enero 09, 2024

Círculo de Lectura # 178 – Febrero de 2024

 Círculo de Lectura # 178  –  Febrero de 2024

“Hart, una Cuba cubana para siempre”

Por: Eloísa Carrera

 14 junio 2023 – Tomado de Cubadebate

http://www.cubadebate.cu/opinion/2023/06/14/hart-una-cuba-cubana-para-siempre/

El 26 de noviembre del 2017, el Dr. Armando Hart Dávalos, partió a la inmortalidad, pero ha regresado en cada uno de sus textos ante el llamado de la Martiana Revolución de Fidel, para como siempre hizo, responder entre los primeros; la publicación de esta columna de Cubadebate es una muestra de ello.

 Hart es una figura central para ver y entender la Revolución Cubana, no es una figura secundaria, “porque a través de él se mueve una corriente de pensamiento que lo emparenta con la forma más abierta, creadora, menos dogmática, más crítica y culta, así como más martiana y cubana de enfocar nuestra propia Revolución; por eso sus relaciones con el Che y Fidel, por eso su profundo conocimiento del legado martiano”.

 En las páginas escritas por el Dr. Hart, florece esa decisiva arista temática que prevalece en la obra que nos legó, de la que emerge su noción y discernimiento de una Cuba cubana, desde una perspectiva antimperialista, en cuya base y trasfondo se encuentra la esencia puramente martiana y fidelista de sus ideas y pensamientos. No olvidemos que para un hombre como él, el hilo central que caracterizó a la cultura cubana y, especialmente, a la cultura política cubana, desde su surgimiento en las postrimerías del siglo XVIII hasta hoy, es su acercamiento a una cultura política militante, de vocación latinoamericana y universal, en la que, por razones obvias, no se produjo ningún antagonismo entre lo político y lo cultural.

 Desde luego que, el Dr. Hart fue un protagonista directo de los principales sucesos revolucionarios e históricos acontecidos en el país en los últimos 70 años, lo que incluye el hecho de haber sido un destacado combatiente clandestino a lo largo de toda la lucha insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista, a partir del momento mismo del golpe de Estado el 10 de marzo de 1952. Con posterioridad al triunfo de enero, junto a Fidel dirigió la mítica Campaña de Alfabetización, creó el Ministerio de Cultura y el Programa Nacional Martiano.

 Se refugió toda la vida en el mundo de las concepciones, porque, como él decía, cuando se siente pasión por una causa, por un valor abstracto como es la Justicia, todo hombre honrado debe darse a él y es honor al que no se renuncia y deber ante el que no se debe claudicar. Cuando advertimos el entorno donde creció y se educó, encontramos los componentes que contribuyeron a su martiana formación. No olvidemos que cuando recordaba a su madre, su primera asociación era el pleno rigor y la exigencia, mezclados con el amor, la bondad y la justicia, sentimientos con los que también relacionaba a su padre, además del estricto cumplimiento de la Ley. Siempre les agradeció infinitamente la educación brindada, la cual empezó con la prédica de su intachable ejemplo. De sus padres conservó siempre vivencias entrañables, de ellos aprendió los estrechos vínculos entre el derecho y la moral, principios que sustentaron la educación que Marina y Enrique brindaron a sus hijos; por ello recordaba que, en su hogar, cuando querían distinguir a alguien por sus cualidades, decían, esa es una persona decente y honesta.

 Ese es un detalle clave para entender a esta familia, el origen de sus ideas y actuación en la vida, porque como bien él afirmó: “si entendí la Revolución Cubana, el socialismo y tomé partido por las causas justas, fue porque he aspirado siempre a ser una persona decente y honesta”.

 Soñaba que debía trabajar para transformar la realidad a partir de la ética y la justicia. Eligió la carrera de Derecho porque pensaba que de esa forma podría encauzar sus ingentes inquietudes políticas y su vocación de lucha por la justicia y la moral. Deseaba ejercer una Cátedra como profesor universitario de Derecho Constitucional, lo que no llegó a realizar porque pasó directamente a servir a la patria, en la primera línea de la lucha insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista.

