¿Quién tiró la primera piedra en Cuba?”
Por
Juan Antonio Borrego. Periodista cubano. (GRANMA)
21
julio, 2021 – Tomado de Gracus - Edición 421
http://www.gracus.com.ar/2021/07/21/quien-tiro-la-primera-piedra-en-cuba/
Dijeron
que Raúl huyó, que Camagüey fue tomado y secuestrado el Primer Secretario del
Partido allí, que el Viceministro del Interior renunció, que las calles están
llenas de muertos y, por decir y mentir, hasta mostraron Alejandría y Buenos
Aires como si fueran La Habana.
Lo más
probable es que sigan diciendo, porque esa ha sido una de sus armas más
recurrentes, desde que intentaron enaltecer los «valores humanos» de Sosa
Blanco, presentaron a los alzados del Escambray como defensores del pueblo y no
como vulgares terroristas, o fabricaron aquel compendio insuperable de
desinformación en los días de Playa Girón, cuando, según versiones de agencias
de prensa, las fuerzas invasoras tomaron Pinar del Río y la Isla de Pinos,
Fidel se dio a la fuga y Raúl fue capturado, el Habana Libre fue destrozado por
los bombardeos y «el puerto de Bayamo quedó totalmente aislado».
De todo
cuanto han dicho por estos días, sin embargo, existe un mentís* que, por su
carácter perverso, por su oportunismo y por su connotación, pudiera superar a
los anteriores: vincular la violencia originada en nuestros pueblos y ciudades
con el legítimo llamado que hiciera a los revolucionarios el Primer Secretario
del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de salir
a las calles a defender el país frente a lo que estaba ocurriendo.
Ahora
mismo constituye una obviedad preguntar quién tiró la primera piedra el domingo
11 de julio, si en este mismo periódico, en el Noticiero Nacional de la
Televisión, y prácticamente en todo el sistema de medios públicos de la Isla se
ha denunciado que cada lanzamiento, cada cristal, cada hecho, tiene un precio
–a veces reconocido por boca de los instigadores o los propios ejecutores–, más
cuando se trata para ellos de objetivos priorizados, como las tiendas que
venden en divisas o las estaciones de la Policía Nacional Revolucionaria, por
ejemplo.
LOS
HECHOS HABLAN
Por las
evidencias reunidas, muchas grabadas y hasta transmitidas en vivo, el primer
acto vandálico de ese día ocurrió cinco horas y diez minutos antes de que
Díaz-Canel iniciara la comparecencia televisiva en la que informó de la grave
situación que ocurría.
En
otras palabras, cuando sobre las 4:20 p.m. del domingo el Jefe de Estado llamó
al pueblo a defender el país en las calles frente al caos que se trataba de
imponer –como se sabe ahora, resultado de una operación político-comunicacional
gestada y comandada desde la Florida, con mucho dinero de por medio–, ya las
piedras y los cristales volaban desde hacía rato por los aires.
El
comentarista Humberto López, en su espacio habitual del Noticiero de la
Televisión Cubana, realizó un detallado análisis del modo en que fueron sucediendo
los hechos vandálicos, en particular contra las tiendas de las cadenas Cimex y
Caribe.
Según
este informe, la primera de las unidades apedreadas fue El Renacer, del
municipio de Boyeros, en La Habana, a las 10:50 a.m., y, consecutivamente,
ocurrieron actos similares hasta sumar 44 los centros atacados, 19 antes de las
cuatro de la tarde, diez en la media hora que duró la comparecencia de
Díaz-Canel, y otros 15 después de esta.
Solo
entre las 3:00 p.m. y las 4:30 p.m., un total de 22 comercios, sobre todo de
Matanzas y Mayabeque, pero también de Artemisa, Granma y Holguín, aunque en
menor medida, resultaron apedreados, y muchos de ellos saqueados y
semidestruidos.
Resulta
comprensible que los financistas de la operación, los instigadores acomodados
detrás de sus ordenadores o los vándalos que hacían y deshacían sin el menor
recato, a la luz del día y frente a las cámaras de los móviles, no necesitaban
para nada al pueblo en las calles ni el restablecimiento del orden.
Quien
tenga sobre sus hombros la seguridad de un país, también dispone de las
herramientas para preservarla y, en tal sentido, el Artículo 4 de la Carta
Magna, refrendada por abrumadora mayoría de los cubanos, no deja espacios para
dudas o malos entendidos:
«La
defensa de la patria socialista es el más grande honor y el deber supremo de
cada cubano.
