civilización moderna occidental que es una civilización de muerte, de
matanza y masacre de millones de seres humanos en la expansión colonial y en la
dominación neocolonial, y de matanza de otras formas de vida.
La
destrucción de la vida, la destrucción de la naturaleza, que está metida ahí en
las lógicas del dualismo cartesiano. Piénsenlo bien, una idea muy estúpida lo
del dualismo cartesiano. Ninguna civilización tenía esa idea. Todas las
civilizaciones previas, independientemente de sus diferencias, tenían visiones
holísticas, no visiones dualistas. Por eso los pueblos producían la tecnología
con racionalidad y atentos a la reproducción de la vida. ¿Por qué? Porque
tenían una visión holística. Sabían que debían tener cuidados en la tecnología
que hicieran, porque la vida depende de cómo tú te relaciones con esas otras
formas de vida. Y por eso hay rituales, por eso van y piden permiso cuando van
a sembrar o cuando van a hacer cualquier cosa con la naturaleza, hacen
rituales, piden permiso a la Pachamama.
Eso el
mundo occidental lo ve como: «mira, esa gente es primitiva, supersticiosa».
Pero allí está la racionalidad de la reproducción de la vida, porque se
consideran los cuidados que debes tener con la vida alrededor tuyo. Tú no
puedes ir por ahí como un camión y llevarte por el medio todo, que es lo que
pasa con el dualismo cartesiano, que no hay cuidado de nada.
Entonces,
¿de dónde sale todo eso? ¿Por qué los hombres de cinco países occidentales
llegaron a tener ese privilegio epistémico si hace apenas unos cientos de años
ninguna civilización se los tomaba en serio? Pues por una sencilla razón:
porque hubo cuatro genocidios — también epistemicidios— en el largo siglo XVI
que fueron constitutivos del privilegio de los hombres occidentales, sobre todo
de Europa occidental.
Uno,
la conquista de Al Ándalus. Para quien no sepa que es Al Ándalus, es la parte de la
civilización musulmana que estaba en la península ibérica, lo que hoy llamamos
España y Portugal. Otro, la conquista de los pueblos de Abya Yala, cuyo
laboratorio fue Al Ándalus, porque allí se ensayaron todos los métodos de
conquista: la quema de bibliotecas, la encomienda, en fin, todas esas cosas que
luego pasaron para acá en realidad empezaron en la conquista de Al Ándalus. La
encomienda es la limpieza étnica que hacían: iban, conquistaban el territorio,
sacaban por la fuerza a los musulmanes y a los judíos, venían familias
cristianas del norte a tomar la tierra y a los sobrevivientes los ponían a
trabajar en la encomienda, que era un trabajo gratuito que hacían los
colonizados para los colonizadores. Eso hoy le llamamos colonialismo de
asentamiento o de población. Y eso lo ves desde la conquista de Al Ándalus
hasta Palestina en la actualidad. Hay una fuerte correlación entre colonialismo
de población y genocidio, porque el colonialismo de población lleva la lógica
de la exterminación de los pueblos que se encuentran, porque la idea del
colonialismo de población no es tanto explotar la mano de obra como ocupar la
tierra por los colonizadores con sus familias; y eso lleva una lógica de
exterminio, pues la única manera de poder ejercer ese proyecto es de manera
violenta. No hay otra. Es exterminando las poblaciones que te encuentras de
frente. Entonces, está la conquista Al Ándalus, la conquista de Abya Yala,
la conquista de los pueblos africanos que fueron capturados para ser
esclavizados en las Américas, fueron secuestrados, una industria de secuestro
masivo que montaron. Y luego tienes la conquista de mujeres en Europa,
que las quemaban vivas acusadas de brujas.