 Cuando se conoce su trayectoria ideológica y política, resulta muy elocuente su afirmación: “Mi integración al Movimiento 26 de Julio fue el resultado de un proceso natural. El Programa del Moncada materializó el sentimiento ético que estaba profundamente arraigado en la martiana tradición patriótica cubana”. Desde los inicios la lucha tuvo para él un contenido profundamente ético,  al punto que llegó a afirmar: “Para mí todo empezó como una cuestión de carácter moral”. Esa frase demuestra el enorme peso que tuvo la ética en la formación de su carácter y a lo largo de toda su vida. Para él, el tema de la Ética es el tema central de la política.

 Con una tenaz insistencia recordaba la identidad de la lucha por el bien y la justicia social y en ese sentido afirmaba que la humanidad en su conjunto está necesitada de una reflexión educativa y cultural profunda, sugiriendo la imprescindible urgencia del conocimiento del pensamiento martiano para poder contribuir a la salvaguarda de nuestra supervivencia. Subrayaba que ante la quiebra de los valores culturales, éticos y jurídicos de la civilización, es necesaria la ciencia, la ética y también la utopía, en un mundo en el que las instituciones educacionales tienen que empeñarse en reafirmar los valores espirituales, jurídicos y los paradigmas éticos que demanda la Humanidad, para lograr salvarse de un desastre de proporciones incalculables.

 El electivismo filosófico cubano en la fuente de sus ideas

 Para comprender el contenido y alcance de la Martiana Revolución de Fidel, a la que él entrego su vida, es imprescindible ir a los orígenes del pensamiento filosófico, político y pedagógico de más de dos siglos de historia que, desde el padre Caballero, Varela, Luz y luego Martí, han conducido a las ideas que hicieron síntesis en el carácter singular de este proceso.

 A mediados del siglo XX, el pensar y el hacer de la Generación del Centenario, surgió de la práctica política, inspirada en el electivismo filosófico cubano, fundamentado en el cuerpo de ideas y pensamientos de los principales representantes de la tradición electiva, de su contenido profundamente antidogmático y científico, ético, patriótico, nacionalista, independentista, liberador, democrático-popular, autóctono y creativo, de pura inspiración cubana. En ese sentido el Dr. Hart afirmaba que para él, el propósito de “elegir” estaba orientado a hacer prevalecer la integralidad de la cultura para orientar el camino hacia la práctica de la justicia; asimilando lo mejor del pensamiento universal, para conformar un paradigma propio, diferente y creativo, que fuera capaz de encontrar respuestas propias a nuestras necesidades y urgencias como nación y país.

 Como sus ilustres Maestros, estimaba que las ideas no se debían cerrar en un sistema filosófico concreto, por eso ratificó que en su credo lo más importante era no adscribirse a ninguna Escuela o Sistema determinado, sino seguir aquel agudo aforismo: “todos los Sistemas y ningún Sistema, ¡He ahí el Sistema!”. De igual modo, consideró como aspecto central de su concepción filosófica, la práctica de educar y mejorar al hombre mediante la acción social y política, orientada hacia la transformación ético moral por medio de la Educación, la Ciencia y la Cultura, con el objetivo de prepararlo para la vida y ponerlo en consonancia con las necesidades de su pueblo. Por eso subrayó, si el método electivo en la búsqueda del conocimiento y los caminos de la acción los relacionamos con el principio del Maestro Luz y Caballero “la justicia es el sol del mundo moral” y con el propósito del Apóstol, de echar su suerte “con los pobres de la tierra” y sus ideas en relación con el “equilibrio del mundo”, tendremos un núcleo central del pensar filosófico cubano de incalculable valor para fundamentar el quehacer pedagógico y la política culta en defensa de nuestro pueblo. Por eso pudo decir: “Caballero nos enseñó a pensar, Varela nos enseñó el camino; Luz nos enseñó a estudiar y conocer y Martí, con su inmensa sabiduría, descubrió los secretos del hacer y, por tanto Martí nos enseñó a actuar y Fidel a vencer”. Debo recordar que para Hart, justamente es Fidel,  el guía insuperable y el principal heredero, discípulo y continuador del Apóstol cubano y de todo lo que representa.

