diciembre 04, 2017

Síntesis y conclusiones del Taller de Lectura Nº 104

Síntesis y conclusiones del Taller de Lectura Nº 104

“Fidel y la Revolución: La profecía de Alto Cedro y el destino de Cuba”

Este texto fue tomado de Cubadebate del 13 de febrero de 2017.
Son las palabras de Katiuska Blanco en el coloquio dedicado a Fidel, durante el primer día de la Feria Internacional del Libro de La Habana, 2017.
Comienza con un vaticinio que le hizo a Fidel una joven cuando él se dirigía a estudiar a La Habana desde Altos Cedros donde el vivía. Este vaticinio no se cumplió en absoluto.
Durante su larga vida Fidel meditó sobre las supersticiones, creencias o lo que el llamaba destino.
Pero si bien antiguamente ya los seres tenían la mirada atenta lo mismo a un pájaro que volaba, que a las lluvias, los oscureceres o los relámpagos, porque para ellos los fenómenos de la naturaleza eran una fuerza que invariablemente auguraba algo.
Fidel llegó a considerar que el hombre, en cierta medida, era dueño de su vida, y en cierta medida, dueño también de los días por venir… él analizaba y se decía para sí que sería terrible que el hombre llegara a la conclusión de que no era dueño de los acontecimientos, porque de ese modo caería irremisiblemente en un fatalismo tremendo.
Fidel reparaba en las probabilidades matemáticas que determinaban los aconteceres… usted podría someterse al peligro con menores probabilidades de morir si tomaba precauciones o ponía cuidado en el manejo de las armas, por ejemplo. Su convicción era que, afortunadamente, el hombre era dueño de una parte importante de los acontecimientos por suceder. No todo podía esperarse de la confluencia de las estrellas. El hombre tenía la capacidad de construir su futuro. Esa certeza inspiró su lucha y su determinación de edificar una sociedad nueva tras el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959.
En el camino de hacer realidad lo adelantado como programa de la Revolución en La Historia me Absolverá, Fidel concedía un valor extraordinario a la fidelidad a los principios, y a las ideas, al desarrollo de las ideas.
A menudo se simplifican los sucedidos, la Ley de Reforma Agraria, por ejemplo, no se reducía a la repartición de tierras y la aplicación de las ciencias y las más modernas tecnologías en la agricultura, sino que se trataba de un proyecto de país.
La Ley de Reforma Agraria sería como el mascarón de proa de todas las leyes revolucionarias que se aprobarían después, en el afán de atender las demandas de millares de campesinos y obreros que le habían presentado sus demandas. Para él, la patria nueva tenía que ser esencialmente distinta a la patria vieja.
Sin proponérselo Fidel estaba retratando el pasado e intuyendo el futuro, aproximándonos al mañana.
Durante años, hilvanó amorosa, lúcida y apretadamente, el tejido de la unidad de los cubanos.
Así también nuestro Comandante, describió el método de la Revolución Cubana, ¿cuál fue? El respeto absoluto a la persona humana, a la dignidad humana, enarbolado ese principio y defendido quizás como en ninguna otra revolución profunda en el mundo. Toda una tradición de respeto hacia los adversarios había prevalecido en el Ejército Rebelde, una actitud que se afianzó a lo largo del tiempo como condición ineludible de una sociedad que ha luchado denodadamente por conquistar toda la justicia para los cubanos.
Fidel resumía nuestra razón de luchar en una sola frase: “los pueblos deben aspirar a ser libres fuera y libres dentro”.
Fidel de los tiempos revolucionarios, antiimperialista y anticapitalista, consideraba a la Revolución Cubana, no como un fenómeno providencial, un milagro político y social divorciado de las realidades de la sociedad moderna y de las ideas que se debatían en el universo político.
Fidel expresó que una revolución es un sistema y definió la desigualdad como aquello que más odiaba la gente. Luchó incansablemente contra esta última, en Cuba y en todo el mundo.
Una vez reveló que a veces había conversado con pobladores del campo y preguntado: “¿Qué es lo que más les gusta de la Revolución?” Era una zona donde se habían levantado escuelas, hospitales, había empleo y en general una prosperidad material muy grande en relación con el pasado. Él se sorprendió con la respuesta de muchos: “Es que ahora somos iguales”, le confesaron.
Para él, las ideas tenían una fuerza mayor que la sabiduría. Nunca olvido aquella frase repetida a zancadas en su despacho: “Las ideas se desarrollan, Katiuska, las ideas se desarrollan”. Iba de uno a otro extremo pensando cómo distribuir libros allí donde fueran mejor utilizados, adonde llegaran muchos lectores para conocer y los volúmenes no quedaran olvidados bajo el polvo en un armario. Eran tiempos previos a las bibliotecas familiares que se imprimieron y distribuyeron por toda Cuba y otros confines de Nuestra América y el mundo. Eran tiempos previos a estas ferias de libros y muchedumbres.

Después en el transcurso del debate se concluyó que la parte central del artículo es:
Fidel recordaba las lecturas y miraba a su alrededor cada vez con mayor interés de descifrar el signo de los tiempos y la vida. Llegó a considerar que el hombre, en cierta medida, era dueño de su vida, y en cierta medida, dueño también de los días por venir… él analizaba y se decía para sí que sería terrible que el hombre llegara a la conclusión de que no era dueño de los acontecimientos, porque de ese modo caería irremisiblemente en un fatalismo tremendo.
Fidel reconocía su obsesión por conocer el estado de ánimo de la opinión pública, porque en la filosofía política de los revolucionarios, esta era un factor decisivo. Así señalaba que su preocupación constante giraba en torno a esta. Decía: “Para hombres de convicciones profundas como las nuestras, para hombres que tienen una fe tan elevada en su pueblo, que tienen un concepto tan alto de la dignidad del hombre, la opinión pública lo es todo, la opinión pública es el factor más poderoso y decisivo de la Revolución”.
La Revolución Cubana era en sí misma también una contribución a la humanidad.
En tiempos agrestes como los que corren, consideraba que lo único que salvaba a los pueblos pequeños era su dignidad.
Fidel resumía nuestra razón de luchar en una sola frase: “los pueblos deben aspirar a ser libres fuera y libres dentro”.
Para él, la Revolución Cubana era y es el resultado de la acción consciente y consecuente ajustada a las leyes de la historia de la sociedad humana: “Los hombres no hacen ni pueden hacer la historia a su capricho.
Marx, al descubrir las leyes científicas de ese desarrollo, elevó el factor consciente de los revolucionarios a un primer plano en los acontecimientos históricos”.
Fidel expresó que una revolución es un sistema y definió la desigualdad como aquello que más odiaba la gente. Luchó incansablemente contra esta última, en Cuba y en todo el mundo.
Katiuska dice que:
Para él, las ideas tenían una fuerza mayor que la sabiduría. Nunca olvido aquella frase repetida a zancadas en su despacho: “Las ideas se desarrollan, Katiuska, las ideas se desarrollan”.

El pedido de Cuba es que difundamos en cuanto lugar sea posible el tema del Bloqueo por parte de los EEUU, por ello para el próximo taller hemos elegido leer el Discurso del ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, bajo el tema “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, en la sede de las Naciones Unidas, Nueva York, el 1ro. de noviembre de 2017 denominado:
Persistiremos en la lucha antimperialista y en defensa de nuestra independencia


Grupo Bariloche de Solidaridad con Cuba, 2 de diciembre de 2017

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