«La traición a la patria es el más grave de
los crímenes, quien la comete está sujeto a las más severas sanciones.
«El sistema socialista que refrenda esta
Constitución, es irrevocable.
«Los ciudadanos tienen el derecho de combatir
por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro
recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y
económico establecido por esta Constitución».
La idea
–alimentada desde el odio de las redes y los medios que nos adversan–, de que
fue el Presidente quien incentivó la violencia, se desvanece ante los llamados
a la inclusión y a la unidad nacional por encima de todo, constatables en cada
discurso suyo desde que asumiera la dirección del país (léanse los pronunciados
en los periodos de sesiones de la Asamblea Nacional, los Congresos de la Uneac
y el Partido, y sus palabras el pasado sábado en La Piragua).
«Podremos
desmontar las llamadas fake news –dijo en este último sitio–, desmenuzar las
mentiras, mostrar cómo se fabricó toda la falsa realidad de Cuba en escenarios
virtuales, pero ya han causado un daño inconmensurable al alma nacional, que
tiene entre sus valores más sagrados la tranquilidad ciudadana, la convivencia,
la solidaridad y la unidad».
Hay
espacio en nuestro país para el debate y las diferencias de todo tipo –las
políticas incluidas–, lo que no resulta ético ni tampoco permisible es
pretender resolverlas con el imperio de la ley de la selva, la bajeza o la
puñalada por la espalda, o mezclándose con los perpetradores de actos tan
incivilizados como la agresión con piedras al pediátrico de Cárdenas, con
pacientes, acompañantes y personal médico en su interior.
LA
DOCTRINA DE LA OLLA DE PRESIÓN
Cuba
reconoce sus carencias: faltan medicamentos e insumos sanitarios, alimentos,
combustibles, y por esos días también se produjeron averías que afectaron el
suministro eléctrico a la población, algo que milagrosamente había podido
evitarse a lo largo de la pandemia.
Josep
Borrell, un político español con evidentes discrepancias ideológicas con la
Revolución, ahora mismo Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos
Exteriores y Política de Seguridad, reconocía que todas estas limitaciones
económicas son hijas, en primer lugar, de la política de bloqueo que Estados
Unidos mantiene sobre la Isla, a contracorriente de la comunidad de naciones.
No
resulta descubrimiento alguno ni un aporte a los estudios sociales identificar
que la doctrina de olla de presión, que las sucesivas administraciones de EE.
UU. han asumido como política de Estado, y que por más de 60 años viene
aplastando a los cubanos –a lo que ahora se ha sumado la crisis de la pandemia
por más de 16 meses–, constituye caldo de cultivo para el descontento entre
sectores no despreciables de la población.
Justamente
eso, y no otra cosa, es lo que ha aprovechado el coro de odiadores viscerales,
sicarios mediáticos y esa claque* moderna que Abel Prieto define como «fascismo
con chusmería».
Una de
ellos, desesperada por incendiar el país en el que no vive y al que,
obviamente, no quiere pertenecer, vocifera su delito a la vista de todos:
«Bueno, lo que necesito es que te caigas a golpes y hagas un video y digas que
fue la Policía (…). Y si le caes a pedradas al policía y lo grabas, te voy a
hacer llegar 100 MLC* (…). Y si golpeas a un niño, que se le vean marcas y
subes un video diciendo que fue un policía, te daré 200».
A lo
mejor ella encuentra al verdugo desalmado que busca rabiosamente en las redes,
a lo mejor logra engullirse la tajada que de seguro le toca por un oficio tan
ruin, a lo mejor cualquier día vemos cómo se desmonta la película que ahora
mismo está procurando grabar, cuyo guion, como se aprecia, es casi un remake*,
corta y pega de aquellas versiones en las que se glorificaba a los bandidos del
Escambray, se tomaba la ciudad de Pinar del Río y se le ponía sitio «al puerto
de Bayamo».
*Mentís:
Declaración o comunicado que desmiente algo o a alguien o niega su veracidad.
*Claque:
Grupo de personas que asisten a un espectáculo con el fin de aplaudir en
momentos señalados.
*MLC:
Moneda Libremente Convertible (en Cuba).
*Remake:
Adaptación o nueva versión de una obra.
Además
podemos ver en:
https://www.youtube.com/watch?v=98FfsKS3WMA&t=127s
Canal
Caribe, con Cristina Escobar - (Periodista especializada en temas
internacionales. Es presentadora del Sistema Informativo la Televisión cubana y
una de las conductoras del estelar informativo Mesa Redonda).
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