 José Martí, centro de su paradigma

 En la Historia cubana contamos con el paradigma martiano, en el que se destaca la importancia de la Educación y la Cultura, en la transformación revolucionaria y moral de la sociedad, recordemos aquellos planteamientos centrales del Apóstol cubano: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre”; “no hay mejor Sistema de Educación que aquel que prepara al niño a aprender por sí”, “se debe enseñar conversando, como Sócrates de aldea en aldea, de campo en campo, de casa en casa”.Y es que Martí da continuidad a esa línea de pensamiento independentista, anticolonialista y soberano, que nace de las entrañas más profundas de nuestra América, de los grandes próceres y pensadores cubanos y latinoamericanos. De la cual la Generación del Centenario es también heredera, discípula y continuadora, porque esa Generación hunde sus raíces en esa noble y fecunda historia.

 Esa corriente tiene entre sus principales planteamientos, su acendrado espíritu antiimperialista, su denuncia y enfrentamiento al capitalismo y al imperialismo en el terreno económico y cultural; la defensa de la soberanía, la independencia nacional y la identidad cultural de nuestros pueblos, así como la unidad latinoamericana. Para Hart, precisamente, esa tradición del pensamiento radical latinoamericano, responde a lo que él denominó: una Cultura de Liberación. Ese concepto, también fue llamado por él: Cultura de Hacer política, Cultura de Baraguá o Cultura de Liberación Nacional, Social y de Resistencia. En definitiva se trata de la Cultura patriótica, que viene de la tradición que se gestó en el proceso de independencia nacional, latinoamericanista y antiimperialista, de vocación universal que tuvo lugar en nuestra Patria desde el siglo XIX, en cuyas raíces está la tradición del pensamiento radical latinoamericano y fue forjada en el combate por la transformación del mundo en favor de la justicia y ha estado volcada hacia la acción. En ella se articulan los conceptos ética, política y cultura y las aspiraciones humanistas a favor de la justicia para los pobres y los explotados.

 En la Cultura de Liberación, lo primero y esencial es la decisión de luchar por conquistar la liberación humana, el amor a la libertad y la independencia nacional. Asimismo, forman parte de esa noción la idea de la rebeldía, la disciplina, el sentimiento de eticidad que constituyen elementos que definitorios de una cubanía consecuente, como expresión de la acción política. Se trata en fin, de una Cultura que tiene entre sus atributos fundamentales, la opción ética que está en la “médula y el corazón de la Cultura Cubana y Latinoamericana, que para Armando es la Cultura de esencia e inspiración martiana”.

 Estas ideas se tornan imprescindibles en el mundo de hoy y vienen a tener en José Martí a su guía y máximo inspirador, porque de él parte toda una línea de pensamiento que llega al siglo XX, la cual está integrada por una numerosa nómina de hombres enteros, herederos directos del paradigma martiano, que podemos simbolizar en los inolvidables Comandantes Hugo Chávez y Fidel Castro.

 Tras el triunfo de enero, con solo 28 años de edad, le tocó ocupar la cartera de Ministro de Educación del Primer Gabinete del Gobierno Revolucionario y desde esa misión continuó con lealtad martiana la obra de Fidel; contribuyendo con modestia a la realización de objetivos que tuvieron como principios aquella certera definición del Comandante, cuando dijo: “No le decimos al pueblo, cree, le decimos, lee”. Recordemos que desde entonces, el joven Ministro colocó como lema central de la educación cubana el principio martiano, ya citado en este texto, Ser cultos es el único modo de ser libres.