Y
llegamos al siglo XVII, cuando Descartes dice «yo pienso», pues ¿quién era ese
«yo» después de esos cuatro genocidios y epistemicidios? Ese «yo» no podía ser
ni un musulmán ni un judío después de la conquista de Al Ándalus; ese «yo» no
podía ser un africano después del secuestro masivo africano y la esclavización
en las Américas; ese «yo» no podía ser ningún indígena del mundo después de la
conquista de Abya Yala; y ese yo no podía ser ninguna mujer, ni siquiera una
mujer de los cinco países después de la quema de brujas, cuando asesinaron a
decenas de miles de mujeres acusadas de bruja.
¿Quién
quedó con el privilegio epistémico? Si ya ningún africano, ningún musulmán,
ningún judío, ningún indígena, ninguna mujer, ¿quién? El hombre occidental
quedó con el privilegio epistémico, con la legitimidad en la producción de
conocimiento. Y se sitúa ahora desde el ojo de Dios, desde un conocimiento no
situado. «Yo pienso más allá del tiempo y el espacio», «yo pienso desde un no
lugar», dice. Ahora se pone en el lugar de Dios y se convierte en un
conocimiento idolátrico, fetichista, porque comienza a pensar desde un nuevo
lugar, desde el ojo de Dios, etc.
Y ahí
se monta todo ese proyecto que es la universidad occidentalizada, que se hace
un proyecto global de dominación, de producir las élites coloniales y
neocoloniales que el sistema imperialista mundial necesita. Y para eso funciona
esta universidad, para generar las élites y sus técnicos, para que tú no
cuestiones la violencia colonial que sigue viva. Para que tú normalices el
neocolonialismo, el neoliberalismo, el racismo y el patriarcado.
Entonces,
necesitamos proyectos de descolonización, de descolonización mental, económica,
política, o sea, hay múltiples campos de conocimiento a descolonizar, pero, ya
fuera de esas disciplinas, tiene que ser a partir de los problemas de la
humanidad.
Primero,
en lugar de producir conocimientos fragmentados por disciplina, vamos a
producir a partir de los problemas, vamos a hacer, ¿qué sé yo?, departamentos o
escuelas para pensar el problema ecológico que vive la humanidad y meterle
diversidad epistémica, como lo piensan los aymaras, como lo piensan los mayas,
como lo piensan los musulmanes, como lo piensan una diversidad de perspectivas
críticas que abordan el problema ecológico. Y entonces tendremos una ecología
de saberes con la cual podemos construir y mirar el mundo desde ahora, desde un
prisma donde podamos incorporar las aportaciones de los diversos pueblos.
Ese es
un problema en el que, de hecho, los pueblos originarios tienen mucho más que
aportar que lo que puede aportar el mundo occidental. Porque tienen saberes
ancestrales, sobre todo acerca de la relación entre la producción y la
reproducción de la vida y de la naturaleza. El mundo occidental, en realidad,
no ha desarrollado al planeta, sino, por el contrario, va destruyendo todo lo
que puede.
Entonces,
la descolonización no es una opción, es una necesidad.
¿Saben
por qué no es una opción? Porque si no nos descolonizamos de todas esas formas
violentas de dominación tenemos los días contados en el planeta Tierra. Tan
sencillo como eso. Me he enfocado en el problema ecológico, pero hay muchos
otros problemas: el problema del Estado nación — esa ficción—, el problema del
racismo, el problema del patriarcado… hay muchos problemas.
Si el
capitalismo es genocida es porque está organizado con la lógica racista de esa
civilización moderna y occidental. Si el capitalismo es feminicida es porque
está organizado con las lógicas del patriarcado de la cristiandad, que organiza
el capitalismo de una manera destructiva de la vida. Si el capitalismo es
ecocida es porque está organizado por la lógica dualista cartesiana de la
civilización moderna occidental. Si el capitalismo es comunitaricida es porque
está organizado con la lógica individualista del pensamiento liberal,
eurocéntrico y occidental. Si el capitalismo es epistemicida es porque está
organizado por las lógicas eurocéntricas que he explicado aquí. Hay una
imbricación entre modernidad como proyecto civilizador y capitalismo.
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