 Al igual que Martí, diferenciaba la instrucción de la educación, considerando el valor y el peso que tiene en la formación del pensamiento y los sentimientos. También para él, la educación es el pilar central del enriquecimiento y la superación del ser humano; proceso en el cual se adquiere el conocimiento que le permitirá asegurar su mejoramiento permanente.

 Su ideario educativo quedó plasmado en su histórico “Mensaje Educacional al pueblo de Cuba”. Documento crucial, en el que por su contenido y carácter, está implícita una Filosofía de la Educación, en la que se definen los principios de la Nueva Política Educacional, la proyección de la Reforma General de la enseñanza e incluso contiene de forma explícita, los ideales en los que se asentó la revolución educacional a partir de 1959.

 Para entender la magnitud de la presencia martiana en sus concepciones educativas, hay que empezar por recordar el cardinal tema martiano de la utilidad de la virtud, que trae en esencia el tema de la ética. Asimismo, la ética martiana presente en el ideario educativo de Hart, establece una relación íntima entre la inteligencia, la bondad y la felicidad, porque para él, igual que para el Apóstol cubano, no hay felicidad mayor que la de hacer un bien a los demás; del mismo modo que para Martí, Hart asegura que la maldad conduce inevitablemente a la infelicidad, recordemos que tanto en La Edad de Oro como en otros textos y documentos martianos se tiende a establecer ese vínculo moral.

 Hart, de igual modo, tomó de las ideas martianas el hecho de que en la práctica política tiene que haber principios y fines de carácter ético―moral. Esto es posible porque la definición martiana de la ética viene dada por el postulado lucista, de que la Justicia es el sol del mundo moral y, obviamente, el fin de la práctica política martiana es la justicia. En Martí defender la justicia como objetivo esencial de la política se vincula también con los más altos principios del derecho.

 La Cultura de hacer política, es otro aspecto decisivo que los une, porque como Martí, Hart subraya que se debe saber diferenciar y, a su vez, relacionar de un lado la ideología entendida como producción de ideas o como ciencia del estudio de las ideas y de otro, la práctica política concreta, porque la primera, inspira y orienta a la segunda, pero no es ella. La segunda promueve y desarrolla materialmente la acción política hacia los fines y objetivos que se propone. La confusión en diferenciar ambos conceptos ─dice Hart─ puede conducir al dogmatismo y, al mismo tiempo, no relacionar adecuadamente estas concepciones puede llevar a la dispersión y a la anarquía. En el equilibrio entre las formas de hacer política y los objetivos que se propone, está la esencia del pensamiento martiano en el que Hart se inspiró. También afirmó que debemos entender la práctica política, como las acciones que se producen para lograr alcanzar los objetivos de la movilización de las personas a favor de tal o cual fin o aspiración.

 Cada día que pasa la figura del Apóstol se agiganta y su pensamiento adquiere una dimensión más universal, porque cada vez es más necesario su legado para las presentes y venideras generaciones, para que triunfen definitivamente entre nosotros el mejoramiento humano, la utilidad de la virtud y el equilibrio del mundo.

 En Crónicas… seguimos la huella de su martiana y fidelista impronta

 Crónicas… es un macroproyecto sociocultural que tiene la misión de conservar, para investigar, estudiar y promover, por distintas vías y medios, el pensamiento, la historia y la cultura cubanas desde la cosmovisión del Dr. Hart, a partir de su Fondo Personal de Archivo; el que viene a ser el sistema nervioso central de Crónicas… Por lo que Crónicas… es, un Fondo de Archivo y Documentación y a su vez es, un espacio de investigación, desarrollo y promoción sociocultural, que presta un servicio a Cuba y al mundo desde la comunidad en la que se encuentra.

 La humanidad atraviesa la crisis más aguda por la que ha pasado la llamada cultura occidental en toda su historia; bien conocemos que en este tiempo lo que se ha globalizado en el mundo es el materialismo vulgar y ramplón, al que se ha sumado la plena inseguridad, incertidumbre y el desajuste por la covid-19. Como consecuencia han quebrado los principios éticos, políticos, jurídicos y las ideas filosóficas que tras larga evolución sirvieron de fundamento al propio sistema capitalista.

 En esta situación ha emergido un nuevo tipo de lumpen de origen cubano, desclasado y amoral; para el que es natural la descarnada grosería, la obscenidad, la chabacanería, la indecencia, la vulgaridad, la liviandad, la mentira, capaz de cualquier bajeza, con una narrativa canallesca y soez, que representan lo peor del vale todo. Esos son hoy nuestros adversarios y enemigos y justamente para enfrentar esta Guerra cultural y el combate contra la ignorancia, estamos obligados a blindarnos de ideas y cultura, a armarnos de la razón, la verdad y la ética y para ello la brújula que nos ofrece el pensamiento, la vida y la obra de Armando, es de gran valor, provecho y utilidad. Se deberá tener en cuenta que la cultura y la ética son hoy más necesarias que nunca antes y son la bandera esencial en la salvaguarda de nuestros pueblos, tal como nos lo confirma el Dr. Hart en la totalidad de sus textos.

 

Cuando el caos y la inmoralidad, reinan por doquier; con nuestras labores en Crónicas…, nos empeñamos en contribuir con el bastión antimperialista que es Cuba, nuestra amada patria y para ello se requiere de una reflexión liberadora de la conciencia humana que nos permita ser más eficaces en el cumplimiento de nuestros objetivos y principios. Y en esa batalla en Crónicas… seguimos fieles a la idea que se convirtió en una obsesión para Hart desde principios de los años noventa, porque él estaba seguro de que se trataba de una propuesta que mucho contribuiría al país en aquellas difíciles circunstancias. Recordemos que, aquellos fueron los años del derrumbe del socialismo en Europa Oriental y la URSS y el comienzo del embarazoso Período Especial; circunstancias en las que se intensificó la necesidad de defender el original pensamiento de la Revolución Cubana. De igual modo, ya se veía con claridad, el veleidoso dominio sobre los poderosos medios de comunicación, el desarrollo de las tecnologías cada vez más sofisticadas operando con una profunda distorsión y disociación en toda la gigantesca superestructura del mundo contemporáneo; la manipulación de la subjetividad en favor de la enajenación de los individuos y la atomización de las colectividades al punto de haber perdido por completo hasta el más mínimo resorte ético.

 No puedo olvidar que, a la tensa situación ya descrita, se incorporaron los infaustos resultados de las elecciones legislativas que tuvieron lugar en Estados Unidos en el propio año 1994. Porque ese fue el momento en el que los republicanos tomaron el control de ambas cámaras del Congreso en Washington y ello propició que se incrementara el poder de los grupos anticubanos de extrema derecha, en su afán de aumentar las presiones y sanciones de todo tipo contra nuestro país. Y por eso a partir de febrero de 1995, se interpuso el proyecto de la ignominiosa Ley Helms-Burton, con la cual creció de manera ostensible la hostilidad anticubana. Con posterioridad y basado en ese engendro, cada una de las administraciones norteamericanas, han venido atacando al pueblo cubano de forma creciente, abyecta, indigna y despreciable. No podemos olvidar que cada segundo que transcurre crece la agresión de los reaccionarios de extrema derecha contra nuestro pueblo y gobierno, ello hace que se multiplique la vergüenza de los cubanos dignos por defender la patria, al precio de nuestras propias vidas, si fuera necesario.

 Desde la superpotencia imperial se lleva a cabo una política guerrerista e intervencionista que pone en peligro la existencia no solo de la humanidad sino de todas las especies. Y en los textos de Hart se insiste en que en esta batalla a favor de la vida y de la paz, solo se ganará con las ideas y la cultura y que nuestra región latinoamericana y caribeña con su tradición intelectual puede y debe hacer una contribución esencial al propósito de salvar a la humanidad, porque es la región del orbe que posee los elementos de cultura necesarios para ello.

 De igual modo, nos recordó siempre que tenemos por delante el reto permanente de aprender del pasado, porque allí está la historia de nuestra cultura y, con ella la de nuestra nacionalidad. Estudiar el pasado es una forma de comprender el presente y también una manera de proyectar el futuro. Desde esa perspectiva le abrió paso a la investigación histórica de la cultura y a la práctica científica que se deberá llevar a cabo en esa área del conocimiento humano.

 La Cultura de Emancipación Liberadora que nos propone Hart, siguiendo la huella de martí y de Fidel, es una forma de encontrar el camino y la vía que de paso a un pensamiento revolucionario y de acción política que en la actualidad nos pueda asegurar la posibilidad de enfrentar la encrucijada colosal en la que nos encontramos, tal y como muestran los combativos textos del Dr. Hart; no olvidemos que para él, los sueños de principios del siglo XIX, de Varela, de Martí, de todo nuestro pueblo, bajo la guía insuperable de Fidel, se harán realidad y seguirán adelante si nos inspiramos en estas ideas.

 Entre Fidel y Hart se dieron hermosas coincidencias, porque ambos sintieron la Política como su mayor motivación. Con enorme placer recordaba que su vida  estaba dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel. De quien siempre afirmó, “ese es el hombre que lleva en su conciencia toda la ética y la sabiduría política que faltó en el siglo XX y aun en el XXI.”

 Por lo que la obra que llevamos adelante en Crónicas… tal y como él deseó siempre, es también una contribución al análisis que estamos urgidos en el contradictorio momento presente. No olvidemos aquella afirmación suya, que en tantas oportunidades reiteró: “el hilo central que caracterizó la cultura cubana y, especialmente, la cultura política cubana desde su surgimiento en las postrimerías del siglo XVIII y hasta hoy, es su acercamiento  a una cultura política militante de vocación latinoamericana y universal, en la que, por razones obvias, no se produjo antagonismo entre lo político y lo cultural”. De manera que, el pensamiento de Hart, en toda su obra, se enfrenta a la nueva mentalidad plattista sin Enmienda, que en su opinión, es la misma de siempre, por su rancia esencia injerencista y neocolonialista.

 En cada una de sus páginas, Hart nos sitúa en el bando de los que aman y construyen con la verdad, en la guerra de pensamiento que se nos hace y en la que se juega a la desmemoria de las más jóvenes generaciones de cubanos que no vivieron y aún desconocen determinadas etapas de la Revolución.

 Hart fue un ser que amanecía y terminaba el día lleno de proyectos, no conoció el tedio, la monotonía o la rutina jamás, porque era creativo, tenaz, perseverante y esforzado, inquieto e hiperquinético. Practicó en su actuar diario, la filosofía de la ética y el optimismo revolucionario unido a su vocación de servicio a la patria y a la Revolución, lo cual significaba estar allí donde hacía más falta, en el momento oportuno para desbrozar del arribismo y la mediocridad el camino a la luz. Aparecían entonces su ternura, paciencia, mirada profunda y reflexiva, siempre dispuestas al diálogo de lo esencial y a la exposición de la verdad. Pero por encima de todas esas cosas él fue un hombre bueno, fue un ser bondadoso en la profundidad total de esta cálida y tierna palabra. Su vida estuvo bordada de sencillez, humildad y modestia, al punto que jamás reparó en el hecho de que, como dijera el poeta Miguel Barnet, su nombre ya estaba no solo en los museos, sino también en la leyenda.

 Vivió convencido que gracias a nuestra cultura el pueblo cubano sabrá vencer cualquier dificultad que se presente por gigantesca que esta sea, tal y como supieron hacer los hombres de Baraguá ante las dificultades que tuvieron entonces; con su obra Hart nos invita a sumarnos a la ofensiva de su propuesta cubana, fidelista y martiana, latinoamericana y antiplattista, para que no solo defendamos, sino que desarrollemos una Cuba cubana para siempre.

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